Partida Rol por web

Pathfinder Alfa: Hijos del Vacio

[Charla] 3.2: Dos Elfos y un Destino

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12/03/2016, 17:45
Naewen

Aerilaya esperó a que todos se hubieran retirado para indicar a Seltyiel que sería un buen momento para una conversación privada en cubierta.

-Espero no molestar -dijo, cuando quedaron a solas. Aquello era asunto de ellos dos, no del resto-. Pero pensé que era buena idea reanudar la conversación que dejamos interrumpida antes.

La elfa se vuelve hacia él. -Mira, me hago cargo que puedas estar resentido, o quizá perplejo, o ambas cosas, contra la raza. Pero no puedes tomar esas salidas, Selyiel, no puedes. Ellos forman parte de ti, para bien o para mal. Y te aseguro que los drows no van a pararse a pensar en la diferencia ente elfo y Perdido. Para ellos todos somos lo mismo.

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12/03/2016, 18:24
Seltyiel

Selt se encoge de hombros, manteniendo sin dificultades el equilibrio pese al balanceo del barco.

-Nunca molestas. Siempre es un privilegio pasar un rato con una preciosidad como tú.

Pero contesta a lo otro con evidente desgana. A aquellas alturas ya se le había pasado el cabreo. -¿Servirá de algo hablar de esto, Naewen? Creí que ya habíamos dicho todo lo que había que decir. Por mi parte, mi consejo hacia ti es el que te di antes: intenta disimular tu disgusto en lo sucesivo hacia esos drows. Mostrándolo a las claras sólo creas más preguntas acerca de su relación con los elfos.

Sacude la cabeza. -Respecto a lo otro… ¿qué más da? Tú lo sabes tan bien como yo, Naewen. ¿Mi raza? ¿Qué raza? Soy un Perdido, eso no es un elfo, al menos no para vosotros, ¿verdad? ¿Recuerdas que te conté que una vez viajé a Mierani para averiguar de la familia de mi padre? ¿Y que no solo salí con las manos vacías, sino del trato que me dieron? Oh sí, tan amables, tan compasivos, tan distantes. "Para ser de los nuestros tienes que entendernos, tienes que cambiar, tienes que aprender".

Eran las mismas palabras que le había dicho antes. El también tenía buena memoria, je. Pero esta vez las dijo sin ira, sin resentimiento. Sólo con un poco de amargura. Y tras eso varió la forma del discurso, aunque no el contenido.

-¿Y cómo crees que les... os… iba a entender, Naewen? ¿Cómo, sin ninguna clave, sin ninguna pista? ¿Qué tenía que entender? ¿Cambiar? ¿Cambiar a qué? ¿Cómo? ¿Por qué no puedo ser yo mismo? ¿Qué demonios pedís, vosotros, eh, para que me consideréis de la raza? ¿Y aprender el qué? ¿El qué, por la mano quemada de Nethys?

Selt suspira y lo deja correr.

-Mira, capitana, como te dije antes los drows no me preocupan. ¿Qué me odian por mis orejas puntiagudas? Que se pongan a la cola, hay mucha gente que me odia por mejores razones. Pero no me vengas con esas, Naewen, no me vengas metiéndome en vuestros secretos e intrigas raciales, cuando vosotros me habéis dejado de lado y fuera. Me importan un bledo vuestros secretos, pero aquí tienes algo que deberías comprender: me importan un bledo pero tengo curiosidad. Tú eres la reina de la curiosidad, así que deberías entenderme. Y sí, sé muy bien que no me ibas a contestar a las claras, así que pensé que bien podía picar y tensar la cuerda hasta que sacara algo. ¿Te parece tan raro, eh?

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14/03/2016, 14:02
Naewen

-Siempre adulador –sonrió ella-. Y hablar siempre sirve para algo. Para ayudarnos muchas veces, para frustrarnos otras. Intentaré que esta vez sea para lo primero. Y cierto, sé que debería haberme enfadado menos, aunque diría que aquí parecéis disfrutar provocándome. Intencionadamente o no, ha sido un día con un pique tras otro.

Una expresión de comprensión y solidaridad asomó a su rostro ante la amargura y la frustración de Selt. –Es porque lo que ellos esperaban no tiene explicación. El problema es que para entenderlo tendrías que haberte quedado con ellos y pasar tiempo viviendo en su comunidad. Y cuando digo tiempo, me refiero a tiempo, Selt. Lo que ellos esperaban es algo que se siente, no algo que se aprende.

Buscó un sitio no demasiado mojado o al menos no muy resbaladizo para sentarse. –No me gusta el mar –suspiró-, echo de menos los bosques… ven, siéntate a mi lado e intentaré explicarte lo inexplicable. Pero no lo entenderás hasta que no lo vivas, te lo advierto. Hay algunos Perdidos que lo encuentran al poco de regresar a Kyonin, semanas o meses de hacerlo. Pero hay otros que tardan años, siglos… o que nunca lo hacen. A mi madre le costó más de un siglo…. Sí, ella era una Perdida. De hecho cuando fui lo suficientemente mayor, se marchó de Kyonin y regresó al mundo. Pero acabó volviendo a Kyonin y ahora parece feliz allí, parece haberlo entendido. Me alegro por ella…

Aunque ella misma estuviera perdiendo aquel vínculo que siempre había valorado tanto...

-La gente suele situarnos como más afines a los humanos por nuestro aspecto físico, pero lo cierto es que los elfos somos más afines a los gnomos -explicó ella-, lo que explica que compartamos ciertas… tendencias emocionales. Los gnomos tienen un vínculo, un vínculo a lo natural derivado de su procedencia original del Primer Mundo. Y ese vínculo les lleva a necesitar emociones ardientes, cada día de su vida, y cuando dejan de experimentarlas, entonces les ataca esa misteriosa enfermedad suya, esa apatía que acaba robándoles la vida.

Aerilaya se encogió de hombros. -Los elfos tenemos un vínculo diferente, pero no menos real que el de los gnomos. No es tanto con lo natural, como con los ciclos de la vida, con el pulso de la vida. O bueno, quizá sea lo mismo, pero visto desde otro ángulo. Porque nosotros también estamos ligados al Verde, a la vida. En realidad todas las razas lo están, sólo que la mayoría no con raíces tan profundas. Y nosotros sentimos ese vínculo cuando estamos en casa, con los nuestros. En nuestras florestas, o en el caso de otras razas de elfos, en sus ecologías nativas, nos sentimos bien, enteros. Sentimos ese vínculo, y sentimos que formamos parte de todo y de todos. Por eso los elfos nos colgamos también los unos de los otros, nos necesitamos, nos necesitamos de verdad. 

Le palmeó la mano. –No puedo explicarte cómo es esa sensación, pero es algo que… se nota. Se nota mucho. Cuando paso mucho tiempo fuera de casa, me noto desquilibrada, mal. Mis emociones se agudizan, acabo sumida en depresiones y rachas de actividad de maníaca para salir de esas depresiones. Es la versión, suave, es verdad, mucho más suave, que el Enblanquecimiento de los gnomos. Muchísimo más suave y de efectos considerablemente menos radicales; el vínculo que los gnomos tienen con el Verde es mucho más puro que el que tenemos nosotros. Pero es algo que nos pasa también a los elfos. Y eso os pasa a vosotros, los Perdidos, y con mucha más fuerza que a los que hemos tenemos esa conexión debilitada. Por eso desconfían de vosotros. Por eso esperaban a que entendieras, a que te unieras a ellos… si eras capaz de sentir esa unión a la tierra y a la raza.

Le miró seriamente.

-Con el tiempo, la mayoría de los Perdidos acaban sintiéndolo. Es algo inherente a nosotros, después de todo. Pero con el tiempo, Selt, no vale ir allí en una visita corta y esperar sentir eso. No funciona así… ¿y crees que ellos no sabían que en realidad era lo que querías, una corta visita y ale, volver al mundo?

Aerilaya suspiró. –Es complicado, Selyiel. Y los humanos no entienden, si se lo explicas, piensan que estás desvariando. Pero es una parte de lo que somos, algo no fácilmente visible… pero que está ahí. Hay un refrán que dice que “Cien años es demasido tiempo para los humanos, y cien millas es demasiada distancia para los elfos”. Ahora sabes el por qué de ese refrán, y por qué los elfos rara vez abandonamos nuestros bosques natales... y por qué elfos como yo misma somos una completa anomalía.

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16/03/2016, 20:19
Seltyiel

Selt no pudo menos que sonreír ante lo de que "ha sido un día con un pique tras otro". -Es que estás preciosa cuando te enfadas. Eres muy chinchable -dijo aun con esa sonrisa amplia-. Y es divertido verte enfadada.

Se aleja un paso de ella por si acaso, aunque eso no ayudaba mucho cuando estabas chinchando a un mago. Con suerte estaría cansada y le quedaría poca magia.

Selt se sienta a su lado ante su indicación y escucha en silencio. Sobre todo porque cuanto más hablaba ella, más difícil se le hacía… bueno, no creerla. Estaba seguro de que no le estaba mintiendo ni tomando el pelo. Pero sí entenderla. La idea de aquel vínculo se le hacía rarísima.

Cuando ella termina de hablar se la queda mirando un rato, intentando decidir cuánto de todo aquello era cierto y cuánto podía ser algún tipo de superstición élfica.

-¿Sabes que eso suena a algo nocivo? Los drogadictos también aman sus drogas, pero no son buenas para ellos -dijo finalmente-. No sé si querría tener un vínculo así, para que me limitase. ¿Y para qué lo necesito? Mírame, estoy bien, y tú también lo estás. Al menos no nos fulmina como a los gnomos. No sé… si entiendo eso. Si puedo creerlo… oh, y sé que no me mientes pero no me entra en la cabeza. Pero espera, si tú eres tan rara como dices, ¿no eres una especie de Perdida también entonces? ¿Qué piensan los tuyos de ti?