15 de Desnus, día de la estrella, del 4710 CA
Naewen indicó su intención de interrogar a su prisionero en cuanto volvió con Seltyel. Algo malo, en opinión de Air'his, que una mujer buscase algo que golpear tras haber pasado un rato a solas con un hombre.
Todos los que quisieron participar fueron invitados, excepto Abrahms, al que Helgya dejo claro que si no dejaba en paz a los elfos y a su prisionero iba a darle una patada en el culo y usarlo de colchón esa noche. Y algo os decía que, a pesar del tono bromista de la joven bárbara, estaba más que dispuesto a cumplirlo.
Os dirigisteis a la parte delantera de la caverna, la que habían sellado los enanos, después de todo ahora teníais una salida mejor y eso terminaba de una manera “sucia” mejor no hacer que todo el grupo lo viese. Naewen disipó el hechizo sin problema y dos enanos que os habían acompañado se aprestaron a coger al confundido, y desnudo, drow cada uno por un brazo.
Aldmer y Shiella estaban allí, al fondo, más como espectadores que deseando participar. Pero el resto de los enanos hacía guardia, Cade dormía y la sugerencia de uno de los aprendices de Abrahms de despertarle fue silenciada por tal mirada de Helgya que todos abandonasteis esa idea. Por su parte la joven bárbara se había quedado para “contarle los pelos de la barba a Abrahms”.
En favor del drow hay que decir que se recuperó muy rápido de la confusión y se hizo cargo de su situación aun más rápido. Solo realizó un breve forcejeo reflejo con los enanos, pero pronto lo dejo y os miró directamente sin desafío, pero sin miedo.
-¿Tan mal está Abrahms? -preguntó Aerilaya ante la contundencia de Helgya al oponerse que él se uniera al interrogatorio. Sabía que el hombre estaba afectado, pero no había esperado que tanto.
Pero no insistió en el asunto. Una vez que hubieron conseguido algo de intimidad, sacó la tortuga de la caja donde la tenia incomunicada, y rozó su caparazón, buscando el entramado de magia que había tejido sobre ella, un patrón tan conocido para ella como su propia mano. Murmuró un conjuro de disipación y sintió cómo las hebras del conjuro se desmoronaban. Siempre era fácil deshacer la propia magia.
Aerilaya se quedó en pie mientras el drow recuperaba su forma y era inmovilizado. Esperó hasta que se hizo una idea de la situación y les miró como esperando a ver qué querían. No parecía de los estúpidos; no se mostraba desafiante. Pero tampoco tenía miedo… lógico. Probablemente creyera que no le iban a hacer nada que no le hubieran ya hecho sus propios congéneres. Bien, tal vez si, tal vez no
-¿Cómo quieres que te llame? ¿Cuál es tu nombre? -preguntó Aerilaya como apertura. Y tras esperar la respuesta del drow, se acercó un paso a él. Solo uno-. Escúchame. Tal vez creas que somos unos blandengues que lo peor que podamos hacer es matarte, y que por eso no necesitas complacernos. Estás equivocado, créeme. Aquí hay al menos uno de nosotros al que le encantaría hacerse cuerdas de violín con tus tripas y que disfrutaría sobremanera desollándote y destripándote vivo y viendo cuanto aguantarías antes de expirar. En estos momentos no lo hemos dejado entrar porque ante ti no se controlaría. Pero no te confundas. No somos un grupo de blandos.
Dio otro paso hacia delante.
-Pero… no te amenazo con eso. Te voy a decir lo que quiero. Quiero información. Si me complaces, será buena. Te dejaré libre. Oh no, no aquí ni ahora. No soy tan buena. Pero te dejaré libre más adelante, y lo haré de forma que tengas una oportunidad para hacer creer a los tuyos, si vuelves con ellos, que te escapaste. Podrás volver, inventarte algo que les complazca, y recuperar tu vida.
Levantó un dedo, reclamando toda la atención del drow.
-Si no me complaces… pues mira, seré buena también. Pero a mi manera -Aerilaya sonrió-. Después de todo soy una elfa, y sabes lo vengativos que somos los elfos, querido mío. Sabes que buscaré tu ruina total y absoluta y ni siquiera me ensuciaré las manos con ello. Dependiendo de lo muy cabreada que me sienta, igual te suelto de forma que los tuyos crean que has colaborado con nosotros, y dejaré que sufras sus tiernos cuidados. Y es lo que creerán, querido, les daré una escena de lo más convincente. O quizá haga otra cosa…
Se acercó varios pasos más hasta quedar adyacentes y puso un dedo en la frente del drow.
-Quizá te enerve hasta que quedes tan débil como un cachorro recién nacido, te convierta en una estatua de piedra, te encoja de tamaño y te transporte así hasta que te entregue a mis compatriotas cuando volvamos al continente. Querido, a los elfos les encantaría un regalo como tú. Sabes lo mucho que disfrutarán contigo. Y a lo mejor incluso me recompensan por ello y todo.
Aerilaya bajó su dedo por la mejilla del drow. -En realidad seguro que me recompensan por ello. Casi estoy por desear que seas estúpido y no hables. Y sí, si te estás preguntando por qué he decidido convertirte en piedra, es porque el despetrificado es una de las experiencias más dolorosas que se pueden sentir en esta vida, al nivel de las peores torturas. Como ya he dicho, soy buena. Así empezaras tu nueva y miserable vida en manos de los elfos con un regalito de dolor que te recordará a tu casa. No queremos que pases tanta nostalgia. ¿Ves lo buena que soy? -sin ocultar su ironía, pero con una sonrisa calmosa.
-Los elfos no te torturarán… no como lo harían los tuyos. El dolor físico no es plato del gusto élfico. Pero sabes lo miserable que va a ser tu existencia con ellos. Sabes que en el fondo preferirías la tortura a eso. Sabes que el dolor físico es el menos trascendente de los dolores. -La maga acarició la mejilla del drow-. Nos conoces y sabes que es verdad.
Miró con serenidad al prisionero.
-De modo que tú decides. Tienes tu propia vida en tus manos, drow. Te vale con contestar a mis preguntas. Empecemos. La primera. ¿Qué estáis haciendo aquí? ¿Por qué habéis ascendido a la superficie? La segunda. ¿Qué os interesa del meteorito? ¿Buscáis el noqual, buscáis otra cosa? Y la tercera. ¿Qué familia está dirigiendo esta estupidez de misión? Y no, no te molestes en matizar lo de estupidez. Es una estupidez.
Naewen repitió sus palabras primero en taldane y después en élfico sin la menor reacción por parte del prisionero así que al final con un suspiro de frustración conjuró su magia para hablar en un lengua oscuro lleno de consonantes duras que por algún motivo os resultó desagradable.
- ¿Buena? ¿Blanda?- Preguntó el drow fríamente, sin desafío ni burla.- Eres un elfo, puedes engañar a los que te acompañan pero se bien de que sois capaces, que sois.
El prisionero, se dio cuenta Naewen ahora que lo tenía cerca, era joven, muy joven. Seguramente de la edad de su hermano, aunque parecía mayor por el desgaste al que lo había sometido su vida. También se dio cuenta de que tenía una serie de decoloraciones en el pecho que avanzaban hasta la espalda en forma de lineas curvas entrelazadas. Eran cicatrices, cicatrices hechas con ácido a lo largo de mucho tiempo. También encontró cicatrices más mundanas, sobretodo de armas de filo y perforantes. Y al menos tres de ellas en la espalda.
- ¿De verdad crees que no se que acabaras conmigo? Si no tu se lo mandaras a uno de tus esbirros, o me liberaras para que lo hagan los míos ¿Que más da?- Siguió diciendo el joven drow en aquel tono monótono y solemne. Como si no tuviese la menor duda de que iba a morir de forma horrible en breve pero fuese algo que ni le sorprendía.
- Hemos venido a por la piedra del cielo.- Ratificó el drow sin mudar su tono.- Pero yo soy solo un “palabra intraducible” (soldado-perro) no se más.
-No. Los elfos respetamos nuestra palabra de honor, que es sagrada para nosotros. Si yo digo que te liberaré si me das la información que busco, lo haré. Y si yo digo que si no lo haces te entregaré a los elfos, créeme que también lo haré. Puedes creerlo, porque no pierdo el tiempo mintiendo con mi palabra de honor -repuso Aerilaya-. Te lo repito: si colaboras respetaré tu vida y tu mente. Si no colaboras, no habrá nada de eso y me aseguraré de que tengas un fin tan malo como el que estás pensando, o peor. Pero antes de eso intentaré sacarte la información de forma dura. Y eso quiere decir que desvalijaré tu mente con magia y no tendré ningún escrúpulo en llegar hasta donde tenga que llegar. Así que elige bien.
Meneó la cabeza. -Puedes hacerlo mucho mejor que eso, drow. No voy a llamarte soldado-perro. Sería de agradecer un nombre con el que poder referirme a ti de forma más civilizada. Y sabes mucho más que vinisteis por el meteorito. Sabes quien es tu líder, por ejemplo. Dame nombres.
-Sabes qué pretendíais hacer con el meteorito. Si no todo, algo tienes que saber. Mínimo tienes que saber qué estáis haciendo en esta isla, con él y con otras cosas. Habla.
Y enumera más preguntas: -¿Cómo supisteis que cayó un meteorito, desde vuestras ciudades subterráneas? ¿Qué estáis haciendo con los akatas? ¿Cuánto tiempo planeáis estar en la isla?
Selt dejó que la capitana tomara la iniciativa en el interrogatorio. Parecía conocer mejor que nadie a aquellos "drows", de modo que era la elección lógica para empezarlo. Pero cuando el prisionero no pareció inmutarse por los idiomas comunes que ella usaba, el elfo suspira frustrado.
-Naewen, ¿puedes darme ese conjuro también a mí? -le pide al verla conjurar un hechizo que le permitiría hablar y entender la lengua del drow-. Me temo que no tengo magia estudiada en ese sentido. Hoy esperaba un día más movido.
-Sí, por supuesto. -Aerilaya tejió el conjuro y dejó que fuera Aerel quien se lo transmitiera con un toque, o más bien, con uno de sus mordisquitos juguetones, que era más el estilo de su familiar. Ella no quería perder su posición de predominancia sobre el drow. Las impresiones importaban en aquel tiempo de cosas-. ¿Alguien más lo quiere?
Se lo doy tambien a Air'his si quiere participar en el interrogatorio. Podría dárselo a algun pnj, aunque a todos me temo que sería mucho desgaste si quiero luego cumplir mis amenazas (y sí, pienso hacerlo si no les da la informacion que le pido :P ) ¿Algun pnj lo quiere, art?
- No, gracias, Sheila y yo tenemos un comprensión idiomática.- Explicó el taldoriano.- Si tenemos algo que preguntarle podemos hacerlo a través de vosotros.
Jarlax me ha dicho que su personaje esta durmiendo así que no lo esperéis.
- Soy “cuarta-extremidad-de-araña”- Dijo el drow usando una palabra que el conjuro traducía automáticamente, por lo visto su idioma tenía una palabra para cada una de las extremidades de los arácnidos- del “quinto-ojo-de-araña” supeditados al “cabeza-de-araña” Khez-hod'oiadte.
- La misión de mi equipo era localizar y asegurar los supervivientes del grupo de superficiales con que habían combatido los otros.- Explicó desganadamente, como si aquello no fuese con él.- Si esos akatas son los sabuesos azules yo no los entrenó ni los uso, y no se más que mis ordenes.
-Muy bien, Hatch'net -el nombre del drow salió automáticamente de sus labios al pensar en su significado. Aerilaya archivó el sonido en su mente para poder usarlo cuando acabara el conjuro-. Ah, pero algo sabrás por qué habéis subido a la superficie. ¿Qué teníais que hacer con los superficiales? ¿Apresarlos o matarlos? Si es lo primero, ¿donde los llevaríais? ¿Vinisteis por la-piedra-caída-del-cielo?
Aerilaya miró al drow, no muy segura de si estaba diciendo toda la verdad, o le ocultaba información. Apretó los labios, y conjuró sobre él el conjuro más invasivo que conocía, uno que ponía su voluntad bajo su absoluto control, acompañado por el inevitable hechizo para traspasar la resistencia mágica del drow. Por regla general Aerilaya evitaba usar aquel tipo de magia, que consideraba lo peor de lo peor. No había cosa que ella odiara más que forzaran su voluntad. Pero precisamente por eso, la reservaba para sus enemigos. Acarició a Ildiluel, su bastón, cuyos conjuros predominantemente representaban aquel tipo de magia. Le había dado ese nombre muy a conciencia; significaba "enemigo" en lengua élfica.
-Contesta a todo lo anterior -ordenó-. ¿Dónde está vuestra base? ¿Dónde está Khez-hod'oiadte? Cuéntame lo que sepas de él. ¿Cuántos sois? ¿Quién entrena a los sabuesos azules, y dónde?
si es necesario enervarle para bajarle los ts y repetir el conjuro, lo hago :p
Selt observa en silencio el interrogatorio, temiendo muy mucho que no sirviera de nada. "Me da que tu ama arriesgó el pllejo para pillar a este tipejo por nada. No va a saber nada de interés", le dice a Aerel. Pero aprobó la rudeza de la capitana. Tenía que confesar que no había esperado que tuviera el estómago para recurrir a dominaciones mágicas. A veces parecía tener demasiados escrúpulos, pero con determinados prisioneros lo mejor era dejarse de delicadezas si no querías que se rieran de ti.
Espera a ver las respuestas del drow. Dependiendo de cuales fueran igual añadía alguna pregunta más él.
Naewen fue dura, casi despiadada, aunque el drow no emitió ni el más mínimo signo de disgusto ante aquel trato, como si fuese su día de cada día. Pero el resultado fue exactamente el mismo que antes de usarlo.
Vuestro prisionero era un soldado-perro, un esclavo. Descansaba en una jaula o en el suelo cuando su líder, también esclavo, se lo ordenaba. Lo habían entrenado duramente como luchador e infiltrador, pero aparte de eso era más como un sabueso que una persona. Su cometido era interceptar a los superficiales que quedasen, atraparlo con vida de ser posible pero tampoco molestarse mucho en ello.
Khez-hod'oiadte resultó ser el líder de ocho grupos como el que pertenecía el drow, y el primero que no era esclavo en aquella curiosa jerarquía. Era quien les había seleccionado desde niños y les había entrenado. Quien les castigaba o les recompensaba, quien les ordenaba y decidía cual era su destino. Era un comandante de campo y solo sabía que estaría en algún punto de la isla decepcionado por el fracaso de su esclavo.
Sabía que aquellos que habían contratado a Khez-hod'oiadte tenían una base bajo tierra, pero desconocía como se salía ya que su líder los había adaptado a la superficie arrojándolos al sol de mediodía desnudos.
La única otra información que le conseguisteis sacar era dos runas que había visto repetidas entre los patrones de su líder. Una no la pudisteis reconocer pero la otra...
- Abraxas.- Identificó Naewen al instante.
La elfa suspiró tras obtener la información. A veces se odiaba a sí misma, cuando empezaba a sentir compasión por prisioneros que ella sabía sin solución. Probablemente aquel drow la cortaría el cuello sin pensárselo dos veces y sin el menor remordimiento así temía la oportunidad, pero aun así… le daba pena. Una existencia tan miserable como la que debía haber llevado tenía que deformar necesariamente.
Se obligó a recordar lo que sabía de los drows. Los drows nacían corruptos. La depravación formaba parte de ellos, tanto como de los demonios que adoraban. No era una cuestión de educación, al menos no sólo era una cuestión de educación. Uno no podía reeducar a un demonio, y uno no podía reeducar a un drow.
¿Y qué podría hacer con él si se compadecía de él? ¿Soltarle? Sus propios compañeros no tendrían compasión de él. Meneó la cabeza. Daba igual, ya lo pensaría más adelante.
-Creo que mi maestra tenía razón cuando me acusó de ser blanda -dijo a Seltyiel en elfo, un poco de mal humor.
Pero se volvió hacia el drow y le liberó de la compulsión de dominación mental. Sabía que probablemente fuera mala idea hacerlo, pero ahora que le daba lástima el chico le daba cosa seguir privándole de su voluntad. Bastante era que le iba a robar la libertad.
Aerilaya se recordó a sí misma que aquel drow probablemente habría matado a unos cuantos criptarcas, y siguió con el interrogatorio. Al final le hizo dibujar las runas en el suelo al drow.
-Abraxas -dijo ella, sorprendida. No porque los drows adoraran a un señor abisal, sino por aquel específicamente-. Vaya. El Señor Demonio del Conocimiento Prohibido. El Amo de la Última Encantación. Me pregunto qué conocimiento prohibido habrá en juego para que seguidores suyos anden enredando por aquí.
El rostro de la maga adoptó una expresión meditativa.
-¿Así que Khez-hod'oiadte es contratado y sus jefes son seguidores de Abraxas? ¿Sabes algo de esos jefes? -preguntó, aunque dudaba que el esclavo lo supiera, y si lo sabía posiblemente no tenía importancia. Pero tenía curiosidad-. ¿Qué me puedes contar de Khez-hod'oiadte?
Valoró lo que hacer con el drow. Finalmente, con un suspiro, renunció a petrificarlo. Primero, porque había cierto riesgo de muerte en la despetrificación. Y segundo, porque no estaba segura de que ahora deseara que el drow pasara por el terrible dolor de aquel proceso. Le convirtió de nuevo en una tortuga, y la recogió con ambas manos. Probablemente no le entregara a los elfos, pero desde luego que no lo liberaría por el momento, mientras pudiera delatarlos.
-Gracias a todos por la ayuda -les dijo a los criptarcas y a los enanos que había colaborado, en taldane-. Así que Abraxas. Curioso. Y preocupante.