Partida Rol por web

Cathrain me sorprendió en mi habitación con el teléfono en la mano. -Pensé que tendrías una larga charla con tu sire- comenté visiblemente molesto. -¿Mi versión?- Ya había dado mi versión de los hechos pero este neonato convertido en jefe me hizo preguntas concretas.

Guardé silencio. La atmósfera de la estancia se hizo tensa. Ambos empezamos a evaluar estimativamente la fuerza del otro. -¡Bah! No tiene sentido ocultártelo. Víctor Vargas, Toreador. Aliado de Aloisius. Iba en un vehículo negro de alquiler. Estaba con el tal Chiké y la famosa gangrel Annia. Ganándose su confianza mientras yo estoy aquí, ganándome la vuestra- solté sin ningún tipo de miramiento. No iba a dar rodeos -Víctor Vargas fue quien me introdujo como aspirante a este grupo frente a Aloisius, fue Víctor Vargas el que me dijo que le disparara en el muelle. Apunté a su mano.- Me encogí de hombros -Está por encima de ti en la escala de mando, chaval-

Las cosas iban bien, encauzadas. La doctora me daría resultados pronto, Malware se pondría manos a la obra y encontraría los trapos sucios de aquella gente, el viejo estaba bajo control y Blazh bueno, la charla que tuviéramos a continuación aclararía las cosas. Pronto sabría en quién podía o no confiar dentro de mis filas, y me centraría en mis enemigos; esa era la misión y estaba deseando continuarla, pero primero había que hacer limpieza en casa.

Pille al tirador hablando por teléfono, como no. Me limité a aguardar a que colgara, no pregunté con quien hablaba, no hacía falta. Me diría lo que quería saber o iba a encontrarse atado a un poste en la azotea hasta que saliera el sol, así de fácil. Así que escuché lo que tenía que decir, y cuando lo hizo, la tensión aumentó, podía cortarse con un cuchillo. Asentí.

—Victor Vargas, ¿verdad? Y dices que es aliado directo de Aloisius, así que si, está por encima de mi. —No dejé que contestara, fui rápido, un destello y estaba sobre él. No le golpeé, sino que le cogí la cabeza con ambas manos e introduje el dedo gordo en la cuenca del ojo que había perdido; apreté—. ¿Ves aquí a alguien más? ¡¿Lo ves?! —grité—. ¡Responde! ¿A quién ves? ¿Quién coño tienes delante? —Le solté y me eché para atrás, apartándome; me limpié el dedo en la camiseta—. Solo estoy yo. Trabajas para mi, no para Aloisius, no para Victor Vargas, para mi. Yo doy las órdenes y tú las cumples, y si vuelves a desobedecerme, te sacaré el otro ojo y te arrancaré la lengua, ¿me has entendido? Te doy un momento para que digas que si. —Un momento para que demostrara que no era imbécil del todo, y que iba a cooperar.

Apreté los dientes cuando el capullo que tenía delante metió el dedo en la herida. Alcé la cabeza y la eché para atrás. El muy gilipollas seguía insistiendo. Aguanté el tipo como pude, entre gruñidos y crujidos pero con los dientes apretados. Sin dar un solo quejido.

Me tomé unos segundos, acariciándome ese lado de la cabeza. -Te he entendido- dije con la mirada fija en el suelo. Sintiendo cómo este brujah ha echado a perder lo poco que mi herida se había regenerado. Quizá tardase una noche más en volver a tener visión a ese lado de la cara.

Cuando alcé la vista lo miré fijamente. La sangre fluyó con velocidad hacia mis músculos y mis sentidos. -Me largo- sentencié. Necesitaba correr, aliviar la tensión. Dejas salir el lado salvaje.

Por otro lado, sabía que podía con él. Soy consciente de su velocidad, la contrarrestaría con mi experiencia. Soy consciente de su fuerza, él descubrirá mi resistencia a los golpes. Pero no quería causar problemas ni a Aloisius ni a Víctor ni mucho menos a la Dra Underdown. Iniciar el combate sería contraproducente a la larga para todos. Había que aliviar la tensión y yo no podía hacerlo entre esas cuatro paredes.

Me gustaba vivir en Londres. Me había costado mucho encontrar un lugar donde sentirme cómodo. Un sentimiento que compartía con Víctor. Ambos disfrutábamos con mancharnos las manos y donde él era el cerebro, yo era el ejecutor. Y seguiría siéndolo.

Asentí—. Bien. Disfruta de la cacería, y recupérate. Pero ten cuidado, estamos en el punto de mira, no atraigas miradas innecesarias hacia nosotros. No podremos actuar con las manos atadas.

Fui a salir de su cuarto entonces, aunque, antes de marcharme, añadí una última cosa—: Y Blazh, quiero saber en qué anda metido Víctor, que trama con ellos. Nuestra misión es acabar con ellos, si podemos hacerlo rápido gracias a él, quisiera poder aprovecharme. Si a cambia necesita algo, que ponga un precio.

Tras eso, ahora si, me largué de ahí. Di una vuelta por los pasillos, dejando pasar un rato, mientras daba un rodeo para, de nuevo, buscar a mi sire; no quería ser insistente, ni meterme en su trabajo, pero tenía que incluir a alguien en su lista.

—Malware, tengo un nombre más para ti: Víctor Vargas. Quiero saber que encuentras de él y que estemos atentos a sus movimientos. No es prioritario sobre los demás, pero hazle un hueco. —Ni siquiera esperé un asentimiento, sabía que me había escuchado, así que me fui de ahí tan rápido como había llegado, y volví a cambiar de rumbo, ahora hacia dónde trabajaba Emil. Había pasado un rato, así que a lo mejor tenía alguna novedad.

Cuando llegué, fui directo al grano—: ¿Tienes algo, Doc?

Años en un agujero mortal, años siendo un vampiro de segunda. Ahora que consigo algo de protagonismo, una misión de verdad, el respeto de Víctor. Viene este niñato Cathrain...

Estaba furioso, pero mantuve la calma pensando en el momento en que lo tendré en la mirilla. Si fuera por mí, me cargaría a ese gilipollas ya mismo. Pero aún puede ser útil. Víctor, y por extensión yo, estamos jugando un juego peligroso a dos bandas. Al filo del acantilado con el fin de escoger el bando ganador. -¡Qué coño!- Lo que ese toreador malnacido quiere es el conflicto, joder al más débil y que el más fuerte le deba un favor.

Y aquí estoy yo. Aguantando... 

Me acaricio el ojo dañado. Quería golpear donde más le doliera. Un ataque rápido que bien podría ser atribuido al bando contrario...

Allí fuera, mientras encendía un cigarro, escucho a alguien. Veo a la señorita Emil Underdown salir con una mochila. -¿A dónde vas, pija?- La sigo con la mirada.

Cathrain entró mientras pulsaba en el teclado más cercano y miraba la pantalla grande a mi derecha. Tras ello, cambié al teclado más lejano, a uno de los dos ratones por cable a la derecha y miré las dos pantallas de la izquierda. Estaba accediendo a la puerta trasera del servidor de... -Malware, tengo un nombre más para ti: Víctor Vargas. Quiero saber que encuentras de él y que estemos atentos a sus movimientos. No es prioritario sobre los demás, pero hazle un hueco.- 

Mis dedos se detuvieron. Mis ojos ya no miraban las pantallas. Normalmente, cuando había una escena similar apuntaba el nombre en la libreta que siempre estaba a mi derecha. Pero Victor Vargas... roté el asiento para mirar a Cathrain -Victor Vargas- repetí el nombre -Mide al rededor del metro ochenta. Suele llevar el pelo corto y engominado, camisas de marca, pantalones de pinzas y zapatos más caros que los gemelos de oro y su crucifijo de oro blanco juntos. De porte elegante, buena presencia, voz encantadora y ojos centelleantes que siempre esconden algo, puede volverse iracundo y aterrador en un momento. Es un vampiro que impone. El suyo es el Arte de la Guerra. Se le atribuyen varios asesinatos pero aún no he conseguido probar ninguno.- Me empujo con la silla hasta el otro lado de la habitación, allí abro un armarito pequeño que está sobre unos caballetes. Al hacerlo se despliega el panel que tiene mi investigación privada sobre ese vástago.

-Le encanta el lujo, le apasiona la buena vida, la música...- señalo una fotografía de él en un palco en la Escala de Milán. También otra foto suya saliendo de una limusina en Nueva York -¿Ves esta foto de aquí?- la señalo, no se aprecia muy bien pese a lo mucho que la he tratado para hacerla más nítida. -Estoy casi segura que ese era el arzovispo de Sevilla, según mi fuente, con el antiguo sacerdote sabbat de Jaén. Esta imagen es de 1932. Pero mira la foto. Es igual que Víctor, el mismo mentón, la misma estructura.- Me levanto -Les encantaba oficiar ritae Sabbat. Pero mira aquí, esto es una caja de cerillas del Sucubus Club de Chicago- miro la foto recordando a mi sire contándome los sucesos allí ocurridos -En Nueva York había una guerra abierta entre Camarilla y sabats en los 90.- Aparto de mi mente el pasado y me centro en el presente.

-Dentro del clan Toreador, este tío no tiene buenas relaciones con nadie. Está en el círculo superior de Londres pero es el principal opositor político de Aloisius- Me giro y miro directamente a Cathrain.

—¿Opositor? —Asentí—. Blazh trabaja para él, y dice que son aliados, que le sugirió para este puesto —dije directamente; no merecía la pena ocultar las cosas. Y además, ahora tenía preguntas—. ¿Por qué estabas investigándole? Y ya que le conoces bien... ¿Por qué crees que ha colado a alguien en nuestro grupo?

Miré directamente a Cathrain y, por vez primera en mucho tiempo, me quité las gafas y sostuve su mirada -Empezó como un juego. Investigaba a vampiros al azar a ver hasta dónde podía llegar. Ya sabes, hay límites cuando investigas seres que vivieron antes de la tecnología y era una forma de ponerme a prueba... no importa. Me topé con un asesinato sin resolver. De un pez gordo vampiro. Fui investigando a los implicados y apareció él. Un misterio, una doble vida, un tipo encantador cuando lo conoces y aterrador si lo tienes de oponente. Me encandiló, como suele pasar con los Toreador que no son mariconas del arte.- Y, dicho aquello, por primera vez, no tenía más respuestas. -Opositor, no quiero decir que sea su enemigo, simplemente le dice las cosas claras, le planta cara y opina según sus intereses que, a simple vista, parecen ser negocios muy mortales. ¡JA! A ese no le interesa la pasta ni las empresas, lo que quiere es seguir matando vampiros, da igual del bando que sea.- Miro el ordenador, mis líneas y apuntes de la investigación, el mapa de Londres -Joder, éste es su juego. ¡Claro que ha metido a alguien con nosotros! Como lo tendrá con los otros. Tiene un objetivo en mente, va a matar a alguien y este enfrentamiento es perfecto para volver a ocultar sus pasos.-

Me levanto -Vayamos a hablar con la doctora. Ella debe saberlo. Al fin y al cabo estamos en su refugio- comento. Dejo que mi chiquillo vaya primero.

Cuando llegamos al cuarto, la doctora no está. Huele a cera derretida y, sobre la mesa de autopsias y embalsamamiento hay un trozo de tela cuadrado con sangre y agujeros. -Es un trozo de la sudadera de Krampus- pero el resto de la sudadera no está por ninguna parte.

No dijo nada mientras caminábamos, no me apetecía y Malware no parecía tener muchas ganas de compartir nada más, o simplemente es que no sabía; en cualquiera de los dos casos, por el momento estaba todo dicho.

Cuando llegamos hasta dónde se suponía que debía estar la doctora, no era así, lo cual, y dada la situación, aquello era sospechoso. ¿Dónde se había metido? Con un gruñido, me adentré y me puse a investigar, mirando aquí y allá, hasta hacerme una primera idea.

—Ha debido de encontrar a Krampus, ¿habrá ido a por él? Sería una estupidez, aunque no tengo ni idea de qué habilidades tiene o como funcionan. Maldita sea... —Me llevé los dedos gordo e índice al puente de la nariz y cerré los ojos durante unos instantes. Cuando los abrí, miré a mi Sire—. ¿Es que nadie puede hacer lo que se le dice? —Suspiré—. Da igual, no respondas. Dime que has llenado este sitio de cámaras y que me sabes decir si ha salido del complejo.

Le dediqué media sonrisa a mi chiquillo mientras sacaba el móvil -Que me lo tengas que preguntar...- murmuré fingiendo sentirme ligeramente ofendida. -Ha salido. Tengo su coche. Ha ido a un barrio cercano... con Blazh- frunzo el ceño. -Creía que el Gangrel de Víctor se quedaría aquí para sanar sus heridas. Su vehículo está en la misma calle pero más atrás- giré el móvil para que Cathrain lo viera.

-Esto no me gusta. Si no le hubiera pedido ayuda a Blazh y, aunque lo hubiera hecho, ¿por qué ir en coches separados?-

Contuve las ganas de pegar un puñetazo, de derribar la mesa más cercana, las sillas y reventar la pared. En su lugar cerré los ojos y respiré profundamente, una vez, dos, tres. Inhalé y exhalé una cuarta antes de volver a mirar a Malware.

—Supongamos que no han ido juntos. ¿Blazh ha seguido a la doctora o ha sido al revés? ¿Hay alguna cámara por ahí que puedas hackear y te de alguna pista? Lo último que necesito es meterme en una trampa.

Esa malditas criaturas... Traiciones sobre traiciones, desconfianza, secretos. No se podía esperar lealtad ni sinceridad en aquél mundo de tinieblas, no había honor ninguno, no había respeto más que al poder, y por desgracia vivíamos en un mundo dónde eso estaba muy lejos de gente como yo. El que teníamos la gente como yo era limitado, y al contrario que el mundo humano —dónde las reglas en realidad no eran tan distintas—, las posibilidades de hacernos con un trozo del pastel eran bastante limitadas. Al menos, desde el prisma de alguien que llevaba tan poco tiempo como yo en aquello, claro, pero la cosa es que no tenía ganas de esperar cientos de años, mil, para hacerme respetar. Al fin y al cabo, no era tanto pedir, solo obediencia, simple. Pero no, cada uno tenía sus objetivos, sus planes y sus intrigas, cada uno respondía a sí mismo y a una fuerza en las sombras que escapaba de mi visión, porque no todos teníamos las mismas cartas. No me extraña que los Brujah se cansaran de este juego y desertaran. Esa partida milenaria en las sombras acababa con los mejores y les convertía en simples asesinos sedientos de sangre. A mi me estaba costando no mandar todo a la mierda, quemar aquello hasta los cimientos y buscarme un nuevo patrón que, al menos, me dejara actuar a mi aire. Seguiría estando a ciegas, pero al menos podía confiar en ser una máquina de matar y poco más. Resoplé.

—¿Y bién? —pregunté a mi Sire—. ¿Lo tienes o me marcho ya?

-¡Claro que lo tengo!- Digo visiblemente molesta por la duda de mi chiquillo. -¡Vamos!- Sentencio dirigiéndome a mi moto. -¿Sabes llevar una de estas?- pregunto con media sonrisa. Era una moto bella, negra, discreta y de alta cilindrada. Será mucho más ágil que ir en coche.