Selt se hizo el encontradizo con la capitana un día que ella estaba en la cubierta mirando las aguas. Selt no entendía bien por qué tanta fascinación por el paisaje, era enormemente monótono y aburrido.
-No sé mucho sobre los elfos y creo que nunca llegaré a entender esa manía por pasar las horas muertas mirando a las musarañas -pero dijo esto con una sonrisa simpática y un tono ligero que indicaba que hablaba en broma, nada de comentarios desagradables-. Espero no interrumpir meditaciones importantes.
-Aunque tengo gran curiosidad por otros elfos. He conocido tan pocos. Además, casi todos los que he conocido son… bueno, como yo. Una vez conocí a unos elfos de Mierani que me llamaron "Perdido". Bueno, uno de ellos, el otro me llamó "Abandonado", creo que pretendía ser amable, aunque a mí particularmente me resultó más ofensivo. Ciertamente no soy un expósito de orfanato. Cuéntame algo sobre ti, capitana. ¿Cómo es eso de vivir entre humanos después de haber nacido entre elfos? Creí que a los elfos de verdad no os gustaba mezclaros con las razas inferiores -sonríe al decir esto.
Ella se encogió de hombros.
-Las vistas hermosas reconfortan nuestro espíritu. Además, un paisaje como éste es un buen entorno para reflexionar. No, no estorbas, tampoco estaba haciendo nada importante.
Asintió. -Los elfos podemos ser muy arrogantes, aunque en general en la denominación de Perdido o Abandonado hay más compasión que otra cosa. Hay algo especial en la convivencia con nuestros congéneres que nos llega al alma. No creo que puedas entenderlo sin haberlo experimentado. Diría que es algo innato, como el instinto de los animales -su tono de voz era inexpresivo. Ya no dolía, como había olido hace pocos meses, pero las brasas seguían encendidas-. Pero yo lo llevo bien. He vuelto a cas… a Kyonin… una vez en un periodo de un siglo y medio. Y antes de eso viajaba un par de veces por década. Ahora pertenezco al mundo.
Alargó la mano para acariciar a Aerel y atraerlo hacia ella. -¿Y tú? ¿Cómo es que naciste en Puerto Enigma? Tengo entendido que hay muy pocos elfos en esa ciudad. ¿Cómo es ser elfo allí?
-Llamas un poco la atención. Allí hay poquísimos elfos. Aunque parezca raro, hay más tieflings o semiorcos que elfos. Hay muchos que creen que soy semielfo, porque no han conocido a ningún elfo. Pero en Puerto Enigma la raza no importa mucho. Es la ciudad de las oportunidades, si eres astuto triunfas, seas de la raza que seas, si no acabas en las calles o con un baño de tierra.
Se encoge de hombros, quitándole importancia al asunto. -Mis padres eran de allí. Mi padre fue expulsado de Mierani, no sé por qué. Nunca hablaba de su tierra natal y se enfadaba si le preguntaba. Por su parte mi madre solía jactarse de que ayudó a fundar la ciudad. Ella y un amigo suyo, humano, montaron el templo de Calistria. No el que hay hoy, entonces era una casa mucho más modesta. Pero su amigo humano murió, y llegaron más clérigos. Mi madre odiaba dirigir nada, así que no se preocupó de encargarse de la dirección del templo, lo que no impedía que se la considerase muy bien dentro del templo. Después de todo era la que más tiempo había estado allí.
-Eran gente de Puerto Enigma, los dos. No estoy seguro de que a mi padre le gustase la ciudad, pero se hizo un hueco entre los grupos de poder. Mi madre era una prostituta sagrada. Calistria, ya sabes. -La mira un poco desafiante, sabiendo que en muchas ciudades no se ve bien a los practicantes de la prostitución, sagrados o no-. Y también era una traficante de información. Para el punto de vista de la ciudad, los dos eran gente "respetable" y "acomodada". Lo que en otras ciudades he visto que consideraría así, claro. Soy consciente de que las formas de vida de Puerto Enigma dejan perplejos a los extranjeros. -Y añade, un pelín orgulloso-. He viajado un poco y he visto otras ciudades.
Mira tolerante al pseudodragon de la elfa y piensa que es una lástima haber dejando a Elias cotilleando por ahí. El monito era bueno para escuchar conversaciones privadas, la gente no solía alarmarse por un animal juguetón, pero también era bueno para atraer la atención de las mujeres.
-Pero ésa es la historia de mi origen. Mis padres muriendo durante la guerra entre dos grupos de poder, hace ya mucho. Antes de los tiempos del actual señor de la ciudad. Cromarcky ha sido bueno para Puerto Enigma, ahora los grupos tienen que cortarse muchísimo más.
-¿Pero cómo es Kyonin? Perdona si insisto pero tengo mucha curiosidad. Una vez intenté conocer a la gente de mi padre, pero los elfos de Mierani me rechazaron. Vale, no del todo. Al principio intentaron "enseñarme", pero yo no estaba para su compasión y sus tonterías. Sólo quería conocer aquello. Y ellos me cerraron la puerta en las narices. Es entonces cuando empezaron con lo de que era un Perdido, y que mientras no entendiera no podrían ayudarme, que tenía que intentar olvidarme del mundo exterior y entender cómo funcionaba la mente de un elfo, y así una y otra vez. Al final me echaron. No estaba preparado para volver con ellos, dijeron. ¡Volver! No sé qué se piensan. Yo nunca he estado con ellos.
Selt se estaba enfadando un poco, pero la elfa no tenía culpa de aquello. Le sonríe otra vez. -Los mierani decían siempre que la suya era sociedad muy descentralizada. Si vienes de una sociedad de organización laxa y anárquica igual te gusta Puerto Enigma. A mí me madre le encantaba, decía que no había tiempo de aburrirse allí. Aunque no sé si será de tu estilo.
Mira la fina ropa que ella vestía, sintiéndose un poco patán y bruto. -Te llevaré a alguna fiesta de gente guapa -dijo de pronto en un impulso-, hay salas de fiestas donde van los ricos. Ya verás. Puede que al principio la ciudad te parezca sucia y húmeda… sobre todo húmeda, allí cuando no llueve, hay niebla… y a veces puede ser ruda... pero hay gente con mucho dinero allí, y hay fiestas y restaurantes de lujo que son increíbles.
Un auténtico Perdido, sí. La maga hizo un gesto cortés con la cabeza ante aquella historia personal. No quería mostrar una emoción que le irritase; era evidente que estaba molesto con la compasión de los mierani. Pero no puso reprimir una sonrisa divertida ante la forma en que se puso a la defensiva a la hora de hablar del oficio de su madre.
-Calistria es una diosa importante para nosotros. Los elfos somos mucho menos mojigatos en cuestiones sexuales que los humanos. No hay nada vergonzoso en el oficio de tu madre. Aunque sigo sin entender vuestro concepto de prostitución. Eso de meter dinero por medio de eso… para nosotros, debería ser un acto libremente ofrecido y compartido. Convertirlo en una cuestión comercial le quita goce y espontaneidad, arruinando su misma base, que es una búsqueda de placer y compenetración. Pero los humanos son así; llevo viviendo entre ellos siglos, y he renunciado a entender ciertas ideas suyas.
Pero negó con la cabeza ante las suposiciones de Seltyiel acerca de las sociedades elfas.
-No… nuestras sociedades no son anárquicas, ni mucho menos. Son ligeras en leyes, lo que es diferente. La reina proclama unos pocos edictos fundamentales que todos los elfos estamos obligados por honor a obedecer, casi todos leyes referidas a la convivencia civil. Y los representantes de las familias nobles tienen el poder de aplicar la ley e impartir castigos si alguien los inflinge. Cada elfo trabaja en lo que está más dotado o le apetezca practicar, y todos participamos en algún momento de nuestras vidas en la milicia o entre las filas de los Jardineros… que no solo se ocupan de jardines, incluyen mucho más, incluida la agricultura. Es un honor hacer crecer cosas vivas, ya sean ornamentales, medicinales, o alimenticias, así que nuestra visión acerca de la agricultura es muy diferente a la del mundo exterior. Si alguien es un maestro de su oficio estará contento de instruir a las generaciones más jóvenes. No hay "clases pobres", aunque sí familias con más honores que otras, pero nadie pasa hambre, ni le pueden arrebatar su hogar, ni tiene cerrada ninguna puerta profesional por razón de nacimiento. Y ya está, no hay legislación complicada ni burocracia. Los elfos somos demasiado mercuriales para aceptar leyes estrictas o límites estrechos. Todo el sistema confía en la buena voluntad de la gente y su espíritu de cooperación.
Sonrió al ver la cara de su interlocutor. -No, no pongas esa cara de escepticismo. Funciona. Los elfos somos capaces de una reciprocidad y un entendimiento mucho mayor que los humanos, y optar por eludir el ayudar a la comunidad por mera pereza o desidia es impensable. Por eso ese sistema nos funciona a nosotros, pero sería un desastre para ellos. Aunque es un sistema tan laxo que cuando hay un abuso de poder por parte de un alto cargo las consecuencias suelen ser terribles. Por suerte, eso es algo muy raro. El sistema funciona muy bien, por lo general.
Se encoge de hombros. -Kyonin es… hermosa. Nuestras ciudades son pequeñas, torres de cristal erigidas entre el bosque, de forma que no límites entre la floresta silvestre y el entorno urbano. Los elfos apreciamos el arte, y eso se refleja en nuestras ciudades, en su arquitectura, en las estatuas jardines, lagos y fuentes… hacemos un uso muy liberal de ilusiones, tanto para proteger y esconder las ciudades como para propósitos estéticos y lúdicos… pero tendrías que verlo para entenderlo. Las palabras son un sustitutivo muy pobre.
Ante aquel ofrecimiento espontáneo se vio obligada a reprimir una sonrisa por segunda vez. Aquella espontaneidad tan propia de la juventud… -¿Puedo preguntar qué edad tienes? -preguntó con curiosidad.
-Muy diferente de las sociedades humanas, entonces. Aunque por lo que dices veo que vosotros tampoco os libráis de la gente que se sale fuera del sistema. Supongo que el ser un miserable egoísta va con la naturaleza de los mortales, se sea de la raza que se sea.
Claro que aquello era un pensamiento consolador. Si los elfos fueran malditamente perfectos entonces tendría que preguntarse qué andaba mal con su familia. Era mejor pensar que el egoísmo era inevitable y que la única diferencia entre las razas era el grado en que lo mostraban.
-¿Edad? Ciento veintisiete años. Suficiente para haber visto pasar varias generaciones en Puerto Enigma. Aunque pasé varias décadas fuera de la ciudad, durante mi... aprendizaje como mago. Mi tutor no era de Puerto Enigma, sólo residió durante un tiempo allí. ¿Es tan descortés preguntar la edad a las elfas como lo es preguntar a las humanas? Me intrigó lo que dijiste sobre que hacía siglos que habías dejado Kyonin. -Seltyiel guiña el ojo-. Te conservas muy bien para ser una venerable ancianita de siglos.
Se encoge de hombros como diciendo que era broma. La verdad es que Seltyiel no tenía muy clara cual era la expectativa de vida elfa ni su ciclo vital. ¿Cuantos siglos tiene que tener un elfo para que no se le considere joven? Ante dudas como aquella era cuando Seltyiel lamentaba estar aislado de su raza. Normalmente no le molestaba y ni siquiera deseaba saber más de ella, pero tarde o temprano había algo que le provocaba una dolorosa punzada de disociación y desconcierto.
-Siglos. Casi no puedo imaginármelo. Acepté el aprendizaje con mi maestro en parte por alejarme de Puerto Enigma pero en parte también porque era terrible ver cómo mis amigos envejecían mientras que yo seguia siendo joven. Pero hablando de magia... ¿en qué te especializas? Si no te molesta que te pregunte, ni que decir tiene. No pretendo averiguar ningún secreto. ¿Es ilusión? Tengo entendido que a los elfos os gusta mucho la ilusión y la adivinación.
Seltyiel sonríe de forma simpática, confiando que la magia fuera un tema menos arriestado que el asunto de las edades. Todavía no había conocido a una mujer a la que le gustase confesar su edad.
-Hay desviados en todas partes -convino la maga-, y la sociedad elfa dista mucho de ser perfecta. Aunque sigo encontrándola mejor que las humanas. Aunque lo admito, mi punto de vista está sesgado. No puedo negar eso. Y tengo que reconocer que la iniciativa humana es un gran punto a su favor.
Arqueó una ceja. -¿Venerable ancianita? ¿Estás ofreciéndote para ser sujeto de pruebas de mis conjuros de polimorfación? -Pero se echó a reír, y asintió-. Sí, el año que viene cumpliré los cuatro siglos, en el mes de Gozran. Abandoné Kyonin más o menos a la misma edad que tú tienes ahora, década arriba o década abajo. Por aquel entonces quería viajar, ver mundo, aprender todo lo que pudiera. Al principio regresaba con frecuencia al hogar, pero con el tiempo mis viajes fueron haciéndose más largos y más ambiciosos, y espaciaba más y más el regreso al hogar. Actualmente casi no tengo contacto con Kyonin.
Aerilaya dijo esto con tono tranquilo. Ya no dolía tanto como en otra época. Aunque aun seguía escociendo a algún nivel. Sonrió pícara ante el cambio del tema.
-No se me dan mal la ilusión ni la adivinación. En realidad, soy bastante hábil en ambos campos y conozco muchos conjuros en este sentido. También he favorecido el encantamiento y la magia de translocación espacial. Pero si he de sincera, probablemente conozca más conjuros de necromancia que de esos cuatro campos combinados -dijo, divertida-. ¿Y hacia donde se inclinan tus estudios?
-Cuatro siglos -Selt asiente, impresionado-, me siento... como un crío. Algún día tienes que contarme acerca de tus viajes. Comparativamente yo he viajado muchísimo menos, aunque en mi época con Nhe... con mi mentor nos movimos bastante. Mi maestro parecía estar buscar algo, aunque nunca tuve muy claro el qué.
Pero ante lo de la necromancia se cruzó de brazos, presintiendo que le estaba tomando el pelo.
-No me lo creo. ¿Necromancia, tú? No tienes pinta de darle a eso. -Seltyiel miró el cuidado aspecto de la mujer, su gusto evidente por los perfumes y las joyas. No es que Seltyiel creyese en el esteotipo del necromante huraño y con pinta de brujo (aunque los esteotipos nacían de algo), pero Naewen parecía de las que antes que muerta que sencilla. Y la necromancia podía ser todo lo que uno quisiera, pero un arte limpio, no lo era. Los muertos vivientes eran tipos desagradables que olían mal y eran agresivos-. Pero no me lo digas si no quieres. Sé que es una pregunta muy personal, solo quería saberlo por aquello de coordinarnos en el trabajo.
Sonríe algo avergonzado. -No creo ser tan bueno en el arte como tú. En realidad soy casi un aprendiz en este sentido. Mi arte es muy pragmático, una mezcla de conjuros de ilusión y de evocaciones y conjuraciones. Magia que me permite ocultarme y defenderme, basicamente. Supongo que me considerarás un diletante.
Sonrió pícara. Le había gustado la cara de escepticismo y sorpresa que había puesto Seltyiel.
-Pues no miento. Aunque la cosa tiene truco, la verdad es que he heredado muchos conjuros de esa materia de mi actual maestra. Pero le he dado a la necromancia más de lo que piensas. Además, no toda se basa en la creación de muertos vivientes. Es una disciplina más compleja de lo que parece, aunque suele ser… controvertida. Pero va, tienes razón. Ilusión, encantamiento y adivinación se me dan especialmente bien. Eso, y deshacer la magia. Cuando uno entiende cómo se tejen los conjuros, deshacerlos no es tan difícil.
Sonrió de nuevo, con pocas ganas de meterse en terreno más íntimo y escabroso. Pero se encogió de hombros ante el comentario de Seltyiel acerca de su propia capacidad en el arte.
-Eres joven. Todos hemos empezado siendo aprendices. Aun estás a tiempo de avanzar en ese sentido. Lo que marca el llegar más allá depende de si hay voluntad para considerar al Arte algo más que una herramienta. Generalmente los que traspasan ese umbral entre los simples diletantes y los maestros del arte o lo consideran un prodigio que debe ser entendido o lo consideran una fuente de poder y una escalera a la grandeza. -El tono de voz de la elfa no dejaba dudas de cual de las dos aproximaciones creía mejor-. Piensa en ello -aconsejó con amabilidad.
-No te hubiera imaginado interesándote en la necromancia ni en un millón de años. No te pega -dice Seltyiel sinceramente-. Yo nunca le he encontrado el atractivo a la creación de muertos vivientes ni demás aspectos de la no muerte. Siempre he asociado ese arte a chiflados e inadaptados sociales. ¿Puedo preguntar qué te atrae de él?
Sonríe. -¿Una maestra, a estas alturas? He visto las auras de tus conjuros, y son poderosas. ¿No eres un poco crecidita para andar con maestros? Conozco a magos menos dotados que actúan como mentores.
-Como dije antes, hay en la necromancia mucho más que la creación de muertos vivientes. La necromancia es la manipulación de la vida y la muerte, así que los no muertos son solo una pequeña parte de esa disciplina. Tiene misterios mucho más interesantes, como la relación del espíritu con la carne, o como la naturaleza del alma y las formas de tratar con ella. Tampoco es desdeñable la forma en que la necromancia nos permite alterar los envases del alma, es decir la misma carne en la que está imbuida. Rejuvenecimiento y envejecimiento, por ejemplo, son dos temas de estudio mucho más interesantes que cualquier muerto viviente. Sucede que para los legos la parte más llamativa de la disiplina son precisamente esos muertos vivientes, aunque quiza es la parte menos intrigante.
Se encogió de hombros. -La necromancia es una disciplina muy poco comprendida y muy malentendida. Lástima, aunque entiendo por qué es así. Tiene el potencial de originar muchos conjuros éticamente cuestionables -dijo la maga con tono sosegado.
Sonrió al oír la opinión de Seltyiel sobre los maestros en aquella etapa de su vida. -En Nex es creencia extendida que nunca puedes llegar a conocer lo suficiente, y que por mucho que sepas y muy experto que seas en el Arte, en algun lugar habrá alguien más inteligente que sepa más que tú. No es una vergüenza reconocer que alguien sabe mas que yo. Y es muy necio quien, por orgullo, desaprovecha una oportunidad de aprender. Espero no llegar a ser tan necia nunca. Además, alguien puede ser aprendiz y maestro al mismo tiempo. En Kyonin eso es algo muy frecuente, debido a nuestra longevidad. Quizá entre los humanos no sea tan frecuente, pero tampoco es que sea raro. De hecho, tenía una aprendiz hasta hace poco. Pero eso es otra historia.
-Vale, me has convencido. Te interesa la necromancia. No lo habría imaginado en la vida -dijo Seltyiel con una sonrisita, aunque estaba impresionado por la vehemencia de la maga-. Tendré que andarme con cuidado -bromea-. ¿Hay alguna disciplina chunga más que te llame? ¿Demonología quizá? ¿Diabolismo?
Pero alarga la mano defensivamente ante la exposición de ella. -Ey, no quería ofender. Sólo me parecía raro. Aunque suena sensato lo que dices. Supongo que yo no he tenido muchas oportunidades de aprender por el gusto de aprender. Por eso mi magia es tan pragmática. Pero tienes razón, nunca se debería dejar de aprender; y te envidio un poco. Tal vez pueda aprender más en el futuro igualmente. Aunque tu maestra tiene que ser muy buena -sonríe de nuevo-, elfa, supongo. ¿Vive en Kyonin? A lo mejor le interesa la Puerta Críptica. Cuando terminemos el trabajo igual ganas puntos con ella si la invitas a Puerto Enigma.
Decide no preguntar qué había pasado con su aprendiz, no fuera que se mosqueara. Ya habría tiempo más adelante para más cotilleos.
La elfa apretó los labios en una fina línea. -No, el trato con los planos inferiores nunca ha entrado dentro de mis intereses. De mis intereses, que no de mis experiencias -dijo secamente-. No te preocupes, no me has ofendido. Sí, mi maestra es muy poderosa, pero no creo que le interese una visita a Puerto Enigma. Si alguna vez la Puerta ha despertado su interés seguro que ya la ha examinado de arriba a abajo hace mucho.
-bueno, ya veo que tienes alguna cosita oscura en tu pasado. Pero está bien, es normal que no quieras hablar de eso. Hay partes de mi pasado que están mejor cerradas y olvidadas -dijo Selt seriamente. Aquel tono tan sombrío al hablar sobre tratos con los planos inferiores… ¿Pero qué demonios había hecho ella en su pasado?
Alarga la mano y toca un rizo de la oscura melena de ella. -Es mejor centrarse en el presente, ¿no crees?
-Mucho mejor centrarse en el presente, sí -confirmó la elfa, cogiendo la mano de Seltyiel y alejándola no sin cierta amabilidad-. Y en el futuro también. Tenemos un trabajo intrigante entre manos.
Selt pilló la indirecta, y trueca su gesto en otro cortés, ofreciéndole el brazo para acompañarla por la cubierta.
-Totalmente cierto eso. Será mejor que vayamos a ver qué hacen nuestros compañeros, ¿no te parece?
ea, pues conversacion cerrada