Tras relatar la leyenda y perfilar la estrategia para el día siguiente, Aerilaya refunfuñó, incómoda con aquellas sillas humanas, y acabó sacando una almohada de su bolsa de contención y sentándose en el suelo, pero no sin antes rellenar su copa con más vino. Sería la última copa que bebería aquel día, así que se sentó sobre la almohada con intención de hacerla durar.
-Pareces un veterano curtido. Reaccionaste bien en el faro -dijo a Marcus, mientras dejaba que su familiar se le subiese al regazo. Pero apartó la copa de su alcance, sabiendo que Aerel querría probarla sólo porque era algo que ella estaba tomando-. Sabes que te va a sentar mal, pequeño.
Inclinó la copa para admirar mejor el color de la bebida, aunque no era muy buena cosecha. La cerveza podría ser excelente, pero era evidente que no había buenos viñedos ni bodegas cerca de Puerto Enigma.
-La verdad es que me ha asombrado un poco que os unierais tan espontáneamente. -Miró a Marcus, como indicándole que no creía que estuvieran allí solo por lo que habían dicho, acompañar a Otto Carre-. ¿Tanto os gustan las aventuras que os precipitáis a la primera que encontráis? No parecéis ser de ese tipo de gente adicta al riesgo y las emociones fuertes.
Alzó la copa en un brindis elocuente. -Aunque lo habéis hecho bien, y espero que mañana lo hagamos mejor todos juntos. Hay tantas cosas que pueden fallar…
Miró seriamente a Marcus. -¿Tienes familia? ¿Y tú, Gelbin?
- Gracias. - Respondió Marcus ante el cumplido por parte de Naewen. - Me hubiera gustado reaccionar mejor pero era la primera vez que me enfrentaba a una criatura similar. - Admitió.
Aunque había viajado mucho escoltando a diversas caravanas, nunca había tenido que enfrentarse a seres de ultratumba como aquel. - Me he enfrentado casi siempre a seres más terrenales, y a algún que otro no muerto... pero poca cosa en comparación con ese Yaris Neraken. - Dijo recordando el nombre del fantasma.
- Tuvimos suerte... - Miró un momento a Breol y le guiñó un ojo - y un poco de ayuda... hay que reconocerlo. - Sin el conjuro de su compañero probablemente no lo hubiera contado. Se habría perdido en el torbellino de sentimientos y habría sido presa del fantasma.
Sus ojos siguieron un rato al pequeño pseudodragón. El animal le parecía algo maravilloso. Un portento de la naturaleza desde luego. Pero tanto observarlo le hizo recapacitar. El águila de Air'his lo había pasado mal y el guardabosques ignoraba cómo se encontraba la amiga de la semiorca. Dudaba también que fuera muy sensato preguntar. Quizá sería mejor esperar un poco.
Levantó la mirada justo para encontrarse con la pregunta de Naewen. Dio un trago largo y carraspeó aclarándose la garganta. Sabía que llegaría ese momento aunque le habían dicho que serían más confiados.
Sonrió. - ¿La verdad? - Preguntó mirando a la elfa y luego a Seltyiel y Air'his. Puede que no reaccionaran bien al saberlo. Posiblemente ni Gelbin ni Breol reaccionarían bien tampoco. Y luego estaba Carré... ¿Qué haría él?
- Digamos que a nuestro amigo Carré... - Dijo apoyando una mano en el hombro del hombre. - Le entraron las prisas cuando descubrió que le buscábais. Decidió venir a toda prisa y como os dije nunca dejo atrás a un amigo. - Explicó. - No tengo afán por el riesgo y las emociones fuertes... De hecho he sido siempre un humilde guía de bosque. Guardaespaldas en ocasiones. - Se encogió de hombros. - Pero si cualquiera de vosotros - digo incluyendo a todos los presentes - cayera ahora por un precipicio perseguido por un dragón... No dudaría ni un segundo en lanzarme en pos vuestra por echaros una mano. -
Alzó el vaso como si fuera a brindar de nuevo. - ¡Bree-Yark! ¡Magk Reif!* - añadió utilizando un idioma que confiaba sólo una persona en la mesa entendería. Pero podía equivocarse. El truco del brindis le serviría como excusa si alguien más entendía aquel idioma.
Dio un pequeño trago con una sonrisa. Luego ensombreció su rostro un segundo ante la pregunta de Naewen. Pero enseguida se recobró.
- No, lamentablemente no me queda familia. Mi padre murió hace diez años en PuertoEnigma y era la última familia que me quedaba. - Pero ya había llovido mucho desde aquello.
*Si alguien entiende goblin:
- Bree-Yark es algo parecido a un insulto (aunque en algunos casos significa "me rindo").
- Magk Reif me lo he inventado pero viene a querer decir: "Ahora no puedo hablar".
Aerilaya sonrió, aunque sin alegría, más bien con cierto cansancio. –Hay cosas peores que los no muertos. Personalmente detesto mucho más a los demonios. Hace unos meses una marilith me mató. Los elfos no dormimos de verdad y por eso no podemos tener pesadillas, pero a veces un recuerdo furtivo de eso aun me perturba el trance del ensueño. Y hay cosas mucho peores que los demonios… supongo que este tipo de reflexiones ponen en perspectiva nuestros temores.
La maga frunció el ceño, desasosegada y molesta al pensar en las aberraciones de más allá del espacio y el tiempo que los shalastís parecían haber desencadenado.
-Oh sí, tener un clérigo siempre es útil. Y contra no muertos, doblemente útil. Los dioses conceden dones valiosos a sus servidores –observó la elfa. Y preguntó a Breol-: ¿Qué ha traído a esta región a un clérigo del Señor de la Batalla? ¿O eres de Puerto Enigma?
Pero arqueó una ceja, escéptica, ante la respuesta de Marcus. La forma en que había formulado las frases era curiosa, pero lo dejó estar. Mientras hicieran su parte, supuso que daban igual las razones que los habían traído allí. No creía que el asunto de la Dama fuera supersecreto para la Sociedad, de todas formas, y el daño respecto a los drows ya estaba hecho.
-No, lo siento, hablo fluidamente veintiún idiomas, pero el goblin no se encuentra entre ellos. Nunca he tenido mucho trato, ni interés en tenerlo, con esas criaturas. Y estoy demasiada cansada para invocar magia de comprensión idiomática. Ha sido un día duro.
Inclinó la cabeza a un lado, en un gesto curioso que parecía propio de ella. –Aprecio la lealtad –dijo la elfa seriamente-. Yo también creo que es el primer deber que se debe tener hacia aquellos que confían en ti y te acompañan. Yo siempre he tratado de no dejar a nadie atrás, y a veces me he arriesgado más allá de lo sensato por tratar de no hacerlo. Aunque…
La elfa volvió a parecer muy cansada. –Aunque alguna vez no ha habido otra alternativa. Como esta vez con Gol’Kosh.
Claro que a Gol’Kosh apenas lo había conocido. Dolía más Amalia, Amalia y su mente fracturada para siempre por terribles torturas y abusos…
Miró a Marcus. –Os advierto que si me seguís, riesgo es lo que encontraréis. Muchos me han acusado de vivir al límite, y no se equivocan demasiado. No busco el riesgo por el riesgo y no amo el peligro ni las emociones fuertes. Pero de alguna manera mi destino parecer ser encontrar los problemas más gordos para meterme en ellos… y una mente inquisitiva acaba comprendiendo también que el riesgo es inevitable para avanzar en el conocimiento de la vida. La vida de un aventurero, muy pronto lo verás, es muy diferente a la de un escolta, de caravanas o de otra índole. Es una vida donde se descubre una maravilla y un horror tras otro, siempre con algo inesperado esperando a la vuelta de la esquina. Es esta incertidumbre lo que más me ha atraído siempre de este tipo de vida, aquello que me ha permitido alejarme de mis bibliotecas y laboratorios. Para algunos es el riesgo, para otros es la promesa de riquezas, pero para mí es la maravilla del descubrimiento.
Se encogió de hombros. –Pero riesgos siempre hay. Nuestro fin no será suave si nos pillan los drows. Pero no pensemos en los peligros de mañana, regocijémonos con los dones de hoy.
Pareció apurada ante el rostro ensombrecido de Marcus tras su pregunta sobre la familia. –Lo siento. No pretendía tocar un tema sensible. –Mientras se preguntaba qué habría sido de Rethel y su familia. Esperaba que el humano hubiera conseguido volver a sus tierras y pudiera criar allí a su pequeño. Sin duda esa familia se había ganado el derecho a un poco de tranquilidad.
Escuchar a la elfa que había muerto hacía unos meses no hizo sino aumentar el asombro que Marcus sentía ante los envidiables poderes de sus nuevos compañeros.
De todas formas decidió que era mejor no preguntar tampoco. Debía ser un tema sensible hablar sobre la muerte de uno mismo. Y suponía que habría podido volver a la vida merced a la intervención divina. Algún clérigo lo suficientemente poderoso como para convocar a su Dios para conceder un don así, no debía ser fácil de encontrar. De hecho, Marcus jamás en la vida había conocido a nadie que hubiera visto algo semejante a una resurrección. Sí, había escuchado que algunos clérigos en ciertos lugares del mundo eran capaces de semejante proeza pero también a un alto coste.
Se preguntó si habría sido así en el caso de Naewen. En cualquier caso sabía que la magia siempre conllevaba un precio, y una magia de semejante calibre no debía estar exenta de un gran pago.
Marcus maldijo en silencio cuando la maga no reconoció sus palabras, pero no mostró ninguna reacción exterior. Afortunadamente no era en ella en quien había depositado su esperanza, sino en Air'his. Confiaba en que la druida le entendiera y tuviera el suficiente sentido común para esperar a un momento más íntimo para consultar con el guardabosques.
¿Veintiún idiomas? ¿Había dicho veintiuno? Marcus parpadeó sorprendido. Él ya hablaba varios idiomas y pensaba que eran bastantes, pero veintiuno le parecían una exageración. Suponía que ayudaba el hecho de ser inmortales y tener toda una vida que poder dedicar al estudio de los mismos… pero se preguntaba cómo harían para estructurar su cabeza y no mezclar unos con otros. Después de todo y por lo que él sabía, muchos de los idiomas no tenían nada que ver entre sí. Desde luego el Goblin y el Silvano no se parecían en absolutamente nada. Uno lleno de sonidos cortos y guturales, y el otro de notas dulces y melodiosas.
- Sólo era un brindis. – Se apresuró a responder. – Disculpad, una antigua costumbre. – Dijo brevemente como si no quisiera explicar más del tema.
- Respecto a acompañaros. Como dije iré a donde vayáis. Podréis contar con mi espada… si lo deseáis. – Indicó con esa última puntualización. Tampoco iba a obligar a nadie a que le permitieran acompañarles. – Pero me pregunto una cosa… ¿Nunca habéis deseado una vida tranquila? Una vida en paz… Quizá asentaros y formar una familia… - Preguntó. – Entiendo que os maraville descubrir cosas nuevas, pero eso es algo que no podéis hacer eternamente. Bueno sí, pero no entiendo cómo a alguien podría llenarle eso por los siglos de los siglos. No sé. Creo que hay que aspirar a algo más que al mero descubrimiento. O que al hecho de aumentar los propios conocimientos. –
Marcus no se imaginaba así mismo de aventuras hasta los 70 años. De hecho ya se consideraba algo mayor para ello. Quizá siguiera en el asunto unos pocos años más, pero aspiraba a retirarse y poder vivir plácidamente el resto de su vida.
Supuso que en el caso de los elfos, con una infinidad de años por delante, la forma de ver las cosas sería distinta.
Finalmente, ante la disculpa de Naewen agitó una mano indicando que no era necesario. – No os disculpéis. Pasó hace mucho ya, y debería ser capaz de hablar sobre ello, aunque sigue siendo una herida que a veces se reabre… -
La elfa sonrió con amabilidad ante la expresión de Marcus. –Sí, la muerte es una experiencia muy perturbadora. No se la deseo a nadie… a casi nadie –se corrigió, y por un momento la expresión de su rostro delató que sí había alguien a quien le deseaba eso, y puede que aun peor-. Procuraremos eludir semejante experiencia. Por lo que a mí respecta, con una vez me ha sobrado y bastado.
Los ojos de Aerilaya reflejaron por un momento cierto dolor y confusión, pero luego se animó.
-Sí, más de veinte. Veintiuno o veintidós. Llegado a un punto pierdes la cuenta... –Pareció divertida ante el asombro de Marcus-. He vivido durante décadas en países variados. Otros son idiomas planares o lenguas muertas o secretas útiles para mis estudios. Durante años ayudé a mis maestras en sus convocaciones, y os aseguro que confiar en magia de traducción cuando tratas con algunos de esos seres no es lo más sensato. Y te cansas de estar tejiendo conjuros de comprensión mientras intentas durante meses enteros descifrar los misterios de civilizaciones ya extintas por libros que hoy en día ya nadie comprende. A decir verdad, algunas de esos idiomas sé cómo se leen, pero no cómo se hablan. Nadie lo sabe hoy en día.
Se encogió de hombros, pero la por la forma en que hablaba era obvio que le encantaban aquellas actividades, y no le importaría estar ahora en su casa con uno de esos polvorientos volúmenes.
-Aunque con algunos idiomas, quien sabe. Hace poco nos encontramos con un korvosano que se ha unido a esos despertados de Thassilon. Increíble pensar en eso… gente permaneciendo en estasis durante once milenios y volviendo ahora… supongo que con ellos pululando por Varisia el thassiloniano ya no puede ser considerado una lengua muerta. Me pregunto si acabará pasando lo mismo con el azlanti antiguo. –Y sonrió-. ¿Sabes lo más irónico relacionado con los idiomas? Que no importa cuantos conozcas, antes de que te lo esperes acabarás necesitando uno que no conoces. Me pasa continuamente... tengo en mi equipaje un antiguo libro que no soy capaz de leer y que es impermeable a adivinaciones y conjuros de traducción. Así se ríe Desna de nuestros orgullos. Pero ah, acabaré aprendiendo también ese maldito lenguaje...
Pero alzó su copa también, imitando su brindis. -No pierdas tus tradiciones por nosotros. Mantener ciertas tradiciones es bueno. Y claro que os acepto. Nunca rechaces la ayuda de compañeros bienintencionados y dotados. Es demasiado fácil encontrarte transitando en soledad por los difíciles caminos de la vida… Me alegro que hayáis decido uniros a nosotros. Ya nos iremos conociendo mejor.
Ante el comentario de Marcus, asintió. –No he estado aventurando cada día de mi vida. Normalmente intercalo un periodo de exploración de lugares remotos con periodos más tranquilos de investigación y estudio. Me conocen en prácticamente todos los centros de saber de los lugares que he visitado. –Sonrió, una sonrisa pícara-. Y en algunos temen mi regreso. Los bibliotecarios del Forae Logos de Absalom acabaron por darme una llave de la puerta de atrás para que les dejara tranquilos. No de las secciones reservadas de su biblioteca, claro, solo del recinto principal hacia las salas de lectura generales. Acabaron hartos de que apareciera por allí a horas intempestivas. Y durante estos periodos de estudio nunca me dedico sólo a eso, el cerebro necesita estímulos muy diversos. Durante esa época suelo visitar teatros, busco los lugares donde actúan los mejores bardos, y acudo a salas de baile, e incluso a algún que otro templo de Calistria. Durante esos periodos busco gente con la que disfrutar de conversaciones entretenidas, y compañeros con los que compartir algunas noches. Hay que saber equilibrar diversión, relajación y estudio.
Suspiró. –Pero familia… todo el mundo ha pensado en eso alguna vez. Y admito que en esta época de mi vida estoy muy hambrienta de algo más que familia… me gustaría encontrar un sitio donde pertenecer, al menos por un siglo.
Se encogió de hombros, en un ademán que era casi una disculpa.
–Pero el caso es que soy muy inquieta. Nunca he logrado permanecer en el mismo lugar durante mucho tiempo. Al cabo de un par de años, como mucho unas décadas, siendo la necesidad de volver a viajar. Pero ahora es diferente a antes… ahora tengo la capacidad de trasladarme con gran rapidez y volver instantáneamente a mi hogar. Creo que estoy preparada para iniciar una nueva etapa de mi vida. Ahora podría viajar cuando sintiera esa necesidad, pero volver asiduamente a casa. No sería como antes, cuando volver era prohibitivo con llegar más allá…
Sonrió levemente, aunque también un poco triste. –Quizá lo complicado sea encontrar ese lugar al que llamar hogar. No siempre es tan fácil encontrar un lugar al que pertenecer.
Asintió comprensiva ante el último comentario de Marcus. –Lo siento, veo que es algo doloroso. Si algún día quieres hablar de ello, estaré contenta de escuchar. A veces compartir los recuerdos dolorosos ayuda a atenuarlos. Pero sé muy bien que a veces es mejor no remover el pasado. Y nadie mejor que nosotros mismos para saber cuándo ha llegado el momento de abrirnos a otros.
Esta vez esbozó una sonrisa sincera. -Pero no os sintáis obligados a hablarme tan formalmente. ahora somos compañeros, vamos a compartir esfuerzos y riesgos, así que bien podemos compartir también un tratamiento más sencillo.
Breol esperó pacientemente a que la elfa terminase para responderle a su anterior pregunta. Parecía que aquel hombre solo se apresuraba en la batalla, y el resto del tiempo meditaba y digería bien todo antes de hablar.
- Voy allá a donde me lleva la paga y la batalla.- Dijo en un tono calmo y pausado.- Y no, no soy de Puertoenigma.
Marcus sonrió. Asi que la Capitana de aquel grupo tenía sentimientos. Odiaba a alguien con tanta intensidad como para desear su muerte. Se preguntó quién sería, pero eso era el pasado de Naewen y ahí debía quedarse.
Marcus se maldijo mentalmente. Ahora estaba con criaturas que vivían muchísimo más tiempo que los humanos. Debía comenzar a pensar de otra manera. Estaba claro que para ellos pasar unas décadas estudiando idiomas no era nada. No, y menos para ella. Naewen parecía disfrutar enormemente con cualquier materia de estudio. Parecía que cualquier cosa nueva o incomprensible para ella, cualquier enigma, era el mejor regalo que podía hacerse a esa elfa.
Sonrió. En cierto modo la envidiaba. – Algún día te pediré que me enseñes ese libro. – Comentó. Un libro impermeable a adivinaciones y que alguien como ella aun no había conseguido traducir, seguro que era algo interesante de ver al menos una vez. Aunque hoy no era ese día.
La vida de aquella mujer parecía muy interesante y dotada de infinitos recuerdos. De nuevo se vio sopesando cómo sería la idea de no temer morirse de viejo. Un sitio al que pertenecer al menos por un siglo… Para Marcus aquello no era pedir poco. Y aunque le sorprendió que fuera tan franca el explorador lo ocultó bien. ¿Conversaciones entretenidas y compañeros con los que compartir algunas noches? No era capaz de imaginarse a la elfa buscando ese tipo de compañías, pero la verdad era que acababa de conocerla.
- Bueno… - Comentó. – Los elfos poseéis una vida longeva. Estoy seguro de que tarde o temprano encontrarás lo que anhelas. Ese hogar. – Dijo firmemente convencido. Sólo era cuestión de seguir buscando.
Desvió su atención al resto de compañeros por si alguno quería intervenir. Quitando a Breol habían permanecido muy callados en el último tramo, y Breol aunque había hablado, era parco en palabras, como siempre.
Selt se había quedado callado durante un buen rato, en parte cansado, en parte con pocas ganas de socializar. Pero parece divertido ante el brindis de Marcus.
-Oh, vaya, goblin. Tienes gustos exóticos en idiomas -le dice a Marcus, aunque algo en la forma de mirarle indicaba que no le convencía aquella explicación. Selt podía no entender el goblin, pero entendía el lenguaje gestual de las personas. Pero en vez de insistir sobre eso, sonríe ante la ingenuidad de Naewen, que no parecía haberse enterado de nada-. Más de veinte idiomas es suficiente precisión, capitana. Haces que me duela la cabeza solo de imaginármelo. Por cierto, yo también quiero ver ese libro. ¿Cómo se consigue un libro impermeable a adivinaciones? ¿Y de qué trata?
Tras el brindis añade: -La lealtad es una gran cosa. Aunque en mi experiencia es rara de encontrar. Yo me conformo con que no me apuñalen por la espalda.
El tema de la familia no era algo al que Selt pudiera aportar mucho, pero escucha a sus dos compañeros mientras aprovechaba a echarse al coleto parte del contenido de su jarra. -¿Quién fue? -preguntó de pronto a Marcus-. ¿Tus padres, un hermano, tu esposa, tus hijos…? -dando por sentado que aquel dolor del humano se debía a alguna muerte. Selt se encogió de hombros, era inevitable, cosa de la vida. Sobre todo si vivías en Puerto Enigma.
Pero luego añade: -Siempre pasa algo. Es ley de vida. ¿Y has pensado tú en hacer lo mismo, buscarte una familia? -inquiere-. Aunque la verdad, Marcus, te diré que no me pegas nada en Puerto Enigma. Normalmente la ciudad se traga a gente como tú. La traga, la tritura y la escupe hecha pedacitos. ¿Qué te retiene allí? Todo el mundo dice que Magnimar es mucho mejor.
Se vuelve hacia la capitana. -¿Un lugar al que pertenecer? Pero tienes a tu familia en Kyonin, ¿no? Nunca has dicho nada sobre ella, pero has dado a entender que tienes allí a gente. ¿Por qué no vuelves sencillamente a casa, y ya está?
Breol sí que era rácano con las palabras, je. Alguien debería decirle que no cobraban por sílaba pronunciada. -¿Y de donde eres, Breol? -pregunta Selt.
Selt mira a Gelbin y a Air'his, animándoles a unirse a la conversación.
Marcus cayó en la cuenta de que Selt había pasado mucho tiempo en Puerto Enigma. Más que él incluso, que se había pasado toda la vida allí. A lo mejor… bueno, a lo mejor sí que podía ayudarle.
- Fue mi padre. – Contestó. – Le asesinaron hace ya mucho tiempo. – No hacía falta que dijera que había sido en Puerto Enigma.
El hombre sonrió alejando aquellos funestos pensamientos de su cabeza.
- Y aunque he pensado en ello… - dijo refiriéndose al hecho de formar familia. – Tengo asuntos pendientes incompatibles con formar una familia. – Comentó sonriente. – Ya tendré tiempo después. Además no he encontrado a la adecuada. – Estaba claro que Marcus tenía claras sus prioridades.
- Comprendo que te parezca que no pego con Puerto Enigma. La verdad es que la ciudad no pega conmigo. Mi padre era cazador y me crió fuera la ciudad. He pasado más tiempo en los bosques de alrededor que en la propia ciudad, aunque era imposible no tener que pasar de vez en cuando por alguno de los puestos de la ciudad para intercambiar pieles y otros materiales. – Explicó. – Aunque la conozco y sé moverme por ella, estoy seguro de que muchos de sus secretos los conoces tú mejor. – Admitió.
Luego se encogió de hombros. – Desde que mi padre murió sí he pasado algo más de tiempo en la ciudad haciendo averiguaciones y algún que otro trabajito protegiendo a gente. De algo tenía que vivir. – Explicó. – Sin embargo hay gente a la que no le ha gustado e incluso enviaron a algunos matones a por mí… Pero o no les he molestado lo suficiente o no me querían realmente muerto. – Comprendía perfectamente que si hubiera tocado las narices a alguien demasiado poderoso, era probable que a esas horas ya fuera comida para los gusanos.
- Quizá cuando todo acabe pueda ir y establecerme en Magnimar. – Continuó aunque lo veía poco probable. La idea de Seltyiel no le parecía mala. – Pero como ves aun tengo cosillas que resolver. -
Aerilaya sacó el libro de su bolsa. Era un volumen no muy grande –los tenía mucho mayores en su equipaje-, aunque quizá gente no acostumbrada a tratar con grimorios y códices pudiera pensar que sí lo era. Estaba encuadernado con el cuero de algún animal ártico, con remaches en marfil. La maga lo abrió, mostrándoles a los otros la escritura, que brillaba débilmente como hielo reflejando el sol del mediodía. Aerilaya sabía que aquel era el idioma de las castas superiores de Irrisen tras la llegada de las brujas, pero no sabía más.
-Está escrito con polvo mentira de Irrisen –informó lacónicamente-, por eso es impermeable a magia de adivinación. Ya encontraré a alguien que me lo descifre, o alguna fuente de la que aprender el idioma. Por los países sureños por donde me he movido hasta hace muy poco tiempo encontrar esas fuentes era poco menos que imposible. En realidad no es un libro tan raro. Traigo conmigo dos copias de un libro que muestra pasajes ligeramente diferentes según quien lo lee. Una copia la hice yo, otra me lo hizo un copista. Y tengo memorizada una tercera copia perteneciente a una de mis antiguas maestras. Quería comprobar cuanta variación había entre distintas copias del original, y efectivamente las tres son muy semejantes, pero ligeramente diferentes. Eso sí son cosas extrañas –sonrió levemente-, aunque el libro sagrado de Nethys hace algo parecido, en todas y cada una de sus copias. Pero ese es un pequeño milagro divino que nadie entiende. El libro cuyas copias porto parece existir al margen de las reglas normales de este universo. También llevo algunos libros, que si bien no tan extraños, podrían pareceros exóticos.
Tras dudar un momento, sacó otro libro de la bolsa. Este era un libro mucho más voluminoso, de guardas negras aparentemente anodinas, con un título escrito en idioma kellish.
-Bestiario de incomparable realismo –tradujo ella-. A los de Nex les encantan este tipo de cosas. Usan la magia para muchas cosas mundanas. Este tipo de libros animados por ilusiones tampoco son raros en Kyonin. La magia implicada es bastante sencilla.
Pasó un par de hojas, para que vieran que las ilustraciones de las criaturas del bestiario eran pequeñas ilusiones que, cuando era animadas, se revelaban poseedoras de movimiento, olor, e incluso sonido.
Aerilaya escuchó el intercambio entre Marcus y Seltyiel y dirigió una mirada comprensiva a Marcus. Aquellos eran temas que costaban superar. Esperó que encontrara a su ilduliel y pudiera obtener venganza.
-Sí, tengo familia en Iadara. Siete generaciones. Y varios otros linajes emparentados con mi familia. Solo tengo un hermano, mucho más joven que yo. Es solo un adolescente… aun no ha cumplido el siglo. Mis padres viven en la torre familiar -se encogió de hombros, era lo normal en Kyonin debido a la longevidad élfica. Al contrario que los humanos, los elfos no buscaban independizarse y marcharse lejos de sus parientes de mayor edad, de modo que solían vivir en torres familiares, que eran compartidas por seis o siete generaciones-. Pero por el momento volver allí no es una opción para mí. Es complicado. Aunque regreso a veces de visita.
El tono reservado de la maga indicaba que no quería hablar de ello.
-¿Y sabes quien hizo eso a tu padre? -preguntó a Marcus-. ¿Y por qué?
Air'his estaba sentada con los demás pero tenia la mente en otro sitio recordando el "mal viaje" que había tenido con la dichosa caja mágica y con la conversación con Naewen, -Si, debería llamarlos y que me ayuden a purgar con fuego y a hundir después bajo las aguas esta condenada isla-
El sonido gutural de un idioma largo tiempo olvidado le devolvió a la realidad, Marcus la miraba tras decirlo -¿Que habrá dicho?, supongo que pensará que se goblin por ser orca... malditos racistas....- Air'his simplemente levanta la copa y bebe después de él.
El resto de comensales comenzaron ha hablar de familia -Mmmm... familia, ¿alguna vez había tenido de eso?, ¿las bestias que he domado se pueden llamar familia, mi hermana alada se puede considerar familia, el resto de druidas del concilio se pueden denominar como familia?.... quizás....
Volvió a salir de su mente al escuchar hablar a Marcus sobre su vida, parece que esta muy ligado a la madre y eso gustaba a la druida que asintió con la cabeza su historia. -No te apegues tanto al pasado, tu padre ha vuelto a la tierra que le dio la vida, todos morimos devolviendo el préstamo que nos hizo la madre y en su vientre renacemos en otras vidas para que experimentemos todas las maravillas que ofrece.- Sabia que ellos no lo entendían, habían perdido su esencia natural. -Puede que algún día lo entiendas.... cuando te llegue tu hora.
- Tengo un nombre. – Admitió Marcus a Naewen. – Después de patear unos cuantos traseros se lo saqué a un tipo que murió al día siguiente… Lo que me indica que la información era fidedigna. – Claro, mucha casualidad era que el tipo muriera el día después de que Marcus le hubiera interrogado con éxito.
- Un Silenciador* de Puerto Enigma que camufló el asesinato como si se tratara de un robo en el Distrito del Muelle. – Explicó.
- Pedí ayuda a Cromarcky pero dejó correr el asunto… casi como si estuviera tapando algo. Lo que me deja claro que el asesino trabajaba para alguno de los Señores del Crimen de la ciudad. – Continuó. – En cuanto al por qué… lo ignoro. Mi padre no tenía deudas de juego, no pasábamos apenas tiempo en la ciudad… no se mezclaba con malas compañías… - Se encogió de hombros. – Pero averiguaré la verdad pronto. -
Movió la mano para intentar cambiar de tema, no parecía el momento ni el lugar adecuados para continuar con un tema tan poco grato.
Los comentarios de Air'his, aunque podían sonar extraños… en cierto modo recordaban a Marcus a su padre.
- Sabes Air'his… Mi padre, Rengar, hablaba como tú. – Comentó dejando escapar una sonrisa. – Tienes razón, no me apegaré al pasado… siempre procuro evitarlo… pero sí quiero saber quién ordenó aquello y por qué. Necesito comprenderlo. -
* Silenciador: En jerga de Puerto Enigma es un asesino de alquiler, normalmente uno mantenido semipermanente en nómina.
-Todo el mundo tiene derecho a venganza… Espero que Calistria te sonría. El asesinato es algo despreciable. ¿Cuándo ocurrió?
La maga se encogió de hombros. Estaba fuera de lugar en Puerto Enigma, una ciudad que le era desconocida. Miró a Seltyiel, el experto local.
-Aunque no sé yo si esa ciudad no sufrirá tiempos convulsos muy pronto. Drows en la puerta trasera, perros de Tindalos sueltos por allí… diría que algo se está gestando.
Selt sonríe ante lo de que seguro que sabía moverse mejor que Marcus por la ciudad. Quizá eso no fuera desacertado. Había dos niveles para ello. Si no estabas en el juego, seguro, podrías hacerte una vida allí, podías conseguir dinero si los negocios te iban bien, y podías hacerte un nombre en las mareas superficiales de la ciudad, pero sólo si entrabas en el juego podías ver de verdad la ciudad. De lo contrario sólo te quedabas en la superficial. E incluso si entrabas en el juego, solo ibas a ver parte de eso. Solo los peces gordos lo veían todo… o casi todo.
Pero escucha a Marcus con expresión ociosa. Lo que explicaba no le impactó, era el pan de cada día en un estercolero como Puerto Enigma.
-¿Qué nombre, si no tienes reparo en decirlo? -inquiere, sin presionar. Decirlo o no era cosa de Marcus-. ¿Y sabes los de esos matones, o algo de ellos? -dependiendo de a que grupo pertenecieran podría implicar una cosa u otra.
Pero sacude la cabeza ante la ingenuidad del guerrero. -Pedir ayuda a Cromarcky es inútil. Ése no es un agente de justicia, sólo se preocupa porque los grupos de poder no entren en guerra abierta, y solo porque eso es malo para los negocios. De él no obtendrás justicia, sólo favores, y sólo si le beneficia a él. Es un pacificador, eso es todo. La justicia le trae al pairo.
Selt termina de echarse al coleto la bebida y lo deja por hoy. Nada de pasarse cuando se estaba en faena. -Así que tu padre era un buen chico y aun así se metió en la prensa y fue estrujado. Eso no es raro, ¿sabes? Es fácil meterse en medio de algo que no entiendes. O quizá se negó a pagar su cuota a un grupo emergente. Eso también pasa. De todas formas, ¿no tienes ninguna idea? A alguien fuera del "juego" se le envía matones, no asesinos. Los matones son baratos. Los asesinos son profesionales bien pagados y con agendas selectas. Su tiempo es valioso.
El elfo explica esto con voz indolente, como dejando claro que no se metería en aquello si Marcus le cerraba la puerta. Ni era un paladín ni tenía el gusanillo de la curiosidad como la capitana, je.
-Por cierto que deberías preocuparte también por quien te dio esa información. Puede tener motivos propios para haberlo hecho. ¿A qué se dedicaba tu padre, por cierto?
Sonríe ante el comentario de la capitana sobre el favor de Calistria. -Apuñala con el corazón -recitó la sentencia calistriana-. Me recuerdas a mi madre, Naewen. Pero debemos buscar la venganza porque no es bueno dejar que nos pisoteen, eso abre las puertas a futuros abusos. No por simple satisfacción. Al final la satisfacción es simple polvo en nuestras manos.
Pero la mira sugestivo. -Hay otros aspectos de Calistria más agradables. -Se ríe y cambia de tema-. Así que siete generaciones… impresionante. Me pregunto cómo será vivir así.
Pero era otra consideración ociosa. En vez de eso, Selt coge los libros de la capitana. Primero el bestiario, porque era una cosa curiosa sin más. Curiosa y lujosa sin sentido. Selt se admiraba de la gente que desperdiciaba magia en cosas tan triviales. Aunque a los adinerados les gustaba presumir de esas tonterías, claro. Tonterías caras que les permitían hacer ostentación de su fortuna. La mayoría de esas tonterías venían de lejos, como aquel libro. Claro que para ella no parecía ser un capricho de rico. Tal vez era a cosas como esas las que se dedicaban los magos verdaderos.
-¿Sabrías crear estas ilusiones? -Selt se queda mirando a un bicho especialmente feo en movimiento. Nunca se había planteado aquello, ¿cómo las fijaban de forma permanente? Una a una sería un dispendio increíble. Era una magia cara la de la permanencia-. ¿Sabes? Sé hacer ilusiones, pero son cosas efímeras. Ahora que lo pienso, toda mi magia es efímera. No sé hacer cosas que perduren con ella.
Pero luego coge el libro escrito con ese Polvo Mentira, fuera lo que fuese ese polvo. Aquello era más intrigante. -Normalmente se protege lo que es valioso. Merece la pena que lo intentes. Aunque igual es solo alguna tontería importante para las creencias de un grupo en particular.
Y sonríe ante la referencia del libro que ofrece diferente información según quien lo lee. Sabía a lo que se refería, ya habían hablado de él antes. -Es un libro extraño ése. Ha traído tiempo de cabeza a los eruditos como tú. Fascinaba a mi maestro en el arte también. Tenía también una copia.
Marcus miró el fondo de su vaso vacío y respondió primero a Naewen.
- Hace mucho de ello. Han pasado diez años ya. – Indicó.
Había hecho lo posible dados sus recursos y escasos contactos, y aunque le había llevado tiempo había acabado obteniendo un nombre… Pero también sabía que debía dejar enfriar las cosas para que pensaran que lo había dejado correr y no buscarse más problemas por el momento.
Observó luego a Seltyiel y mantuvo la mirada del elfo mientras pronunciaba un nombre.
- Waltom Rowle. – Los ojos de Marcus se entornaron levemente estudiando las facciones de su nuevo compañero por si el nombre le decía algo. Estaba seguro de que le conocería, igual que Marcus. Era un hombre conocido en Puerto Enigma, aunque los motivos que le habían llevado a asesinar a su padre le eran por completo desconocidos al explorador.
- Esos matones probablemente no sigan con vida. – Explicó. – Cuando llegué al callejón logré acabar con dos de ellos y ahuyentar al resto, aunque fue tarde para mi padre. Les estuve rastreando un par de meses y al final di con uno de ellos. Me confesó que tenían que hacer que pareciera un robo pero el encargo era asesinar a mi padre. – Continuó. – Le dejé libre… aun no sé muy bien por qué. Evidentemente dos días después apareció muerto en otro callejón. El resto habían desaparecido. – No lo dijo en voz alta pero estaba seguro de que les habían liquidado para que Marcus no pudiera seguir tirando del hilo. – Parece que ese tal Rowle es un asesino profesional como indicas. Es humano y fue el que hizo el encargo a ese grupo de matones… -
- Respecto a que mi padre fuera un buen chico… Eso creo… al menos que yo sepa, pero podría haberme ocultado algo. Era cazador… solamente eso. – Explicó. – Y no te preocupes… la información es buena. El matón no mentía. – Dijo, y parecía plenamente convencido de ello. El tal Rowle se había encargado de eliminar a los matones supervivientes y Marcus estaba convencido de que le había seguido la pista para ver si el propio Marcus seguía indagando. Era mejor darle tiempo... y golpear cuando el asesino no lo esperara. Pero no quería matarlo... sólo quería saber quién le había encargado la muerte de su padre, y sobre todo por qué.
Por suerte pronto cambiaron de tema, y el libro de las ilusiones de Naewen fue una buena distracción. Marcus permaneció en un discreto segundo plano, admirando cada ilusión pero sin decir nada más.
-Qué ciudad tan ruda es Puerta Enigma. Parece peor que Kaer-Maga incluso. Esa es una ciudad dura, pero parece más organizada -observó la elfa, pero se movió hacia Marcus, y posó una mano sobre su hombro en ademán de apoyo y consuelo-. Lamento lo que le sucedió a tu padre. Aunque es algo extraño si no está metido en los asuntos de las mafias de Puerto Enigma. ¿Tal vez sorprendiera alguna negociación u operación delicada por casualidad…?
Dedicó una sonrisa a Selt.
-No te sientas mal, pocos magos se preocupan por un arte que cree cosas que perduren. Esa es quizás una diferencia entre la magia humana y la elfa, a los elfos nos gustan las cosas que perduren, aunque sean más lentas de conseguir. Sí, sé crearlas. Hay conjuros para crear ilusiones permanentes, más sencillos de los que estás pensando. Aunque al mismo tiempo, más costosos en tiempo de tejer. Pero merece la pena. Y sí, algún día conseguiré descifrar ese cuaderno de Irrisen. Pronto, espero.