Partida Rol por web

-¡Lord Crogall!. Mi padre tiene mucho dinero, os pagara generosamente si me dejáis con vida. Por favor, ¡os lo suplico!. -Donwald sonaba cada vez más desesperado.

Sprenden estaba en estado de conmoción y se dejaba empujar sin oponer resistencia por Galdrin y sus hombres. Ronson estaba al borde de la muerte y casi no podía ni moverse y Donwald se había arrodillado para suplicar por sus vidas.

-No diremos nada.- Aseguró. -Nunca más volveréis a vernos, mi Señor. Podéis dejarnos aquí, diremos que nos han atacado unos bandidos.

El hombre rubio que había intervenido en la conversación se encogió de hombros ante las palabras de Roshar.

-Podéis elegir perder vuestro tiempo como queráis, creo que las evidencias son más que notables. - Aseguró. -Escuchadme bien, va a haber problemas entre la casa Dannett y la casa Crogall, recordad mis palabras. No problemas del tipo normal, sino posiblemente una guerra abierta, dependiendo de lo que el Rey decida hacer acerca de este ataque contra la gente y las tierras de la casa Dannett.

Un tercero, que parecía ser amigo del rubio pues se encontraba junto a él y se había girado hacía ellos siguiendo a su compañero, intervino en la conversación.

-A mi todos estos problemas entre los nobles me traen sin cuidado. Si se quieren matar entre ellos, mejor. Si dieran cuenta de todos los bandidos que van a lo largo del Camino Real con tanta contundencia como con este asunto no tendríamos tantos problemas como los que hay últimamente.

Lady Varya oyó al muchacho pedir clemencia al fin, pero ya era tarde, habían dado demasiados pasos en una dirección y ahora no había vuelta atrás. Sintió cierta lástima porque tres vidas se acabasen tan pronto, pero el mundo en el que vivían era cruel y no permitía fallos, y ellos habían cometido un fallo terrible al no saber cuál era su lugar. Había que hacer lo que tocaba y la señora de la casa Crogall se enderezó en la silla sin apartar la mirada, Galdrín asintió a la orden y se comenzó a llevar a los condenados hacia un lado del camino.

Covern intervino haciendo una interesante sugerencia y el lord hizo unas matizaciones muy buenas, ambos parecían ajenos a los sentimientos que sus palabras despertaban en el resto de la comitiva pero Varya no perdía detalle de las reacciones de unos u otros. No estaba segura que la demora que supusiese trocear a los desdichados primos mereciese la pena, pero ella haría lo que su señor ordenase. Y entonces de nuevo se oyeron súplicas por parte del joven, pero ya era demasiado tarde.

- Claro que os dejaremos aquí, - susurró la dama con voz helada, su intención era que no la oyese nadie aparte de su esposo pero le daba igual si eso sucedía - por supuesto que no volveremos a veros y es indudable que no diréis nada. Los muertos no hacen ninguna de esas tres cosas.

Si tardaban mucho mas en cortar esa garganta tendría que hacer algo, no soportaba seguir oyendo su voz.

- Por desgracia no es la primera maniobra de este tipo que me encuentro en mi vida. - Lamentó Roshar en respuesta al primero. - Pero esta vez ya no puedo dejarlo pasar, pues aun estoy a tiempo. - No quería dar a entender que en otras ocasiones no había actuado, sino que se había enterado tarde de la verdad como para que su intervención sirviera de algo.

Escuchó al segundo hombre, quien podía tener algo de razón aunque no fuera comparable la masacre de campesinos inocentes a unos cuantos robos en el camino. 

- Me temo, amigo mio, que no todas las voces son igual de escuchadas. - dio un último trago a su cerveza y dejo la jarra sobre la barra, preparándose para partir de la posada. - Y una guerra abierta sería mucho más perjudicial de lo que piensas, incluso aumentaría la actividad de bandidos... - Empiezo a avanzar hacia la salida.-  Me retiro, que los siete sean con vosotros. - 

La cabeza del caballero rumiaba esa mención a los bandidos. ¿Era acaso un recordatorio sobre los peligros que suponían los caminos para que todos supieran a quien achacar la culpa cuando un septón errante desapareciera? Sonrío para sus adentros. ¿Acaso es que los Dannet tenían hombres aquí? Cada vez tenía más claro lo que tenía que hacer, una idea que se había ido formando hasta parecerle lo más adecuado. Lo primero era abandonar la posada y acercarse al mozo de cuadras, sin olvidarse de vigilar su espalda por si algún agente enemigo pretendía dejarle fuera de juego antes de poder actuar. En el exterior empezaría su función. 

Whalen asiente a las palabras de su escudero, sin saber muy bien qué decirle... Realmente no hay respuestas a todas las preguntas.

Eso, Willard, es algo que ni tú ni yo podemos evitar. El señor de la casa ha dado una órden y se ha de cumplir... Aunque, como te he dicho, haré lo que esté en mi mano para que algo como lo que va a pasar hoy, no se repita. Esos Claviger, aunque descarados, no merecían morir. El castigo no es proporcional a la falta cometida... Pero cuando uno ha vivido demasiado tiempo en guerra, olvida como son las cosas en tiempos de paz.

Haced lo que os he dicho y volved... Yo he de ir junto a la comitiva... 

Le dice, reticente sobre lo que acaba de decir. No desea volver a ver como sacrifican a esos jóvenes por el mero hecho de que su padre no ha sabido controlarse. Whalen está asustado por dentro al imaginarse los desmanes que puede hacer cuando se encuentre con los Danett. Si ha hecho eso con unos fanfarrones qué no hará con los que han esparcido mierda sobre ellos por todo el camino hasta Desembarco...

Galdrin lanza una mirada de desprecio hacia el cazador. Aunque admira sus habilidades no puede sino repugnarse por la falta de escrupulos que este muestra.

-Milord.-Dice dirigiendose a Lord Evan. -No creo que sea necesario tal menester. -Un vistazo al cazador indica a que se refiere. -Yo me encargaré de todo. -Y todo incluye deshacerse de los cuerpos pero esto no lo añade para no alterar más aun, si cabe, a los prisioneros. -Si lo deseáis, dejadme con el cazador y un par de hombres más y continuad la marcha. Ser Aldrik conoce bien la ruta y si partís ya llegaréis a tiempo de dormir bajo techo esta noche. Nosotros os alcanzaremos allí.

Sea cual sea la respuesta de Lord Evan a su propuesta, el maestro de armas tiene trabajo que hacer por lo que amordaza a Donwald Claviguer para que deje de lloriquear e indica a los dos soldados que le sigan hacia el bosque con los prisioneros. Cuando pasa cerca de Covern, con un tono de voz apenas audible pero duro le dice:

-Ayuda al chico con la pobre bestia. -Willard apenas se tiene en pie del nerviosismo. Algún día tendrá que madurar y afrontar sus miedos; pero a Galdrin le molesta que tenga que ser en medio del camino en un momento como este. Al final añade. -Y si quieres alimentar hoy a tu amigo hazlo con su carne, no con esta. -Señala a los caballos que un soldado mantiene sujetos mientras relinchan nerviosos por las heridas y el olor a sangre.

Finalmente conduce a los prisioneros hacia el bosque. Retrasar lo inevitable no tiene sentido.

Las palabras de Roshar sólo tuvieron cierto efecto en el Norteño. Los demás le miraban como si fuera un loco al creer que podría impedir lo que estaba claro que terminaría sucediendo. Terminó la cerveza y se fue dejando al pequeño grupo en una discusión acerca del tema de los campesinos asesinados y los bandidos del camino. Cada uno de ellos daba más importancia a una de las dos cosas y presentaban sus argumentos a favor o en contra.

Cuando salió de la posada echó la vista atrás con disimulo para asegurarse de que nadie le seguía, y así era. No había nadie a sus espaldas. Esperó unos instantes vigilando la puerta pero tampoco nadie salió de allí durante un rato. Después, Ser Roshar se dirigió a los establos de la posada para ir a hablar con el mozo de cuadras.

Se lo encontró recostado en un montón de paja, bostezando aburrido y jugando con unas briznas de paja que sostenía entre los dedos. Cuando vio aparecer al septón no se movió un ápice de donde estaba y con voz cansada le preguntó si quería que ensillara su caballo.

-¿Ya os marcháis?. ¿A por las Granadas tal vez?

Dentro del tenso aire que re respiraba Lord Evan empezó a escuchar una leve voz muy familiar. A medida que la iba escuchando le parecía increíble, nuevamente,  lo que estaba sucediendo y maldecía para si las malas decisiones que había tomado en el pasado, pero ahora ya no era momento de lamentaciones.  Tragó saliva para evitar que el orgullo se apoderará de él, ya se habian metido en suficientes problemas por hoy. 

 - Willard, quieto! - Ordenó. Giró su rostro hacia su heredero para asegurarse de que sus miradas se cruzaban. Acto seguido dijo unas palabras sin apartar la mirada.

- Crogall, a partir de ahora mi hijo Whalen no tiene autoridad para dar ordenes mayores* hasta que yo diga lo contrario. - Disfruta de tus vacaciones hijo. Pensó con ironía.

En el momento justo entró en escena Covern para desviar la atención de Evan. Escuchó sus palabras y en su rostro se pudo dibujar una leve sonrisa, algo de lo que dijo el cazador le hizo gracia.

- No daré esa orden pero creo que tus habilidades nos van a ser muy útiles. - Al ver a Covern no puedo más que imaginarse a una arma humana sedienta de sangre.

Una vez que volvió al estado que requería la ocasión escuchó a su esposa y asintió a sus palabras con la cabeza, es como si le hubiera quitado las palabras de la boca.

Finalmente sintió algo de alivio al escuchar a Galdrin, una de las pocas personas en la que confiaba. Vio que lo tenia todo bajo control así que dió la orden. No le hacia gracia prescindir de él pero no le quedaba más remedio.

- Que así sea, nos vemos más adelante, asegúrate que los hombres no lleven nuestro emblema. Que los siete sean con vosotros.

Y se preparó para partir.                   

Whalen da un respingo al oír a su padre dirigirse a su escudero, pero no dice nada. Su padre es el señor de la casa...

Al ver que le quita toda autoridad se pone rojo y frunce los labios. Respira hondo, intercambia una mirada con su mujer y finalmente se decide a hablar.

Decidme qué puedo hacer para parecer útil mi señor...

Scarlett compartió la tensión en la mirada de su marido y le susurró...

-No es el momento, Whalen. Cuando esteis a solas.

Para darle confianza le puso la mano sobre la suya y se acercó para que su cabello rozara con el de Whalen.

El grupo se puso de nuevo en marcha después de aquel encuentro fortuito en el que se habían llevado un agravio por parte de unos jóvenes nobles de alta osadía y poca habilidad para la esgrima. Los Claviger, movidos por el ímpetu de la juventud, habían cometido el error de insultar a la Casa Crogall y creer que saldrían impunes de tal afrenta por el mero hecho de ser unos emisarios reales que iban a entregar una notificación del Rey que ya nunca llegaría a su destino. Aquello se les había subido a la cabeza, y les había dado el valor para la estúpida desfachatez que ahora iba a costarles la vida.

Derrotados en combate por los buenos guerreros de la familia, y quedando heridos gravemente, ahora su destino quedaba en manos de Galdrín, Covern y dos de los hombres mientras el resto de la familia continuaba el viaje guiados por Ser Adrik. Un destino que, por otro lado, ya estaba más que sellado al decidir Lord Evan que un cuchillo por el cuello era final que los Claviger merecían por su error.

La comitiva se puso en marcha con todo el aparejo dejando atrás a los hombres encargados de ejercer de verdugos. Covern intercambió un caballo con uno de los soldados que se encargarían de llevar la carreta donde Willy, el lagarto-león, permanecía ajeno a toda esa disputa. Pero con el olor de la sangre presente en su instintivo y depredador olfato.

- Debo partir, su mentira cobra demasiada fuerza... - Respondió al joven sin dejar de prestar atención, tanto a él como a los alrededores. Para su plan debían darse ciertos requisitos y de no cumplirse rápido debería reiniciar su marcha cuanto antes. Su intención era alejarse de la posada, esconderse y observar escasos minutos su puerta. Daba igual quien fuera. Podían venir a por él o... tendría que fingirlo... Aunque si tardaban demasiado espolearía a Modesto para coger una buena velocidad hacia la capital. 

Así fue como lo hizo. Ser Roshar tomó su caballo y se despidió del mozo de cuadras para alejarse por el Camino Real una distancia que consideró prudencial. Tras asegurarse de que nadie le seguía salió del camino y escondió el caballo para después vigilar desde la lejanía la posada.

Esperó varios minutos allí escondido pero quienes entraron o salieron de la posada durante ese tiempo no mostraron interés en el caballero y tampoco siguieron el camino en pos suya. Su corta presencia en la posada no había despertado ningún ansia asesina ni nada por el estilo, por lo que Roshar podía continuar tranquilo con sus planes.

Las circunstancias no le parecieron las mas acordes para su plan y decidió desecharlo. Demasiado precipitado para el poco tiempo que podía dedicar. Aun así aun le preocupaba la presencia de agentes Dannett y, por consiguiente, un posible peligro para su vida. Supo al instante que debía hacer.

Volvió a su caballo donde, al amparo de la oscuridad y alerta para no ser descubierto, tomó su cuchillo oculto para manipular sus prendas y aspecto. El septon errante desaparecería por el momento pudiendo dar pie a conjeturas. Poco le importaba a Ser Roshar, quien podría hacer uso de su historia más adelante si lo consideraba oportuno o extender algún rumor que fortaleciera la versión que aquel hombre había dado en el camino, quizás usándolo como un mártir ficticio. Pero eran asuntos del futuro, en aquel instante le preocupaba llegar a la capital cuanto antes. 

Una vez satisfecho con los arreglos en su apariencia se echó el cuchillo al cinto y montó a Modesto. 

- Mañana te lo compensare. - susurró al oído del caballo.

Pese a que Pomposo era un animal de mayor pedigri, más bello a ojos de la mayoría y que otorgaba un mayor estatus el caballero tenía una mayor predilección por su rocín. No tenía la misma nobleza pero conseguía ser igual o más útil y era un punto que valoraba mucho mas. 

Pasó la mano acariciando la crin, dio dos palmadas en su cuello y le ordenó que iniciara la marcha. Les esperaba una dura jornada... 

Modesto estaba cansado y mantenía el trote que le exigía su amo a duras penas y resollando fuertemente. Roshar notó que pocos minutos después de empezar la marcha el cuello del caballo ya estaba humedecido por el sudor y que sus ollares se ensanchaban ampliamente para recuperar todo el aire posible en cada esfuerzo. Tras un día duro de marcha y sin haber descansado mucho, el animal se encontraba al límite. No obstante, el caballero sabía que podría aguantar.

Llevaba ya unos quince minutos de camino cuando escuchó algo moverse a su derecha. El Camino Real se adentraba ahora en un pequeño bosque y multitud de árboles se levantaban a uno y otro lado del pavimento que Ser Roshar seguía. Dirigió la vista hacía allí después de aminorar la marcha y vio una sombra que se movía entre los arbustos colindantes al camino. La sombra se escondió entre los matorrales cuando el caballero se percató en ella.

Galdrin asiente al oir las palabras de su señor. Si albergaba alguna esperanza de que aquello acabase de manera diferente se esfumó entonces. Se dirigió entonces a los dos soldados que les acompañarían.

-Quitad los emblemas de vuestros ropajes y vuestras monturas y seguidme. -Eran dos buenos hombres de su confianza, los había escogido entre el resto no por su valentía, coraje o inteligencia; sino por su forma de aceptar ordenes sin cuestionarselas.

Tras efectuar esto, los cuatro, incluido el cazador, dirigieron a los prisioneros y a todas monturas hacia el bosque mientras el resto de la comitiva emprendía de nuevo el viaje.

Una vez alejados del camino el maestro de armas se dirigió a Covern.

-Busca un lugar donde deshacerte de las monturas, ahora vendremos a ayudarte.

Buscó un punto adecuado para su tarea y dirigió hacia allí los prisioneros. Estos formulaban palabras de súplica, imploraban a su estatus como nobles o simplemente miraban hacia el frente como si no entendiesen lo que pasaba. No presentaron mucha resistencia. Galdrin separó a Donwald, que era el que más suplicaba, y lo obligó a ponerse de rodillas sobre un tocón.

-Lamento enormemente lo ocurrido. Que el desconocido te acoja en tu seno. -No era habitual que Galdrin pronunciase una plegaria, pero en aquel momento le pareció lo adecuado.

Tras las breves palabras el maestro de armas desenfundó su espada y, de un certero golpe, decapitó al segundo hijo de Lord Claviguer. Uno de los soldados desvió la mirada durante el proceso pero ninguno dijo nada.

Galdrin procedió de igual modo con los otros dos Claviguer, no quería que nadie más que él hiciese aquella tarea. Para su desconsuelo necesito varios golpes de espada para conseguir decapitar al ultimo de los prisioneros.

-Ayudadme a quitar los ropajes de nobles y a enterrarlos. -Entre los tres los desvistieron hasta que solo estuvieron con sus ropas interiores y enterraron los cuerpos. Galdrin mandó a uno de los soldados que enterrase los objetos de valor que portaban encima unos metros alejados de los cuerpos por si los carroñeros los desenterraban y procedió a encender una pequeña hoguera para quemar los ropajes de los nobles y los arreos de las monturas que portasen algún símbolo indentificatívo.

Finalmente buscaron a Covern y le ayudaron con su tarea. Cuatro horas más tarde de la partida de la comitiva, el segundo grupo dejaba el bosque y se reincorporaba al camino. Aunque su ritmo de viaje era mayor que el de la comitiva al ser cuatro jinetes solamente, llegarían a la posada cuando ya hubiese anochecido.

El caballero no sabía confirmar si sus temores eran fundados o de si se trataba de verdaderos bandidos atraídos por su montura. Lo que si tenía claro es que perder a Modesto supondría un batacazo en sus planes, pues tendría que hacer el resto del trayecto a pie con el tiempo que eso supondría. Y tampoco tenía con que defenderse de manera efectiva contra un grupo, ni siquiera contra un hábil combatiente que tuviera un arma más larga y eficaz que su cuchillo. 

Sabiendo a lo que se exponía espoleo su caballo para que iniciara el galope. Contaba con varios peligros: una flecha desde la espesura que le hiriera a él o a su montura, que Modesto se derrumbara por el esfuerzo, que iniciaran una persecución en pos suyo, que consiguieran cerrarle el paso... Aun así decidió que debía correr el riesgo. Si le herían o le arrebataban su animal perdería demasiado tiempo para contrarrestar las historias falsas de los Dannet con suficiente efectividad, de hecho ya creía que llegaba tarde, por lo que en cualquiera de esos casos poco importaría verse en problemas mayores...

Su intención era mantenerse al galope hasta alejarse suficiente como para poder confirmar que no era perseguido y entonces bajarse de su caballo para darle un descanso a paso suave. Esperaba que liberado de su peso y avanzando a ritmo lento se pudiera recuperar, aunque sospechaba que tendría que caminar durante gran parte del viaje o hacer una parada mucho más larga. Aunque en aquel momento le urgía mantenerse alerta en sus alrededores y pegarse bien a la grupa de su compañero para complicar un disparo sobre su cuerpo. 

Al pasar el rato Evan se permitió relajarse un poco. Estaba furioso consigo mismo, por haber actuado como un chiquillo y verse inundado por una situación de la que el era un mero peón. Se veían obligados a seguir su camino, no sabia que nueva desventura le deparaba la próxima curva del camino y le inundaba la sensación de que eran gallinas directas al matadero. Se llevó un par de veces la mano al costado, la contusión le molestaba y estaba deseando hacer un alto para que el maestre le diera un vistazo. Pero tenia algo pendiente que hablar con su heredero. Hizo una seña a Whalen para que se uniera a él y puso aire de por medio entre la comitiva y ellos para poder hablar con algo de intimidad. Sin girar la mirada hablo en susurros al joven Crogall, lo que tenia que hablar con él no quería que lo escuchara un desconocido en una posada del camino.

- Hoy me has perdido el respeto en dos ocasiones. - Exhaló como para desechar la ira que aún anidaba en él - En que coño estabas pensado hijo? - En ningún momento apartó la mirada del camino. ¿En algún momento podré confiar en ti?

Al escuchar como su padre se dirige a él da un respingo sobre la silla y se adelanta como una oveja que va al matadero, alejándose junto a su padre.

A medida que se aleja alberga esperanzas que sean palabras de consuelo, o ánimo...