Partida Rol por web

Las espadas desenvainadas alertaron a Ser Roshar de que había sido descubierto. El caballero no dudó un instante y tiró de las riendas de su montura para que detuviera su avance. Lo último que quería era entrar en contacto con el grupo y tener que dar unas pobres explicaciones. Arriesgándose además a ser identificado. 

Aguardó a que tomaran un poco más de distancia antes de retomar la persecución, con especial cuidado en que no preparasen una emboscada contra él. A su favor contaba con la inminente cita a la que se dirigían y las prisas que Ser Joris alentaría a sus compañeros. Quizás pensasen que se trataba de un hombre del Zorro... Pensó en la parte positiva, ahora todos avanzarían con más cautela al encuentro. 

Ser Roshar barajaba ya qué historia de entre las que se le habían ocurrido desde la orden de su señor iba a utilizar en caso de ser necesario. 

Perfecto, pues, a buscar.  

¿Donde se encontrarán los pabellones de más extranjeros? 

Scarlett comenzó haciendo discretas preguntas por si alguien había visto al descrito caballero.  Si si había ido al "duelo" con Ser Joris, no estaría, pero quizá lo hubieran visto salir. 

Por otro lado, la descripción somera no era suficiente. Había pedido un retrato hablado a la chica, hecha por un artista, para que pudiera reconocerlo.    Esa quizá era mejor ruta. 

Galdrin se detuvo para ver qué era lo que había llamado la atención del joven caballero dorniense. La situación se puso tensa y eso no le gustó ni un pelo. Con la desconfianza en los ojos miró a Whalen temiendo una emboscada y después desmontó del caballo y tomó su arco y el carcaj.

-Atentos. - Advirtió al grupo mientras se dirigía hacia un flanco del camino para cubrirse entre los árboles y sorprender al enemigo. No sin antes dirigir una mirada a su amigo Adrik para que vigilará de cerca al dorniense y al anciano. Poco se fiaba de aquella oportuna situación y él haría lo propio, tendría un ojo en quien apareciera por el sendero y otro en los desconocidos que los acompañaban.

La dama fue asintiendo a las palabras del dorniense, su rostro no delataba ninguno de sus pensamientos, con la broma y la sonrisa final del caballero dejó entrever sus blancos dientes también.

-Todo se andará. -bromeó de vuelta, luego apoyó por un instante su mano en el antebrazo del hombre -¿Algún rumor que corra por la ciudad? Hasta lo más pequeño puede ser una pista.

El caballero no se preocupó cuando Galdrín se alejó del grupo. Posiblemente pretendía preparar una emboscada, pero Ser Roshar no tenía ninguna intención de ir hacia ella. Se quedo esperando en el mismo sitio, provocando que su montura reculase un par de pasos hacia atrás e intentando seguir a su amigo con la mirada. Calcularía el tiempo que podría tardar en verle y alzaría los brazos para demostrar que no era ninguna amenaza. Con suerte podría parlamentar con él a solas y mitigar las sospechas de todo el grupo sin tener que dar grandes explicaciones. 

El anciano caballero continuaba la marcha alegremente sin percatarse de lo que ocurría sus espaldas, cuando por fortuna escuchó la voz de Galdrin reclamando atención se giró sorprendido hacía el grupo y se preguntó que sería lo que estaban observando. De pronto cayó en la cuenta de que estaban preparándose para una inminente emboscada e hizo girar las riendas del caballo para dar media vuelta.

-¡El Caballero Zorro!. -Bramó con un poderoso chorro de voz, y picó las espuelas al caballo para salir corriendo a galope tendido al tiempo que desenvainaba la espada y señalaba con ella al frente como incitando al resto a seguirle. El caballo de ser Joris respondió a las órdenes de su amo y enfiló el camino por el que habían venido a gran velocidad.

-Ninguno más a parte de los ya mencionados. -Respondió el dorniense. -Bueno, se dice que el motivo del torneo es que la Reina está preñada de nuevo. -Añadió encogiéndose de hombros. No sabia si aquello interesaba a Lady Varya, pero Lannister era uno de los nombres que le había dado antes de encomendarle la misión.

Varya asintió y su cara adoptó una expresión neutra.

-Otro heredero... nunca son suficientes aun en tiempos de paz. Gracias por la información ser Gennady, si se entera de algo más no dude en venir a verme.

Inclinó levemente la cabeza en su dirección para despedirse del caballero y se acercó a los miembros de su familia que se alistaban para partir.

Ser Gennady se fue por donde había venido tras un cordial movimiento de cabeza y asegurar a la dama que si se enteraba de algo más se lo haría saber. Pero antes de que Varya pudiera regresar con los que ya partían, el chico desarrapado que habían visto antes caminando en dirección a la posada se acercó hasta ella y le saludó.

-Disculpad señora. -Tenía el pelo alborotado y la cara sucia, los ojos verdes y enormes asomaban tras unas legañas de similar tamaño. -¿Sois Lady Varya Crogall?

Lady Scarlett fue preguntando discretamente para comprobar si alguien reconocía el retrato que había mandado pintar con la descripción de la joven embarazada. Sin embargo no consiguió mucha información, pues a nadie parecía sonarle la cara que aparecía en el retrato.

La dama se encontraba en un mar de caras y estandartes diferentes, procedentes de los rincones más recónditos de Poniente. Trató de averiguar si había algún extranjero entre los caballeros pero era difícil distinguir los estandartes, pues además de los conocidos y de renombre, también toda una miríada de blasones de caballeros desconocidos y casas menores que no alcanzaba a situar.

Su camino se vio interrumpido por un chiquillo y la dama arrugó un poco la nariz, no tanto por un mal olor sino por el contratiempo, en un instante pensó que podía formar parte de otra trampa y también que podía ser interesante. Como estaba a la vista de la gente de su casa sintió que no debía de haber mucho peligro en contestar afirmativamente, aunque cerró el puño derecho y sus dedos acariciaron el pomo del estilete que siempre llevaba.

-¿Para qué quieres saberlo muchacho?

A pesar de sus palabras algo secas y serias, su tono era lo suficientemente suave como para no asustarlo.

La reacción de Ser Joris pilló por sorpresa a Ser Roshar. Había calculado mal la obsesión del anciano por el Zorro. No esperaba que llegase a nublarle el juicio hasta el punto de impulsarle a cargar a ciegas contra una supuesta emboscada. En un rápido cálculo de la situación concluyó que no tenía opción y siguió con su procedimiento, pues batirse en retirada forzaría a Ser Joris a la persecución. Mantuvo su montura quieta, la espada en su vaina y se mostró pacífico. Tendría que enfrentar a todo el grupo. Y si no servía la primera mentira usaría gran parte de la verdad. Lo importante era aquel posible encuentro con Lord Archay y la oportunidad de resolver parte de la trama contra la familia. 

Whalen parpadeó confuso ante la reacción del viejo loco. Su fiel Galdrín había desmontado, aunque por fortuna llevaba el arco en la mano. Joris cabalgaba hacia su némesis. El hombre que les había cubierto de mierda durante días. Whalen no podía dejar escapar a Archay.

Tras un momento de indecisión pica espuelas en pos de de Joris. Seguro que ese cabrón no está solo y que ha preparado alguna sucia jugarreta como acostumbra. Lo que hacía era lo más parecido a lo contrario del lema de su casa, pero no veía otra opción. Si se les escapaba el Zorro ya no iba a salir de su madriguera ni en cien años.

Ser Adrik asintió levemente con la cabeza hacía Galdrín cuando este le miró, había captado a la perfección lo que quería decirle y tendría vigilado al viejo de cerca y lo mismo al caballero errante. Lo que no se esperaba era la reacción tan súbita de Ser Joris y se quedó mirando de hito en hito a Whalen hasta que éste salió en pos del caballero. Entonces picó espuelas al caballo para colocarse a la espalda de su primo.

Ser Joris encabezaba la marcha de jinetes que levantaban polvo y tierra hacía la figura que habían percibido en el anterior recodo del camino tras ellos. Le seguían Whalen y Ser Adrik, y el dorniense Bryan Telson cerraba el grupo de caballos. Gladrin se había quedado rezagado, caminando entre los árboles con su arco para sorprender a su perseguidor. Pero la reacción del anciano Ser Joris descolocó a todo el grupo y obligó a moverse con rapidez.

Pero quien se encontraba a sus espaldas, vestido con ropas nada llamativas, la cabellera oculta, la cara sucia y encima de un caballo tan enjuto que era sorprendente que se mantuviera en pie con él encima, no era el infame Caballero Zorro, sino el Caballero del Puño Negro, Ser Roshar. Aunque incluso Adrik y Whalen tuvieron que esforzarse por reconocerlo.

Se mantenía quieto, con actitud pacífica y las manos en las riendas del caballo sin sujetar arma alguna. Eso hizo que Ser Joris, quien no lo reconocía, detuviera al menos su carga y colocara el caballo a un trote suave a la espera de que el jinete se presentara. Aún así lo miraba con desconfianza, temiendo que fuera una treta del Caballero Zorro.

-Veréis mi señora, - dijo con toda la cortesía que pudo reunir, la cual no era mucha, tenía el acento y la ruda forma de hablar propia de los niños del Lecho de Pulgas, -mi nombre es Neil. Neil Ríos.

El niño tendría aproximadamente diez años y vestía con ropas parduzcas de tela basta y andaba descalzo con los pies sucios y curtidos por el duro empedrado de las calles de Desembarco del Rey. Anudaba su humilde atuendo, repleto de remiendos y desgarrones, con un trozo de soga y un nudo bastante rudimentario.

-Lord Evan Crogall... bueno, el señor Crogall. -Titubeó un poco antes de continuar, pues no sabia muy bien como dirigirse a Lady Varya. -Quiero decir que lo ando buscando para hablar con él porque soy su hijo.

Varya asintió a la presentación del chico mientras recorría su cuerpo analizando cada detalle, con la mención de su esposo la mirada de la señora se clavó en los ojos de Neil y la revelación de que era su hijo la dejó sin palabras. Calculó que, de ser cierto lo que decía, el encuentro tuvo lugar hace diez u once años. Un período de 'libertad' para el señor de la casa, ya estaba viudo y todavía no la había conocido, muy oportuno tanto el tiempo como el momento de la revelación.

-Ahora está ocupado preparando a los hombres, puedes hablar conmigo mientras esperamos -la mujer indicaba con su cuerpo que la acompañase, pretendía ir a un lugar discreto donde nadie les escuchase -¿Te envía tu madre? ¿Cómo has sabido dónde encontrarnos?

Whalen notaba su propio corazón desbocado, con la sangre latiendo con fuerza en sus sienes, por la inminencia de un combate mortal, pero allí no había caballero zorro alguno, sino ser Roshar. ¿Qué hacía allí?

Detenéos, ser Joris. Este hombre no es otro que ser Roshar, un caballero de la máxima confianza de nuestra família.

Pero de todas maneras no parecía él. ¿Y si fuera alguien que se le parecía? ¿Qué hacía allí? Quizás era una treta del Caballero Zorro. 

¿Qué os trae aquí, ser Roshar? ¿Y ese subterfugio?

Habló así desde la distancia. A pesar de esforzarse por mantener un tono amigable no se fiaba nada de nadie. ¿Y Lugus? ¿Dónde estaba?

La pregunta de Whalen se contestó cuando echo la vista atrás y vio al menor de los Lugus dirigiendo a trote suave su caballo hacia allí. Con cara compungida y blanco como la nieve del Norte, el pobre Orten tenía el gesto de aquellos soldados de verano,  tan verdes como las briznas de hierba. De aquellos que no soportaban la visión de la sangre sin que su estómago se revolviera.

Al escuchar que Ser Roshar era quien les seguía suspiro aliviado y su cara recuperó algo de su color habitual. 

-Alabados sean los dioses...

El caballero recibió a los jinetes con gesto resignado. Decidió esperar a que todos se hubieran aproximado para no tener que repetir sus explicaciones y tardar el menor tiempo posible, pero la intervención de Whalen ya les aclaró demasiadas cosas. Haber sido reconocido facilitaba la elección de palabras de Ser Roshar, aunque no es lo que hubiera deseado. Torció el gesto antes de responder, como si se hubiera tomado a burla que el Crogall le refiriera como "caballero de la máxima confianza". Muestras como aquella podían zarandear su tapadera más de lo prudente. Tendría que hablar con el heredero pronto.

- Mi señor. - realizó una austera reverencia. - Tengo asuntos pendientes con el Zorro. No permitiré que calumnie mi nombre. - Podía resultar curioso que Ser Roshar se preocupara por una mancha más en su historial. O dar a pensar que aquella historia no era cierta y por eso se veía impulsado a defender su honor en este asunto concreto, lo que daría mayor credibilidad al resto de relatos. El Blackfist estaba dispuesto a usarlo a su favor. - Muy a mi pesar, Lord Crogall no permitió que me uniera a su séquito para acompañarlo hasta el encuentro... Y... - enmudeció unos instantes, consciente de la difícil tesitura en la que se encontraba. - Les ruego no mencionen mi presencia. - finalizó con tono suplicante.