La dama escuchó las palabras del señor de la casa con gesto imperturbable, como era habitual Evan no tomaría una decisión sin haberla meditado cuidadosamente, y como también era normal su esposa simplemente hizo un leve gesto de aceptación con la cabeza.
Se quedó sentada observando los movimientos de unos y otros, a pesar de su pose flemática por dentro era un hervidero. Su lealtad era incuestionable, pero no lo era tanto para la casa como lo era para el Lord y por eso haría lo que hiciese falta para que su marido saliese a buenas de aquellos entuertos. Pensó en acercarse a Whalen y dedicarle unas palabras de apoyo, pero desistió de la idea, sólo le salían sapos y culebras en relación con la traidora pelirroja. Mejor se quedaba en el sitio esperando y le rezaba al Desconocido porque no muriese nadie más de su casa, y a la Madre para que cuidase de sus seres queridos.
Cuando lord Crogall regresó de sus charlas Varya se puso en pie, en esa comunicación suya sin palabras se puso a su lado y lo acompañó hacia el descanso merecido. Un suave "Buenas noches, descansad" salió de sus labios antes de perder de vista a quienes todavía quedaban en el pabellón.
–Va a ser Whalen, repitió Evan ya en la oscuridad de la alcoba. Su voz apenas un débil susurro lleno de dudas e incertidumbre. Tumbado en la cama, miraba el techo del pabellón. Y suspiró. En este viaje, se había comenzado a formar un vínculo entre lord y heredero, y entre padre e hijo. Pero el juicio por combate llegaba demasiado pronto.
-Tiene que ser él, aunque aún no se lo he dicho. No he podido hacerlo. No está preparado, pero debe ser él...
Su respiración se tornó más profunda, y poco a poco el sueño le iba venciendo...
(al final se ha quedado un poco extraño el orden de los posts, pero lo de Lady Varya es ya después de las dos charlas privadas de Evan, primero con Ser Roshar y luego con Whalen)
Ser Roshar rebuscó entre sus pertenencias antes de abandonar la tienda de la familia y dirigirse hacia la ciudad. Se llevó escondida una de las capas de sus disfraces para ponérsela por encima al encontrarse solo en una de las calles. Le hubiera gustado poder tomar más precauciones en sus operaciones, pero el tiempo siempre jugaba en su contra.
Al caballero le urgía contactar con Rata. Los últimos acontecimientos habían trastocado su estrategia y debía redirigir los esfuerzos de toda la red. Además tendrían que aprovechar la noche para preparar el juicio por combate que tendría lugar al día siguiente. No se podían permitir perder y asumir la culpabilidad de la masacre.
Ya en las dependencias personales del señor de la casa, lejos de miradas ajenas e indiscretas, Varya miró a su esposo con ternura. Tenía una difícil decisión. Dejar que fuese su sobrino el que se presentase al juicio por combate era la opción más segura, era un joven muy diestro y leal, aunque la dama sabía que perderlo sería para Evan como revivir la muerte de su hermano pero peor, pues sentiría la culpa de haberle fallado doblemente. Por lo que a pesar del carácter pragmático del lord era posible que no lo escogiese a él. La otra opción era designar a su hijo, no tan diestro pero si ganaba cerraría las heridas abiertas, no sabía hasta qué punto el lord era capaz de poner en peligro a su vástago.
Cuando sintió las callosas manos cogiendo las suyas sus ojos se centraron en los de él, en su rostro mostraba confianza, quería ser el apoyo firme que su marido necesitaba. Pero con las primeras palabras que dijo el corazón casi se le salió por la boca.
Sabía que era una posibilidad pero no había querido dedicar más de un segundo a pensar en ella, sería un suicidio para la casa y para el lord, y aunque la primera le importaba el segundo le era imprescindible. -Antes muerta que permitírtelo- pensó la dama. Por suerte él mismo había llegado a una conclusión similar y había desechado tal locura. Asintió levemente expresando su alivio porque no fuese Evan el que justase.
Y entonces llegaron las palabras con la decisión.
Sus dedos apretaron los de él intentando transmitir seguridad. Su cabeza bajó mirando esas manos entrelazadas. Su mente gritó clamando por otra respuesta. Quería decirle que escogiese a Adrik, exponerle las miles de razones que había para ello, pero en vez de eso elevó el rostro y lo besó en los labios antes de levantarse y guiarlo a la cama. No se había casado con un hombre egoísta, por eso entre otras cualidades lo amaba.
No te preocupes, se entiende ^^
Ser Roshar renunció a activar el procedimiento habitual para contactar con Rata. Lo necesitaba urgentemente, y necesitaba a toda su red de espías para redirigirlos según los últimos acontecimientos que afectaban a la casa. Ellos llevaban trabajando en la ciudad desde que la familia fue invitada al torneo, pues como era costumbre, Ser Roshar había resultado de lo más previsor. Normalmente Roshar dejaba alguna señal a la vista que sólo ellos dos conocían durante el día previo al encuentro, y durante la siguiente noche se encontraban en un punto discreto. Pero dada a la urgencia de aquella noche, fue Roshar quien salió en la búsqueda de su protegido.
Sus pasos y pesquisas le dirigieron hacía el Lecho de Pulgas, donde Rata se había labrado cierta fama como Pit Sinamigos. Un mocoso avispado que se dedicaba a sacar alguna limosna a los ricos a cambio de de espantarles a los otros niños que trataban de robar el contenido de sus bolsillos. En realidad era una tapadera para poder moverse con naturalidad por las calles atestadas de gente de Desembarco del Rey durante el Torneo, y poder así estar cerca de los nobles de alta cuna sin levantar recelos por su presencia. Y como Roshar adivinó de inmediato, aquellos niños que se dedicaban a vaciar los bolsillos no eran otros que el resto de su red de jóvenes espías.
Mañana abriré nueva escena, que será ya en el día siguiente. Pero puedes continuar por aquí con Rata.
Tras localizar a su hombre de confianza el caballero cruzó ante él, pasando de largo, pero cuidándose de dejarse ver lo suficiente como para que le reconociera. No demostraría tener ningún interés en los allí presentes, pero esperaba que Rata entendiese la urgencia de un encuentro. No sería extraño que estuviese enterado de lo acontecido en la Fortaleza Roja y ya se imaginase un cambio de planes. O al menos más trabajo.
Ser Roshar esperó varias calles después, entre las sombras de un callejón. Lo primero que pediría a su contacto sería un informe de los progresos logrados hasta el momento. La información obtenida podía variar los detalles de sus planes.
Rata dejó pasar el tiempo suficiente para no levantar sospechas y se reunió con ser Roshar, con la misma cautela que le caracterizaba, andando entre las sombras de los edificios como un gato callejero. No saludó al caballero y comenzó a hablar como si no se estuviese dirigiendo a nadie en concreto. Hablaba en un susurro tan leve que apenas era perceptible.
-No he podido indagar demasiado, el banquete de esta noche ha alborotado el gallinero. Sólo se habla del desafío de la Granada* y de la traición en la guarida del Lagarto-león. Sé donde tienen a la lagartija escondida, por si os interesa, está al amparo de los Siete.
Los ojos del muchacho brillaban con emoción. Se imaginaba que aquellas noticias traerían una nueva e importante misión, y la presencia allí de ser Roshar en esa noche se lo confirmaba.
-De los otros, los que se estraviaron, no he podido averiguar nada. Han desaparecido de vuelta a su hogar, según se dice. Su estancia en la capital ha sido un suspiro. De la Granada tampoco hemos podido averiguar mucho más, se esconde en su tienda donde pasa día y noche, solo la abandona para entrenar y en todo momento esta escoltado por su séquito. No le dejan ni un segundo a solas.
*El escudo de lo Dannett tiene una granada atravesada por una flecha.
El caballero no volvió la vista ante la llegada de su informador y mantuvo el rostro bajo la capucha de la capa. Como era de esperar, confirmó que los sucesos del banquete habían llegado a sus oídos. Le alegró descubrir su iniciativa, se anticipaba a sus deseos. La lagartija estaba entre las preocupaciones de Ser Roshar.
- Solo hay un pago para la traición. - sentenció el Blackfist en el mismo tono que Rata. - ¿El Desconocido podría atender nuestra plegaria? - No se podía confiar en que los dioses fueran a hacer lo que uno desea, por lo que había que buscar otros métodos. Se preocuparía por descubrir que grado de acceso podían conseguir para presentar un plan con el menor riesgo de fallo a su señor. - ¿qué podría llegar a concedernos?
Ser Roshar dejó a un lado el asunto Claviger. Había otras prioridades... Aunque le hubiera gustado contar con más detalles.
- El desafío. - pronunció para fijar el objetivo. - Hay que hacer las necesarias "ofrendas" a los siete para facilitar su decisión. La granada se resguarda. ¿Y su montura? ¿y su comida? ¿y sus armas?- se preguntó si el Dannett habría traído un catador. Quizás tras la mención de veneno en el banquete más de un noble se siente en la necesidad de contratar uno.
-Se dice que la casa de los Siete tiene infinidad de pasadizos secretos que conducen hasta el exterior. Habría que averiguar quien sabe del apropiado y encontrar la manera de llegar hasta la lagartija. -Dijo Rata elucubrando una posible solución mientras hacía uso de sus conocimientos sobre aquella ciudad, o lo que había aprendido desde que había llegado allí. Era una ciudad demasiado vasta como para conocer cada rincón en tan poco tiempo, y por si fuera poco estaba llena de oscuros secretos, laberintos escondidos en las profundidades de sus cloacas y misterios olvidados.
Pero ser Roshar dio a conocer enseguida las prioridades y su atención se centraba principalmente en el asunto más inminente de todos: el desafío del día siguiente. El juicio por combate entre Adham Dannett y el campeón de la casa Crogall. Ser Roshar quería saberlo todo sobre el caballero de la casa rival, y cuanto antes, pues era de vida o muerte actuar con la mayor premura.
-Difícil, pero no imposible. -Valoró Rata. -La Granada guarda a buen recaudo su montura, sólo come de aquello que han traído de sus tierras. No es que tenga miedo a ser envenenado, pero no quiere que la comida le indigeste de cara a los combates del torneo. Pero el problema realmente reside en ese tal Ward. Va a donde la Granada va, come con él, entrena con él, le escolta a todos lados, guarda sus armas... joder, seguramente incluso le limpia el culo.
Ser Roshar mandaría buscar ese pasaje concreto que les haría llegar hasta la lagartija. Pero eso sería después de arreglar el asunto del juicio por combate. Apenas tenían tiempo.
- En algún momento tendrán que dormir. - el maestro de armas de los Dannett podía suponer un problema. Por desgracia el Blackfist no podía tomarse la molestia de planificar y preparar las maniobras tanto como le gustaría. - Tendremos que olvidar la paciencia. -
Se quedo unos instantes en silencio, meditando. Al mismo tiempo afinó el oído por si algún ruido en las cercanías le alertaba sobre algún mirón o por si se acercaba alguien.
- ¿Tus chicos serían capaces de cegarlo al galope con los reflejos del sol? - una breve pausa mientras su cabeza seguía trabajando. - Podría hacer que el campeón diera una vuelta previa para marcar puntos fijos. Y rezar porque las nubes no se presenten. - No era la mejor idea, quizás no llegase a ayudar suficiente. - ¿Tienes acceso rápido a alguna sustancia que merme sus capacidades? Necesitaríamos una buena distracción. Hoy ha sido un día de festejos, puede que un grupo de borrachos se pasee entre las tiendas de los nobles. - Todas las ideas que había estado elucubrando en la búsqueda de su agente parecían complicadas de llevar a cabo, y sobretodo dependían de la velocidad con que Rata podía conseguir ciertos elementos necesarios. Por ello decidió pasarle la palabra para saber que opciones consideraba. - ¿Con qué podemos contar? - A Ser Roshar le interesaba saber tanto las posibles sustancias de las que podrían disponer, como las distracciones que podrían elaborar y hasta el tiempo que podían conseguir para acercarse al Dannet o sus pertenencias.
-Hay un braavosi. -Dijo Rata de pronto, como si acabara de recordarlo tras escuchar las opciones que ser Roshar barajaba. -Se hace llamar Maiyo Vierro y es mercader. Dice por ahí que su negocio se limita a las especias y a una extraña bebida llamada cheldarro, algo bastante fuerte por lo visto. Pero algunos de los chicos creen que en realidad su mercancía es algo más turbia. -Añadió enarcando una ceja. -Tal vez haya alguna sustancia que pueda servir para incapacitar a la Granada entre sus pertenencias.
El caballero asintió con lentitud.
- Servirá algo para la Granada o para su montura. El problema será el tiempo que tarde en hacer efecto. Y será mejor que pase algo desapercibido... que no pueda descubrir que le pasa. O lo que le pasa a su caballo. - Había un factor de mayor importancia. - ¿Contamos con alguien capaz de suministrarlo? - Aquel era un punto delicado. De fracasar las acusaciones se verterían con rapidez sobre la casa... aunque no llegasen a sonsacar ninguna información del enviado.
-Es un trabajo demasiado delicado como para confiárselo a uno de los chicos. Me encargaré yo personalmente. - Rata hablaba con convicción, y era cierto que él era el más capacitado de todos.
Ser Roshar sabía que Rata era la opción con mayor posibilidad de éxito, aunque no le agradaba por completo la elección. Él tenía información y bajo tortura prácticamente todos acaban hablando. Tardó en responder.
- Está bien. - tiró de la punta de la capucha hacia abajo. - No me gusta que tomes ese riesgo, pero es necesario. - Lo consideraba una persona valiosa y le había servido bien. No quería perderlo, ya le tenía cierto aprecio. Y su tono tomó un cariz más oscuro en las siguientes palabras. - Ya sabes como proceder en toda circunstancia. - Abarcaba la posible situación, que nadie deseaba, de que fuera capturado. No podía salir un solo nombre de su boca. - ¿Qué necesitas? -
-No te preocupes. Seré ligero y silencioso como una ráfaga de viento en la noche, Nadie notará mi presencia. - Respondió el muchacho lleno de confianza y con cierto orgullo de que ser Roshar hubiese depositado en él toda su confianza.
-Necesitaré unos cuantos Venados, tendré que comprar la sustancia y el silencio del mercader. - Rata sabía lo que hacía, no cabía duda. Sobornar al mercader para asegurarse de que no les delataba cuando Adham Dannett se sintiera demasiado indispuesto para montar y se descubrirá el pastel, si es que llegaban a descubrirlo, era una manera inteligente de atar cabos. Pero, aunque a Rata le desagradaba pedirle dinero a ser Roshar, no contaba en su haber con tanto dinero como para cubrir todos los gastos.
Ser Roshar agarró su bolsa de dinero con disimulo y saco, sin mirar, una cantidad más que suficiente. No quería quedarse corto, y era muy probable que pronto tuviera que darle más venados a Rata para ocuparse de futuros asuntos. Acercó su mano con discreción y dejó que cogiera las monedas.
- Hablaremos tras la justa en la cuarta encrucijada. - Era un lugar en clave previamente seleccionado. La hora no estaba demasiado determinada, el Blackfist no sabía cuanto tardaría en poder reunirse con él. Pero el encuentro sería importante y el resultado del juicio determinaría los siguientes pasos a seguir.
Esperó una confirmación de que la cantidad era la apropiada y por si tenía algo más que contarle. En otro caso ambos deberían retirarse. Ser Roshar dejaría que Rata siguiese su camino para después guiar sus pasos hacia una taberna. Quería dejarse ver solo, sin la compañía de los Crogall.
A Rata no le hizo falta mirar las monedas para saber, simplemente por su peso, que eran más que suficientes para poner en marcha todo el plan que habían tramado entre ambos en aquel oscuro callejón de la ciudad más poblada y corrupta de todo Poniente. El muchacho asintió con la cabeza y después guardó las monedas en una bolsa que llevaba cosida en el interior de sus pantalones.
-Allí nos veremos.
Rata se dirigió al final del callejón, por donde más se estrechaba, y caminó hacía su interior para salir a otra de las calles de aquel lugar. Treparía por algún edificio y se movería con sigilo por los tejados hasta llegar a un lugar lejano fuera de peligro y de miradas indiscretas que pudieran hacer peligrar su complot.