Una hora después de llegar a la pirámide sumergida
Seltyiel había decidido “echar un ojo” en el Club Súcubo. Lo que desde lejos parecía una mezcolanza de zonas sin sentido alrededor de aquel pilar ígneo resulto ser una zona con diversos muros ilusorios (que parecían cambiar de forma solo con tocarlos y pensar en ello) alrededor de zonas de estanques termales o de aquella tumbonas que resultaron ser divanes donde los eurythnios comían y bebían recostados.
Lo que más llamó la atención del joven fue la música que parecía ceñirse a dos tipos muy diferenciados. El primero tipo de música parecía surgir de una esferas de luz de color que flotaban en algunas salas. Estas esferas emitían unos sonidos normalmente discordantes y estridentes que no parecían música. Pero Seltyiel se dio cuenta de que esos armónicos (que no melodías) producían unas sensaciones fuertes, como si fuese una especie de sonido que llegase directamente a los sentimientos. Se sorprendió saltando como un loco con un grupo de jóvenes eurythnios cuando una de estas esferas, que inundaba la falsa sala con una luz rojo-oscura, le hizo sentir exultante y despreocupado. Impresionante, aquello era como una buena droga cuyo único efecto secundario sería cansancio, bueno y dolor de cabeza.
Selt andaba pensando en esto, sentado en un diván y tomando un trago que le había servido una barra parlante, cuando le asaltaron. Lo primero que sintió eran dos manos que cubrían su pecho desde atrás acariciándolo con ardor y pasión. El elfo no era ni de lejos novato en esas lides pero nunca le habían acariciado así. Era como si le hubiesen inyectado fuego liquido en las venas. Y entonces le mordieron la oreja. Pero quien lo hiciese parecía que sabía donde eran mas sensibles los elfos, haciéndolo con delicadeza y dejándole sentir un canino extremadamente afilado que le hizo pensar en el vampiro que mencionó Marcus. Aunque aquellas manos tintadas por el rojo de la esfera eran sin duda femeninas. MUY femeninas.
Entonces las manos tiraron del muchacho con una fuerza que contradecía la finura de aquellas manos.
- ¡Vamos a bailar!- Dijo una exuberante Areelu que tiraba del elfo hacia la columna de fuego y que lejos de parecer una terrible demoniesa daba la impresión de ser una muchacha, muy joven y muy vital, disfrazada. Aunque desde luego Seltyiel nunca había conocido a nadie "muy joven" que tuviese unas formas como las de la alu, claro.
Selt se echa a reír. -Me encanta ese entusiasmo. Es arrebatador… tanto como lo sois vos, mi dama. -Se inclina al modo de los nobles korvosanos, cogiéndole la mano y besándola, para después erguirse y cogerla osadamente por la cintura, haciéndola dar una vuelta en volandas-. Y veo que te gusta el baile. A mí también. Nada como disfrutar de lo que la vida nos ofrece.
El elfo la suelta y se adentra sin reparos en la columna de llamas.
-Este lugar es impresionante. Tanto como lo sois los eurythnios -sonríe Selt-. Pero tengo que admitir que pensaba en ti cuando vine aquí. Tenía la esperanza de que me concedieras un rato de conversación.
Roza con la yema de los dedos la mejilla de la alu. -Eres la primera alu que conozco y me pareces fascinante. Aunque en Puerto Enigma hay bastantes tieflings de linaje abisal, una buena parte de ellas, descendientes de súcubos. Pero dime, Areelukhala, ¿qué te parece esta era? ¿Te has adaptado a Korvosa?
Selt interrumpe la caricia y la coge de la mano, animándola a un baile libre y que, al menos por el momento, requería poco contacto personal. Dado que no conocía los bailes eurythnios, esperaba que ella le diera pistas para que él las siguiera.
Areelu rió ante la actuación de Seltyiel con una risa complacida y un tanto insinuadora, pero sobretodo libre y espontanea. Pero se adaptó con gran rapidez y paso de arrastrar al elfo a dejarse arrastrar con tanta naturalidad como si lo hubiesen estado ensayando. Lo que Seltyiel no esperaba al entrar al cilindro de llamas es que comenzó a flotar. Allí dentro el fuego se sentía como un aire cálido pero agradable con corrientes casi etéreas que suponía debían de provenir de las propias corrientes internas del fuego. Y la música, allí dentro aquella música sin patrón ni melodía sonaba fuerte, mucho más fuerte, tanto que le costaba oírse incluso a si mismo.
“Tranquilo” dijo la voz de Areelu en su cabeza, aunque más que oírla era como tener un nuevo juego de pensamientos en su cabeza, unos pensamientos que sabían a adolescencia y a seda intima, a incienso estimulante y al calor de la pasión “No hace falta que fuerces tu deliciosa voz. Solo tienes que querer decir lo que quieras decir.” Dijo la alu juguetona y Seltyiel se dio cuenta pronto que no le leía los pensamientos, solo leía lo que él “transmitía”. Después de todo parecía que fuese cual fuese la diferencia de Areelu con los ajenos no incluía la perdida de la comunicación telepática de estos.
“¡Hablar!” Exclamó en su cabeza aunque parecía más complacida y juguetona que decepcionada “Os gusta mucho hablar en esta época ¡Pero yo quiero bailar!” Pensó Areelu mientras formaba un mohín con sus labios.
Entonces la alu comenzó a danzar frente a Seltyiel mientras ambos flotaban arrastrados por las suaves corrientes del cilindro ígneo. Al principio Seltyiel pensó que solo era una broma, Areelu no seguía ningún paso, era como aquella música, puro sonido, sin concesiones al orden o a una estructura interna. Pero a medida que el elfo la miraba le quedo bien claro lo que era el baile. No lo entendió con la cabeza, si no con todo su cuerpo. Era increíble verla moverse. El cuerpo de Areelu era como un poema sobre el disfrute del momento, sobre la plenitud de la vida, era una oda a aprovechar la juventud... Era puro sentimiento.
Para cuando Seltyiel quiso darse cuenta la alu (a la que, ahora se daba cuenta, llevaba varios minutos mirando boquiabierto) le planto un suave beso en los labios, casi casto, aunque el mordisco que arrastró ligeramente su labio inferior fue de todo menos casto.
“Esta era... No te ofendas Seltyiel, entiendo que habéis recorrido un gran camino desde la Caída pero... No es el mundo en el que esperaba despertar. Todo es tan... bárbaro, tan disminuido. Pero al mismo sois exóticos, vivaces a vuestra manera, sentimentales de una forma intima a pesar de todos vuestros tabús. Y hay gente, me gusta la gente.”
“En general la gente de tu época” pensó excluyendo a Seltyiel “son como crustáceos. Tienen un interior rico y sabroso, pero se cierran al exterior y a su disfrute, como si creyeseis que todo que proviene de la carne fuese malo, impuro, y solo importase el espíritu. Creen que saben la verdad, lo que realmente importa, y simplemente pasan su vida sin vivirla, solo muriéndola poco a poco.”
“No Seltyiel, no me he adaptado a Korvosa. Con mi aspecto puedes imaginarte cual es la reacción de la mayoría. Pero no importa, Lucce me ha abierto a la parte que importa de su sociedad y para el resto... Bueno Illyria tiene un gran talento para la etiqueta. así que no hay necesidad de esforzarse. Habría sido toda una figura en la corte de mi época.”
“¿Y tu Seltyiel?” Pensó la alu, pero esta vez Seltyiel no sintió esa sensualidad y naturalidad que parecía propia de ella si no concentración, en él. “¿Que opinas tu de nosotros? Y no me digas impresionantes o algunas de esas palabras bonitas que salen de tu aun más bonita boca mi señor elfo. Huelo la duda en tus miradas y saboreo las preguntas no habladas en tus palabras.”
Selt mira a la alu con auténtica fascinación y placer. Simplemente disfrutando de la oportunidad de verla bailar y deleitarse con el momento. Siempre había admirado a las personas que sabían apurar cada experiencia que les deparaba la vida y beber de aquella copa hasta el fondo. Admirado, y gustado de su compañía. Eran tan tan pocas las que sabían entregarse así a la vida. Y de alguna manera, cuando se encontraba con una de esas pocas personas, Selt escuchaba la risa fresca y desinhibida de su madre. A veces le costaba recordar su rostro, pero nunca su risa.
"¿Qué quiero decir? Que eres deliciosa y hermosa, que eres vital y fascinante, mi enigmática eurythnia", le dice Selt sonriendo. Y se unió a su baile, sin vergüenzas ni inhibiciones. "Pero bailemos, oh sí. Los elfos dicen que una fiesta sin baile no es una fiesta. Y en eso diría que tienen razón"
La opinión de la mujer (¿demonio?) sobre aquella época no resultaba sorprendente.
"¿Ofenderme? ¿Por qué, cuando dices la verdad? Pero también tienes que tener en cuenta que Korvosa y Varisia son tan solo una parte muy pequeña del mundo. Más allá hay muchas culturas, incontables culturas, y hay unas cuantas que son mucho más desinhibidas y abiertas que ésta. Pídele a Lucien y a Naewen que te lleven a algunas de ellas. Así no te quedarás con una opinión tan pobre de esta época. Pero da tiempo a Korvosa. Sospecho que más que adaptarte tú a ella, la ciudad se adaptará a vosotros y acabará rendida a tus pies. Unos deliciosos piececitos, todo hay que decirlo, así que será un placer caer rendidos así"
Selt la cogió por la cintura y aprovechó la falta de gravedad del lugar para algunas piruetas atrevidas.
"Oh, no soy ningún señor elfo y a decir verdad señor de ninguna clase. Si debo ser sincero, lo cual muchos desaconsejan en una fiesta, en muchos sitios me considerarían un indeseable. En otros, un simple especialista muy valorado"
"Duda duda… sí, naturalmente. ¿Quién no la tendría en estas circunstancias? Son muchos los que miran en vuestra dirección con alarma y miedo, y esas miradas crecerán con el tiempo, mi fogosa dama"
"Aunque yo no me encuentro entre los alarmados. Duda, sí. Curiosidad, también. Por eso quise venir aquí aun antes de saber que Naewen se uniría a vosotros. Sólo los necios cierran puertas por mero temor. Lo mismo que sólo los necios confían incondicionalmente"
"¿Qué opino? Aun no sé lo bastante de vosotros para una opinión fundada. Pero me gusta lo que he visto hoy y puedo entender por qué Naewen se ha unido a nosotros. Creo que sois fascinantes. Vuestra civilización, vuestra cultura, vuestras gentes. Todo exótico y fascinante. Me gustáis y me intrigáis. Conjugáis una rara mezcla de legalidad y jerarquía y de loco disfrute de la vida. Normalmente eso no suele ir unido en una cultura, no en las que yo conozco al menos. Puerto Enigma, por ejemplo, es una ciudad más de placeres que Korvosa, más desinhibida y espontánea. Y también mucho más anárquica a incivilizada. Cómo lográis encontrar el equilibrio entre esos dos extremos… fascinante, Areelu, fascinante. Tan fascinante e intrigante como lo eres tú, que es la razón por la que esperaba disfrutar un rato de tu compañía"
"Pero creo también que sois una nación de excesos. Y que esos excesos os volverán a pasar factura. Es mucho más fácil perder el control cuando te deslizas por una rampa empinada y sin freno alguno, mi deliciosa Areelu"
- Lo se Seltyiel, no tengo la voracidad de Lucce ni la aplastante curiosidad de Naewen pero si que me he informado sobre este nuevo mundo vuestro. Y Varisia es una región atrasada, aunque para serte sincera me parecen más bárbaras las ideas de los keleshitas o los chelaxianos. Pero bueno, podría haber sido mucho peor imagino.
- De todos modos viajar parece que me será difícil. Buena parte de este mundo no esta acostumbrada a la gente con sangre ajena. Aunque Lucce ha prometido llevarme a ver Nex para cuando inauguremos nuestra embajada allí.
Areelu rió divertida y complacida cuando Seltyiel la cogió e hizo piruetas, pero la alu subió el embite al pegar sus piernas a las de él de forma sugerente y darle un beso voraz y pasional.
- Oh, se lo que consideran los modernos un señor, pero eso no es así para los thassilonios, ni para los elfos.- Respondió la alu mordisqueando la oreja del elfo con talento y precisión.
- Oh, si que lo somos querido.- Dijo Areelu divertida por la descripción que daba Seltyiel de Eurythnia.- Pero hay algo que olvidas, la grandeza no se consigue conteniéndose y evitando riesgos. Ni tampoco la vida se vive bien así...- Añadió besando el cuello del elfo y enviando descargas de placer a todo su cuerpo.- ¿Quieres arriesgarte un poco?
-Los ajenos son raros en nuestro mundo -admite Selt-, y la sangre abisal en concreto es vista como problemática como poco en la mayor parte de los sitios. Aunque permíteme decirte que no eres como había pensado que sería una alu. Ni siquiera te pareces a las tieflings de sangre abisal que conozco.
Le acaricia la mejilla. -¿En Thassilon nunca te encontraste con prejuicios sobre eso?
-No, aunque no creo ser un señor tampoco para criterios élficos o thassilonianos -sonríe Selt. Se sorprende un poco (solo un poco) ante el mordisqueo incitador de la alu. Selt duda un momento, porque no quiere indisponerse con Lucien, pero finalmente decide que las reglas son diferentes allí. Tal vez sí era verdad que Lucien, aun habiendo nacido korvosano, se había adaptado del todo a Eurythnia. Selt acaricia la nuca de la alu con dedos precisos, con un toque suave como una pluma, y luego desciende por su espalda, aunque sin atreverse a bajar demasiado.
-Cierto. La grandeza siempre implica cierto riesgo. Romper los moldes siempre implica arriesgarse -dice Selt, y se estremece de placer ante aquellos besos. Vale, después de todo, sí que era alu-. Cualquiera que me conozca medianamente bien te podría decir que no me arriesgo por gusto ni al descuido. No soy como Naewen, capaz de tomar riesgos ciegos movido por la mera curiosidad o un impulso. Tampoco la ambición me ciega hasta esos extremos. Pero si los beneficios son lo suficientemente jugosos, sí. Estoy dispuesto a arriesgarme. Por lo mismo que dices tú, mi dama. Sin riesgos no hay auténtico progreso.
Selt la abraza y le da un beso apasionado e incitante, presto a retroceder si ella se pone tensa o da cualquier muestra de rechazo.
-Pero, ¿en qué tipo de riesgo piensas, Areelu?
- ¿Prejuicios?- Preguntó Areelu divertida.- No, teníamos toda una colección de defectos pero los prejuicios raciales eran algo…- Explicó deteniéndose para buscar la palabra- anatemático para nosotros. Thassilon se fundo sobretodo como reacción ante los tradicionalistas retrógrados azlantis, Seltyiel. En Thassilon no importa donde hayas nacido o cual es tu raza si no tu capacidad y tu compromiso.- Continuó la alu rozando de una forma invitadora su cuerpo contra el del elfo.
- No puedo hablar mucho sobre los elfos. Pero en Thassilon eso es algo que se gana, aunque claro, no significa lo mismo lo mismo en vuestro idioma que en el nuestro.- Dijo con una sonrisa picara y traviesa.- Aunque tienes potencial para ser de cualquier modo ¿Por que conformarte con menos?- Añadió arañando con suavidad y sensualidad el pecho del elfo.
- Entonces ese es el riesgo que toma Thassilon, Seltyiel. La “decadencia” que vosotros juzgáis desde fuera tiene más que ver con mil años de estabilidad y prosperidad, además de siglos de paz. Fijate las estructuras sociales y políticas de este mundo. Los elfos pueden soportar algo así dado que esa es su tendencia, pero las culturas activas necesitan de crisis y enemigos, de reinventarse y revitalizarse. O si no de como encauzar toda esa tensión en entretenimientos a la altura. Entretenimientos “decadentes”.- Añadió la alu dándole una entonación decididamente provocadora a esa última frase.
Areelu lejos de envararse o sorprenderse se deslizó en el abrazo de Seltyiel como solo una amante de años debería saber hacerlo. Las formas de la alu se pegaron contra elfo recibiendo el beso primero y después yendo a la carga con una pasión que a Seltyiel loe recordaba a Helgya, si esta fuese una alta sacerdotisa de Calistria. Tras medio minuto de intercambio y todo el aliento del elfo este tuvo que reconocer que nunca le habían dado un beso como ese.
Pero como toda respuesta ante la última pregunta de Seltyiel la alu hizo un movimiento que dejo caer su vestido resbalando por sus curvas hasta caer en el suelo. Girándose con gracia y completamente desnuda la alu se dirigió sin el menor pudor hacía una de las piscinas termales mientras su cola realizaba unos movimientos sorprendentemente sensuales.
-Entiendo eso, aunque reconocerás que eso es algo más que tolerancia racial normal. Mientras que la mayoría de los prejuicios raciales son estupideces hay buenas razones por las que ciertas herencias planares, entre las que se incluyen las abisales, generan recelos. Sé que no es tu caso y sé que no es un caso universal, sobre todo en el caso de simple tieflings, donde la herencia es bastante débil, pero esos bagajes genéticos tienden a tener mucho peso en la forma de ser de los que los portan. Y no es un peso agradable. ¿No teníais problemas con ese tipo de gente?
Sonríe ante las palabras de ella. –No me conformo. Siempre estoy intentando mejorar, aunque a decir verdad el poder y el prestigio no me interesan por sí mismos. Como mucho me interesan como herramientas. Pero espero poder conoceros mejor en el futuro. Quien sabe, quizá mucho mejor. No niego que me intrigáis… muy poderosamente.
Selt había sido cauto devolviendo los besos y caricias de la alu. Ella no fue tan tímida. Se ríe encantado. Siempre había admirado a las personas dinámicas que sabían lo que querían.
Pero no puede menos que sorprenderse (sólo un poco) cuando ella se desnuda en público. De acuerdo, aquellos eurythnios parecían tener tan pocos remilgos como los calistrianos. Puede que menos. Selt admira su avance hacia la piscina y decide que Lucien es un cabroncete como mucha suerte.