Partida Rol por web

Una tarde de primavera el valle de Siegren es un sitio precioso. El verde de los bosques es el color predominante, roto por los campos cultivado y las pequeñas aldeas del valle. En el centro del valle destaca el pequeño monte que acoge el castillo de Siegran en su cima. Alrededor del castillo se levantan unas pocas casas, un pequeño pueblo que flanquea la fortaleza del señor del lugar.

Subiendo por el camino hacia el castillo se puede ver un pequeño grupo de aventureros...

Eyskhan refunfuña mientras usa su mano para curbirse del brillo del sol.
- Seguro que no llegamos tan tarde, podríamos habernos quedado al menos a tomar el postre. ¿ Habeis visto que pinta tenía ese bizcocho? En cuanto acabemos de hablar con el conde podríamos volver para comer algo.

El habitualmente seco eladrin mira con una mezcla de desprecio y lástima a su compañero dracónido.

Si no fuera un guerrero tan competente, algún ser superior debería terminar con su sufrimiento...

El cabello rubio del eladrin parece moverse a pesar de no haber ni una sola pizca de viento pero ese tipo de cosas ocurrían constantemente a su alrededor. La armadura, limpia como si fuese nueva (y todos sabían que no era así), brillaba debajo de la túnica con los colores del barón.

Mis pequeñines cada vez hacen más cosas. Si no fueran a morir de viejos creo que en cincuenta años podría conseguir que la milicia del Barón fuese una fuerza militar temible y no lo que son ahora... chusma...

Nadie sabía como había conseguido el barón que este genio táctico, demasiado pagado de sí mismo hubiera decidido servir como instructor de sus tropas. Y al menos había conseguido que al menos en una cosa todos actuaran al unísono. Todos lo detestaban...

Como siempre tu apetito te impide pensar con claridad, ashmed.

El dracónido arquea sus escamosas cejas y luego sonrie
- Mmmm... No creo que me impida pensar con claridad, orejas largas, de hecho pienso cla-ra-men-te que deberíamos habernos quedado a los postres.

y tras pensar un momento en su respuesta se hace gracia a si mismo e irrumpe en una sonora carcajada.

Este Eladrín vestido con una inconfundible túnica de mago y unas babuchas, corretea con sus 5`9`` de altura cual abeja de flor en flor, arrancando una, examinándola y tirando la mayoría uhmm, estamos ya cerca de llegar al castillo, ya tenia ganas .

A punto de atravesar el último tramo del camino que desemboca en el pórtico de entrada de la mansión del Barón, Truvio escucha sin disimulo la conversación que un grupo de mercenarios mantiene delante de él.

Estudia satisfecho el porte del eladrin mientras una mueca de superioridad cruza la cara del semielfo cuando escucha lo básico de los pensamientos del draconiano.

La mueca se torna en desagrado cuando un despreocupado eladrin pasa triscando cual cabritillo a su lado, las bestias al monte.

En fin, no es esta gente la que me ha traido aquí, es mi señor quien me ha hecho llamar, ¿qué querrá de mi?

Un hombre moreno de estatura media espera en la puerta del castillo la llegada de las personas llamadas por el Baron.

Me pregunto que trabajo querrá el Baron que haga con este variopinto grupo de personas

Accolon espera en la entrada del imponente recinto, impaciente a que lleguen los visitantes, sorprendido por las distintas apariencia de los mismos.