Los exploradores Ullux han fallado. No cabe pensar otra cosa para los habitantes de cierta aldea casi en la linde del desierto, pues si es que estaban esperando ser alertados, no esperaban, desde luego encontrarse un día con esa escena en uno de sus poblados, al borde del desierto, justo antes de que este diese paso a una vasta llanura y un suave bosque.
Tras algunos hechos del pasado, lo que se acerca a la aldea Ullux parece más un consejo que otra cosa: de las cuatro criaturas que ven fuera, solo una parece armada, y por las posiciones en las que se va manteniendo alrededor de los otros tres, era factible imaginar que era alguna clase de escolta. También, estaba claro que fuesen o no hostiles, sí eran inteligentes, puesto que aunque fuesen ligeras, llevaban ropas y armas algo elaboradas.
Antes de acercarse, observan durante unos instantes la aldea, para ver si hay movimiento o se les presta atención. A pesar de la poca cohesión de imagen (pues con su mezcla humanoide uno de ellos parecía un agapurni, otro un gorrión, otro un jilguero y el armado un buitre), se comunican entre sí y, si no se han dado cuenta de su llegada, lanzan algunos gorjeos, trinos y piares en dirección a la aldea para atraer la atención sobre ellos, y finalmente aterrizan en las cercanías.
El jilguero se adelanta un poco, mirando en dirección a la entrada del lugar, y aguarda la llegada de un representante Ullux. Lamentablemente, había estudiado lo suficiente para imaginar que no lo entenderían un pimiento por el lenguaje convencional, ¿acaso es tan difícil piar?¡A él le sale desde chico!
Los Ullux miraban a los extraños con sus formas variadas y extrañas. Unos estaban cribando el polvo del desierto generando corrientes de aire entre sus manos. Otros más pequeños, hacían subir el agua de las profundidades del desierto, para congelarla y deslizarse por ella. Algunos sencillamente tomaban el sol mientras charlaban.
El más raro de ellos se acercó. Su cabeza estaba cubierta de máscaras, todas ellas sonrientes y miraban en todas direcciones. Extendió la mano, en la que se formó un pájaro hecho de luz. Desplegó sus alas y se adentró en el desierto a una velocidad fugaz.
Era su deber como segundo asegurarse del bienestar de la gente de esta Aldea. Uno de los extraños estaba armado. Después del encuentro con el Harapiento, decidió proceder de igual manera que lo había hecho Líder. En una mano cargaba comida, principalmente fruta, como dátiles y carne de todo tipo de animal. En esta aldea había poca gente como para tener un alimentólogo que preparase platos más elaborados.También había un puñado de cristales que parecían de la misma sustancia que el propio cuerpo de los Ullux. En la mano libre, una bandeja de oro.
Se sentó frente a los desconocidos, dejó la bandeja en el suelo y la comida sobre ésta. Después empujó la bandeja hacia el grupo de hombres pájaro.
Observó sus gorjeos y la forma de sus cabezas. Al poco una de sus caras comenzó a cambiar, como vidrio fundido se deformaba lentamente, con una densidad y un color propio del caramelo caliente. Cuando el proceso terminó, una de sus caras era como la de los hombres pájaro. Era capaz de hacer ruido, pero desconociendo el código, iba a ser un sinsentido.
Señaló al sol, esperando la respuesta de los extraños para imitar sus sonidos.
Iba a ser un aprendizaje lento.
Los cuatro terales observaron cautos el avance de esa criatura. Las expresiones que tenía eran raras, pues los terales nunca habían visto un rostro semejante, pero desde luego, sea lo que fuere, parecía pensar dada la cautela con la que se acercaba.
Cuando esa criatura les rinde la oferta, el jilguero indica algo a sus congéneres piando, y el buitre responde con uno de sus sonidos, revelando cierto desagrado por lo dicho, pero entonces se agacha para dejar el arma en el suelo y se acerca hasta la fruta, picoteando una de las extrañas frutas. El jilguero, por su parte, extrae también una cajita de madera de un morral, dejándola abierta un poco más cerca de esa criatura que la bandeja que había empujado, con su tapa al lado. En ella había cuatro adornos, todos ellos hechos con una cuerda un poco basta y figuras hechas de piedras brillantes pulimentadas: metal y oro. Por su forma, podían ser colgadas de cualquier sitio, en tanto no fuese más grande que la basta cuerda.
La transformación produce una mezcla entre asombro y extrañeza entre el grupo, que guarda las distancias y empiezan a cantar a la vez, preguntando unos que si los entiende y otros que cómo lo hacía.
El de la cabeza roja y alas de colores había sido el primero en hablar, parecía su diplomático, aunque el más grande de plumas negras parecía ser el músculo del grupo. No le sorprendía la variedad de especies dentro de la raza. Su propio pueblo también se adaptaba a la función que desempeñaba cada individuo.
Con la mano libre creo un segundo pájaro de luz que siguió al anterior, desierto adentro y un tercero que fue hasta la aldea.
Los Ullux sabían lo que eran los pájaros, los habían cazado, se habían alimentado de ellos y los habían imitado como forma de mensajería.
Poco después uno de los pequeños que se deslizaba sobre el agua congelada se acerco rápidamente patinando sobre el hielo temporal. Era claramente un niño.
- Vas a ir con ellos, aprenderás su idioma. Adaptate a su sistema de comunicación.- ordenó el adulto.
A regañadientes el joven Ullux se modificó como había hecho previamente Segundo, aunque podía verse que alrededor de la máscara se habían formado algunos agujeros, como si estuviera listo para escuchar atentamente. El adulto fue de la mano con el Ullux joven hasta el pájaro de colores, soltó su mano y señalo la mano del diplomático y el niño repetidas veces.
Después se señalo a sí mismo y al pequeño.
- Ullux.- dijo una de sus caras normales.-Ullux.- repitió.
Los terales observaron con interés las curiosas habilidades de la criatura, enviando pequeños pájaros de luz, de los que no pensaban, en dirección a distintas localizaciones, y cuando vieron al niño venir el buitre comenzó a decir algo animado, habiendo comido solamente una de las piezas de fruta con cierto desagrado. Al parecer le habían tocado labores de catador, y por si esto no era ya ingrato, encima con esa "comida de enanos" que no le gustaba nada, era cosa de los más canijos entre los suyos. Ahora piaba sobre váyase usted a saber qué, haciendo gestos hacia el niño que se acercaba, aunque una vez que estaba más cerca, al notarse que señalaba por debajo de él e incluso un poco por detrás, quedó claro que no era algo referido al chiquillo en sí, sino al hielo.
Cuando les suelta cerca al chico con cara de pájaro agujereado, el jilguero mira al agapurni y el gorrión, que cantan entre sí, y finalmente ambos asienten. El jilguero gira la cabeza con algo de duda, pero finalmente asiente también y extrae del morral algo más. Probablemente el ullux no conocía la fruta del lejano sur, de forma casi esférica y color rojo anaranjado, pero con multitud de bultitos que emitían una luz tenue. Cabe destacar, por si no se imaginaba, que todas las labores de sacar objetos o manipular artilugios la hacen con las garfas y el pico, puesto que sus miembros superiores solo sirven para volar, aunque tienen una pericia increíble manteniéndose sobre solo una pata. Después de la fruta, extrae una herramienta afilada de aspecto bastante depurado, y con ella corta la fruta por la mitad, ofreciéndole a Segundo una de las mitades. Debía de ser algún tipo de ritual de la raza, puesto que una vez entregada la mitad, las une de nuevo con cada uno sujetando una y finalmente empieza a comerse su parte, mientras el agapurni le hace signos a segundo de que también debería de comer.
Vale, pasemos a lo técnico... a bote pronto, "de gratis", te voy a revelar la aldea desde la que te he contactado. En términos narrativos, ¿crees que el chiquillo Ullux es capaz de aprender tan rápido como para transmitir conocimiento útil (ergo, intercambiar tecnologías) este turno?
Segundo extendió abrió el pico de su nueva cara e introdujo el fruto dentro. Su luz y pigmentos podían verse a través del cuerpo de vidrio del Ullux. Comenzó a deshacerse hasta desaparecer por completo, excepto algo del pigmento que pareció fijarse al cuerpo. No parecía que tuviera necesidad de masticar o tragar, sencillamente asimilaba la comida en su interior.
Señalando la fruta dijo.- Comida.- Después al Sol- Sol.- Agitando los dedos dibujó unas líneas desde el sol hacia su cara.- Luz.-intentó formar una frase con las palabras y gestos que había realizado hasta el momento.- Luz. Comida. Ullux.
Dado que no hay ninguna norma que diga que narrativamente tenemos que entendernos para hacer el intercambio eficazmente, entiendo que sí.
Las interlocutores de Segundo hacen lo posible por entenderlo, especialmente el agapurni y el gorrión, que van asintiendo ante sus palabras con interés, aún fascinados por las capacidades del ullux. Al principio, la única palabra que logran "pronunciar", por no existir en su idioma, es Ullux, y los gorjeos con los que definen a la comida son notablemente complejos de imitar. En cierto punto, uno parece emplear "otra forma" de hablar, forzando un poco su laringe, diciendo lo siguiente:
- Shmira. -señalando a la fruta. Convencido de que puede hacerlo mejor, repite- Shmida. -la primera sílaba es difícil de entender, pero en general parece que algo logra.
El niño facilitaría más la comunicación en un futuro. Señalándose los unos a los otros, van emitiendo dos sonidos que se repiten, y que en forma de onomatopeya pueden variar, pero al menos tenemos fijo que suena algo así como *e*al, siendo el asterisco alguna consonante. Cuando se señalan como grupo, cambia ligeramente, añadiendo una modificación al final: *e*ale*.
En efecto, no la hay, pero por si eras muy purista en ese aspecto XD
De la primera era, me pueden interesar la vía mágica o la de medicina, esencialmente. De la segunda, es más complicado, a menos que resulte que tienes alguna de la parte de abajo del gráfico que me interese.
Segundo manda algún mensaje más informando del contacto pacífico, mientras el joven Ullux parece ganar interés en el nuevo idioma y en consonancia su cuerpo va cambiando para reflejar esa motivación.
Lo que no dices es que ofreces y yo no te voy a revelar de gratis que tecnologías he desarrollado. Obviamente.
De gratis, voy a respetar la frontera. Con un trato de no agresión estoy satisfecho.
No te he dicho que me reveles lo que has investigado u.U Aunque yo ya he revelado cositas, dado que me da la sensación de que eres alguien bastante observador :P
Yo he dicho en qué tipo de cosas podría estar interesado. Di tú también qué ramas te podrían interesar, y si tú tienes alguna de las que yo pido y yo alguna de las que pides tú, podemos ya concretar lo que cambiamos. Si no tienes lo que me interesa porque hayamos ido por una senda semejante, pues entonces no hay mucho que hacer.
Igualmente, si no te interesa decir lo que buscas, tampoco te preocupes.
Independientemente de la tecnología o no tecnología, me parece bien empezar por no agresión, que si mis tropas chocan con tus colonos o viceversa, los dejen tranquilos. ¿De acuerdo al entonces en ese punto?
Estoy de acuerdo con el pacto de no agresión.
No te voy a intercambiar tecnología porque teniendo otra población al lado me imagino que ya estaréis haciendo intercambios. Así que si también los haces conmigo ganaras por tecnología muy rápido.
Pero si intercambias sólo con otra población, terminaréis en conflicto para no daros la victoria mutuamente.
Por tanto, en favor del equilibrio de poder, no me voy a meter en esos intercambios contigo.
Las conversaciones fueron mejorando con el tiempo. El lenguaje se fue unificando para disgusto de los más belicosos de los hombres pájaros. Sin embargo, un día Segundo acudió al encuentro, y habló con preocupación, una vez superados los saludos formales.
- Hemos conocido a otra raza, se hacen llamar Harapientos. Aparecen en nuestros pueblo y desaparecen como un sabor, hacen lo que quieren y se marchan. Nos visitaron una vez, y nos revelaron la existencia de otros pueblos, así como las capitales de los mismos. Esta vez han vuelto a aparecer. Tememos que os desean mal, ya que nos incitaron a la guerra contra aquellos que se extienden como una plaga, según sus palabras. Viendo el gran número de asentamientos que tenéis, creemos que se refiere a vosotros.
Las noticias de Segundo, cuando vino a comunicarlas (que en esta ocasión fue recibido por un consejo aunque algo distinto del primero, pues aquí todos parecían personas dedicadas a la vida política), fueron recibidas como un jarro de agua fría por sus interlocutores. Se notaba que estaban algo molestos al respecto, por lo que podía escuchar, aunque no con Segundo ni con los suyos, sino con los harapientos. Quien se dirige hacia él es el más joven entre los cuatro terales que suponen el "grupo diplomático" que lo ha recibido.
- Conocemos a los Harapientos. No sabemos cuáles son sus motivaciones u objetivos. -replica con tranquilidad- Es bien cierto que nos expandimos con velocidad, probablemente más que cualquier otra raza pensante. Pero no somos hostiles. Creemos que debemos llegar a cada rincón, conocer mundo, adaptarnos y crecer. Podríamos ser una raza belicosa y es probable que tiempo ha hubiésemos reclamado los asientos de nuestros vecinos los Shellian's, pues producimos gran cantidad de todo tipo de recursos. Pero en su lugar tomamos una vía de colaboración: respetamos su espacio y los lugares hacia donde ahora ha pensado expandirse; les ayudamos con aquellos recursos cuya producción les es más penosa, en forma de trueque, aunque dado que tienen amigos entre los terales, no descartamos la idea de hacerlo en forma de presente si lo necesitan.
El canto del teral muestra su pico de oro a la hora de exponer sus ideas.
- Agradecemos y estimamos la advertencia de tu pueblo ante esta posible amenaza, sin duda más insidiosa que los monstruos que pueblan el mundo. -indica, haciendo una pequeña reverencia que los otros replican- Solo puedo decir por los míos que seguimos abiertos al diálogo, a los intercambios comerciales o tecnológicos, y que por su flanco oeste nada acudirá a atacar sus tierras sin aviso salvo que sea demasiado rápido para que lo notifiquemos o incluso interceptemos. Los terales somos muchos y tenemos gente bien dispuesta a luchar por defender nuestras tierras, pero en tanto no se piense en agredir a nuestras gentes, no habrá motivo para temer el uso de tal fuerza. -concluye, con un gesto que seguramente se le haga extraño al recién llegado, pero que suena a gesto cordial.
No había más mensajeros, no. Solo una pregunta que transmitiría un niño. Un niño que había sido puesto bajo el cuidado de los terales durante el encuentro y que, a pesar del tremendo dolor que había recorrido al pueblo teral, a pesar de los dos días que había pasado encerrado mientras el teral que lo había cuidado decía al resto que se había fugado mientras tomaba su propia decisión, ahora volvía con solo una pregunta por parte de todos los terales, o quizás específicamente de aquel que había perdonado la vida al joven a pesar del dolor que los suyos habían causado.
"¿Por qué?"
Por qué tantos terales habían tenido que morir por nada. Por qué la tierra quemada y las familias rotas. Por qué los pocos supervivientes del consejo, de ojos tristes, estaban siendo obligados a reconstruir las ruinas de su gobierno en algún otro lugar, quién sabía donde.
Las aldeas en el camino de aquellos exploradores habían recibido fuego del cielo, cuando los terales solo habían ofrecido paz a los Ullux. ¿Qué esperaban lograr por eso?¿Qué beneficio podría reportarles frente a la armonía?
Las plagas debían ser controladas, los terales podían pretender que su diplomacia y amabilidad eran reales, pero los Ullux habían visto lo que escondían debajo de la máscara. Habían entrado en nuestro sagrado desierto, se habían atrevido a asentarse tras asegurar que mantendrían las fronteras. Los regalos de los Harapientos habían llegado en el mejor de lo momentos y los usarían de la forma más eficiente posible.
Te has acercado demasiado a la victoria por expansión.
Si según tú me he acercado demasiado a esa victoria, lo que deberías hacer es aliarte conmigo, no enfrentarme XD pero en fin, si te parece lo más acertado...