Partida Rol por web

Whalen suspira ante la pregunta de su madrastra. Está triste y muy cansado. tiene ganas de acostarse junto a su esposa para dormir e intentar recuperar la inocencia que le ha robado ese viejo cabrón del bosque. No volverá a ver a galdrín nunca más.

Algo... Algo extraño. Por la forma en que se dirigió Archay a Orten parecía que esperaba encontrar a su padre en el séquito. Y la presencia de Joris consiguió que no hubiera más siálogo que las espadas. Jamás he visto viejo más terco en mi vida. Aún y así íbamos a torturarlo a conciencia. Ya lo creo. Había dispuesto ir a buscar a un torturador experto a Desembarco para sacarle todo lo que pudiera saber. Por desgracia se cortaron las ataduras de Archay y me atacó con un puñal que nadie había encontrado en el registro de sus ropas. Orten lo interceptó y lo mató antes que me matara.

El traidor había perdido el brazo derecho durante la contienda. Se me antoja muy raro que alguien malherido, que acaba de perder su brazo bueno, consiguiera cortar sus ligaduras, con un cuchillo que nadie había encontrado.

Simplemente enumera los hechos. No pone sospechosos sobre la mesa. No añade nada más, dejando que cada uno pueda elaborar sus conclusiones. A él le cuesta entender los motivos de todo aquel embrollo. Y aún estaba el tema del puñal con la redoma oculta. Casi seguro que contenía restos de veneno. Faltaba por ver quien iba a morir envenenado. Le parecía un objeto extraño para contener veneno. Un anillo era mucho más obvio para colar veneno en un sitio vigilado. Un arma es lo primero que te hacen quitar en lugares como fiestas. No es un buen lugar para ocultar veneno. ¿Qué papel podría tener el Caballero Zorro en todo el plan? Habría más cómplices. Si no los había estaban bien jodidos con aquel cabrón muerto.

Varya escuchó atentamente las palabras dichas por el hijo de su esposo, el resumen final que hizo el joven era muy acertado y asintió. Apretó las mandíbulas. Debería haber traído a Giana, así podrían saber si este muerto era a quien ella vio en la posada, o si se trataba de dos personas distintas. La dama dejó escapar el aire despacio, sin emitir ningún sonido, daba lo mismo pues estaba segura que hasta la fecha solo habían visto a simples peones, pero contra mas información tuviesen mejor.

-Lady Scarlett, el retratista que hicisteis llamar ¿podría hacer un par de Archay? Que Wybert y Nym se lleven uno con ellos y pregunten de mi parte a Giana Ríos, la moza de la primera posada, si lo reconoce. Un mensajero puede traernos la respuesta escrita en el mismo retrato.

Con suerte solo tardarían un par de días en tener la respuesta, la cabeza pensante estaba oculta, debía de haber alguna forma de desenmascararla antes de que fuese tarde.

-Los Lugus, sin el señor. Los Dannet, sin el señor. Que poco respeto hacia el rey... veremos mañana si se presentan.

Esperó por la respuesta de la dama pelirroja, poco más podían hacer por esa noche que no fuese lamer sus heridas.

Lord Evan cerró los ojos lentamente, y respiró hondo. Pudo sentir de nuevo el aire impregnado y pesado de Tearswamp. El pantano absorbía los recuerdos, se empapaba de las lágrimas y del dolor. A pesar de encontrarse lejos de su hogar, notó como sus pies se hundían en el fango. Necesitaba salir, huir, respirar…

Abrió los ojos. Y regresó a Desembarco del Rey. A una visita que se estaba convirtiendo en el peor de las pesadillas.

Era una trampa

Cosas extrañas

El eco de las palabras de su hijo y heredero resonó en su cabeza. Quiso preguntarle, agarrarle de los hombros y exigirle respuestas. Al mismo tiempo quiso compartir parte de la carga que ahora llevaba Whalen sobre sus jóvenes hombros. Ofrecerle consuelo y consejo, algo que nunca recibió de Lord Duncan. En cierto modo, la historia se repetía. Había mucha distancia entre el Lord y el heredero de la Casa Crogall. Entonces vio a Lady Scarlett acercarse a Whalen para llevarlo a descansar.

No había descanso posible ahora para él. No hasta que el dolor y la rabia encontrasen una salida. La sangre de los Crogall le llevaría a guardar esos sentimientos en lo más hondo, a ser paciente para luego ser letal.

La mirada del Lord buscó a Ser Roshar. Tal vez en aquellos ojos marrones se hallaba la respuesta qué estaba buscando con desesperación. Pero Roshar le esquivaba. Le evitaba. El de Backfist se refugió en la soledad y aunque Evan deseaba sentarse con él y beber, no pudo hacerlo. Seguía siendo el señor de la Casa Crogall. Una Casa acechada ahora por un enemigo traicionero e invisible. Una Casa que hoy era mucho más débil que ayer, liderado por un señor que tal vez lo era también.

Las palabras de Lady Varya, de su esposa, le llegaron desde la lejanía. Sonaban distantes, pero de nuevo fueron como el agua fresca y cristalina que restaura el ánimo y las fuerzas. Dio un pequeño paso. Sintió el dolor de la pierna como nunca, pero pudo salir del fango y dar el primer paso hacia delante.

-Pagarán por esto, sentenció. Su voz no tembló, pero era débil. No iba dirigido a nadie en particular, si acaso a los que ya no estaban entre ellos.

-Hagamos esos retratos. Tal vez Lord Archay muerto nos pueda proporcionar la información que no nos dio en vida. La necesitamos para llegar hasta el fondo del asunto.

Y sólo entonces, se armó de valor para mirar a su esposa.

-Pediré que venga el retratista milord.  Y dejó Scarlett a Whalen con una mirada y una mano en la suya, prometiéndole que serían sólo unos instantes.  Fue, dio las instrucciones de que buscaran al artista, tomó algo de té de tila, caldo de pollo recién hecho, y regresó a ofrecérselo a su marido.

Toma, te hará bien.  Hay que recuperar fuerzas. 

Conforme se iban apagando las llamas de las antorchas que iluminaban el interior de los pabellones de las diversas casas y pabellones que se habían congregado en ese espacio, la noche veraniega fue tornándose más oscura y pesada. Allá, al sur de los pantanos que dominaban las tierras de los Crogall, las noches eran pegajosas y demasiado calurosas en verano. Especialmente en la Gran Capital, donde el aire carecía de oxigeno por la gran concentración de almas que lo consumían con el ansía de un pez fuera del agua, luchando por sobrevivir. Cuando diferente era de Tearswamp, donde los pantanos y las ciénagas refrescaban las noches y secuestraban la niebla mortecina que recibía la mañana hasta que el sol se encontraba a una buena altura. Con suerte todavía podrían disfrutar de algunos años más de verano antes de que llegase el invierno, que amenazaba con ser largo como aquel estío.

Un funesto cortijo abandonó el pabellón de los Crogall con el cuerpo inerte de Galdrín subido a la parte trasera de una de las carretas que les había ayudado a cargar sus objetos y enseres. Dos caballos de tiro marchaban pisando pesadamente sobre la arena de la liza para alcanzar el sendero que daba acceso al camino real y regresar a los Tearswamp con el cadáver de Galdrin. El sonido de los cascos se alejó y la noche quedó en silencio.

Las antorchas de los Crogall tardaron en apagarse.

Con los pocos preparativos que podía hacer en marcha, lady Varya se acercó a su esposo manteniendo su mirada y devolviendo una serena. En realidad no sentía esa seguridad pero si algo había aprendido en Pentos, entre otras cosas que ahora no venían al caso, es que la imagen que dabas era el primer movimiento de una larga partida de ajedrez. Había que dar la impresión de tener todo bajo control y de que nada te sobresaltaba. A lo mejor algunos lo interpretarían como falta de empatía, de sentimientos, o incluso como que ella fuese la cabeza pensante de la debacle. Daba igual. Cualquiera de esas suposiciones era mejor a que supiesen la verdad.

-Buenas noches. -dijo a los que quedaban atrás girando levemente la cabeza en su dirección -Cuidado con dónde pones ese arma Whalen, tiene triple filo.

Enlazó su brazo con el del lord y lo siguió hasta sus aposentos.

Durante el breve paseo no dijo nada, solo se limitó a apretar su mano contra el todavía fuerte antebrazo del lord, intentando transmitirle seguridad y confianza. Al llegar a sus aposentos, y mientras deslizaba la ropa por su cuerpo y cogía la muda para dormir, sus labios comenzaron a hablar. Había sido un día largo, mas que todos los anteriores desde que salieron de las tierras de los Crogall, pero el final recién acontecido no debía eclipsar el resto de noticias.

-Un 'amigo' me ha contado rumores que circulan por la ciudad. De los Lugus nada nuevo, que les gusta beber y que los maridos le duran poco a la hija. De los Dannet, que lo más probable es que la chica se haya escapado al saber del que quieren que sea su esposo. -se sentó delante del espejo y comenzó a deshacer el recogido que llevaba, debía hacer uno nuevo para el banquete -Puede que no sea el momento de hablar de ello pero recuerdas que Adrik necesita una prometida... ¿y si fuese Iris? ¿no podría ese matrimonio cerrar heridas?-cogió el cepillo y empezó a desenredar la rubia melena, despacio, como en un acto relajante o hipnótico -En el patio de la posada un muchacho de unos diez años me paró, quería hablar contigo porque su madre le escribió antes de morir contándole que tu eras su padre.-guardó un segundo de silencio mientras miraba la reacción de su marido, en sus ojos él podía leer perfectamente calma y confianza -Por suerte se avino a razones y entendió que lo habían engañado, era un buen chico, una lástima lo que le pasó a su madre... aunque parece demasiada casualidad el momento de su pérdida. 

Se había guardado algunas apreciaciones personales, como que sus dedos habían acariciado el pomo de su estilete por si algo se torcía, pero lo importante estaba dicho. Otro ataque contra la integridad y la reputación de su casa, aunque de los dos últimos habían podido salir airosos por ser menos elaborados, no había que perder de vista que la acumulación de dudas podía llevar al desastre igual de rápido que una prueba contundente. Lamentaba no ser portadora de mejores nuevas pero tampoco se las podía callar.

Del óbito no dijo una palabra, no podían permitirse el lujo de desmoronarse antes de tiempo, por Galdrín que mantendría a los Crogall de una pieza... o se perdería en el intento.

El señor de la Casa Crogall estaba sumido en el silencio dentro de la tienda. A pesar de estar a solas con su esposa, sobre sus hombros pesaban todos los sucesos recientes, que se sumaban a los de toda una vida. Escuchó las palabras de Lady Varya, y suspiró. –Hay algo en todo esto que no termina de encajar.. No sé qué es, pero es frustrante tener que lidiar contra un enemigo que no se presenta.

Ella estaba de espaladas, arreglándose el cabello. Por un momento, Lord Evan pensó en acercarse. Finalmente, se quitó la ropa y la dejó con cuidado junto a la cama. Sus movimientos eran lentos y cuidadosos, de un hombre mayor. –No creo que los Dannet estén detrás de esto, dijo de repente. Era una simple corazonada, algo que prefería no decir a los demás. Pero era lo que sentía, aún sin estar seguro.

-Me gustaría poder reunirme con el viejo Lord Alfric, pero no está ya en condiciones, y no ha acudido al Desembarco. De Aldham no sé qué pensar. Es joven e impetuoso…

Dejó morir las palabras en su boca, pues sus pensamientos le llevaban a un lugar inesperado. -¿Y si nos enfrentamos a un mismo enemigo? Pero ese enemigo no quiere acabar con los Crogall, sino con los Dannet.

No había podido pensar en alguien capaz de hacer toda esta trama para acabar con la Casa Crogall. No obstante, tal vez alguien que odiaba a la Casa Dannet.

Se tumbó en la cama, mirando el techo de la tienda. No comentó nada acerca del muchacho de diez años, como si no hubiera pasado.

-Me pierdo en este pantano de mentiras y engaños, rodeado de espejismos y de fantasmas. Y me estoy haciendo viejo…

Y no dijo más, pero sus ojos verdes brillaron en la penumbra un buen tiempo después, hasta que finalmente el sueño le alcanzó.

Lady Varya estuvo atenta a los movimientos y palabras de su esposo, asentía imperceptiblemente a sus comentarios mientras se preparaba para dormir, hasta que llegó la duda de si ellos eran el objetivo. Lo pensó durante un instante, lo que tardó en dejar el cepillo en el pequeño tocador, y contestó despues de que sus manos se elevaron para refrescar su rostro con agua.

-Los hijos bastardos no son un ataque a los Dannet, aunque no se ha de dejar ninguna idea fuera.

Varya vio la figura del lord tumbarse y mirar al techo, el ceño se frunció en el bello rostro con lo que dijo y una sonrisa llena de amor asomó a sus labios. Se acercó con paso lento y silencioso. Se tumbó a su vera, de lado, mirando el perfil del hombre. Su mano se entrelazó con la de él y dejó su cabeza reposar en su brazo.

-No sois viejo, sólo estáis cansado...