Partida Rol por web

Un nuevo día augura nuevas cosas a Tábula. Algunos duermen en la taberna de Tonel y otros pasan y se van a sus casas. Pero la mañana siguiente, con el remordimiento de la muerte del pobre prestamista, el horror está bastante lejos de terminar. El primer descubrimiento, se hace en la taberna del pueblo, pues, todos se levantan, entre el insomnio y el miedo, menos una persona. Cuando intentan despertarle, no responde... y es entonces cuando se revela la macabra verdad. Muriel Van Diersen, la dama de burlesque ha sido asesinada durante la noche, asfixiada con la almohada para ser precisos, está desnuda en su improvisada cama, y su rostro todo morado, parece que intentó resistirse, pero haciendo presión sobre ella, ni se oyó nada, y murió silenciosamente. Los hombres parecen consternados, aunque no lo demuestran demasiado...

Pero luego, los presentes que pernoctaron, notan que falta una presencia importante... una autoridad... y los gritos de afuera, llaman su atención. Alguien ha perdido la cabeza...

Allí, al frente de la taberna, clavada, está la cabeza horrorizada de Leticella Vanghuten, la hija del Lord, que hasta el día anterior era la Alguacil de Tábula. La sangre está fresca, y de su cuerpo, no hay rastro, así que sin error se puede asumir, que sirvió de cena para los licántropos. Una lástima la verdad.

No obstante, el pueblo no se puede quedar sin autoridad, al revisar la improvisada colcha donde durmió la alguacil, antes de ser devorada, bajo su almohada, un papelito revela el nombre de su sucesor...

Las sorpresas no acaban allí, la gente dice haber oído que del bosque vinieron fieros aullidos. Todos se preguntan si los lobos están dentro o fuera de la aldea, así que deciden que deben mandar un grupo a investigar... eso, para bien o para mal, implica que tendrá que ser seleccionado y al pueblo no le queda nada más que votar. Dos personas, irán a revisar el bosque durante la noche.

Despierto en la taberna, de nuevo con la pesadilla del linchamiento del monstruo que era Stephanie.

- No sé si podré mirar a las niñas de nuevo a la cara sin desconfiar. Tal vez no hasta que este horror acabe, o tal vez debería cambiar de trabajo, no lo sé...

Doblo y recojo la manta que tuve a bien traerme de casa, pues como ya nos dijo Tonel, no tenía mantas para todos. Ojala eso fuera lo peor del día, haberme despertado fría, pero no. ¡Incluso aquí en la taberna ha habido una muerte! Muriel, que a nadie había dañado, se encontraba en la improvisada cama, muerta, asfixiada. Aunque al menos parecía que se había defendido... algo.

- Me siento culpable, si sólo hubieramos escuchado sus forcejeos, podría haberla ayudado, aunque sólo fuera dando la alarma, según quién fuera el asesino... o asesina. No puedo fiarme siquiera de los presentes en la taberna, aunque no estén aquí los monstruos, parece que sí lo está quien se toma la justicia por su mano.

Sara no se había dado cuenta de la falta de nadie más, hasta que alguien lo hace notar.  Y pensando que podía haberse levantado y salido de la taberna, pues ya era de día, salgo, como hacen algunos más de la taberna, para encontrar otro horror.

- ¡Leticcela! Es como si los monstruos se burlaran de nosotros por la forma y lugar en el que han dejado el cada... la cabeza. Oh, ¿y ahora? ¿Habrá dejado en el testamento el nombre de su sucesor, ¿verdad? - Alguien tiene que hacer que esto no se salga de madre. Aunque con estas últimas dos muertes, ninguno estemos seguros.

Y el pobre Steve ¿Iba a ser la muerte de Stephanie la única afortunada? ¿Estábamos los habitantes de Tabula condenados? ¿O esta noche nos salvaríamos al desprendernos de los monstruos que nos rodeaban? Muchas preguntas, que revelaban mucho miedo. La profesora ahora mismo no podía enseñar más.

Lo de tener los ojos congestionados, el ritmo de la respiración acelerado y el susto pintado en la cara se estaba comenzando a convertir en algo crónico para la chica que lo único que ansiaba era tener una vida tranquila, un trabajo digno y un padre que la aceptase sin que fuese a base de gritos. 

Leticella sabiendo que ahora mismo con esas bestias acechando nadie podría estar a salvo, ni incluso dentro de la taberna, decidió escribir casi a modo de premonición la noche anterior a su inesperada muerte una nota, en la cual decía:

                                                   Queridos vecinos de Tábula:

 En vista de los últimos acontecimientos ninguno estamos a salvo de esta terrible maldición, por esto mismo os escribo esta carta.
En caso de sucederme algo quisiera  nombrar como mi sucesor en el cargo de Alguacil  al señor Don Leonard Cavalis.

Suerte.

Leticella Vanghunten.

La maldición acabaría por consumir el pueblo, eso era lo que pensaba la gitana mientras se afanaba en preparar tilas y brevajes para apciguar los nervios.

Con el rostro sombrio por el espanto de los acontecimientos repartió las infusiones entre los que gustaron de ellas y se volvió hacia el enterrador:

-usted dirá serñor Cavalis. -

Clara no podía soportarlo más, estaban muriendo muchas personas muy queridas por ella por culpa de unos desalmados y lo que no vía nada bien era haber matado al prestamista, que era inocente. Esa noche la había pasado en la taberna como Leticella pidió que hicieramos pero por desgracia en su turno de despierta no logró ver nada sospechoso como para saber quien era un licántropo.

A la mañana sguiente se despertó debido a los gritos de la gente que habían visto la cabeza de la alguacil pinchada en un palo y la muerte de Muriel, cuyo cuerpo yacía en la taberna de Tonel.

- ¡Qué desalmados! ¿Quién podría hacer algo...- no pudo continuar debido al vómito que provocó ver el rostro asustado de Leticella y la pobre de Muriel.- ¿Qué haremos ahora Sr. Cavalis?- pudo decir tras negar su mirada a la cabeza.

Al escuchar lo que Leticella prudentemente había dejado para ellos pensó Era una buena Alguacil... espero que Don Cavalis haga honor a su nombre, porque la verdad se lo merece....

Dormitando, entre sueños y murmullos que provenían del lugar, un grito ahogado en el exterior me despierta sin más. Al sucederme esto, trato de levantarme apurado, con tan mala suerte que golpeo mi cabeza con la pala que yacía sobre mi... la única cosa que llevo siempre conmigo como si fuese un juguete o, incluso, un amuleto.

Me siento en la cama un momento y trato de acomodar mi cabeza tras el golpe. Al ponerme en pie, me dirijo hacia la salida de la taberna para ver que es lo que ha sucedido.

La imagen afuera es por demás atroz, desagradable. Sin embargo, haber tenido contacto con tanto muerto durante mi vida y tantas muertes últimamente ha generado en mi un temple un tanto frío.

"- Zeñora Doña Alguazila- digo en susurros, con una cara un tanto triste".

Tomo algún saco del lugar y tapo la cabeza para que los demás no la vean, desclavándola y llevándola hacia una caja que he de tapar para darle un poco de paz.

Al regresar, el murmullo de los demás me sorprende. Leticella me ha elegido como alguacil... a mi, a quien normalmente se ha dejado de lado, al poco querido e incluso temido... al enterrador Cavalis. Un rastro de asombro me cubre por completo el rostro y me quedo casi mudo ante las preguntas de la gitana y la señorita Swan.

"- Ehh... bueno... zo digo... bah, me pareze que lo mejor ez enterrar a la Zeñora Alguazila para que za ezté tranquila. Luego... ehh... bueno... ehh... hay que hazer una reunión aquí y hablar zobre todo ezto. Zi, ezo hay que hazer- expreso sin convencerme siquiera a mí mismo".

Busco el saco donde se encuentra mutilada la cabeza y lo tomo para llevarlo al cementerio. Luego me doy la vuelta y les pregunto a los demás.

"- ¿Ze murió alguien máz ademáz de la Zeñora Alguazila? Zi ez azí, por favor que alguien traiga los demáz dezdichadoz hazta el zementerio que voy a ir cavando laz tumbaz- les digo, tratando de forzar mi voz para que parezca una orden".

Desperte y sali rapido de mis aposentos tenia un presentimiento terrible...el prestamista habia fallecido, pero las caras aun continuaban contraidas mirando otro cuerpo. Y ella no estaba en ninguna parte dando instrucciones, no, no puede ser.
un grito ahogado salio de su garganta...

Sentia como si me hubieran arrancado un pedazo de mi alma...dejo una nota en la que tampoco me mencionaba,ya nunca podre volver a verla...Mi alma deseaba reunirse junto a ella lo antes posible.

Alli derrumbado y en silencio se coloco al lado de Leticella o lo que quedaba de ella.

Despierto, aunque manteniendo los ojos cerrados para no contemplar un psible escenario dantesco, me incorporo del lugar donde estube durmiendo en la posada de Tonel, como habiamos quedado todos los del pueblo, y aunque reisitiendome a abrirlos, lo hago lentamente al escuchar ciertos nombres en boca de todos.

= ¿Tampoco nos dejaron en paz esos desalmados esta noche?= le pregunto al aldeano mas cercano a mi = ¡Mal rayo les parta! Mruiel no, porfavor. ¿Quien nos dara su calor ahora cuando los necesitemos?= lamento apretando los puños con la manta entre los dedos.

Al enterarme de que el nuevo alguacil es el señor enterrador, me acerco a Clara:

= ¿Como se lo ha tomando el señor von Wargen?= le pregunto discretamente= Pobre hombre..., despues de haberse declarado.

me despierto y aun con el susto de los anteriores días en el cuerpo me visto y me dirijo a la taberna lugar ya de reunión mas que obligada.

-¿QUE???? MAS MUERTOS...PERO ESO...ESO...ESO NO PUEDE SER....le fallan las fuerzas y tiene que luchar por no perder la vertical.

-¿y ahora que hacemos?

Dicho lo cual permanece en silencio esperando la opinión de los demás sobre que hacer al respecto.

Clara se sorprende al ver que Alfredo se acerca a ella.

- Lo siento mucho Sr. Alfredo pero no sé nada sobre el Sr. Von Wargen...- su rostro refleja un semblante de tristeza por no poder continuar con esa conversación y su tímidez hace acto de presencia, por lo que era más que improbable que pudiera pronunciar palabra alguna.

-No semo na'.-Dijo simplemente antes de ver los cuerpos de ambas mujeres siendo enterradas por el nuevo alcalde y enterrador.

-Bue, poco o ma se pue ace. Aba que manda a alguie a ese boque ¿No?-Miro a todos y cada uno de ellos.-Que agie tenia que decilo... Bue pue quie conoce mejo que nadie el boque si no e el Amor este.-Señalo al leñero.-Yo votaria po el, adema sabe tirar de hacha y depierto fio que se carga a eso desalmaos. ¿Que me ize Sr.Amor?

Tras unos instantes, en los que permanezco en silencio, recibo de mensaje de Clara.- Esta bien, lo decia por no nombrarla mucho en su presencia...- Me giro despues hacia el enterrador para preguntarle que hacer- Leonard, ¿que medidas crees que debemos adoptar, como nuevo personaje en el cargo?

la gitana asintió con firmeza -tendrá que ser durante la noche, por el dia resultará imposible distinguir a las criaturas -

Jones, lo que pienso es que en realidad debiéramos enviar a aquellos que apenas hacen acto de presencia... la verdad es que me parece muy sospechoso

-Que me deci! de noxe? mae mia...-Dijo sorprendido dejando caer un vaso que limpiaba encima del fregadero.

Tras el ruido del cristal rodar por la pila alzo la mirada de nuevo.-Vamo Amor, no me sea miedica, adema viar aqui, si no muestran jeta ahora, que via ha mostrar de noxe, seguro se escapan a casa y paf! mas muetos para el dia, mejo decidir ente lo que aqui faenamos. amo digo yo.

Uriley no quería ir al bosque. Pero ni en broma. Le daba pavor. Si alguien miraba en su dirección podría deducirlo rápidamente de su expresión: Manos apretando en un nudo el delantal de su vestido, labios apretados con fuerza formando una fina línea con ellos, y un rostro que, si siempre había sido un poco pálido, ahora estaba blanco como una pared recién pintada. Sobre todo cuando el leñador dijo que los más activos en cuanto a charlar fuesen los que se salvasen, porque ese no era uno de sus fuertes.

"Preguntaz... demaziadaz preguntaz... muchaz", cruza por mi cabeza al tiempo que voy abriendo cada vez más mis ojos. Escucho al leñador y el tabernero discutir por un lado; por el otro, el sastre y Uriley comienzan a consultar cosas... más allá, también lo hace la pescadera. Mi cabeza se confunde un poco, pues no estoy acostumbrado a que se me solicite tanto.

Clavo la pala en el suelo luego de enterrar los cuerpos. Pobres mujeres... Muriel y Leticella. La verdad que la situación se está tornando insoportable. Sacudo mi ropa para quitarle un poco de tierra y paso el brazo por mi frente para quitarme algo del sudor que ha empezado a marcarse.

"- Puez... zo diría que Tonel tiene razón- le expreso a los demás-. Za ez impozible que zigamos aquí ezperando a que ezaz cozaz noz maten. Algo habrá que hazer, y creo que elegir a alguien que vaza al bozque ez una buena idea. Ez máz, irán doz perzonaz azí pueden azudarze mejor- agrego con una mueca".

Satisfecho con mi resolución, me acomodo un poco la camiseta que llevo puesta y me dirijo hacia la taberna para comer algo. El tiempo ha volado y ya es momento de alimentarse, pese a quien le pese. Es mejor que todos estemos preparados y saludables... sino se nos hará imposible hacerles frente a esos animales.

la gitana fijó su mirada en la temblorosa Uriley -La maldición no distingue de apariencias querida, no importa cuan fuerte y valiente pueda parecer cualquiera, podría sucumbir de igual manera -repuso ajustandose el chal con firmeza -Apariencias...-se llevó una mano a las cientos de estampitas que colgaban de su cuello -visto desde otro punto ¿acaso no recuerdas lo aparentemente inocente que resultaba la pequeña Stephanie?

Clara comenzaba a aterrarse sólo con imaginarse ir al bosque.

- ¿Al bo-bosque? ¿Está se-seguro Señor Al-alguacil?-su voz temblaba.