Partida Rol por web

Realizó una profunda reverencia, no quería que ningún observador casual viera ninguna diferencia en el trato que mantenía con el Lord cuando se encontraban de manera "casual".

- Nunca. - 

Fue lo primero que dijo, antes de incorporarse. Una vez erguido siguió la mirada de su señor imaginando lo que estaba pensando, pero sus palabras pusieron rápidamente en funcionamiento la mente del caballero. Debía informar. 

- Ahora dispongo de menos ojos y oídos, pues he considerado necesario prestar más atención en Desembarco donde las casas de los siete reinos se concentrarán por una temporada. Y más cuando mi señor comunicó que la casa Crogall participaría. - hablaba con la cabeza gacha. - En los pantanos hay poca novedad, por el momento. Un miembro lejano de los Dannet esta buscándose malas amistades. Posiblemente intente algún movimiento que nos sea perjudicial para ganar algo de respeto en su familia. - hizo una breve pausa dramática. -  Pero juntarse con malas compañías puede acabar en desacuerdo. - pretendía insinuar con sus palabras que el tema estaba zanjado, a no ser que Evan tuviera otros planes. - Un pequeño grupo de maleantes se esta haciendo fuerte cerca de la frontera norte. Están poniendo a prueba a uno de los míos. Me gustaría comprobar si nos pueden ser útiles antes de zanjar el problema. - se sumió en el silencio durante unos segundos. Su mente estaba buscando otros asuntos de verdadera relevancia. - Unos par de mercaderes asociados intentan acabar con la competencia de manera desleal. De momento no han actuado, esperaba que recapacitaran...- no quedaba claro si Ser Roshar haría algo para que lo hicieran o no. - El resto no es más que rutina, nada destacable. 

Se mantuvo a la espera de posibles ordenes o de que Evan decidiera pasar al asunto más destacado. 

Lamentó no poder hablar en otras circunstancias más cómoda con su amigo, pero eso les había permitido un gran ventaja sobre los enemigos que iban saliendo en busca de la casa Crograll.
Mostrando un aire distraído escuchó con atención cada una de las palabras de Ser Roshar. Al oír el nombre de sus vecinos por un instante su rostro se endureció y se veía reflejada la rabia en sus ojos. De todos era conocida que la enemistad entre Lord Dannet y Lord Crogall la cual iba más allá de una simple tradición familiar.
La idea de Ser Roshar respecto a los bandidos le agradó. Siempre es buena ocasión para ganar un aliado. Al oír las intenciones de ese grupo de comerciantes empezó a intentar visualizar las caras de los posibles candidatos. Destriparlos como cerdos si no atienden a razones. Y contestó con calma.
- Veo que lo tienes todo bajo control - Como siempre -. Vigilaremos los ingresos, esperemos no tener que dejar a alguien viuda. - Su tono podía sonar de varias maneras pero en ningún momento compasivo o con benevolencia. Se aclaró la garganta y cogió aire. Se giró con tranquilidad.

- Se lo que significa para ti Desembarco - Hizo una breve pausa - Pero tengo la sensación de que te necesitaré allí. Si te niegas, lo entenderé, ya buscaremos una excusa que beneficie tu reputación. - Aunque sus palabras eran amigables su rostro era pétreo. Quería evitar que nadie ajeno le viera en una actitud demasiado familiar.- Tampoco tengo demasiado claro como hacerte ir sin llamar en exceso la atención y que tengas la libertad que necesitas.- Y sin que se muestren tus verdadera habilidades. Dudó.- Por cierto, ¿El Maese no te dijo que te reunieras conmigo ayer? -La vejez debe de empezar a afectarle. Le preguntó en tono curioso.

Agradeció las suaves manos de Varya. Escuchó con atención sus impresiones sobre Lady Tamy. Bien hecho. Asintió. Se sentía afortunado de tener a su lado una mujer de tal belleza, inteligencia y tacto.
Notó como las palabras de descendencia no sentarón demasiado bien a su esposa. Mierda Evan, como puedes ser tan zopenco. Piensa en algo.
Tras las impresiones de Galdrim arqueó levemente una ceja. Si, hoy ha sido un día raro. Se alegra cuando su esposa acepta su proposición.  Evan confiaba en su esposa como para saber que ella le diría lo que hiciera falta en su debido momento. Al escuchar sus palabras sonríe con alegría al ver que ha entendido su pregunta y deja entrever un reflejo de admiración en sus ojos. Hace una leve reverencia.

- Mi señora. - Mi amor. La estrechó en sus brazos a la luz de las estrellas y empezó, como pudo debido a su actual estado,  a bailar con ella de una manera no propia de salones pero si de cómplices, con dulcura. Sin dejar de contemplar su rostro empezó a tararear, casi como un murmullo, una canción.  - ¿Como se llama la canción que tocaba siempre aquel trovador en el viaje de vuelta?

Los pasos de su paseo matutino para comprobar el estado de la fortaleza le llevaron hasta el patio de armas. Escuchó un ruido en la armería. Era el joven maestro haciendo su trabajo. No se extrañó, la pereza no era un defecto que se pudiera asociar a Galdrim de la Tormenta. Entró con tranquilidad, pero antes se aseguró de que no hubiera nadie cercano que les pudiera escuchar involuntariamente.

- Buenos días Galdrim. - Dijo en su tono habitual. Esperó su respuesta - ¿Hay alguna noticia sobre la seguridad de las tierras? - Esto servirá para empezar. Se apoyó en la mesa que había en medio de la estancia.

Una risa ligera salió de entre los labios de Lady Varya cuando el lord le hizo la reverencia, se cogio a los anchos hombros de su esposo y se dejó llevar por la cadencia suave y arítmica que marcaba. Oyó el tarareo, apenas un murmullo, y su sonrisa se ensanchó al escuchar la pregunta de él.

- Siempre tan desmemoriado - dijo en tono burlón, entonces se pudo seria, se acercó a su oído y le susurró el nombre de la balada - Las lágrimas del Royne. Vamos - añadió después de un corto silencio dirigiéndose de nuevo a la cama - es tiempo del amor.

El bastardo, alzo la cabeza, y miro con sorpresa al Lord, no eran frecuentes esas visitas, sin ser convocado. Pero tampoco le molestaba en absoluto estar tiempo con el señor. 

Podéis preguntar lo que de verdad queráis saber, porque los informes sobre las patrullas están desde anoche en vuestra posesión mi lord. 

Aun así, estaba hablando con un noble, así que cuido sus palabras. 

Todo el territorio es seguro, se ha localizado un posible campamento de forajidos, y la finca del señor y la señora Teenywood está a salvo de las fieras. 

Galdrín podía ser un simple mortal, pero no era tonto, sabía mucho más de lo que decía, y conocía a su "Lord" mejor de lo que podía parecer. 

Se lo que quieres, pero Adrik está preparado. Yo podría quedarme aquí, y hacer mi trabajo. Allí no me necesitas pa....

Su voz se quebró, pues había bajado la guardia un solo instante. Se dio la vuelta y siguió cargando las armas que estaban destinadas a que las usara el joven Whalen Crogall. Armas muy buenas, para unas manos algo inexpertas. 

Evan sabia que él no quería estar delante de mas nobles, que alguien pudiera notar parecido alguno, y mucho menos al verlo luchar. Alguien lo dijo una vez, un viejo soldado, este chico pelea como un verdadero Crogall, y fue duro de asimilar. Desde entonces, tenia el pelo largo y encrespado, y una profusa barba que disimulara cualquier parecido. 

Solo había un motivo de peso para ir a Desembarco, y no era que el apareciera ante el mundo, ante los nobles. Era que Whalen saliera vivo de allí. El maestro de armas sabía que había muchas formas de matar a un noble, y más en un torneo, donde la etiqueta dictaba que estaba bien. 

No le importaba proteger al pequeño, es mas, quería hacerlo. Pero la posibilidad remota de exponer a la familia..., era algo que no podía encajar del todo bien. Y ya se lo había intentado decir a Evan, que Adrik, estaba listo. Era rápido y fuerte, como su tío. Que podían salir de allí bien parados, porque el muchacho era todo lo que podían esperar de un Crogall. Pero sus palabras daban de frente contra un muro. 

Y también era consciente de que aunque fuera escuchado, Lord Evan Crogall, cabeza de la familia Crogall, era paciente, y también letal, y que cuando aferraba una presa, una idea, no la soltaba jamas. Luchar era fútil. Así, que viajaría, pero eso no significaba que fuera a ir de buena gana.

Dado el visto bueno a los asuntos menores Evan pasó al tema de mayor importancia. Dio entonces al caballero la oportunidad de negarse pero él ya no lo veía viable. Había dado la noticia delante de varios súbditos y un cambio de opinión en aquel momento hubiera sido demasiado drástico, y posiblemente sospechoso aunque se inventaran una buena excusa. Además ya había tomado conciencia del viaje. Creía que necesitaba hacerlo, que aunque doloroso llegaría a ser beneficioso en última instancia, que le ayudaría a superar el pasado... Y si su señor lo necesita en Desembarco él no se permitiría fallarle. 

- Iré. - pensó en las opciones que tenían de cara a la galería mientras el dolor de cabeza le obstaculizaba. - Todos comprenderán que es para mi señor un riesgo dejarme en la fortaleza bajo una vigilancia que podría flaquear al no sentir los guardias la presión de la presencia de su Lord. Tras tantos años sin que sea descubierta ninguna conspiración por mi parte se podrían haber vuelto confiados. - hizo una breve pausa. - Pero también es un riesgo que cabalgue junto a mi señor hasta Desembarco. Pues allí podría encontrar más apoyos a mi causa y encontraría más viable llevar a cabo mis supuestos planes. - Se llevó una mano a la cara. Lo hizo en un intento de mitigar el dolor, pero bien se podía observar como si hubiera sido abochornado por Lord Crogall. - Se podría declarar que es tradición que un miembro de la familia Blackfist acuda junto a su Lord a cualquier torneo, o que espera que por fin saque a relucir las habilidades de combate que debí heredar de mis antepasados. Mi señor puede... o quizás deba añadir que me quiere tener vigilado de cerca. Y sin duda debería poner un hombre vigilando mis movimientos para dar mayor credibilidad a la desconfianza existente. Francamente, espero que no sea el único que deba eludir. - Alzó levemente la mirada para escrutar su gesto, solo para que cualquier observador se percatase de que le interesaba saber si estaba siendo perdonado por sus faltas o el supuesto enfado de Lord Evan continuaba extendiéndose. - También debo participar en el torneo. Sería muy sospechoso que formara parte de la comitiva hasta la capital y no combatiera. A no ser que lo presentemos de alguna forma como un insulto. Un gesto con el que mi señor intente hacerme daño al arrastrarme hasta Desembarco del Rey a presenciar un torneo y no me vea capacitado para participar en él. Cada opción tiene sus ventajas y desventajas. El agravio podría acercarme más a quienes intenten intrigar contra la casa Crogall. - Creyó haber expuesto lo más esencial para que su señor lo recapacitara y decidiera. Aunque su cabeza seguía estudiando el asunto en busca de detalles que hubiera pasado por alto. - Será como mande mi Lord, yo me haré valer.- El caballero se mostró decidido a cumplir con la voluntad de Evan, y eso si lo dejo ver en su rostro. Cualquier otro podía pensar que fingía. 

Ya había adoptado el silencio en espera de respuesta cuando se percató de una pregunta que había quedado sin respuesta. Se aclaro la voz. 

- El Maestre solo me convocó, junto a su adorada esposa, para que acudiera a los jardines. Quizás el hecho de encontrarme acompañado le hiciera decidir que era mejor posponer las palabras de mi señor. - Aunque Roshar sabía que solo había una explicación para que hubiera hecho eso. El Maestre conocía su máscara. 

Al escuchar donde estaban los informes no pudo evitar esbozar una leve sonrisa. Fijó su mirada en firme en el joven al escuchar las palabras del joven maestro. Entonces vio como su hijo se empezaba a soltar para comentar lo que realmente quería decir. Y de repente vio en su cara la reacción al ver lo que estaba haciendo. Arqueó una ceja  y las miradas se cruzaron. Tras el aspecto descuidado había un Crogall, no le cabía duda. En muchas cosas era como ver un reflejo de si mismo. Este seria mi trabajo si yo fuera un Ríos. Y por la mente le pasó la idea de una vida alternativa. Se paciente.
- Se que lo harás tu trabajo mejor que nadie - No necesitaba más palabras, si algo compartían era saber todos los matices que una palabras, por breves que fueran, podían tomar. Hizo un leve gesto de asentimiento para transmitirle la gran confianza que depositaba en su pericia  y el orgullo que sentía al tenerle allí.
Se levantó y con pasó lento, para evitar cojear más de la cuenta, se dirigió hacia la salida. Antes de pasar el umbral se detuvo y la palabras le salieron casi solas. - Asegura te de que Whalen entrene duro.  - Y salió.

Al escuchar las palabras de Roshar le costó no esbozar una sonrisa de asentimiento. Sabes muy bien que idea tengo en mente viejo pez. Con una leve excusa lo hubiera hecho oficial ayer, pero creo que eran demasiadas emociones fuertes. La escolta le dará de más credibilidad, buena idea. Lastima no poder hablarlo tranquilamente tomando una copa. Emitió un leve suspiro. Al escuchar las palabras sobre la situación entendió las acciones del maestre.
Con tranquilidad y sin alzar la voz, contestó:

- Ya le comentaré a Galdrim que tenga una "escolta" para ti. Siempre podemos hacer que tu participación sea anulada. Espero que tu posición no ensucie en exceso el nombre de tu casa. - Tienes heredero - Llegado el momento ya veremos que es lo mejor.-

Vio como poco a poco uno de los vigías se acercaba hacia ellos. Apretó los puños y endureció la mirada. Vuelve con tu familia. - Espero que sea la ultima vez que le encuentre en este estado Ser.- Se aseguró que sus palabras sonarán amenazantes, donde, para alguien ajeno a la conversación, no diferenciara entre una reprimenda o una soga al cuello.

Una par de días antes de la partida Lord Evan hizo llamar a Galdrim para ultimar los preparativos. Una vez acabados le dió la siguiente orden:

- Al llegar a desembarco quiero que Ser Roshar tenga un hombre como "escolta" - Vigilado.

A las dos órdenes que su padre le había dado sobre Desembarco, joven Galdrín solo respondió un. 

Como desees. 

Era una de sus frases más celebres, pues era como solía responder a las ordenes directas. O incluso a aquellas peticiones que se tomaba como ordenes directas. 

Mantuvo la cabeza gacha.

- No sucederá. Sera como mi Lord ordene. 

Se inclinó un poco más para realizar una reverencia y se retiró. 

Esperó que su señor entendiera que la negativa guardaba relación al comentario sobre su familia. Realmente no esperaba que su mala fama repercutiera de manera significativa en la reputación de esta. Solo sería una mancha en una larga estirpe de leales y hábiles caballeros. Todo cambiaría si su hijo decidía tomar su mismo camino. Aquello podía sembrar un precedente, un cambio en el sendero que la familia había escogido. Aun así estarían bien siempre que contaran con la confianza de la familia Crogall, a quienes estaban conectados desde sus orígenes. La tapadera si sufriría tras las siguientes generaciones que quisieran mantener ese peligroso y poco recompensado rumbo.

Decidió que pensaría en ello más adelante, pero en ese instante deseaba encontrarse entre los brazos de su esposa. Necesitaba su apoyo, su consuelo, su aliento... Y también ver la inocencia y alegría de su hijo, quien tenía la suerte de no haber sufrido aun ningún trágico suceso en su corta vida. Aunque llegarían, era inevitable. Pero antes de que ocurriera le mostraría que tenía un lugar al que aferrarse aunque todo fuera mal, que su padre y su madre estarían para lo que necesitara. Como ellos dos estaban para darle fuerzas a él. 

Se encaminó entonces, tambaleante pero a buen paso, hacia su hogar.