Partida Rol por web

Orten no supo que decir. No había pensado en aquella posibilidad, pero era probable que alguna de las prostitutas con cierto parecido a Iris escuchase de la desaparición de la dama en los rumores que los hombres contaban en el burdel y decidiese aprovechar aquel asunto para sacar beneficio propio.

-Bueno... puede ser.- Admitió el joven Lugus. -Nunca he visto a la auténtica lady Dannett. 

Entre tanto, en la liza de las justas saltaba la sorpresa cuando el viejo caballero consiguió descabalgar de un golpe al fornido norteño sin siquiera haber sido tocado por la lanza de éste. Un sonido de admiración y sorpresa recorrió la grada precediendo a los lamentos por las apuestas perdidas y las pocas alegrías para quienes habían apostado contra todo pronostico en favor del viejo. El heraldo llamó entonces a Ser Adrik de la casa Crogall y a Ser Gennady de la casa Shanin.

-¡Ja! -Exclamó socarrón el mercader. -Ahora pretendéis hacerme creer que ese paliducho enclenque que tenéis por hijastro no es de vuestro agrado. Lady Varya, os creía con más clase.

El mercader utilizó su abanico para disipar algo del calor que le atormentaba y enrojecía su cara.

-No pretendáis engañar a alguien que se ha pasado la vida entre mentirosos. Sé reconocer a un embaucador cuando lo veo, querida mía. -Con un gesto de desdén, Ruber Piper dirigió de nuevo su mirada a la liza.

El sobrino de Lord Crogall lucía fantástico sobre su caballo, con una bonita armadura bien pulida y la sobrevesta verdinegra elegida para la ocasión. Su rival, el dorniense que habían visto ya en la posada con anterioridad no tenía un aspecto tan formidable como él, pero si había pasado el primer corte podría resultar duro de vencer.

Ser Adrik afianzó los estribos de su caballo fuertemente con los pies antes de apretar espuelas y coger velocidad con su caballo a fin de mantenerse sobre la silla ante el presumible golpe del rival. No conocía a Ser Gennady, pero lo había visto enfrentarse a su anterior rival y lo había estudiado con atención. Sabía que el caballero dorniense tendía a ser agresivo en sus ataques, y eso le hacía descuidar su defensa, pero también le volvía peligroso si lograba acertar en su golpe.

El dorniense llevaba armadura y celada completamente negras, lo que hacía resaltar los colores amarillos de su sobrevesta con su escudo dibujado en el centro, muy al estilo de las casas dornienses, representando un sol sobre la duna de un desierto. El caballero picó espuelas y mantuvo la lanza en alto hasta el último momento. Tal y como Ser Adrik se había temido, el dorniense llevaba bajo su escudo pero imprimía ferocidad en cada ataque.

El primer pase entre Ser Adrik Crogall y Ser Gennady Shanin se resolvió sin que ninguno de los dos lograse impactar contra el rival, de hecho ambos llegaron al otro extremo de la liza con la lanza intacta. Adrik había medido al caballero dorniense en aquel primer ataque, sabedor de su ferocidad e impulsividad sobre la silla. Ser Gennady había ido con todo a por el Crogall, como siempre solía hacer.

El Crogall dirigió su caballo de vuelta hacía el extremo que le correspondía y miró por la rendija del casco a Ser Gennady, que se mantenía imperturbable sobre su caballo. Ambas bestias resollaban por la carrera con los orificios nasales bien abiertos, iban a tener un minuto de descanso antes del siguiente cruce de lanzas.

Ser Roshar no mostraba gran interés en las justas. Aún así el chasquido metálico del contacto entre los contendientes siempre le hacía girar la cabeza. Lo que le servía para estudiar los alrededores. 

- Hum... - fingió indecisión. - ¿No recordará quién se lo comentó, verdad? - alzó las cejas. - Quizás puedan darme más información. - se rascó la cabeza y farfulló algo para sí con la mirada perdida. Un fino oído podría haber escuchado alguna palabra suelta y quizás reconstruir la frase pronunciada sobre evitar la ira de prometidos ricos. 

El caballero se mostró abstraído, perdido en sus pensamientos y dilemas. 

El cuerpo de Lord Crogall se tensó en el asiento del palco cuando Ser Adrik y Ser Gennady se cruzaron en la justa a gran velocidad. Evan hizo un gesto con la mano como si pudiera ayudar dar el golpe desde las gradas. -Ser Gennady es muy hábil, dijo a los que junto a él disfrutaban del espectáculo. Era importante intentar pasar página de los sucesos de los últimos día.

Pronto todos ellos se habrán olvidado de las caluminas vertidas...

Al mismo tiempo, la contienda de la intriga y de la investigación se estaba librando en distintos lugares. Confiaba en Ser Roshar para poder localizar a Lady Dannett, y cuando le vio por un instante hablando con Orten Lugus una sonrisa se dibujó en su rostro pero rápidamente fijó su vista en la contienda entre los caballeros. -¡Mirad al dorniense! Ataca con todo. ¡Qué gran combate!

Había perdido de su vista a su esposa. Lady Varya tenía otro cometido no menos importante.

Whalen observaba la justa de su primo con ser Gennady. Apartó el trapo con el que se estaba enjuagando el sudor para ver mejor. El dorniense parecía furioso. Whalen se preguntaba la razón. Le costaba creer que hubiera gente furiosa por naturaleza. Gente como la Montaña, que vivían con el odio como tarjeta de visita. En la inocente mente del heredero esas cosas no podían existir. Eran ilógicas.

Se inclinó hacia adelante y apretó el hombro de su escudero cuando iban a cruzarse. Pero nada pasó. Pasaron de largo y se disponían a volver a pasar. Whlane pensó en dar algún consejo a su primo, pero prefirió no hacerlo. Era su batalla. Era su justa. No quería robarle la victoria. Buscó su mirada, para infundirle ánimos, levantando el puño. Su primo era un buen justador. Y una persona virtuosa. Sabía que podría contar con él en un futuro. Como lord necesitaría muchos ser Adricks.

-Jajajajaja. 

Una risa llena de aceptación y diversión salió de los labios de la dama, era como de alguien que ha sido pillado en falta pero no le importa. Sus ojos se entrecerraron el instante en el que los dos nuevos contendientes se cruzaron y, al ver que nada sucedía, volvió a hablar aprovechando la vuelta.

-He de admitir, que ahora que la arpía de su esposa ya no está en juego, puede ser manejable y hasta bueno para los intereses de... la Casa. -por casa se entendía que se refería a ella misma, por supuesto -Igual que sería bueno que dos Casas humildes trabajasen juntas contra los enemigos comunes, en vez de pelear entre ellas y ser presa fácil. 

Su rostro se ladeó ligeramente mirando al mercader, esperando encontrar algún signo en él que le dijese más que sus palabras, que expresase si la mención de "enemigos comunes" era sorpresiva o...

Orten trató de hacer memoria para responder a la pregunta que lanzaba el caballero del puño negro. Había escuchado hablar a tanta gente en la posada y en la ciudad durante aquellos días que era difícil saber quién había dicho qué.

-Sí... fue un mercader. -Dijo con el ceño arrugado. -Un mercader braavosi. -Dijo con más convencimiento esta vez. -Un tal... Vyero o algo así. -Sabía que no era el nombre correcto por lo que hizo más memoria. -Maiyo Vierro, o uno de esos extraños nombres de Braavos. Era un hombre agraciado, muy elocuente. Una barba al estilo braavosi y ropas extravagantes como las que llevan en esa ciudad. Tenía los ojos verdes y muy vivos. Vendía muchas mercancías, pero sobre todo insistía en ofrecer una bebida que él mismo preparaba. Lo recuerdo porque mis hermanos pasaron una terrible resaca.

-¿Enemigos comunes? - Una risa que se asemejaba a una tos sacudió su cuerpo provocando que sus carnes sobrantes temblasen de arriba a abajo. -Por el amor de los Siete. El único enemigo de los Dannett son los Crogall. Todo el mundo sabe el daño que les habéis infligido. - Nombrar a unos enemigos comunes resultaba algo fantasioso para el mercader, al igual que el resto del séquito de Adham no creía que hubiera una conspiración contra las dos casas y culpaba de todo a los Crogall.

-Dejadlo, Lady Varya, no traicionaré a los Dannett.

Comenzó el segundo lance entre los dos caballeros y, fiel a su estilo, el dorniense volvió a picar espuelas con furia y a mostrarse agresivo en su ataque. Ser Gennady lanzaba gritos mientras azuzaba con las riendas y los estribos a su caballo para que alcanzase la máxima velocidad posible. Cuando estuvo cerca de su rival bajó la lanza y le imprimió un fuerte impulso extra con la intención de derribar a Ser Adrik.

Parecía que la estrategia de Ser Adrik iba a repetirse, pues el caballero de la casa Crogall comenzó a moverse con el escudo bien arriba y la intención aparente de cubrirse y mantenerse como una roca frente al ataque agresivo del dorniense, aunque de este modo tuviese que sacrificar su ataque como en el pase anterior. Pero de pronto, el joven Adrik clavó espuelas para que su caballo ganase en velocidad y potencia y él se colocó en pie sobre los estribos sorprendiendo a todo el mundo. Creyó ver un hueco en la defensa de Ser Gennady y lanzó allí su ataque.

La ferocidad del envite fue tan brutal que las lanzas estallaron con un fuerte chasquido al romperse contra ambos rivales. Pero fue la argucia y bravura de Ser Adrik lo que provocó que el público se pusiera en pie y admirara al caballero de la casa del lagarto-león. Fiel a su lema, Ser Adrik había estudiado con detenimiento a su rival y había sido paciente conteniendo su ataque para mantener una mejor defensa, pero en este segundo cruce fue letal.

La lanza del dorniense se partió contra el escudo del Crogall, pero Ser Adrik había colocado bien el escudo y el golpe fue fuerte pero inocente, directo al centro y sin malicia alguna para desestabilizarle del caballo aún a pesar de que se mantenía de pie sobre los estribos. En cambio, Ser Adrik descubrió el punto débil del dorniense y allí colocó su lanza con toda la fuerza que pudo reunir, pues Ser Gennady atacaba con el escudo algo bajo y la lanza impactó justo en la parte alta de su pecho que había quedado desprovista de protección. Ser Gennady quedó desequilibrado y a pesar de sus esfuerzos por mantenerse sobre el caballo terminó siendo desmontado y rodó por el suelo mientras su caballo corría hacía el final de la liza sin jinete.

El joven aguantó la respiración cuando vio a su primo ponerse en pie sobre la silla. Aquello era arriesgado, aunque, una vez más, se vió el buen trabajo hecho por Galdrín, pues ser Adrick desmontó al fiero dorniense con aquella sabia decisión.

Gritó como un campesino por la victoria de su primo, aunque justo después le asaltó una punzada de celos. Los borró de su mente y su corazón. Su primo era un buen hombre. Se merecía aquella victoria. Le observó pasearse por el campo de liza. Todo un ganador.

- Maiyo Vierro... - repitió, como intentando recordar si lo había escuchado en algún momento. Tras unos segundos pensativo sacudió la cabeza y miró a Orten. - Gracias. Siento molestarle con algo así. - 

El nuevo impacto atrajo la atención del caballero. Vio a Ser Adrik que permanecía sobre su montura mientras su rival se revolvía en el suelo. La ovación del público le hizo lamentar haberse perdido el embate. Solía sucederle, su mirada pocas veces estaba junto a las del resto. Al menos podía contentarse de que otro Crogall pasara de ronda. El buen resultado de los dos jóvenes podía distraer al gentío de otros rumores menos beneficiosos. 

- Debería ir a prepararme. - comentó sin gran entusiasmo, girando con lentitud. Dedicó una reverencia a Orten a modo de despedida. - Volveré en un rato a recuperar mis pertenencias. - se dibujó una media sonrisa resignada en su rostro antes de dirigirse hacia el soldado de la casa que le servía de escudero. 

El mercader era duro, pero la dama no se iba a dar por vencida fácilmente, tenía todo el día para conseguir abrir un resquicio en la dura piel del hombre. Los contendientes volvieron a chocar y un pequeño grito se escapó de los labios de Lady Varya al ver caer a ser Gennady, enseguida recuperó la flema y sonrió.

-El daño infligido entre las casas data de antes de que yo llegase, deberíamos ser capaces de superar afrentas pasadas, y no estoy diciendo que traicioneis a nadie, ¡por los Siete! -se recolocó el mechón que había caído sobre su frente con elegancia y volvió a hablar -¿De verdad creéis a la Casa Crogall tan estúpida como para mandar a hombres con algún tipo de emblema a una aldea Dannet?

Varya estaba cocinando a fuego lento, muchos se hubiesen tirado a fondo pero ella era una amante del arte, y el arte requería tiempo y mimo.

-¡Bravo Ser Adrik! ¡Bravo!, aplaudió Lord Evan entusiasmado. De reojo vio que Ser Roshar había terminado su charla con Orten.

Tal vez había logrado algún avance, pensó esperanzado.

El mercader se rió con la boca tapada como si estuviera tosiendo cuando escuchó las palabras de Lady Varya. A pesar de la gran paciencia y la insistencia que estaba mostrando la dama, el mecader no parecía picar en los cebos que le ponía delante. Ciertamente, pensó la dama, debía nadar en la abundancia si negociaba los tratos de sus transacciones mercantiles con la misma obstinación.

-En verdad querida, creo que la casa Crogall es tan astuta como para enviaros a vos a infectar mi mente y sembrar disputa entre los Danett, pero os repito que habéis errado el objetivo.