- He sido sincero en todo momento señor.- Dijo el ser mirando de frente a Marcus con cierta diversión espeluznante.- Pero imagino que lo que necesita es concreción, y ahí hay poco que añadir. No hay nada que gane con esto, simplemente es una información que no cambiará en nada el que la sepan o no. Y que comprueben que no es tan terrible hacer negocios con nosotros es un pequeño plus a la deliciosa alteración de posibilidades que ese acto introduce.
Marcus frunció el entrecejo. Aquel tipo no estaba siendo sincero con él… o no al menos en la parte que a la esencia del trato se había referido. Y el tal señor Blanco lo sabía. Aunque a su retorcida manera creyera que había cumplido y había sido sincero.
Estaba bien. Qué demonios, no dejaría que un tipo como aquel creyera que podía derrotarle en un duelo, ni aunque fuera dialéctico.
- No me convence su respuesta, pero soy un hombre de palabra. – dijo mostrando una sonrisa.
Acercó sus pasos hasta Naewen y, sin dejar de mirar a los ojos de la elfa, le comentó en voz algo más baja.
- ¿Nos vamos un rato a un lugar algo más privado? – Por mucho que la deseara, ésa no era la forma. Y los ojos de Marcus eran transparentes en ese sentido. Algo contradictorios, eso sí, puesto que por un lado pedían a gritos que Naewen aceptara y por otro lo contrario, que se negara para así chafar las expectativas del Señor Blanco en su cara.
Aerilaya sonrió, se acercó al humano y le pasó los brazos al cuello. Le besó lenta, profundamente, sin importarle el público. Aun con los brazos en torno a él, le dio su respuesta.
-No, amigo. Ésta no es manera ni éste es lugar para eso. El grupo no debería separarse tampoco. Y no me gusta que me vengan con esas. Si el Señor Blanco me conoce tan bien, debería saber que reacciono mal a ese tipo de intentos. Mal o muy mal. Además, no creo que fuera buena idea ni aun en otro lugar y momento, en otras circunstancias. Podría ser divertido, sí, ¿pero es eso lo que quieres? Yo diría que no.
Se separó de Marcus y le sonrió al ajeno, burlona, aunque sin hostilidad.
-Coincido contigo con que acabaré tropezándome con el problema. Tengo talento para eso. Por lo que a mí respecta, quédate con tu información, lengita.
Mas visiones, mas ilusiones, mas locura, la mente de la druida empezaba a estar saturada y eso se iria reflejando es su salvaje estado de animo. -Empiezo a estar harta de este maldito sitio. -Alego tras la ultima vision en la a que se veia a la mujer grabando runas con sangre en el suelo, en esta ocasión estuvo tentada de lanzarse a esas runas, pero por fortuna resistio. -Tenemos que salir de aqui. -Le respondio a Seltyiel
Por fin ,ante ellos, la figura que vieron inicialmente en la cubierta del barco, pero esta vez con dos amigos, Air'his estaba mentalmente agotada por las visiones y no tenia fuerzas para unirse a la conversacion, solo miraba con cara de odio a los causantes de su sufrimiento y de vez en cuando, incredula por lo que sucedia, a la nueva pareja, Marcus y Naewen. -¿Es que todos los varones quieren copular contigo?, los varones siempre pensando con lo mismo.....
Reunion con el grupo
La druida escucho las palabras de todos y las posibles vias de escape, tenia claro que no permitiria que corrompieran el mar, lugar de toda la vida, pero esperaba a que todos hablasen antes de decirles que ni muerta iba a permitir eso, gracias a la diosa ellos tambien pensaron lo mismo. -Me alegra de todo corazon que aprecies la vida y no opteis por la solucion mas facil, corromper el mar es corromper el mundo entero, dicho esto, ¿no sabemos ninguna otra manera, sin usar tu anillo, para desterrar a su lugar a ese "mocoso"?
Para Air'his, todo esto era nuevo, quizas por eso estaba aqui, para aprender y dejar de estar tan cerrada, si queria proteger de verdad a la madre tendria que saber todo lo posible sobre las interferencias que hay con ella, y estos habitantes de Leng parece una de ella. No tenia ni idea de como proceder, ni la mas minima, si fuera por ella convocaria todas als bestias que es capaz de incovar y arrasaria con todo lo que estuviese dentro del barco, pero ni siquiera sabia si el "mocoso" era un ser vivo como los tres individuos con los que habian hablado o era una especie de ente.
-Si no has mas remedio, usemos tu anillo, capitana, pero deberia ser nuestra ultima opccion.
A pesar de que su último comentario al Señor Blanco había sonado un tanto seco, Aerilaya no estaba enfadada ni ofendida por las maniobras del lengita. Aquellos seres llevaban la negociación en su misma naturaleza, y era esperable el intento. Incluso estaba algo divertida por el intento de traer algo de caos a aquel grupo. Si hubiera aceptado la propuesta, sin duda que, como el Señor Blanco había dicho, se habrían abierto peculiares caminos en la interacción del grupo y la forma en que venían las relaciones entre ellos. Para que luego dijera que no intentaba traer disensión al grupo… ah, disensión no había sido la palabra adecuada, de acuerdo. Pero la idea venía siendo semejante.
-¿Es que todos los varones quieren copular contigo?, los varones siempre pensando con lo mismo... -gruñó Air'his, dirigiendo una mirada peculiar, enfadada, a Marcus y a ella. Aerilaya parpadeó ante aquella mirada, sin entenderla. ¿Qué culpa tenían ellos de las intenciones del lengita? ¿Estaba celosa la druida?
-El deseo es parte de lo que nos hace estar vivos. El regalo de la diosa Calistria a los mortales, en los albores de la creación. No es algo malo -dijo la elfa, encogiéndose de hombros-. Cuando volvamos a la civilización deberías buscar un amante, Air'his. Últimamente te veo tensa y quisquillosa -le aconsejó seriamente.
Pero ya no había más que discutir. Respecto al problema que les preocupada, parecía haber ganado la opción del Deseo. La elfa asintió con la cabeza, aunque lo sombrío de su expresión indicaba que estaba preocupada por las repercusiones que pudieran suceder.
-Entonces lo haremos desde nuestro propio barco. Es posible que este barco desaparezca totalmente junto con la criatura del Vacío. Pero antes de nada… dejadme intentar averiguar algo más de lo que ha sucedido aquí. Puede ser nuestra última oportunidad, y quisiera saber qué pinta el azlanti en todo esto.
-Si no has más remedio, usemos tu anillo, capitana, pero debería ser nuestra ultima opción -objetó Air'his a última hora.
-¿Te piensas que estoy proponiendo esto como primera opción? ¿Has escuchado todos mis razonamientos y dudas anteriores? ¿Y todo lo que han dicho Marcus y Seltyiel? -inquirió la maga, exasperada-. Por supuesto que he propuesto esto como ULTIMA opción. ¿Crees que me hace feliz jugar con la realidad misma? ¿Ininuas que soy tan vana, tan megalómana, que quiero hacerlo? Si tenías una sugerencia mejor, tenías que haberla dicho. Aun estás a tiempo… ¿cuál es tu brillante sugerencia, Air'his?
Aquella respuesta era inusitadamente dura para provenir de ella, pero Aerilaya estaba ofendida. Aquel comentario de Air'his era como llamarle a la cara negligente, amén de haber demostrado que no había seguido las discusiones del grupo sobre aquel asunto. Ninguno había podido encontrar una solución mejor, y si la había, desde luego ellos no la veían. Si Air'his no quería compartir la responsabilidad de la activación de aquella poderosa magia, que así fuera. Tsadok tampoco había querido cuando usara el primer Deseo del anillo, y nadie le había reprochado nada. Pero que lo dijera a las claras, leñes, no se escudara tras aquellas evasivas.
Aerilaya retrocedió para recoger los cuerpos que habían encontrado anteriormente; pensaba usarlos como foco para una adivinación, más adelante. Ahora sólo tenían tiempo para un intento, de modo lo hizo usando como foco el propio barco. No se perdía nada por probar, y un lugar donde habían sucedido cosas tan graves era un foco potente.
Una vez en el propio barco, se puso el anillo de John y lo contempló por un momento. Seguía siendo un objeto que le daba reparo y maravilla a partes iguales. Y aunque les había dado a los otros el nombre por el que se lo conocía en aquella parte del mundo, un nombre importado de las exóticas leyendas sobre los genios de Qadira, interiormente ella no podía menos que pensar en aquel objeto con el nombre que se le daba en Nex: Capricho de Nethys, o los Tres Caprichos de Nethys, La verdad es que la denominación nexita resultaba más acertada que la qadirense, por más que fueran las leyendas de este último lugar las que tuvieran más amplia difusión.
Pensó en cómo formular el Deseo. Era algo complicado. Sabía que podía hacerse de forma que hubiera alteraciones mínimas en la realidad, o incluso sin rebotes indeseables. El legendario archimago Nex lo había usado extensamente para remodelar todo el país que llevaba su nombre. La Aguja de Nex a las afueras de Absalom había surgido también de un deseo suyo y un cristal de su semiplano privado. Pero ella no era Nex. Le separaba un abismo de conocimientos y experiencias -y poder- del mítico archimago.
Activar el deseo era fácil; conocía bien la sintaxis prescrita para hacerlo. Darle cuerpo, no tanto. Pensó en la sencilla formulación que había usado para curar a Sivanoshei, y en cómo se había alterado. La petición de curación y recuperación de la mente dañada de la elfa, de recuperar sus memorias y personalidad perdida, se había cumplido, pero a costa de hacer retroceder a la mujer a una edad de tres años. Un bebé de ojos incomprensiblemente sabios, con un conocimiento del mundo imposible para su edad. Suspiró. No había acotado bien aquella formulación… demasiado sencilla, quizás. Debería haber especificado que la devolviera al estado en que era antes de ser mutilada tan salvajemente… pero un estado mucho más cercano que su niñez.
Si había fracasado en la formulación de algo tan sencillo, tan fácilmente acotable, ¿cómo esperaba tener éxito en aquella remodelación de la realidad, incomparablemente más ambiciosa? Aerilaya se sintió agobiada, pero se centró en el problema.
Los libros de texto seguían aconsejando exposiciones sencillas, sin demasiados adornos. Los adornos proporcionaban caminos laterales en que podía expandirse el Deseo. Pero paródicamente se necesitaba también acotar lo máximo posible la formulación, también para evitar desviaciones. Se necesitaba un equilibrio cuidadoso entre ambas cosas, porque cuando más amplias las posibilidades, más fácil que una de éstas tomase cuerpo. Aerilaya pensó en cómo podía torcerse una posibilidad como la que quería forjar, y torció el gesto, preocupada.
Lo primero: descartar que la desaparición de la criatura de aquella realidad pudiera realizarse mediante una alteración temporal, es decir, que nunca hubiera sucedido. Sugestivo como sonaba aquello, las repercusiones de una alteración temporal podían ser enormes, mucho más que los asesinatos y cosas horribles que habían sucedido en la Dama. Como decía el viejo refrán humano, más valía lo malo conocido… Y lo segundo: que no se abriera una fractura en la realidad, ni un puente entre dimensiones. Aerilaya pensó que aquellos dos eran los peligros más obvios, más problemáticos. ¿Cuáles eran los otros peligros? oh, bueno, que después de todo el papito o alguien semejante viniera a por él en respuesta al Deseo, o los consabidos riesgos para los espectadores cercanos, o sea, ellos mismos…
¿Cubría todas las posibilidades? Esta vez era más complejo que en el caso de Sinvanoshei, cierto, pero la experiencia era un grado. No había tenido en cuenta muchos de los caminos laterales en aquel primer intento. Aerilaya se volvió hacia los otros y les consultó sus reflexiones y el cuerpo de la formulación, animándoles a darle sus opiniones.
A Marcus no le molestó el comentario de la semiorca. Que, como ella decía, todos los varones quisieran copular con Naewen era algo natural. Lo contrario sería lo extraño. Pero entraban en juego otros muchos factores como el raciocinio. Aquello que les diferenciaba de los animales y de ponerse a copular por todas partes sin pudor alguno… con el único objetivo de perpetuar la especie. Y más factores aún.
A Marcus le atraía Naewen. Lo contrario hubiera sido antinatura. Pero el joven no había sido educado para desfogarse libremente por ahí y luego cada uno por su lado. Al menos no con una amiga o alguien con quien tuviese que pasar mucho tiempo. No con alguien con quien fuese a convivir y por lo visto, si no morían, conviviría una temporada con Naewen, Seltyiel y Air'his. Además, pese a la moral de la mayor parte de personas que Marcus había conocido… procedentes casi todas de Puerto Enigma, él prefería no dejarse llevar por sus más bajos instintos aun cuando fueran naturales.
Encontraría a alguien. Alguien con quien se llevara bien, alguien que le complementara. Una persona con la que deseara compartir el resto de su vida. Sí, no había mucha gente así, pero ése era el deseo de Marcus. Naewen bien podía ser esa mujer, pero desde luego era muy pronto para saberlo. Apenas se acababan de conocer y el explorador no podía permitirse el lujo de andar pensando en eso con todo lo que tenían encima. Quizá si simplemente se dedicaran a pasar tiempo juntos en algo parecido a unas vacaciones… quizá.
Entonces sus pensamientos regresaron a la conversación y escuchó a la elfa pedir un poco más de tiempo para investigar al azlanti.
- No me parece prudente dado todo lo que hemos visto y vivido aquí. – Comentó. Desde luego era su opinión pero acabaría acatando lo que ella dijera. – Lo hemos pasado bastante mal. – Omitió decir nada pero una leve y rápida mirada dirigida a Seltyiel indicaba que le preocupaba que el elfo sufriera aún más. Era el que peor lo había pasado de los cinco.
- Pero tú eres la jefa. Si quieres continuar investigando un poco cuenta conmigo para protegerte. – Dijo sin dar opción a réplica.
Y sin esperarlo, Air'his lanzó un comentario y Naewen estalló. Marcus abrió los ojos sorprendido, y alzó las manos pidiendo calma cuando ambas se callaron.
- Haya paz. Creo que a todos nos afecta bastante el hecho de permanecer cerca de esa cosa por mucho tiempo. – Dijo con tono suave pero firme. – Estamos carentes de ideas, este asunto nos viene grande y tenemos sólo el Deseo como opción… Hagamos lo posible por aportar ideas entre todos para minimizar los posibles resultados adversos de un conjuro así. – Pidió el humano.
Esperó un momento a que Naewen les comentara por encima la formulación que iba a usar al expresar el Deseo y, tras reflexionar sobre el texto y considerar que estaba bastante bien explicado, Marcus alzó la mano y comentó una posible sugerencia.
-Éste es mi deseo: que la criatura del Vacío, ésa que fue la responsable de las alteraciones y locura en la Dama Velada hace treinta años, se desprenda de la telaraña de la realidad en la cual está atrapada y retorne al no-lugar del que procede originariamente, sin la ayuda ni intervención de entes del Tapiz Oscuro NI DE OTROS ENTES, en el flujo temporal presente, sin saltar a un momento previo del Río del Tiempo, y sin dejar tras de sí desgarros, fracturas, deformaciones en el tejido de la realidad NI OTRAS CRIATURAS DEL VACÍO. Que así sea
Creo que ahora dejas mucho más claro a qué criatura debe afectar el conjuro (respecto a la versión que vi el viernes).
Mis sugerencias de cambios van dedicadas a que el Deseo no se tuerza y simplemente intercambie el ser del Vacío que tenemos por otro… Es decir, que no saque al ser del Vacío y lo devuelva a su lugar de origen tal y como pedimos, pero que a cambio nos traiga otro.
No se me ocurre mucho más. Si la opción que planteo ya se contemplaba en el texto original y no he sabido interpretarlo, ignoradme. :)
La elfa se calmó ante el comentario apaciguador de Marcus. Desde luego su compañero tenía razón. Y estaba demasiado tensa... la conversación con el Señor Blanco había disparado todas sus alarmas, además de removido algunos recuerdos inquietantes.
-Lo siento, no debí hablarte así -le dijo a Air'his-. A mí tampoco me gusta recurrir a una magia tan peligrosa, pero no veo otra solución. Supongo que aun podríamos posponer esto y seguir investigando. Quizá descubramos alguna otra cosa más adelante…
Tras dar todas las vueltas a la formulación del conjuro, y a la posibilidad de posponerlo, posó la mano sobre el anillo, y procedió a activarlo formalmente.
-Éste es mi deseo: que la criatura del Vacío, ésa que fue la responsable de las alteraciones y locura en la Dama Velada hace treinta años, se desprenda de la telaraña de la realidad en la cual está atrapada y retorne al no-lugar del que procede originariamente, sin la ayuda ni intervención de entes del Tapiz Oscuro ni de otros entes, en el flujo temporal presente, sin saltar a un momento previo del Río del Tiempo, y sin dejar tras de sí desgarros, fracturas, deformaciones en el tejido de la realidad ni otras criaturas del Vacío. Que así sea.
Modificado, si no se cambia de opinion acerca de este camino, hecho está xD.
Espinazo de Draggan, 23 de Desnus, día del sol, del 4710 CA
Abandonasteis la Dama Velada. Dejasteis atrás sus misterios y secretos, sus respuestas y sus fantasmas. Pasara lo que pasase, surtiese el efecto que surtiese vuestra solución, sin duda no volveríais a saber de esa embarcación. El debate sobre vuestras opciones no fue rápido ni sencillo, tampoco os dejo buen sabor de boca vuestra elección, pero todos sabíais que en estas situaciones rara vez había una solución buena. Aunque esta (situación) era sin duda de las peores.
Abordasteis la Rémora Pálida para alejaros a una distancia prudencial, aunque tampoco podíais hacerlo demasiado pues sin duda a al salida también os afectaría aquella extraña tormenta Discutisteis los pros y los contras de cada palabra, de cada inflexión, de cada intención de aquel deseo que ibais a invocar.
Deseos, magia legendaria, magia pura que lo podía todo. Todo excepto una cosa, nadie había conseguido nunca domarla. Esta magia tenia sus propios métodos, sus propias maneras de escoger la vía de menor “resistencia” para cumplir sus propósitos, y un curioso sentido de la equidad que buscaba compensar los cambios en la realidad que causase. Aquello era magia primordial, incontrolable y extraña incluso para los archimagos. Y ahora ibais a utilizarla.
Finalmente, con las palabras lista Naewen desató la magia dejando otra de las gemas del anillo apagada, muerta, vacía. La cantidad de energía mágica que siguió a aquello pudisteis sentirla todos sin necesidad de ningún tipo de artificio. Pero esta energía se disipó en la nada con la última palabra del deseo de la elfa.
Esperasteis unos tensos segundos esperando fuegos artificiales, desgarros planares, criaturas monstruosas luchando por mantener su lugar en el mundo. Pero lo que recibisteis fue una alteración en el agua, a medio camino entre la Dama y la Rémora, como una burbuja grande y decepcionante que produjo una ola oscura y muy rápida que avanzó en una sola dirección hacia el nor-noreste.
La sensación de que os habían timado, e incluso de sentiros algo ridículos, os embargó hasta que Airhis os explicó lo que habíais visto. Las grandes olas asesinas, los tsunamis, solo alcanzaban su famoso tamaño cuando llegaban a aguas de escaso calado. En aguas profundas eran solo una ola anodina, sumergida, pero de enorme velocidad. Y según la semiorca aquella iba a ser de las grandes.
Sin entender nada fue finalmente el capitán de la Rémora el que os dio una pista al calcular el rumbo de la ola y trazarlo sobre el mapa. Ahí os quedó claro el objetivo del deseo. Había escogido el camino de menor resistencia y alteración de la realidad para cumplir su cometido, y este había resultado ser eliminar la obstrucción que mantenía anclada la Dama en Golarion. La concentración de noqual del Codo del Diablo.
En la cubierta de la Dama el Señor Blanco y sus dos acompañantes habían salido y parecían mirar en la dirección en la que la ola había desaparecido. Estaban muy lejos para apreciar detalles pero algo os decía que aquel espeluznante portavoz de Leng os sonreía. Y tras un gesto de saludo que podía ser interpretado como “hasta la próxima” el Señor Blanco y sus acompañantes desaparecieron.
Veinte minutos después de haber conjurado el deseo, cuando el capitán calculaba que la ola estaba llegando al Codo (a más de cien kilómetros de allí) el cielo sobre vosotros pareció agrietarse y la mar en calma comenzó a alterarse como si un vendaval intangible brotase de las profundidades de la Dama Velada.
En unos segundos la Dama se separó de la roca como si jamas hubiese encallado y comenzó a surcar el mar a cada vez mayor velocidad en la dirección en que había desaparecido la ola. El cielo se oscurecía a una velocidad de vértigo, rayos y truenos azotaban el mar surgidos en ocasiones de las nubes, pero en otras de la nada. El barco comenzó a balancearse y a vuestro alrededor, alrededor de donde estaba la Dama Velada, formando una especie de cúpula, el aire mismo se resquebrajó como hielo ante el sol mostrando la enorme tormenta que os había azotado al llegar y que arrojo toda su furia sobre vosotros.
La embarcación se vio azotada por todos lados, vientos huracanados, olas enormes, una lluvia que os azotaba con la fuerza del granizo, los elementos parecían conjurados para hundiros ahí y en ese momento. Pero esa furia duro solo un instante, la tormenta comenzó a perder fuerza como si, liberada de la zona alrededor de la Dama, comenzase a diluirse en el ancho mar. Diez minutos después tan solo unas pocas nubes y el hecho de estar todos empapados marcaban el paso de esa tormenta que nunca debió ser. Y borraban las últimas huellas de la Dama Velada.
Debido al dolor de cabeza de la druida, las palabras de Naewen le habían sonado lejanas, e incluso falsas, como si no fuese ella las que las pronunciase, pero al ver su rostro comprendio que no era otra alucinacion, quizas la capitana estuviese perdiendo la cabeza o como minimo sus formas.
-¿Que cuál es mi brillante sugerencia?, que os calmeis, capitana, ultimamente te tomas todo muy a pecho, quizas si que seria buena idea que te relajaras con los muchachos- Lo expreso sin ningun tipo de acritud, dudaba que la capitana la hablase asi en otras circustancias, y las palabras de Marcus ayudaron a suavizar la situación, por lo que la druida aiente a la disculpa de Naewen y considera el tema cerrado.
Volvieron a su barco y formularon el deseo, todo quedo en silencio mientras contemplabamos lo ocurrido, al principio nada, y despues llego el nacimineto de un tsunami. Explico a sus compañeros lo que estaba pasando sin saber, para su alegria, a donde se dirigia aquella obra maestra de destruccion.
Cuando el capitan informó de la dirección que tomaba la ola, Air'his abrio los ojos como platos y corrió a la barandilla para verlo mejor -No puede ser cierto- decia incredula -Si, siii, SIIIIIII,- Gritaba poseida por ver su mision cumplida, el veneno que contaminaba a la madre iba a desaparecer. Tan ensimismada estaba con el espectaculo que apenas se dio cuenta de la tormenta que se estrelló contra ellos y que la dejo empapada.
Estaba deseando volar a la isla para ver el resultado, pero todavia estaba el tiempo mal como para volar, tocaria esperar y ver que queria hacer el grupo. Sonrio un poco al saber que aquel humano tan pomposo que secuestro a su hermana alada se acababa de quedar sin negocio
En cuanto puso el primer pie en la Rémora Pálida, Marcus dejó escapar un levísimo suspiro de alivio. Aun no estaban a salvo pero desde luego se encontraba mucho mejor que en la Dama Velada.
Atentamente, aferrando inconscientemente la empuñadura de su arma como si aquello pudiera protegerle de la magia más poderosa conocida en el universo, Marcus escuchó cada palabra, cada inflexión en la voz de Naewen. Nada más y nada menos que un deseo. Sabía que esa magia existía sólo de oídas y ahora la capitana del grupo estaba a punto de ejecutarla. Era algo increíble.
Antes de la última palabra, en cuanto una gema del anillo se apagó, Marcus pudo sentir cómo se erizaban todos y cada uno de los pelos de su piel, pero aquella sensación desapareció casi inmediatamente.
La urgencia, el peligro y la necesidad de huir de ahí fuera como fuera se disiparon tras la última palabra de la elfa y se fusionaron con el silencio en que quedaron los cinco compañeros.
Nada más sucedió. Nada grandioso o espectacular. Una simple burbuja en el agua. Sin comprender muy bien Marcus la observó temeroso de que algún extraño ser demoníaco surgiera de allí. Hasta que Air'his les explicó lo que era. Un tsunami.
Marcus nunca había visto uno de cerca aunque conocía sus efectos sobre las poblaciones donde las enormes olas golpeaban. Se alegró de no estar en el camino de aquella cosa.
Y al rato, a los veinte minutos, aquella criatura quedó liberada y una tormenta surgida de la nada les azotó. Pero a pesar de la furia de la misma, Marcus sonrió feliz. Se aferró con fuerza a una de las cuerdas del barco y esperó a que amainara todo. Lo habían conseguido. O eso creían.
Los gritos de entusiasmo de la semi orca al comprobar el destino de aquella ola destructiva sacaron una sonrisa a Marcus, a quien el famoso mineral no le importaba demasiado. Era una pequeña victoria para Air'his pero seguro que animaba mucho a la mujer.
- No puedo creer que haya acabado. – Dijo Marcus. – Volvamos a casa. –
Era hora de regresar a Puerto Enigma.
Aerilaya se quedó en cubierta de la Rémora, observando aquel desenlace, con un temor entrelazado con cierta frustración. No estaba segura de haber tomado la decisión correcta. Se preguntaba si no deberían haber seguido investigando, pese al riesgo. Si aquellos ajenos no les habían confundido más que ayudado. ¿Hubieran podido encontrar otra solución si hubieran seguido indagando? No correspondió al gesto de despedida del Señor Blanco. Solo se quedó mirando, esperando, hasta que entendió lo que estaba pasando.
Así que Air'his conseguía al final lo que quería. Tampoco miró a su compañera, asqueada y harta de su alegría. Aerilaya no veía razones para festejar la destrucción de una isla entera, de todo un ecosistema, aunque los akatas, el musgo extragolariano, y las reminiscencias necromáticas la hubieran convertido en un lugar inquietante. Todas aquellas distorsiones se podían haber sanado, reparado. Ninguna era profunda, ni estaba tan arraigada que no se pudiera eliminar. El noqual ni siquiera era una distorsión; habría podido ser recolectado y usado para fines utiles, tan sencillo como aquello. De modo que no podía entender la alegría de Air'his. ¿Era ignorancia? ¿O era Air'his tan bárbara como sus parientes salvajes, que disfrutaba con la mera destrucción, con la violencia improductiva? Cuando veía comportamientos como el de Air'his, no podía menos que dar la razón a sus congéneres cuando señalaban que la raza estaba casi… casi… tan perdida como los drows, otra profanación de la Bestia Hambrienta, una eterna raza de salvajes de la que no se podía sacar nada bueno.
Un mordisquito por parte de Aerel, conminándole a centrarse, le arrancó de aquella cadena de pensamientos, y Aerilaya se obligó a apartar a un lado los prejuicios de su raza, por más que siguiera disgustada con la alegría de Air'his y su ignorancia, que la llevaba a considerar el noqual como algo antinatural y a desear la destrucción de todo un ecosistema. Los druidas de Kyonin se sentirían asqueados ante un anhelo semejante, destrucción de vida en vez de reparación y nutrición, pero qué se le iba a hacer. Esperaba que al menos el tsunami no hubiera azotado Puerto Enigma, donde podría producir bajas de verdad. La pérdida de la isla era un precio pequeño teniendo en cuenta cómo se podría haber desviado el Deseo, o mejor dicho, cómo habría podido tomar cuerpo la realidad que ellos habían deseado.
Dentro de lo que cabía, había salido bien. A Aerilaya no le importaba demasiado la pérdida del noqual. En el fondo aquel negocio nunca le había parecido del todo real, no había esperado que fructificase de ninguna forma. A ese respecto lamentaba más la pérdida de las oportunidades de investigación que cierta cantidad de noqual ofrecía que otra cosa, y su auténtica lamentación era por la propia isla. El dinero significaba poco para ella; nunca lo había buscado ni deseado, más allá del necesario para vivir dignamente. El ansia de tanta gente por acumular riquezas era incomprensible para ella. Aerilaya acumulaba conocimientos con esa misma ansia ávida, pero eso era diferente. Y avidez no significaba avaricia; ella estaba más que dispuesta a compartir los conocimientos que adquiría con quien estuviera interesado. Lástima que se encontrara a tan pocas personas con ese interés.
Ahora se preguntó si aun quedaría alguien salvable en la Dama Velada. Aquella posibilidad no se le había ocurrido antes, pero descartó la idea con cierto alivio. No necesitaba más razones para atormentarse, y era sumamente improbable que después de tanto tiempo quedara alguien vivo y racional en el barco. No, se repitió. Esta vez lo había hecho mejor que con el Deseo anterior; las repercusiones habían sido mejores, pese a que la remodelación de la realidad había sido considerablemente más ambiciosa. Había aprendido de su experiencia anterior, y habían conseguido lo que querían, con daños mínimos. Debería estar contenta, se regañó a sí misma. Había salido bien.
Claro que no era tan fácil… Aerilaya dudaba demasiado de sí misma para estar contenta. En alguna parte de su mente, aun esperaba alguna repercusión negativa que no podía discernir en ese momento. Pero forzó una sonrisa a sus compañeros aunque sólo fuera para darles ánimos y para hacerles saber que habían actuado bien. No había razón para amargar a los otros con sus sempiternas dudas.
De modo que puso buena cara y guardó el anillo, dando por terminado aquel asunto, al menos por el momento. Si el Señor Blanco tenía razón, aun les quedaba tropezarse con ramificaciones laterales de aquello, pero eso quedaba para el futuro. Aerilaya estaba dispuesta a vivir el presente, como había hecho en los últimos años, tratando de no pensar demasiado ni en el pasado ni en el futuro. Cogió a Aerel en brazos, contenta de tenerlo junto a ella.
-Informaré a la Sociedad de lo que ha pasado. Supongo que no les acabará de gustar esa solución, pero no creo que protesten dadas las circunstancias. Y con esto acabáis vuestro contrato en este asunto -dijo, aunque miró a Marcus y a Breol, ellos ni siquiera estaban en aquel trabajo para la Sociedad, en principio-. Me tomaré una temporada para estudiar y adaptarme a Varisia. Pero si queréis, os avisaré si hay algún nuevo… -iba a decir "trabajo", pero lo cambió, con una sonrisa traviesa, a un-… jaleo que requiera de soluciones excéntricas.
Un Deseo. Aquello sí que era magia de nivel. Selt se queda de pie, observando atentamente cómo Naewen desencadena la magia, esperando…. bien, esperando algo. No sabía qué, pero desde luego algo más espectacular que lo que sucedió. Claro que cuando Air'his explica qué es lo que pasa, Selt empieza a entender.
Selt se queda mirando el anillo en posesión de Naewen, preguntándose qué clase de poder se necesita para poder crear algo así. Qué se sentiría al poder enarbolar semejante poder. Por un momento casi entiende a Nheran y envidia los que son como él, obsesionados por conseguir una perfección y unos conocimientos más allá del alcance de la mayoría de los mortales. No es que fuera la primera vez en sentir cierta tentación en ese sentido, pero normalmente su sentido común le impulsaba a buscar el camino más pragmático. Los caminos de los que tenían ese tipo de aspiraciones solían ser peligrosos en el mejor de los casos, delirantes en otros casos menos benignos, como los modos del propio Nheran. E ir poco a poco por ese camino… mira a la capitana, que era evidente que tenía talento y conocimientos. Pero también tenía siglos de vida, y aun no estaba siquiera cerca de esas cimas arcanas.
Bueno, bueno. No era cuestión de envidiar imposibles.
Y entonces se dio cuenta de otra cosa.
-Mi noqual -gime Selt, pensando en toda la pasta, toda la influencia y todas las posibilidades que acababan de irse por el garete. Mira mal a la semiorca, su alegría no era procedente. Uno no se alegra de la ruina del negocio de otro compañero, eso era digno de un saludo por la espalda. Un saludo con acero, je.
Pues qué se le iba a hacer. Selt acaba poniendo al mal tiempo buena cara, así era la vida de caprichosa.
-No puedo creer que haya acabado. Volvamos a casa -dice Marcus.
-Bien, no ha estado tan mal. Peligro, riesgo de locura y muerte, ajenos pervertidos y cosas raras. ¿Quién dice que nos hayamos aburrido? -sonríe Selt.
Todavía está afectado por todo lo que ha pasado en ese barco de pesadilla. Cansado y como fuera de equilibro. No está seguro de que no tenga pesadillas esa noche. Y eso que los elfos no duermen.
Selt sonríe, sabiendo lo que podría ayudarle ahora.
Mientras la capitana guardaba el anillo y hablaba a su vez, Selt se mueve sigiloso, usando a los otros como cobertura para acercarse por su espalda y abrazarla antes de que pudiera percatarse de su avance.
-Soy un elfo pragmático, pero me acabarás aficionando a las soluciones excéntricas -le dice y arriesga un beso en la oreja. Lo de arriesgar era literal, porque una elfa que se ofendía de un avance indeseado no reaccionaba precisamente como una inofensiva flor de jardín. Más bien se parecía a un dragón con mala uva. Y Naewen parecía ser de armas tomar, además.
-Allá en la isla, en el refugio de la sirena, dijiste que lo hablaríamos luego. ¿Ya es lo suficientemente luego? -le murmura al oído-. ¿Quieres pasar la noche conmigo, Naewen?
¿Quieres pasar la noche conmigo, Naewen?
Marcus no pudo evitar dar un leve respingo al escuchar esa frase salir de los labios de Seltyiel. Aunque había susurrado el humano tenía un oído excelente. Le sorprendió reaccionar así ante semejante frase... una reacción casi pueril que no se había dado en el explorador nunca en su vida.
Sonrió, cerró los ojos, dejó que el viento azotara su rostro y procuró pensar en otra cosa sin hacer ningún gesto a la pareja de elfos. Él tenía mucho en qué pensar, y seguramente mucho trabajo que hacer próximamente. No iba a regresar a Puerto Enigma precisamente de vacaciones.
¿Pero dónde podría comenzar a buscar? No era una ciudad famosa por sus bibliotecas para intentar saber algo más del tatuaje. Y desde luego no podía ponerse a partir piernas a diestro y siniestro para sonsacar información a los matones y asesinos a sueldo. No, debía haber otra manera.
- Antes de que paséis a los arrumacos hay algo que me gustaría pediros. - Dijo a los elfos, y también a Air'his y Breol.
- Naewen, tú eres la mayor experta que conozco y tienes contactos suficientes creo... ¿Podrías tratar de averiguar algo sobre mi tatuaje? - Preguntó sin atreverse a mostrar ni una parte del mismo. Ahora mismo entre la armadura y su capa el tatuaje quedaba completamente oculto.
- Seltyiel, - dijo mirando repentinamente al elfo, - necesitaré tu ayuda para seguir indagando en Puerto Enigma. Alguien debe saber más sobre el tipo que contrató a Waltom Rowle. -
Finalmente se volvió hacia Air'his y Breol. - Cuando Selt y yo encontremos algo de información aparecerán problemas... Si no estáis muy ocupados no nos vendría mal algo de músculo. -
- Sé que no me debéis nada pero esto sería un gran favor para mí. - Dijo a los tres agachando un poco la cabeza. - Y si vais a perder un trabajo importante por echarme una mano con esto... siempre puedo pagaros. - Añadió con una sonrisa. Sería como contratar los mercenarios adecuados para un trabajo importante. Solo que ahora eran unos mercenarios en los que sí confiaba.
Selt parece divertido ante la intervención de Marcus, como si supiera lo que estaba pensando. A él no se le despistaba tan fácilmente... no cuando perseguía un premio tan prometedor. La mirada que le dirige parece decir: “si lo quieres, mójate más rápido que yo”
Aprovechando que Naewen aun no había puesto en peligro sus atributos reales, Selt vuelve a darle un beso en la oreja, esta vez demorándose un poquito más.
-Claro, amigo. Será un placer para mí ayudarte con tu pequeña investigación y venganza personales. Aunque no tanto placer como otras cosas, claro… -añade divertido, aspirando el aroma del pelo de la mujer y sin soltarla todavía-. No hace falta que me pagues. A los amigos les hago favores.
Aerilaya dio un respingo cuando alguien la sujetó por detrás de improviso, y estuvo a punto de reaccionar con un conjuro asesino. Se reprimió al darse cuenta de quien era.
No supo si enfadarse o divertirse por aquella maniobra. Si hubiera sido un elfo autentico, habría tenido que ofenderse, y si fuera un humano típico, cabrearse. Un elfo autentico que le diera por actuar así antes de que ella le hubiera dado una señal de conformidad no estaría respetando su libre albedrío. Un humano típico probablemente lo intentaría con ánimos posesivos. Pero Seltyiel… bueno, Aerilaya entendía lo que pretendía Seltyiel. No en vano llevaba mucho tiempo en el mundo.
Entonces Marcus intervino, un tanto apresuradamente, y la elfa le miró con curiosidad. ¿Eran celos? No estaba segura de ello. Esperó a ver si Aerel, más perceptivo que ella, le daba una pista, pero su familiar permaneció callado, sin duda pasándoselo en grande a su costa. Maldito. Para que luego dijeran que un familiar era la mejor compañía del mago…
-Sí, estoy bastante segura de que podré averiguar algo -dijo Aerilaya con confianza ante la propuesta de Marcus. Había hecho frente a enigmas mayores, y el tatuaje de Iakov le llevaba intrigando desde hacía tiempo. Ahora que veía una versión menor en Marcus, le recordaba todo aquello que había dejado de lado desde su último enfrentamiento con su adorada maestra Vairocana, que casi había logrado volver a matarla, y la molesta pérdida de memoria que había seguido a aquello… o quizá a su muerte…. no estaba segura de eso-. Ya te diré cuando saque algo en claro.
Seltyiel volvió a besarla en la oreja, esta vez recorriéndola en toda su longitud. Aerilaya se estremeció; aquella era una zona sensible para un elfo, algo que él no podía desconocer. Estaba claro que esperaba una respuesta y que no iba a dejarse desviar.
Miró a Marcus dubitativa. Ah, por eso ella tenía sus reglas. Nada de líos en el trabajo, como le había dicho a John. Solo traían problemas entre compañeros, compañeros que debían confiar unos en otros para salvarse la vida.
Claro que por otra parte, si Marcus quería algo, ¿por qué no lo decía? Aerilaya se encogió de hombros mentalmente. Si quería algo, que lo dijera. Y si suponía un problema que ella eligiera a otros también... ella no era una humana que se dejase poner una correa por ningún varón, fuera de la raza que fuera. Ni por ninguna mujer, todo había que decirlo.
Una noche de placer… había pasado mucho tiempo desde la última, y más tiempo aun desde la anterior a esa. Suspiró. Estaba tan cansada de huir, de esconderse de todos, hasta de sí misma…
-¿Por qué no? -contestó finalmente a Seltyiel-. Pero no confundas las cosas. No busco nada permanente. -Y sonrió picara-. Espero que sepas hacer honor a tus jactancias, muchachito. -¿Que edad tenía Seltyiel, un siglo? Sí que era un muchachito...
Se relajó en brazos del otro elfo.
Y así fue como regresasteis a Puertoenigma y cumplisteis con vuestra misión para la Sociedad de Pioneros, con el regusto agridulce del que ha vencido, y ha perdido.