- Bueno, recordar el hogar al que no te permiten volver puede ser duro. Pero a un hijo quieres legarle siempre lo más preciado que tienes.- Teorizó Variel.- Eso indica que te quería.
- Creo que confundes los sentimientos de la mayoría de elfos cuando te veían. Hay pena por ti, si, pero es sobretodo vergüenza por haber perdido una parte del Pueblo sin haber hecho nada. Los elfos de Kyonin tenemos un sentimiento de unidad y de conjunto que va más allá del de otras razas. Así que al ver a uno de los suyos desligado de esa conexión sienten pena, pero ante todo sienten que te han fallado.
- Y es por eso que el destierro es algo tan cruel e inusual entre nosotros.- Añadió el druida con una sonrisa amable como explicación sobre el problema que suponía lo del exilio.
- Emprendedor…- Dijo divertido mirando al muchacho con cariño.- Si podría decirse que lo es, demasiado para su propio bien incluso.
Respondiendo a Selt...
Tras las presentaciones el grupo comenzó a disgregarse. Lucien se fue a una de las mesas de piedra (más estilo humano que élfico aunque encajan perfectamente en el conjunto) con Variel. Mientras que su prometida y su consorte se habían ido ya hacía un rato hacía las zonas que habían "inspirado".
Pongo este mensajito para dejar constancia de los movimientos. Si vais a moveros de zona (asumo que estais entre la escalera que baja de la piramide a Noche Eterna y esta misma) acordaos de especificarlo (mejor si es al principio del turno así es más fácil de consultar.
Contestando a Seltyiel
- Te entiendo. – Respondió Marcus a las explicaciones del elfo acerca de su criterio a la hora de escoger parejas sexuales. No hacían falta explicaciones, y Marcus no daba por hecho que Seltyiel persiguiera a todo lo que tuviera faldas y se moviera… pero quizá no se había explicado bien. Sonrió.
- Y no es que no quiera disfrutar del helado. – Explicó. – Pero al menos la primera vez querría que fuera con alguien con quien sintiera bastante confianza. – Continuó. – No quiero algo burdo que se limite sólo a lo físico. –
Agachó un poco la cabeza. – A ver Selt… La mayor parte de la gente no habla de algo así a la ligera… Nadie se siente cómodo admitiendo que sigue siendo virgen. – Explicó. Más aun a una edad como la de Marcus. – Tengo experiencia en muchas cosas pero en el sexo obviamente no. ¿Y si meto la pata? ¿Y si hago algo mal? Tengo miedos, como todo el mundo al principio. Por ello no me veo capacitado para lanzarme a la ligera con una desconocida. –
Miró al elfo a los ojos. – Bueno… todo eso suma. Eso y el hecho de que quiera que realmente sea algo especial. Como dijo Naewen… busco una compañera en la vida, no una simple pareja sexual… No busco el placer momentáneo, sino algo más… -
Dejó que sus palabras calaran en el elfo. Probablemente seguiría sin entenderle… o le entendería pero no compartiría su decisión. Bueno, al menos Selt parecía respetuoso con la decisión personal de Marcus… De no ser así seguramente el explorador ni se lo habría contado.
Escuchó la explicación de Selt y sonrió. – Seguro que eres buen profesor… y necesitaré a alguien más práctico que teórico. – Admitió. Selt encajaba perfectamente en ese patrón. – Aun debo decidirme… Quiero aprender las bases teóricas como mínimo. – Explicó. – Y es posible que quiera iniciarme en el Arte… aunque sea tarde por edad. – Dijo mirando a Seltyiel. – Pero preferiría que mantuvieras esto en secreto… de momento. -
La descripción de Isenya explicada por Seltyiel definía a la mujer a la perfección… tal cual la primera impresión que había causado en el humano. No creía que fuera una mala chica… pero sí, quizá demasiado echada hacia delante para el gusto de Marcus… Y atractiva era un rato, eso no podía negarlo. La pregunta sobre Naewen pilló a Marcus de sorpresa. Miró en dirección a la elfa y se pensó unos segundos muy en serio la respuesta.
Negó con la cabeza. – No busco nada raro. Ella me gusta… Y mucho. No hablo sólo de físicamente. Es así de simple. Pero debo asumir que nunca podré estar con ella. – Explicó. – Es difícil… y duele. Pero ella no busca lo mismo, y aunque me tenga afecto… nunca podrá haber algo más. Tenemos filosofías muy distintas al respecto. –
Agachó la vista e inspiró hondo. – Es algo que debo asumir y con lo que tengo que vivir. Creo que debo sacármela de la cabeza pero no puedo… Y la considero mi amiga… no puedo hacer que desaparezca de mi vida así como así tampoco. Es difícil, ¿no? Si tienes algún buen consejo lo agradecería. – Respondió muy serio también al elfo.
La respuesta de Selt ante Kusasfa hizo que el humano reaccionara.
- Oh no. No es un vampiro… o eso creo. Pero lo parece. - Explicó. – Ignoro sus secretos para prolongar su vida, pero prefiero no saberlos. – Añadió.
Miró de nuevo en dirección a la elfa. Daba igual cómo vistiera, siempre lucía espectacular. – Ya veremos. – Añadió. – Quizá le pregunte más adelante. – Dijo haciendo referencia a ese posible precio que a lo mejor tenía que pagar por echarle una mano a un amigo.
Contestando a Marcus
-Te entiendo, de verdad. No solo lo respeto, es que es más que comprensible –le dice Selt-. Y ya te digo que esa Isenya no creo que sea lo mejor para ti en estos momentos. Es demasiado agresiva, sí. No hagas mucho caso de las presiones de los eurythnios. Tienen eso tan metido en su cultura que es como si nos presionaran a nosotros para salir desnudos a la calle. Sencillamente eso es algo que no haríamos. Ellos parecen incapaces de pasar sin el sexo, y vistas sus runas, creo que queda claro por qué se acabó instaurando esa costumbre suya en su cultura. La plebe tiende a imitar las costumbres de la élite, dentro de sus posibilidades. Hay caprichos de los ricos demasiado caros para la plebe, pero ése… es baratito.
Pero niega con la cabeza. –Hablas como si fueras un viejo de cincuenta años. No es tan raro a tu edad, Marcus, especialmente siendo erastiliano. Los erastilianos siempre sois un poco rígidos con esas cosas. Aunque mientras no me eches sermones ya me va bien –se ríe Selt, aludiendo a las conocidas rencillas entre los seguidores de Erastil y Calistria-. Y, cierto, los calistriamos somos un poco ligeros para esas cosas -le guiña el ojo.
-Y estoy de acuerdo contigo. Con una amiga es mucho mejor. Pero no deberías preocuparte por hacer las cosas mal. Eso sencillamente no va a suceder. Sé atento y considerado con tu pareja y todo irá sobre ruedas. El truco es prestar atención a lo que quiere ella. A muchas les gusta ir lento, demorarse en caricias y preludios… tú presta atención a lo que ella te pida sin palabras y todo irá perfecto. No te cortes en insinuar lo que quieres tú también. En otras palabras, sé tú mismo, Marcus. En tu caso no hacen falta artificios, eres considerado por naturaleza. Alguien de estilo más egoísta corre más riesgo de acabar con una patada en el trasero, en vez de acabar probando el bote de la miel.
Selt se encoge de hombros. -¿Qué, crees que no puedo entender eso? Claro que lo entiendo. No es una ambición que esté lejos de mí tampoco, Marcus. Podemos tener ideas diferentes acerca del matrimonio, pero puede ser una vida muy solitaria si se rehúsa compartirla. Espero que algún día puedas fundar esa familia con la que sueñas. Es solo que…
El elfo se toca la barbilla una vez, pensando en cómo decirlo. –Mira, no sé cómo decirte esto, porque a mí Naewen también me gusta y la oportunidad de conseguir a alguien que no se marchite en unas meras décadas es muy tentadora para mí. Pero Marcus, estás equivocado. Lo vuestro no es imposible. Sólo es más difícil de lo usual. Sé bien lo difícil que es. He tenido algunas relaciones con humanas y nunca han acabado bien. La diferencia de envejecimiento acaba siendo… todo un problema. Pero deja un momento a un lado eso y enfócate en el tiempo que puedes ofrecerle a Naewen. Si puedes imaginarte que ella pueda hacerte feliz, y tú a ella, deja de lado el marco de tiempo en el que eso puede ser posible, y disfrutadlo mientras podáis. Porque, además, quizá en este caso no pueda aplicarse siquiera lo del marco del tiempo.
Cuando él dice lo de filosofías Selt niega con la cabeza. -¿ves? Ahí está tu error. Ahí está el autentico obstáculo. Sí. Los dos pensáis de forma muy diferente en unas cuantas cosas. ¿Y qué? ¿Crees que vas a encontrar a una mujer que realmente merece la pena y que sea tu gemela en todo lo que piensas y crees? Despierta, hombre. Eso es un sueño. La vida en pareja consiste en aprender a respetar lo que piensa el otro y llegar a acuerdos de convivencia. Si te gusta como es, trágate tu orgullo y tus prejuicios y ve tras ella. A su debido ya miraréis en qué cede cada uno, ¿no crees? Todo lo que merece la pena en este mundo no es fácil de conseguir.
-Solo piensa en algo. Si de verdad quieres algo serio con ella, y yo creo que puede ser posible, ten en cuenta que venís de culturas con costumbres muy diferentes. ¿De verdad eres tan intransigente con tus creencias como para no ser capaz de adaptarte a algunas de sus costumbres, por mucho que te rechinen? Sabes que en lo fundamental pensáis igual en casi todo. Naewen es blanda como la mantequilla –dice Selt con una sonrisa-. Y por otro lado, ¿por qué estás tan seguro de que ella no busca lo mismo?
Asiente a lo de hacer de profesor. –Sin problemas, si quieres aprender, yo te enseñaré. No sé ni de lejos tanto como Naewen u otros magos más consagrados al estudio, pero puedo enseñar las bases sin problema. No te preocupes, no se lo diré a nadie. Tampoco creo que sea demasiado tarde para aprender a lanzar conjuros. Es tarde en el sentido de que, bueno, no creo que ya esté a tu alcance llegar a ser tan competente como Naewen o tan avanzado como para que los eurythinios te consideren como un aprendiz rúnico en potencia, por ejemplo. Para algo así se necesita toda una vida de dedicación sólo a la magia. Pero pocos magos llegan tan lejos. La mayoría se quedan mucho antes, y no veo por qué tú no puedes aprender a lanzar conjuros.
-Hay más de una tradición que se dedica a usar conjuntamente magia y acero, también. Si realmente llegas a aprender a lanzar conjuros, yo me pensaría en algo así. Porque no te veo como el típico mago estudioso pero ya sabes, amigo mío, que hay otras formas de aproximarse al Arte. Mismo yo soy más del tipo… pragmático. A Naewen le gusta la magia por sí misma, pero yo prefiero que tenga una utilidad para mí.
Lo de Kusasfa era intrigante. -¿Parece un vampiro pero no lo es? Qué raro. Ya le preguntaré a Naewen. –Selt no era de los que se callaban su curiosidad, salvo que fuera un asunto de negocios-. ¿Sabes? A mí sí me gustaría saber sus secretos para prolongar su vida –dice Selt riendo-. Nos diría mucho sobre él. Y sobre Eurythnia. Y seguro que es como mínimo curioso de saber. Quien sabe, igual es algo estilo el elixir de la orquídea solar.
Se encoge de hombros. –No te ralles por el precio que ella pueda haber pagado. No habrá hecho nada contra sus principios, y del resto que pueda haber hecho estoy seguro que ha sido con gusto por ayudarte. No le quites eso. Es de esa clase personas que se siente bien ayudando a los amigos. Raras, lo sé. Y es aun más difícil encontrarlas en el mundo en que yo me muevo. Y peligroso ser así, si escoges al amigo equivocado.
Respondiendo a Lucien
-Oh, no se trata tanto del dinero, sino que para construir algo así –señala a la pista de aire, como ejemplo más llamativo, aunque toda la pirámide era asombrosa- se necesita tener acceso a gente con conocimientos muy altos de magia. Esas no abundan, ya lo sabes. En Korvosa ahora tenéis una situación muy inusual. Pero sí. La auténtica finalidad de este lugar me la había figurado. En algunas cosas pensamos muy parecido.
Contestando a Variel
-Sí, mi padre me quería –dice Selt con una sonrisa-. No era un monstruo, Variel. Era un hombre duro en algunas cosas, pero la ciudad donde se asentó es una ciudad dura. Los blandos no duran mucho tiempo allí.
Selt escucha al druida con atención y acaba encogiéndose de hombros. –Creo que hubo incomprensión por ambas partes en esa visita. Ni yo les entendí bien entonces ni ellos me entendieron bien. No estoy seguro de que pueda ser como vosotros alguna vez, pero admito que sigo sintiendo curiosidad y que me gustaría volver a intentarlo en un futuro. Tal vez otra visita sea mejor. Yo era muy joven en aquella primera vez y un poco… estupido también. Las maravillas de la primera juventud, ya sabes.
Pero ante lo del destierro salta para coger aquella oportunidad al vuelo. –Nunca quiso contarme nada de su vida en Mirani ni el por qué se marchó de allí. Así que grave. ¿Qué hay que hacer para que te exilien?
La mirada de Selt se desvió hacia Naewen sin poderlo evitar.
Con Selt y Variel
-No conozco a Arawen demasiado, pero es de mi generación, así que coincidíamos a veces en Iadara, antes de que me marchara en mi gran viaje, e incluso algunas veces después de eso, cuando regresaba a casa entre etapas del viaje. Es una tradicionalista, muchos Aeradhen lo son. Te pareces un poco a ella físicamente -le explicó a Seltyiel.
Aerilaya se encogió de hombros. -Eres un Aeradhen, así que algún grado de parentesco tenéis que tener, obviamente. Pero eso no tiene por qué significar una relación cercana, ni mucho menos. La mayoría de los linajes élficos, particularmente lo que viven en Kyonin, son extensos. Puedes tener varias docenas de parientes Aeradhen entre Mierani y Fierani, y lo más probable es que casi todos, si es que no todos, lo sean en grado lejano. Después de todo los elfos vivimos mucho, pero tenemos pocos hijos.
Cuando terminó la conversación Aerilaya se adentró en el jardín inspirado en ella. Parecía que Lucien le había robado la oportunidad de cotillear con Variel sobre Iadara, pero no había prisa y sabía que podría hacerlo más adelante, después de la fiesta. Quería ver mejor aquel jardín.
Luego, supuso que buscaría a Volemak y Azgarnor.
- No estaba sugiriendo lo contrario Seltyiel, solo proclamando un hecho. Incluso los peores entre nosotros tienen cosas buenas. Y sabe el Verde que algunos de nuestros exiliados eran de todo menos malos.
- Si, los jóvenes tendéis a dar mucho por sabido y a ser excesivamente apresurados. Y los elfos de Kyonin solemos tender a olvidar que hay otras formas de ver las cosas.- Dijo el elfo de edad indefinible con una sonrisa amable.
- Bueno… no hay un crimen estándar. Normalmente se reserva para aquellos que han cometido un asesinato especialmente escabroso, aunque no son desconocidos los casos de juicios políticos. Aunque estos suelen alargarse en debates que duran siglos.- Añadió en dirección a Naewen con una sonrisa de apoyo.
Contestando a Seltyiel
- No le echaría sermones a nadie. – Respondió Marcus ante la mención de Erastil. – Cada cual es libre de profesar la fe que desee, y creer lo que quiera. Mientras no interfiera con los demás… Al menos eso creo. – Explicó. – Sí, sigo las creencias de Erastil, pero no comulgo con todas ellas. También creo en Desna, Gozreh y cualquier dios que tenga en mente cierto respeto a la naturaleza. – Añadió.
- No soy un tipo cerrado. – Sonrió. Explicar sus creencias resultaría complicado, incluso para que le entendieran sacerdotes de alguno de esos dioses. Se paró a pensar unos segundos… Quizá Selt tenía razón. Quizá era tan rígido… o tan estricto en esos asuntos por la influencia de las creencias que le habían inculcado. – O eso creo. – Matizó pensativo.
La siguiente revelación sorprendió a Marcus más de lo que esperaba. ¿Selt estaba también interesado en Naewen? ¿No era sólo una atracción física o un mero divertimento? Sabía que ya se habían acostado una vez al menos. Y sabía que dada la concepción que ambos tenían de la vida les había resultado fácil disfrutar de ello y vivir el momento… sin más. Sin ningún otro tipo de implicación o atadura. Marcus no era capaz de algo así, y en parte envidiaba a Seltyiel por ello.
- No sabía que te gustara de verdad. – Admitió. – Gracias por tus palabras, en serio. – Dijo con sinceridad. – Las tendré en cuenta. - Apreciaba mucho aquel gesto.
Se lo pensó un poco antes de añadir con una sonrisa: – Quizá no deberíamos volver a hablar de este tema tú y yo… - Seguramente sería doloroso, al menos para uno de ellos… y conociendo a Naewen, puede que para ambos.
En ese momento cayó en la cuenta del final de la reflexión de Seltyiel… - ¿Por qué no sería aplicable lo del marco de tiempo? – Preguntó con el rostro extrañado. No entendía aquello. Ella era una elfa y él un humano… Si Marcus no moría en combate, lo haría en una cama y viejo mientras Naewen seguía manteniendo su perfecta belleza y juventud.
- Precisamente porque pensamos distinto en varias cosas me gusta más. Pero pensamos muy distinto en la principal. En qué esperamos ambos de una relación. – Explicó. Ése es para mí el principal y quizá único inconveniente. – No es por orgullo o prejuicios… Bueno… no es por lo que yo llamaría prejuicios. – Trató de explicar. – Y sí, creo que estoy bastante seguro de que ella no busca lo mismo. O al menos es lo que me ha mostrado hasta ahora. Si buscase lo mismo que yo, ha tenido una extraña manera de hacérmelo ver. – Comentó.
- En cuanto a la magia. – Dijo mostrando cierta sonrisa sincera. – No pretendo ser tan hábil como Naewen o tú. Lleváis toda una vida dedicándoos a eso y no podría alcanzaros a menos que simplemente dejarais de estudiar… cosa que dudo que pase. – Explicó. – Pero sí me interesa explorar la opción de usar el Arte… Ver si soy capaz de comprender las bases… Me resultaría muy útil para entender cómo veis muchas cosas. –
Negó un momento con la cabeza. – No conozco esas tradiciones de las que hablas, pero combinar magia y acero suena bien. –
- Y hablando de Kusasfa… intenta ser discreto. No creo que se tome muy a bien que se le hagan cierto tipo de preguntas… o cómo se le digan… Hay que ser muy correctos a la hora de tratar a alguien con tanto poder. -
Conversación con Marcus
-Yo tampoco soy ningún clérigo para seguir a fondo sus dogmas –dice Selt con cierta diversión-. Creo que se podría decir que sigo ciertas religiones porque se acoplan a mi forma de ver la vida más que al contrario. Y es bueno tener algo en lo que creer. Pero no soy lo que podrías pensar por un tipo devoto.
Selt reflexiona. –Mira, eres cerrado y no lo eres. No lo eres en el sentido de cerrarte a cualquier otra opinión y considerar como válida solo la tuya. Eso no. Sabes respetar las creencias de otros. Pero tienes tan asumidas algunas premisas de tu cultura que no te la cuestionas, sencillamente. Eso es algo que todos hacemos. A mí también me pasa, aunque un poco menos por… supongo que por la forma en que me ha tocado vivir.
Selt sonríe un poco al ver la sorpresa de Marcus y la sugerencia de que mejor no hablaran más de ello. –No soy celoso, Marcus. Es una cosa buena de haberme criado en la familia en que lo hice y en el entorno en que lo hice. Si aprendí algo en mi infancia, creo que fue eso. Mi madre era una prostituta sagrada de Calistria, que consideraba la lujuria como el don sagrado de su diosa. Mi padre era un exiliado de la cultura elfica, con más gusto por la variedad que por la monogamia. Ambos tenían una vida fuera del hogar. Ella en el templo, proporcionando magia divina, consejo, placer e información a los fieles. Él en las redes de poder de Puerto Enigma, intentando conseguirle un pedacito de ciudad más a su jefe. Y ambos tenían amantes fuera de casa. Pero cuando volvían al hogar, encontraban a un compañero allí. Alguien en quien podían confiar, alguien en quien podían descargar sus preocupaciones y problemas. Por mucho que ambos tuvieran una vida fuera de casa, siempre volvían al otro, cada día. Supongo que tú dirías que éramos una familia aberrante, pero, amigo mío, la cosa es que funcionaba. Les funcionaba a ellos, al menos.
Hizo un gesto con la cabeza hacia el anfitrión. -Como imagino que les funcione a ellos ese trío. A mí dos mujeres me parecen ganas de calentarse la cabeza, pero puedo ver que es un modelo familiar que puede funcionar. La poligamia es muy común en el sur, aunque no lo sea por estos países norteños. La familia… es algo complejo, Marcus, pero es algo más que lo que tú imaginas. Puede ser lo que piensas, pero puede ser otras cosas también. Al final lo que cuenta es que puedas confiar en ellos y encontrar solaz en su compañía. El resto… atrezzo. Puro atrezzo. Yo quiero eso, Marcus. La confianza, el solaz. Es lo que falta en mi vida. Pero, ¿ponerme celoso por otra cosa? –menea la cabeza.
-No vamos a competir por Naewen, Marcus. No tengo la menor intención de forzarla o empujarla hacia algo. A su debido tiempo ella decidirá lo que quiere, y si lo que quiere eres tú, me alegraré por los dos. En serio. Puedo ser vuestro amigo igualmente. Y si decide otra cosa, me implique o no me implique, la aceptaré también. Algún día encontraré a alguien, si no es ella, será otra. Siempre sido un tipo optimista. Pero no me incomoda hablar de esto contigo, porque no te veo como un competidor. Lo que busco en Naewen no es sexo, eso lo puedo conseguir en cualquier lado. No, es confianza y cariño, y para eso no eres un obstáculo. Si queréis ser amantes, Marcus, a mí no me molesta. Si queréis ser amigos, a mí no me molesta. Si te escoge a ti como su compañero, pues será una decepción, pero me alegraré por vosotros.
Pero arquea una ceja. -¿Así que no busca lo mismo que tú? Una pregunta, ¿tu rechazo hacia ella es sólo porque ella tiene otros amantes, o por algo más? ¿Y qué es lo que ella busca, por lo que tú crees?
-Lo del marco del tiempo… porque ella ahora es eurythnia, por eso. La magia de longevidad es excepcionalmente rara en nuestro mundo. Está el elixir de la orquídea solar, por el que los hombres más adinerados del mundo se dejan fortunas amasadas durante una vida para comprar un retorno a su juventud… hay otras formas, se sabe de magos excepcionalmente famosos que han vivido siglos… como Nex, el mago que fundó el país donde vivió Naewen. Pero son métodos raros, y desconocidos. Sea como sea que consiguieron prolongar su vida esa poca gente… la mayoría usuarios de magia muy poderosa… se lo han callado y no lo han compartido con el mundo. Pero mira aquí. Hemos hablado con Olhas, un humano del que nos han dicho que tiene un siglo de edad y parecía más joven que tú, Marcus… Volemak no nos ha dicho su edad, pero por lo que dijo tiene que tener unas cuantas décadas también… y fíjate qué joven parece. El maestro de Naewen, ¿cuánto dijo ella que tenía? ¿Un milenio? Eso es vivir tanto como un elfo, Marcus. Cuando estuve hablando con Talith me dijo que su maestro tenía cuatro siglos de edad. Y es humano también… Me dijo que los thassilonianos tenían una costumbre llamada la Vía de la Inmortalidad, para la élite de sus castas sociales…
Se encogió de hombros. –Creo que podría comprarte tiempo para ti, tal vez tanto como el que ella tiene. Apuesto que para ellos cosas como el elixir de la orquídea solar, que tan raros y tan caros son para nosotros, para ellos son mucho más sencillos. Mira esta pirámide. La magia que ellos desperdician en un mero sitio lúdico haría dar vueltas la cabeza a los archimagos más poderosos de Varisia.
Selt tranquiliza a Marcus con un gesto. –Mantendremos en secreto por el momento lo de las lecciones de magia. Lo de lanzar conjuros no tiene vuelta de hoja, o tienes el talento para hacerlo o no lo tienes. Lo comprobaremos cuando sepas algo más y lo intentes. Pero puedas o no al menos aprenderás algo de teoría. Eso está bien, mucho del miedo que la gente siente hacia los magos viene más de su ignorancia que de hechos fundados. Y a menudo no temen lo que de verdad hay que temer de la magia.
Y sobre Kusasfa: -Tranquilo, no tengo ganas de tocar las narices a un archimago que puede hacer parecer mis conjuros los balbuceos de un neófito. Seré discreto con la información que me deis.
Contestando a Variel
A Selt le gustaba aquel druida. Hacía honor a la fama de equilibrada de la profesión. En verdad muy diferente de Air'his, sí, la misma diferencia que la calma de un día de primavera a la fuerza destructiva de un tifón.
-Mi padre no era un monstruo, pero tampoco una buena persona –admite Selt, algo reticente-. Pero quería a su familia, eso sí, de eso no hay dudas. O sea… ¿un asesinato o una disidencia política?
Selt no tuerce el gesto, no tiene sentido hacerlo. Su padre era un asesino. Había matado a gente en Puerto Enigma en el curso de trabajo. Selt también. No era algo personal, era sólo trabajo. Se preguntó qué habría pasado realmente.
-¿Hay alguna forma de que yo pudiera enterarme de qué pasó? –pregunta Selt, aunque se pregunta también por qué quiere saberlo. Era pasado, no se podía cambiar, ¿tenía sentido removerlo? Ah, podía no ser Naewen, pero él también tenía su ración de curiosidad improductiva…
Ya que pensaba en ella, Selt sigue la mirada del druida para observarla también.
-No sé por qué ella ha elegido Eurythnia por encima de vosotros, pero se me hace raro. Se nota que os echa de menos por la forma en que habla de Kyonin. Sois imbéciles si la dejáis escapar, eso creo. Personas como ella no crecen en los árboles. Ni siquiera en los de Kyonin, me parece a mí.
Sonríe al druida en un gesto conciliador. –Sin ánimo de ofender esto, aunque haya sonado brusco.
Hace un gesto a Marcus. -Supongo que tendrías que estar hablando con él más que conmigo. Él es el auténtico amante de la naturaleza. Para mí la naturaleza son bichos que me van a picar -dice con humor-. Y soy un tanto basto hablando a veces. -Cosas de ser de Puerto Enigma, pero no pensaba colgar a su ciudad fallos de los que él era personalmente consciente.
- Como te digo es algo muy variado. En ocasiones se ha exiliado a alguien por una venganza (aunque no es lo habitual) o por desoír repetidamente advertencias de que dejase de trastear con determinada magia. Diría que no es tanto como un castigo máximo concreto si no el reconocimiento de que el elfo en cuestión no solo esta alejado de los valores élficos si no que su permanencia en la comunidad daña a esta.
- Puedo preguntar si es algo que quieres saber, y Naewen también debería poder. Estos asuntos se consideran públicos.- Explicó el druida que miró a Seltyiel como insinuándole que se pensase bien lo que quería saber pero se abstuvo de decirlo ya que para un elfo eso sería influir en la decisión de otro.
- Diría que ha elegido Eurythnia por que Lucien le ha dado un hogar y una sensación de pertenencia. Cosa que nosotros hemos fallado en darle a pesar de haberle fallado en el pasado. Y si Seltyiel, somos imbéciles. Pero aceptar vivir en una sociedad no implica solo beneficiarse de sus bondades, si no aceptar la imbecilidad de la mayoría como tuya. De todos modos dudo que Naewen llegue a ser exiliada formalmente. Si sus contrarios tuviesen bastante fuerza como para forzar eso ya lo habrían hecho. No, diría que se han contentado con hacerla sentir incomoda para que ella misma se aleje.
- La verdad puede ofender, pero uno no debería ofenderse con quien la dice solo preguntarse por que te ofende.- Respondió el druida desechando las disculpas de Selt.
- La naturaleza es parte de todos Seltyiel, no solo cuestión de bichos y arboles, si no también de sociedades y ciudades. Aunque tu joven amigo parece un poco... estricto con la vida ¿No?
Conversación con Marcus
Marcus sonrió. Sabía que Selt no era un tipo excesivamente devoto. Eso no hacía falta que su amigo lo confirmara.
Escuchó y asintió. - Sí, tienes razón en que hay bastantes cosas que tengo interiorizadas. Todo lo que he asumido y aprendido de quién me crió y de la sociedad en que me he movido. Poco a poco cada vez me cuestiono más las cosas. - Se encogió de hombros. - Supongo que es sólo cuestión de tiempo a que vaya abriendo más mi mente. Pero cuesta. -
Escuchó también la explicación de Selt de cómo era su familia. No abrió los ojos de sorpresa. - Para nada diría que era una familia aberrante. - Dijo con voz calma. - Muchos podrían aprender de ellos. - añadió. - Nunca he dicho que eso sea malo... sólo que yo... ahora mismo y a día de hoy, es algo que no podría soportar. Personalmente me dolería demasiado. - Admitió. - Quizá dentro de un tiempo no sea así... no lo sé. -
Apoyó de nuevo una mano en el hombro de Seltyiel. - Después de todo no somos tan distintos. Esa confianza... ese solaz... es lo que buscamos todos... o casi todos. -
- Yo tampoco pienso forzar a Naewen a nada. - Aclaró por si había alguna duda. - Y es más que posible que no acabe ni contigo ni conmigo. - Comentó mirando hacia la elfa. Con ella cualquier cosa era posible, y el explorador no le ponía límite alguno a la elfa. Era tan espectacular que por qué conformarse con Seltyiel o con él.
- Sea como sea, sólo quiero que sea feliz. - Explicó... aunque hizo un breve lapsus antes de añadir en modo cómplice: - Bueno, y que no se suicide con alguna locura de las suyas cuando le pique la curiosidad por un artefacto milenario, demonio, portal o similar. - Guiñó un ojo al elfo.
- Y no... No busca lo mismo que yo. No sé exactamente lo que busca... pero estoy bastante seguro de que no es lo mismo... Aunque podría equivocarme y sería una metedura de pata brutal. - Comentó. - Yo no la rechazo, Selt. De hecho me atrae mucho... Pero sí, en cierto modo es un mecanismo de defensa. Si intentara estar con ella, y ella tuviera otro amante... me dolería demasiado. Se rompería la confianza que sé que ahora mismo tengo en ella... y sin que seamos amantes... sólo siendo amigos. - Negó con la cabeza. - Nada sería lo mismo y la perdería... Y no quiero perderla. Prefiero tenerla como amiga a arriesgarme a no tener nada. -
Era difícil, y mucho. Al menos para Marcus. Tenía claro lo que quería y lo que sentía... Pero no sabía cómo podría conseguirlo... si es que se podía.
- Además... a día de hoy tampoco aceptaría utilizar magia para prolongar mi vida... Es antinatural. - Añadió. - No está bien. No me gustaría que ella comprara tiempo para mí de ninguna manera mágica. -
- Gracias. - Añadió por el tema de la magia. - Siento curiosidad por ver si tengo algo de talento en el Arte... Es una pena no haber podido estudiarlo a una edad más temprana. Y como dices... prefiero conocerlo a temerlo por ignorancia... como hace la mayoría. -
Conversación con Marcus
-Desafiar nuestras opiniones preconcebidas y nuestras premisas culturales es lo más difícil que puede hacer cualquier ser de cualquier raza -asiente Selt-. A nadie nos es fácil hacerlo. Sobre todo, porque es muy difícil darse cuenta de algo que tenemos tan interiorizado y dado por asumido. En este tema yo tengo la ventaja de haberme criado en un entorno no del todo habitual, incluso para Puerto Enigma, que es mucho más liberal en estos asuntos que Korvosa o los cazadores erastilianos con los que te criaste. Viajar ayuda también. Durante mi aprendizaje con Nheran visitamos unos cuantos países en su búsqueda interminable, y la verdad es que ver lo diferente que es el mundo te hace replantearte muchas cosas. Pero yo tengo mi buen bagaje de preconcebidos también, aunque sea en otros temas. Intento mantener la mente abierta, aunque supongo que con resultados diversos. Ésa es una batalla en la que hasta los más sabios fracasan con más frecuencia que vencen.
Selt se encoge de hombros.
-No todo el mundo busca una auténtica compenetración con su pareja. Hay gente que sólo busca el placer en una relación. Muchos auténticos calistrianos son así. De hecho la religión tiene un dicho, "Ama la comida, no al cocinero", que previene contra confundir atracción física con afectos emocionales. Pero, como puedes ver en el caso de mi madre, que era una sacerdotisa de la diosa, tampoco los hay enemigos de relaciones a largo plazo, ni siquiera entre los servidores directos de la diosa. La gente piensa "calistriano... Calistria… lujuria…" e intenta meternos a todos en el mismo saco, como si no fuéramos tan variados como la gente de cualquier otra religión o cultura. Supongo que es el sector más llamativo de nuestra religión… el que gusta de orgías y prácticas que encienden la imaginación y el gusto del cotilleo por la gente… en lo que piensa la mayor parte de los no calistrianos, cuando nos miran desde fuera.
Selto sonríe. -Solo que eso es tan inexacto como mirar a Korvosa y esperar que todos tengan gusto por lo infernal aquí, sólo porque son un aliado reconocido de Cheliax. Apuesto que ni uno de cada centenar de habitantes de Korvosa son partidarios de lo infernal, y el resto sólo gusta de la prosperidad que les trae comerciar con un imperio tan rico como el de Cheliax. Pues a nosotros nos pasa lo mismo.
-Pero hay algo que no entiendes. Calistria tiene tres aguijones que son importantes para los que seguimos su filosofía. Pero lo más importante en ella es en lo que se fundamentan esos tres aguijones, que no es otra cosa que libre albedrío. Calistria no empuja a nadie a seguir su dogma; Calistria no intenta imponer su dogma ni su filosofía. Si tú crees en ella, la seguirás, pero no te empuja a nada. En su dogma no hay criterios morales, Ella está más allá del bien o del mal, es simplemente una filosofía muy emocional que te ofrece la libertad y responsabilidad de tomar el control de tu propia vida, elegir por tu propia cuenta sin imposiciones externas, y disfrutar de la vida a cada instante, con el corazón, encontrando el placer allí donde lo encuentres. Es esa libertad de elección, esa libertad de poder optar a lo que deseas, lo que los calistrianos valoran más. No es la lujuria, ni la venganza, ni el artificio. Es la libertad, amigo Marcus. Y no tendríamos libertad si no pudiéramos elegir cómo encontrar nuestro placer, incluido el placer carnal. Lo cual puede ser tanto dentro de una relación monogámica como dentro de las orgías que han dado la fama que tiene la religión. Y en todo el espectro de posibilidades intermedias entre esos dos extremos.
Selt se vuelve a tocar la barbilla. -Yo estoy en ese espectro intermedio. Con el suficiente anhelo romántico para desear una relación estable como la que tuvieron mis padres, pero con el suficiente gusto por la vida para no negarme al placer allí donde lo encuentro. Y por eso mismo nunca le negaría a mi pareja el derecho a hacer lo mismo. -Hace una pausa-. ¿Qué es posible que Naewen no acabe con ninguno de nosotros dos? Sí, es más que posible. Pero no por lo que piensas, sospecho.
-Hay varias cosas en las que no has pensado. ¿Sabes por qué Calistria es la principal diosa en la cultura élfica? No porque todos los elfos sean unos salidos, ni porque tengan una cultura centrada en lo sexual como estos -señalando a los eurythnios-. Es por el libre albedrío que ofrece la diosa. Los elfos auténticos tienen esa cosa rara con el libre albedrío y esa obsesión porque nadie controle su forma de ser y actuar. Son la raza más independiente en ese sentido que te vas a encontrar en Golarion, aunque te parezca raro por la forma en que se cierren a otras culturas. Pero es así. Valoran su libertad de elección hasta unos extremos que incluso yo considero exagerados, y es posible que tú consideres ridículos. No, Marcus, los elfos auténticos son calistrianos casi por unanimidad no porque todos sean amigos de lujuria sin compromisos… sino porque la diosa refleja mejor que ninguna otra su amor por la libertad y por vivir la vida emocionalmente. ¿Por qué crees que Naewen es tan emocional, tan vibrante en sus respuestas? Es porque los elfos auténticos son así… emocionales, volubles, ardientes, y con una fiera independencia que les hace alérgicos a cualquier forma de control hacia su forma de actuar. Ante los humanos los elfos auténticos suelen mostrarse orgullosos y distantes, para no animarles a acercarse demasiado. Pero entre ellos, cuando no hay humanos que estorben, son… emocionales, espontáneos. Mercuriales.
Vuelve a encogerse de hombros. -La cultura élfica es muchísimo más liberal que la nuestra en cuestiones sexuales, sí. Porque eso forma parte de la libertad de elección que todos los elfos consideran imprescindible para una vida digna. Para ellos el placer es algo natural de lo que no avergonzarse. Pero no todos, y probablemente ni la mayoría, son tan promiscuos como piensa la gente. Para ellos es cuestión de poder elegir cuando desean, no de convertir la lujuria en un hábito constante como parecen hacer aquí en Eurythnia. Y piensa en una cosa. Si para Naewen la lujuria fuera algo tan bien asumido y que practica con frecuencia, ¿por qué está teniendo problemas con la runa? Si le basta con un polvete para que deje de molestarla… ¿por qué no lo hace, y ya está? No es como si le faltasen pretendientes. Los eurythnios parecen bien dispuestos.
Selt dio un golpecito en el brazo a Marcus. -Creo que Naewen no es como piensas. Tal vez lo que busque no esté tan lejos de lo que tú crees. Y si creo que es posible que ninguno de los dos acabemos con ella, no es por eso.
El elfo mira hacia donde Naewen estaba hablando con Variel y Lucien. -Entiendo por qué se ha unido a Eurythnia. Una magia tan poderosa como la suya la tiene que cautivar y la lujuria es algo que todo elfo ve como una necesidad tan natural como comer o descansar, pero mejor, puesto que es un don de la diosa. Pero también entiendo por qué tiene problemas con esa runa suya y se ha visto abrumada por la… intensidad… de la cultura eurythnia.
-Pero ahora me dices que si vosotros dos intimaríais y ella tuviera otro amante perderías la confianza que tienes en ella. Ridículo, amigo mío. Un momento de cariño hacia otro no supone que te traicione en modo alguno o te quite nada que tengáis. ¿Hasta qué punto vas a dejar que tus prejuicios culturales y tu orgullo se interpongan en el camino de tu felicidad? Porque puedes pedirle a ella que se adapte a ti en algunas cosas, pero no sería justo que ella tuviera que dejar todo en lo que su gente cree, ¿no crees? Tomarla como pareja supondría que los dos vais a tener que adaptaros un montón al otro, pero ten cuidado con lo que le pides que cambie, ese es mi consejo. Porque ella no te pedirá que cambies, los elfos no creen en imponer sus costumbres a su compañero, pero es posible que reaccione de forma hipersensible a lo que ella verá como un intento de controlarla.
Selt mueve las manos con incertidumbre. –A lo mejor me equivoco. No la conozco lo suficiente para decirlo, además ha viajado mucho, así que no será del todo como los otros elfos de Kyonin. Pero te digo lo que aprendí en Mierani, a ver si consigues que a ti no intenten morderte por haber sido un bruto a sus ojos –dice Selt riendo, tomándose con filosofía los errores que había cometido en la visita al pueblo de su padre-. Y no, no me vuelvas a decir que ahora te dolería mucho y todo eso… eso ya lo sé. No me contestes, no espero una respuesta. Sólo piensa en ello. Naewen no es humana. Es elfa. Y una elfa educada en una cultura élfica, no un elfo como yo, educado en una cultura humana y con sólo un puñado de valores élficos heredados de unos padres que dieron la espalda a su raza. Así que… hay diferencias. Los elfos no son humanos con orejas largas y longevidad enorme. Son otra raza y otra cultura, para bien y para mal.
Sonríe. -Aunque el tiempo dirá. Y de todas formas tiempo es lo que más necesitas. Intentar meterle prisas a un elfo es como intentar vaciar el mar a cucharadas. Ya puedes armarte de paciencia, Marcus, porque los elfos creen que las relaciones maduran a su propio ritmo. Pero tampoco te duermas en los laureles, porque diría que Naewen va a necesitar un amante en breve. No creo que pueda seguir reprimiéndose durante mucho tiempo, la magia no funciona así, y no creo que vaya a elegir a un amante diferente cada día, si quisiera eso ya lo habría hecho.
Y suspira. -Calla, calla, no mentes a su curiosidad. Estoy seguro de que me han salido canas durante nuestra última aventura. Lanzarse de cabeza a un embrujo sólo para saber qué había pasado allí en el pasado… maldita suicida.
Pero cuando Marcus dice que no prolongaría su vida con magia porque sería antinatural, a Selt le dio un ataque de risa. Oh, le encantaban los humanos. Eran tan deliciosamente irracionales.
-Perdona, amigo Marcus. No quiero ofenderte, pero es tan gracioso -dice Selt, aun riendo-. ¿Y tú quieres ser mago? -siguió riendo sin poderlo evitar.
Al fin Selt se controla, aunque todavía sonreía divertido. -¿En serio piensas eso? Permíteme que te diga que eres el aprendiz más inusual con el que me he encontrado. La mayoría de los aspirantes tienen pretensiones demasiado ambiciosas acerca de lo que la magia supondrá para ellos, pero es la primera vez que veo a un aspirante con miedo a lo que la magia puede ofrecerle.
Aquello había puesto a Selt de buen humor. Coge a Marcus del brazo, y le gira hacia la piscina de llamas con su llamativa aura de protecciones contra el fuego. -Muy bien, lección número uno. Amigo mío, la magia, toda la magia, es así. Una alteración de la realidad. Y esto es cierto desde el más sencillo de los cantrips de aprendiz…
Selt conjura un cantrip, y pasa la mano por la túnica corta de Marcus, cambiándola de color. Un sencillo efecto que no duraría demasiado. -… hasta la más poderosa magia de archimago, entre la que se encuentra la extensión de la vida o esa piscina de llamas. Esto… -toca una de las joyas de Marcus, un dije de protección como el que muchos luchadores llevaban-, o las armas y armaduras mágicas que llevas en batalla, ¿no crees que suponen la misma alteración de la realidad?
Selt mira divertido a Marcus. -Si quieres aprender a hacer cosas como estas… -haciendo flotar la copa que llevaba en la mano sobre su palma, aprovechando el mismo cantrip que acababa de formular-, o encantar cosas como tu armadura, o aprender a lanzar magia de batalla… -Selt deja la copa flotando y lanza un rayo abrasador contra la piscina de llamas, donde se consumió inofensivamente contra sus protecciones ígneas-... deja de pensar en la magia como algo antinatural. Porque no lo es. Es una alteración de la realidad. Sí. Es una alteración del orden natural. Sí. ¿Y qué? La agricultura y la ganadería son alteraciones del orden natural. Cortar árboles para nuestras casas lo es. Construir una presa lo es. Las ciudades lo son. ¿Quieres volver a la Era de la Oscuridad a vivir otra vez en cavernas, amigo mío? La magia es una alteración del orden natural, pero es tan antinatural como puede serlo la agricultura. La magia divina es una alteración del orden natural… ¿y te niegas acaso a que un clérigo sane tus heridas?
Recoge la copa otra vez y enfatiza su voz al recitar el dogma de Nethys: -La vida es magia, la magia es vida. Así es nuestro mundo. La magia es una fuerza que permea todo nuestro mundo, todos los planos, incluidos los exteriores. Y allá donde no hay magia, no hay vida. Un mago sabe reconocer esa fuerza que permea todo el universo y moldearla a su voluntad. Pero la magia no es cuestión de trucos bonitos, Marcus. Si buscas trucos, acude a un ilusionista de feria. Te enseñará a crear trucos que no tienen nada de mágicos y que no son "antinaturales". Pero si quieres aprender a lanzar conjuros de verdad, si quieres aprender a lanzar magia…
Selt puso un dedo sobre la frente de Marcus. -Aquí nace tu capacidad para hacerlo. Crear un conjuro es una cuestión de voluntad para hacerlo, coraje para dominar fuerzas que pueden consumirte si fallas, conocimiento para saber cómo dominarlas y creencia de que puedes hacerlo. Porque si piensas que no puedes hacerlo, si piensas que la magia es mala y antinatural, si tienes miedo de ella, ya te lo digo de antemano. Jamás lograrás formular ni el cantrip más sencillo.
Se sienta en el borde de la piscina de llamas, dejando que las llamas le acaricien sin dañarlo. Selt pasa una mano por las llamas, disfrutando del contacto con la magia.
-Así que si quieres convertirte en un mago, amigo Marcus, deja de tenerle miedo a la magia y empieza a emocionarte con sus posibilidades. Empieza a creer que todo es posible y… -Selt sonríe divertido-, que la posibilidad de vivir más que un mero humano es una oportunidad increíble, no una aberración antinatural.
Se pone serio. -Pero ahora, dime, ¿qué es lo que esperas de la magia, si la consideras tan antinatural y mala? ¿Por qué quieres aprender, cuando a cada conjuro que lances vas a hacer algo que tú consideras "antinatural"? ¿Qué quieres aprender? Porque adivino que la necromancia te va a dar alergia, las transmutaciones reparos… -Selt mueve las manos, conjurando, y de pronto cambia de forma, convirtiéndose en un enorme troll aun sentado al borde de la piscina de llamas-… la adivinación te va a parecer antinatural, y la ilusión un engaño… lo cual nos quedan…. las conjuraciones, de las cuales las convocaciones de ajenos diría que te van a dar reparos también… y… ¿abjuraciones y magia de batalla invocada? ¿Es sólo eso lo que buscas? ¿Abjuración y evocación con algo de teleportación?
El troll niega con la cabeza tristemente, con una expresión rara en su fea cara. -Un poco pobre… ¿no?
Contestando a Variel
Sel escucha al druida y finalmente asiente con la cabeza, muy serio.
-Estar alejado de los valores élficos… sí, ya imagino que eso sí -dice Selt en tono ausente-. No os entiendo muy bien, sabes. Por un lado tenéis esa propensión aguda hacia la independencia personal, y por otra os colgáis de unos a otros de una forma que casi es… patológica. Desde un punto de vista humano. Esa manía de proteger vuestra cultura… si es una cuestión de elección… ¿por qué protegerla? La gente la seguirá si quiere y si no, no. Cómo conjugáis vuestro gusto por la libertad individual absoluta y vuestras ideas de lo que es ser un elfo nunca lo he entendido. Me parece una contradicción, si tengo que serte sincero. Pero bien, en el fondo los elfos somos una raza tan contradictoria como los humanos. A nuestra propia manera.
-Quiero saber… no lo sé, Variel. Quiero y no quiero -dice Selt-, pero aunque yo quería a mi padre, a veces me doy cuenta de que no le conocía en absoluto. En ese sentido conocía más a mi madre, pero… pero… si deberíamos conocer a alguien es a nuestros seres queridos, ¿no crees? Una parte de mí me dice, eso es pasado, tu padre está muerto, y si no quiso que supieses, sería por algo, deja esto a un lado, que es improductivo y no te ayuda en nada. Pero otra parte de mí… otra parte de mí sí quiere saber. Y quiere entender a mi padre. Y si he preguntado ahora… -sonríe-, es porque esta última parte tiene su peso y es insistente. Aunque no pegunto sin miedo, eso es también es verdad. No estoy seguro que me vaya a gustar la respuesta.
Selt mira hacia Naewen. -Me alegro de saber eso, aunque diría que sus contrarios lo han conseguido, o no se habría unido a Eurythnia.
Se sorprende. -Oh, no, Marcus no es tanto rígido, como producto de una vida en relativo aislamiento. Tú deberías entenderlo bien, a casi todos los elfos os pasa eso... no digo que te pase a ti, solo en general. Nunca salís de vuestro reino, así que no cuestionáis en lo que creéis, y por eso critican a Naewen, que piensa diferente porque ha visto cosas que vosotros nunca habéis conocido. A Marcus le pasa lo mismo. Ha vivido en un círculo muy cerrado. Pero creo que verás que cuando su mundo su expanda es mucho más abierto de mente que la mayor parte de los elfos.
- Estas confundiendo las posiciones tradicionalistas con lo que es la esencia de nuestra cultura. Por ejemplo entre los humanos no sería siquiera un crimen anular a un conyugue o a un hijo de forma física o psicológica convirtiéndolo en dependiente. Sin embargo cuando se ha descubierto un caso así entre nosotros se ha exiliado a ese sujeto. Para nosotros eso es algo imperdonable.
- Los tradicionalistas... bueno simplemente tienen miedo. Un miedo prolongado cambia la conducta de las criaturas, las hace más prudentes y retraídas. Y los elfos no somos una excepción.
- Pero si, por supuesto que todos tenemos nuestras contradicciones. Y los elfos tenemos bastantes, es más muchos nos han calificado de una raza de contrastes.
- Si quieres un consejo, lo que hiciese tu padre o dejase de hacer no cambia quien fue para ti y contigo. Pregúntate si lo que averigües podría cambiar la forma en que lo ves y si lo que puedas averiguar merece la pena por ese precio.
- Si.- Añadió Variel con una mirada triste a Naewen.- Con ella hemos fallado. Demasiado.
- No estoy seguro de que esa comparación sea correcta. Hay muchos elfos que no han salido de su ciudad, y hasta humanos en el mismo caso, y que son más abiertos. Diría que eso tiene que ver con el carácter. Sencillamente hay gente que es más proclive a cuestionárselo todo y otra que da más importancia a su fe. El eterno conflicto entre razón y convicción.
Conversación con Seltyiel
Marcus sonrió ante las explicaciones de Seltyiel. – Hasta que os conocí pensaba que había viajado mucho, pero la verdad es que poder teleportarse ayuda mucho más. – dijo recordando cómo había cambiado su concepción del mundo desde que les conoció.
- Está bien conocer tu punto de vista respecto a tu religión. – Admitió. – Por lo que veo queda todo también a tu libre interpretación de la misma. – Dijo con una sonrisa. – Ese libre albedrío del que hablas… es algo que personalmente apreciaría mucho. Entiendo por qué Calistria tiene tantos seguidores… aunque el tema de las orgías y el placer sexual ayuda, tienes que admitirlo. – Comentó divertido.
- La libertad… - repitió para sí el explorador. – En numerosas ocasiones un complejo artificio. Me pregunto si alguno somos realmente libres, o si no es más que una mera ilusión. Creo que todas las religiones, incluso la Calistriana, - matizó, - están pensadas para conseguir una cosa: el control. –
- Por ello dudo que esa libertad que ofrece o promete Calistria sea tan real como piensan sus seguidores. – Explicó Marcus sin entrar mucho en detalles. No era el momento ni el lugar para una discusión filosófica sobre religión.
De todas formas, el comentario del elfo sobre Naewen le hizo reflexionar. Era cierto que ella luchaba con ahínco contra la influencia de la runa, por lo que el tema de la lujuria no era algo que los elfos se tomaran tan a la ligera, o tan alegremente como los eurythnios.
En cualquier caso era complicado. Mucho.
Miró también a Naewen. – Tiene que estar resultándole muy difícil. – Admitió.
- Gracias por el consejo, Selt. – Dijo con toda franqueza. Ni se había dado cuenta de que lo que él quería de Naewen supondría cambiar la forma de ser de ella. Y eso, como bien apuntaba Selt, no era justo.
Marcus respiró hondo, y trató de relajarse. Se dio cuenta de que aquella conversación le había tensado, pese a que conversando con Selt se sentía bastante a gusto, el tema de Naewen era algo que preocupaba al explorador, y mucho.
Al principio, Marcus se sintió confuso por las risas de Seltyiel, pero luego lo entendió. Y sonrió a su vez.
- Sí, quiero aprender magia y no, no quiero ser un mago. – Explicó. – O no uno al “uso”. Probablemente mis motivos para aprender sean muy distintos de los de cualquier mago habitual. – Continuó.
- No tengo miedo a lo que la magia puede ofrecerme… Tengo miedo al precio que habría de pagar por ello. Y más que miedo, la palabra a usar sería respeto. Sería un loco si pretendiera jugar con fuerzas que no comprendo, y además si pretendiera ganar. -
Observó los movimientos de las manos de Selt, y sonrió ante los efectos del conjuro.
- La magia es natural, y en concreto: una alteración de la realidad. – Repitió Marcus para sí mismo. – Primera lección aprendida, maestro. – Dijo a Seltyiel. – O también: la magia es vida, y la vida es magia. – Completó con el lema que Seltyiel había pronunciado.
Aunque luego bromeó con un guiño. – Si volviéramos a vivir en las cavernas no tendría por qué ser tan malo, ¿no? – Después de todo, Marcus estaba más que habituado a ese tipo de vida.
Tras la broma, el explorador se puso más serio. – Créeme amigo, me tomaré estos estudios muy en serio. Creo que puedo tener la capacidad para ello. –
Tragó saliva. - El poder vivir más que un humano corriente es algo que escapa a mis aspiraciones… - Admitió. – Pero acepto tus palabras. Lo dejo como una posibilidad, y no como algo aberrante. -
- Cada una de esas escuelas de magia que has mencionado… -Comentó. – Tienen sus cosas buenas y sus cosas malas. La adivinación es algo en lo que no creo. – Admitió. – La ilusión tiene su utilidad, la transmutación también y la necromancia, me guste o no, tendré que comprenderla. Después de todo no creo que se limite a alzar muertos vivientes, sino más bien a un estudio sobre las fuerzas de la vida y la muerte. – Explicó. – Estoy dispuesto a aprender y a deshacerme de miedos y prejuicios, Selt. – Dijo muy en serio.
- No pretendo limitarme a utilidades en batalla. Primero quiero comprender lo básico de toda magia, y luego decidiré. – Explicó.
Apoyó una mano en el hombro del troll. – Eso sí, por favor, no uses este aspecto tan horrible cuando me des las lecciones. – Dijo antes de soltar una leve carcajada. – Si sigues así el resto de esta noche me parece que dormirás tan sólo como yo. – Añadió con un guiño.
Conversación con Marcus
-Oh, yo he aprendido a teleportarme hace nada. Es magia bastante avanzada. Pero Nheran sí que sabía y es cierto, acelera mucho los viajes. Con una salvedad, tienes que conocer el destino, de modo que no es muy útil para ir a sitios donde no has estado nunca.
Selt sonríe cuando Marcus dice que todo queda a su interpretación de la religión.
-Mi madre era una sacerdotisa. Creo que nadie podrá negar que los clérigos son los que mejor entienden a las deidades, dado que son los que más próximos están a ellas. Ellos reciben su poder y, si son bastante avanzados, pueden consultarles incluso. Pero como hijo de una sacerdotisa te puedo asegurar que ni los propios clérigos saben tanto sobre los dioses como les gustaría y, a veces, como quieren darnos a entender. Ni sobre los dioses ni sobre sus deseos. Mientras estamos en este mundo todos estamos condenados a dar palos de ciego sobre eso. Algunos con más fundamento que otros, eso es verdad, pero todos.
Se encoge de hombros.
-¿Así que una libre interpretación…? Sí, como todas las interpretaciones que existen de las religiones. Pero eso no cambia que Calistria sea una diosa caótica que ofrece libre albedrío sobre todo. Como Cayden Cailean, sólo que con Cayden hay un tinte moral en su interpretación de libertad, mientras que para Calistria no hay eso. Pero los elfos creen en eso, y ellos quizá sean los adoradores más antiguos de la diosa en este mundo. Y en cuanto a lo de las orgías y demás… -se ríe-, sí, claro que eso ha atraído muchos seguidores a la religión. Y el aguijón de la venganza también. Y muchos espías y timadores no esencialmente lujuriosos se vuelven a ella para que sus imposturas no les fallen. Los dioses mayores no son unidimensionales, así que las razones por las que los mortales se vuelven a ellos tampoco lo son.
Le guiña un ojo. -En todo caso no tienes que confundir lo que son los propios dioses y su dogma con sus religiones formales en este mundo. Los sacerdotes tienden más a querer conseguir el control… es su… "negocio"… pero los dioses son criaturas tan poderosas que resultan incomprensibles para nosotros, y muchos de ellos no tienen interés directo en nosotros. No, Marcus, créeme, a Calistria le da igual ese control en el que tú piensas. Ni siquiera pide devoción regular, asistencia a ceremonias sacras, ni nada por el estilo. Tienes tanta probabilidad de conseguir su atención con una plegaria en medio de una actividad que ella patrocina como en uno de los templos consagrados a ella. Hay dioses que exigen a sus seguidores devociones regulares, fe constante y esas cosas. A Calistria ni siquiera le importa si eres seguidor suyo. Los dioses son tan diferentes entre sí como un humano de otro…. o más, en realidad, dado que nuestras razas tienen uniformidad entre individuos, mientras que los dioses son filosofía pura convertida en poder, y no hay dos dioses con filosofías idénticas.
Al ver que Marcus no quería extenderse en aquel lugar, le palmea el brazo. -Oh no te preocupes, a la mayoría de los magos les encanta debatir sobre temas obtusos hasta aburrirse a sí mismos. Y esta parece ser una fiesta para magos. Apuesto a que podríamos conseguir media docena de debatientes más sin mucho esfuerzo.
Selt se ríe ante el agradecimiento de Marcus. -No me las des. Que te dé algún consejo debido a nuestra amistad no implica que te vaya a dejar el campo libre. Así que… o nos lo vamos a pasar muy bien tú y yo, o acabaremos mirándonos pero que muy mal -vuelve a reírse-. Si veo que ella se interesa por mí no me lo pensaré dos veces. Pero si no… mejor tú, que eres un tipo decente, que a saber quién.
Seltyiel se masajea los dedos de una mano con la otra, un viejo hábito de una necesidad de mantener las manos y los dedos ágiles. Cuestión de trabajo. -La mayoría de los elfos, como Naewen o ese Variel, me considerarán un crío, pero cuando te quedas solo en una ciudad humana siendo un crío de verdad… vaya si tienes que espabilar. O maduras rápido, o acabas pero que muy mal. Soy joven para ser elfo pero he visto pasar varias generaciones humanas, Marcus. La muchacha de la que me enamoré por primera, y única, vez, cuando ambos éramos adolescentes… va a ser abuela. Y no precisamente de mi nieto, je. Soy joven, pero en algunos sentidos me siento viejo -explica, serio ahora. Pero luego vuelve a su tono ligero y despreocupado habitual-. Y ya sabes, a los viejos nos gusta compartir nuestras batallitas.
Escucha las explicaciones de Marcus acerca de su interés sobre la magia, y simplemente pone los ojos en blanco cuando dice que no estaría tan mal volver al primitivismo la Era de la oscuridad.
-Sí, eso… esperanza de vida de treinta años, mortalidad infantil altísima, hambre en cuanto la estación no es propicia, volver a ser presas de cualquier monstruo en vez de depredadores, y cualquier enfermedad te lleva a la tumba… sí, amigo Marcus, estoy seguro de que los demás humanos estarían de acuerdo contigo en que no estaría mal -dice burlón.
Sacude la cabeza, horrorizado. -¡Maestro! Ahora sí que me siento viejo… muy viejo. Mira a ver si me han salido canas, que entre tú y Naewen me vais a volver el pelo completamente blanco. Bah bah… no me tomes por uno de esos estirados viejales eurythnios, Marcus.
Pero Marcus le impresiona con su definición de la necromancia.
-Acabas de dar una descripción de la disciplina de la necromancia muy adecuada, Marcus. La mayor parte de la gente no entiende eso y la superstición les lleva a verla únicamente desde el punto de vista de la no-muerte que, hay que admitirlo, es un asunto bastante sucio y maloliente. -Selt hace una mueca-, además de éticamente muy cuestionable. Pero sí, efectivamente, es la disciplina que se encarga de estudiar las fuerzas que dan sentido a vida y la muerte, y como tal la no-muerte es sólo una pequeña parte de ella. Eso me recuerda a cierto debate que tuvimos Naewen y yo hace no tanto sobre la disciplina. Fue antes de conocerte.
Selt se ríe ante el comentario de Marcus. Deshace el conjuro con un simple movimiento de la mano, volviendo a quedar convertido en el elfo de siempre.
-Oh, no creas. Apuesto a que puedo encontrar a una eurythnia por aquí con gusto por las transformaciones. La magia también da cierta… dimensión… insólita a los juegos de cama. -Le guiña un ojo.
Se pone en pie de un salto. -De todas formas me alegra que quieras mantener la mente abierta y aprender un poco de todo. Y ahora… ¿qué tal si nos dejamos de cháchara y vemos qué hay por aquí? No sé si mi aspecto de troll me habría granjeado mucha suerte, pero lo que es seguro es que acabaremos célibes y aburridos si seguimos charlando entre nosotros en vez de prestar atención a las bellas damas que andan por aquí.
Conversación con Variel
-Supongo que el miedo vuelve estúpida a cualquier raza, sí –conviene Selt.
Selt mira a Naewen una vez más. –Ya que ella puede indagar me tomaré tiempo para penármelo. Pero no, no creo que lo que averigüe cambie la opinión sobre mi padre. Simplemente me gustaría saber. Cuanto más pasa el tiempo más me doy cuenta de que le conocía muy poco.
-Creo que mi comparación es justa. Naturalmente, hay una parte muy importante de personalidad en eso. Pero lo cierto es que un entorno reducido suele estrechar nuestra perspectiva. Es difícil ponerse en la piel de los demás si no entendemos su forma de vida, ¿no crees? Pero en cualquier caso era una reflexión ociosa. Tampoco quiero iniciar una discusión por esto.
Selt sonríe, el druida le cae bien. Pero supone que era hora de dejar de acapararle. –Ha sido un placer hablar contigo. Espero que nos volvamos a ver más adelante.
- No te digo que la comprensión no ayude, solo digo que es más cuestión de actitud que de comprensión.- Respondió Variel amablemente.
- Oh, por supuesto es una fiesta y los jovenes andais con ganas de moveros.- Dijo intercambiando una sonrisa con Lucien.- Suerte Seltyiel, que tu camino sea verde y dorado.