—¡Están hablando de mi mamá!— Clara se levantó con los puños apretados y sin parar de llorar. — Que no está muerta. Ahora va a llegar el doctor y la va a curar. Y vos. — Señaló a Ricardo. — Mi mamá no se metería con un pendejo como vos ni borracha. ¿Cuánto falta para que llegue el médico. ¡Stiven! ¿Ya mandaste a alguien a buscarlo?
Andrés bajó de la planta alta para unirse a la confusión que reinaba en la planta baja. Todos, o casi dos estabais allí. María Mercedes seguía en el suelo y nadie amagaba siquiera a intentar renimarla. Luego de unos larguísimos 50 minutos más se oyeron las sirenas. Una ambulancia acompañada por un patrullero policial estacionaron en la puerta y el mozo entró guiando a los médicos.
Uno de los policías intentó mantener a todos alejados de la señora mientras la atendían. Clara era la que más problemas causaba por no querer que la alejen de su madre. El otro policía montó un pequeño equipo de radio para comunicarse con la ciudad.
Poco tiempo pasó antes de que el personal de la ambulancia dictaminara que María Mercedes había fallecido, y media hora después arribó una ambulancia de la morgue judicial junto con un laboratorio móvil de la policía científica y otros tres coches patrulla.
El hotel se llenó de policías que levantaban huellas de todas partes, filmaban y tomaban fotografías. Pidieron permiso para revisar cada una de las habitaciones y les informaron que más tarde arribaría el inspector junto al fiscal y que querían hablar con todos los presentes. Hasta ese momento nadie podría abandonar el edificio. En cada una de las puertas se instaló un guardia.
Los dejo que en el tiempo que tardan en llegar los interrogadores puedan hacer lo que gusten. A partir de este momento pueden cambiar a gusto la lista de destinatarios (lo consideraremos hablar en susurros, cosa que dada la situación no sorprendería a nadie)
Andrés bajó las escaleras con una copa de vino en la mano.
- Pero que jaleo es est.... - se le cortó la voz al ver a la señora tirada en el suelo. - Qué demonios ha pasado... que... que es todo esto... ¿Está... está muerta? - acabó la frase mientras llegaba abajo del todo.
Se quedó mirando la escena, cuchicheos por todos los lados, jaleo por otros... y por si fuera poco, ya estaba llegando hasta la policía.
- Ha sido.. no no, no puede ser... ¿ha sido asesinada? ¿por eso viene la policía?
Andrés se quedó mirando un poco la sala distinguiendo a todo el personal del hotel... pero parecía que faltaba uno.. el jardinero. Andrés no dijo nada, pero se quedó atento.
- Tranquilícese, señorita Zúñiga- le digo rodeándola con mi brazo sin perder de vista las reacciones de los presentes ante la escena- ¿ Puedo hacer algo por usted? ¿ Le traigo un vaso de agua? ¿ Una infusión de tila?
Me acerco a Claudia y a Clara con sendas copas de brandy sujetas en una mano y en la otra mano rellenado la mía.
- Tengan un poco. No quita el problema, pero serena un poco el espíritu - tendiendo las copas e invitando a Claudia con la mirada para que me siga el juego. Clara tiene ahora un papelón y estaría bien que se serenase un poco.
- Tampoco abusen de él. Un poco calma. Mucho arruina el día.
-¿Y-y-y el jardinero?
Ricardo lanzó aquella pregunta nuevamente al aire, sintiendo que era de lo más curioso que aquel miembro del servicio hubiera desaparecido sin dejar ni rastro tras su extraño comportamiento en el embarcadero y a nadie pareciera importarle.
- ¡No se apure, hombre! No puede andar muy lejos. Con la nevada tendremos que permanecer juntos aquí. No hay muchos lugares donde esconderse. La policía lo encontrará.
Clara bebió el brandy de un solo trago y luego tosió un rato.
—Pero quién. ¿Qué dicen qunha pasado? No puede ser que la hayan matado. Seguro que en un rato los doctores la curan y vuelve. ¿Y qué tiene que ver el jardinero?
Un rato más tarde por un pasillo entra el jardinero por un pasillo, escoltado por un policía.
—Ya revisamos las piezas—dijo el oficial dirigiéndose al que parecía ser el jefe.—Encontramos a este durmiendo.
El jardinero se acercó a la mucama.
—¿Qué pasó? Estaba guardando mi caña...—Y siguieron hablando entre ellos en una voz muy baja el casi inaudible.
Tomo la copa que me ofrece Rodolfo.
- Parece que el señor Peñarreal ha tenido una mejor idea- digo intentando relajar un poco de tensión.- El brandy la calmará.
-A-a-al menos sigue aquí el jardinero -dijo Ricardo, viendo que la policía había encontrado al que él consideraba uno de los posibles sospechosos-. ¿Sa-sa-saben si nos traerán algo de co-co-comer mientras nos interrogan? Te-te-tengo hambre
El hambre era una cosa generalizada, aunque nadie parecía haberse percatado de ello. Una vez que Ricardo lo mencionó los policías dejaron al mozo y al cocinero ir a preparar una gran cantidad de sánguches. Todos comieron, incluso el personal policial, bajo la mirada recriminatoria del jefe que permaneció estoico sin comer y tomando de su mate.
Luego de eso la vigilancia policial pareció relajarse un poco, probablemente luego de haber compartido la comida no les impedirían ir a la biblioteca a buscar un libro o a sus habitaciones a buscar un abrigo.
Ya el sol estaba iniciando su descenso cuando el inspector de policía arribó. Pidió va Clara que le abriera la caja fuerte pero, como ella dijo no conocer la clave, hizo llamar a un cerrajero y un escribano. Mientras esperaba a que llegaran recorrió las estancias del edificio mientras los policías leninformaban las pistas que habían recogido.
Cuando por fin llegó el cerrajero fueron a la oficina y llamaron a algunos huéspedes como testigos de qué sacaban de la caja de seguridad: dinero en efectivo, dos sobres con cartas y fotocopias, y un documento que el inspector leyó rápidamente. La cara de sorpresa del policía al leerlo era indisimulable. Hizo salir a todos.
Unos minutos más tarde la escribana salió para hacer firmar a los testigos el acta donde constaba la lista de objetos retirados. El documento que había provocado la sorpresa del policía figraba como "acta judicial".
Ya el sol se había escondido tras los cerros cuando comenzó a llamar al personal y a los huéspedes para dar testimonio de lo sucedido.