En la gran biblioteca las únicas comodidades son una mesa grande con unas pocas sillas alrededor. El resto está ocupado por estanterías con libros, revistas y periódicos de los temas más variados. Además en las esquinas hay algunos baúles.
Por ahora estás solo en la biblioteca
Por las ventanas empieza a verse una tenue nevada
Me doy una vuelta mirando por encima los libros, por si alguno estuviera descolocado o si hay alguno que es evidente que está cambiado de sitio. Me fijo si tienen polvo o no.
Después me acerco a los baúles. Primero abro uno y le doy un primer vistazo.
Antes de abrir el segundo, espero un poco, intentando escuchar por si viene alguien. En caso de que no note nada le daría un vistazo rápido a ese segundo baúl.
Se ve que el personal de limpieza hace un buen trabajo porque no puedes diferenciar entre objetos con poco y mucho uso en las estanterías. Así que por el momento dejas las estanterías sin revisar y te concentras en los baúles.
Puedes abrir todos los baúles excepto uno que está cerrado con llave. Allí encuentras mapas, información de catastro, reglamentos de riego y otra información que con dedicación y tiempo te permitiría reconstruir la historia de cómo las familias españolas llegadas al lugar se repartieron la tierra, cómo en tiempos de San Martín las tierras de realistas exiliados fueron repartidas entre criollos, la entrega de tierras a soldados tras la campaña de Roca para exterminar a los tehuelches, con la posterior compra de esas tierras por familias acomodadas y todo lo necesario para escribir un ensayo sobre la evolución de la oligarquía vitivinícola en Cuyo.
De momento lo único que te llama la atención es que el apellido Zúñiga no aparece por ningún lado (y por suerte tu apellido tampoco).
En la biblioteca hay más puertas a parte por la que he entrado¿?
Busco algo con lo que poder apalancar el baúl.
Si me dices algo que podría haber en una biblioteca y pudiera servir, pues encontrarás exactamente eso. Hoy ando falto de imaginación y por eso no te aporto pistas. Si, igual que a mí, no se te ocurre nada, tendrás que irlo a buscar afuera.
Evidentemente no encuentro nada útil para abrir el baúl, lo único que consigo es mellar parte del mobiliario para nada.
Por ahora estás solo en la biblioteca
Aprovechando la intimidad, dio un paseo por la biblioteca buscando si encontraba algo respecto a la propia familia y su Hacienda o negocios. Algo como los libros de cuentas del difunto, unas memorias o cualquier otra cosa útil para su verdadero propósito allí.
Entre los libros encuentras algunas cosas técnicas, que difícilmente resultan útiles. Hay una sección de hemeroteca y entre esos diarios están los de las semanas siguientes a la muerte de Carlos Zúñiga, con todo el abanico imaginable de teorías respecto a la muerte, algunas de ellas evidentemente inventadas por abogados de la compañía, y otras que podrían ser ciertas.
En los baúles encuentras mapas, información de catastro, reglamentos de riego y otra información que con dedicación y tiempo te permitiría reconstruir la historia de cómo las familias españolas llegadas al lugar se repartieron la tierra, cómo en tiempos de San Martín las tierras de realistas exiliados fueron repartidas entre criollos, la entrega de tierras a soldados tras la campaña de Roca para exterminar a los tehuelches, con la posterior compra de esas tierras por familias acomodadas y todo lo necesario para escribir un ensayo sobre la evolución de la oligarquía vitivinícola en Cuyo.
De momento lo único que te llama la atención es que el apellido Zúñiga no aparece por ningún lado en estos documentos históricos.
Hay otro baúl cerrado con llave que no pudiste abrir
Con suficiente información (por el momento), Eliot se dirigió al Salón de juegos
Al salir de la biblioteca ves a Rodolfo Peñareal y María Elena Fangio con ropa de abrigo y algo de nieve en el pelo, pidiendo un café y diciéndole al mayordomo que se los lleve a la sala de juegos.
¿Mantienes tu destino?
Sigo
Andrés Sagastisabal entra a la biblioteca y abre con facilidad y un atizador el baúl que le faltaba revisar. Adentro estaban los papeles notariales correspondientes a la finca donde estaba el hotel.
Estas tierras y toda la zona que la rodeaba (prácticamente media montaña), había sido asignada por el rey Carlos IV de España a la familia Unzué.
Treinta años después el gobernador revolucionario San Martín expropió estás tierras y las subdividió en parcelas más pequeñas que distribuyó entre familias criollas. Esta en particular fue asignada a la familia Bolívar que la mantuvo durante casi 200 años enriqueciéndose gracias a ello. Recientemente Zúñiga compró la tierra por un precio irrisorio: la quinta parte de la valuación oficial de la tierra.
Si al escribir ves a Eliott, no te asustes, aparece como posible destinatario porque ha estado aquí, pero no se encuentra en este momento.
Dejo los papeles en su sitio. Ya volveré a por ellos para hacer una fotocopia en la recepción, me pareció ver una máquina allí. Por ahora no quiero sustraerlos por si llama la atención de alguien.
Dejo el baúl cerrado y meto algún libro pretendiendo ocultar los documentos, por si alguien más mira, que no lo encuentre... o por lo menos que no sea fácil.