Con el movimiento de la cama cayó una hoja arrugada arrancada de un libro. Se trata de la receta de un poderoso veneno que se produce usando ciertas hierbas andinas.
Cuando buscas, en las fotos sólo lo previsible. Pero también encuentras la póliza del seguro de vida de Carlos Zúñiga por una cifra sideral.
La cama no es suficientemente amplia para que dos personas duerman cómodas. ¿Te quedarás para amanecer con ella o marcharás a tu habitación?
Hay algo que no termina de cuadrar. Mercedes no pudo compartir esa cama con Carlos. O bien no dormían juntos o bien la receta del veneno llegó allí después de que cambiaran la cama por una más pequeña.
Dime si te guardas algo de lo que hallaste o si lo devuelves a su lugar.
Ricardo observó la receta de aquel veneno y no pudo menos que sentirse sorprendido. ¿Realmente María Mercedes había estado buscando la forma de deshacerse de su marido pero él se le había adelantado? Fuera como fuera, aquello era un descubrimiento y una posibilidad de que en el futuro la esposa pudiera ser inculpada por el asesinato de Carlos Zúñiga. Solo necesitaba poder deshacerse de esas pruebas que apuntaban hacia él.
El joven decidió devolver todo lo que había encontrado a su lugar, asegurándose de dejarlo en su posición adecuada para que María Mercedes no sospechase.
Guiándose por lo que había descubierto, Ricardo estaba plenamente seguro de que Carlos y María Mercedes no dormían juntos en la misma cama. Ahora tendría que averiguar cuál era la habitación de Carlos, aunque sería difícil. ¿Debía hacerlo ahora, mientras todos dormían? Bueno, eso era una posibilidad.
Ricardo decidió abandonar la habitación de María Mercedes y tratar de guiarse por aquella planta. María Mercedes y Carlos no le habían dado la impresión de llevarse especialmente bien. Si él tuviera que decidir un lugar donde situar su dormitorio para estar alejado de su esposa, lo ubicaría justo en el extremo opuesto del edificio. Tras vestirse, Ricardo salió del dormitorio de María Mercedes y calculó cuál era exactamente la posición de la habitación de María Mercedes en aquella planta. ¿Cuántas habitaciones había a su izquierda y a su derecha? Guiándose por esos datos, suponía que la habitación de Carlos estaría ubicada justo en el lado contrario.
Básicamente Ricardo trata de fijarse en cuál es la habitación de María Mercedes (para ubicarla en el mapa), intuyendo que el señor de la casa tendría una habitación alejada y en similares proporciones.
Vas a la habitación que indicó Clara, que no era la misma que la de Mercedes. Estaba sin llave. Esta habitación era aún más grande, con una antecámara un escritorio, biblioteca, sillones, una cama y un placard modesto para lo que se esperaría de alguien tan acaudalado. En las paredes se veían algunos diplomas de competencias de remo y el título de ingeniero agrónomo.
Escuchas alboroto proveniente del hall, pero de momento nadie te ha seguido.
Dime qué es lo que buscas.
Ricardo respiró con alivio de comprobar que la habitación no tenía la llave echada, por lo que podría entrar en ella si ningún tipo de problema. Al echar un vistazo a su alrededor, Ricardo comprobó que se trataba de un lugar donde fácilmente podía el señor Zúñiga haber guardado las pruebas que le incriminaban. Sin embargo, sus ojos se posaron sobre todo en el modesto placard que desde luego distaba muchísimo de lo que habría esperado de alguien adinerado.
¿Se trataba tal vez de un objeto de su juventud por el que el señor Zúñiga tenía cierto apego? Ricardo tuvo la impresión de que aquel parecía ser el elemento más personal de la estancia y posiblemente donde alguien escondería elementos personales que prefiriera mantener guardados.
El joven se aproximó rápidamente al placard, abriéndolo y comenzando a revisar su interior. Las pruebas debían tener un escaso tamaño, por lo que tendría que estar muy atento a lo que encontraba.
Decido buscar las pruebas incriminatorias en el placard.
Dentro del placard, además de ropa y zapatos, encuentras algunas fotos de Carlos remando, una caja de madera cerrada con llave y una libreta.
Desde la planta baja se escuchan gritos cada vez más fuertes.
Ricardo decidió tomar la caja de madera y la libreta utilizando los guantes y salió de la habitación. Tenía la impresión de que dentro de aquella caja de madera probablemente el señor Zúñiga guardase las pruebas incriminatorias, pese a que aún estuviese cerrada. Tenía que encontrar la forma de abrirla, aunque ya vería cómo. Primero de todo, debía de sacar aquella caja de la habitación y procurar que no la relacionaran con él.
Decidió llevar la caja a su propia habitación, donde la guardaría en el interior de su mochila. Solo entonces, abriría la libreta para poder leer que había en su interior. Cualquier detalle, por pequeño que fuera, podía ayudarle a averiguar cómo abrir la caja.
Escuchaba los gritos provenientes de la planta de abajo, aunque no le prestó la menor atención. En esos instantes, Ricardo tenía otras prioridades.
Ricardo se mueve a la habitación de Ricardo con la caja y la libreta, esconde la caja en su mochila y decide leer la libreta.
La libreta era un diario personal de Carlos Zúñiga, aunque no todos los días, tenía impresiones y anotaciones personales en diversos momentos de su vida.
Ricardo echó un vistazo a las últimas anotaciones de Carlos Zúñiga para intentar averiguar sobre sus últimos días. También echaría un vistazo a las fechas en las que comenzó a hacerle chantaje.
Entre las últimas anotaciones, días antes de su muerte, hay varias referencias a problemas económicos, con frases del estilo "esto no se soporta más, que se vaya todo al carajo", o "quieren que me pegue un tiro y a ver quién les paga después" y discusiones con su esposa con frases "Mecha se cree que puede manejar esto mejor que yo, me voy a la mierda y a ver de qué se disfraza".
En la época del chantaje hay menciones al plan: "lo tengo de las bolas, me va a regalar el campo o lo mando en cana", "lo que le pagué al espía fueron los pesos mejor invertidos" y frases similares, pero nada del todo específico ni ningún nombre.
"cana" es un modo vulgar de referirse a la policía o a la prisión. Lo aclaro pues no sé si las expresiones usadas son muy entendibles lejos del Río de La Plata.
Ricardo se había asegurado de comprobar que no había ningún nombre ni nada que le pudiera relacionar directamente en cuanto al chantaje. Aún sin quitarse los guantes, depositó la libreta sobre una de las mesitas, bien a la vista. Así, si más tarde tenía que hablar con Clara o con cualquier invitado, verían que no tenía intención de ocultarla.
No obstante, tenía que encontrar la manera de abrir esa maldita caja de madera, convencido por completo de que en su interior debía de encontrarse justo lo que buscaba. La había dejado en el interior de su mochila y, sabiendo que era mejor no perderla de vista, se colgó la mochila a la espalda antes de salir de la habitación. Entre la mochila y la gorra, parecía un Maestro Pokémon, pero eso era precisamente lo que pretendía. Cuanto más estúpido y naif resultase a los invitados, más podría permitirse explorar la casa sin que le molestaran.
Tras salir de la habitación, Ricardo decidió dirigirse nuevamente al hall. Su objetivo en esos instantes era buscar las herramientas de carpintería en la zona del taller que había indicado la mucama. Aunque primero de todo se dejaría ver por el hall para saber a qué se debían los gritos de antes.
Me muevo de vuelta al Hall