Las leyendas hablan de un tiempo cuando el mundo era joven, antes de que las semillas de la desconfianza fueran plantadas entre elfos y enanos, antes de que los orcos fueran condenados a los lugares mas oscuros de la tierra, cuando el hombre acababa de limpiarse de los ojos la arena de la creación, y cuando el gran Rynas andaba sobre la tierra. Quizás un titan, Rynas era mas que un mortal, pero menos que una deidad. Sus poderes iban mucho mas allá del mas poderoso de los mortales, podía levantar montañas, formar lagos allí donde no había nada, hacer crecer bosques, y plantar el aliento de la vida en los pulmones de los muertos. A pesar de su poder, en vez de gobernar las razas de corta vida, eligió guiarlas. Les enseño a crear herramientas a partir del metal, a cultivar la tierra, y los mas importante, a dominar el fuego. Los mortales prosperaron bajo sus paternales atenciones. El arte, la literatura y la filosofía brotaron y crecieron. Pero todos los imperios caen, y aunque sus intenciones eran nobles, su comprensión del mal y de su capacidad para la destrucción siempre fue pobre.
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Continuara...
Orcus, el dios-demonio de la muerte, odiaba a Rynas, ya que las mejoras que introdujo el titan frenaron las guerra mortales, disminuyo los deseos egoístas y finalmente redujo el número de malvados que hubieran sido condenados en los pozos ardientes de su imperio subterráneo. Rynas les regalo a los mortales los medios para mejorar su vida, para controlar su destino y en definitiva para luchar contra los agentes del demonio. Orcus, en su odio eterno de todo lo que es bueno y luminoso, construyo un arma poderosa, capaz de matar a su odiado rival. Fabricada a partir de huesos de ángeles, y templada en la sangre del primer ser divino que había matado, con cada golpe, de la espada emanaban palabras impronunciables, gritos de sufrimientos de muertos atormentados. El filo era de un blanco lechoso, gravado con palabras odiosas para todo lo que es recto y bueno. Su guarda eran las vertebras de un lillend y la empuñadura estaba recubierta con las escamas del primer couatl. En el pomo, monto el corazón, siempre sangrante, de una cría de dragón dorado. Para acabar esta mal imnombrable, Orcus guardo la espada en una funda de sangre de unicornio coagulada, mantenida por siempre en un estado semi-liquido por el odio del dios-demonio.
Continuara...
Una vez completada el arma, Orcus dio la espada a Mal'Tagrithe, una Sucubo recién creada, deseosa de demostrar su valía a su amo. Orcus ordenó a su sirviente que llevara la espada al mundo mortal, porque solo su mera presencia infectaría la tierra. El creía que en las manos de un guerrero malvado, la espada podría matar al titan Rynas y devolver al Plano Material a la caótica locura de desacuerdos y luchas que existía antes de la influencia del Titan.
Continuara...
Y así se fue la taimada Mal'Tagrithe del abismo, acompañada por una cacofonía de los gritos y chillidos retorcidos de los condenados, que mientras volaba, formaban un coro maldito. Sobre alas de negras escamas, se levantó desde las profundidades y alcanzo la tierra de los mortales. El mundo entero le resultaba odioso. Los bosques crecían en perfecta simetría. Las razas trabajaban contentas hombro con hombro, cada una contenta de ayudar a las demás, ofreciendo sus talentos naturales para el bien de todos.Y mientras, Ryan, el grandioso titan, lo presidia sentado sobre su montaña, contento con todo lo que había logrado. Cuando ella toco el suelo, la quemo. El sol sacaba ampollas en su piel con sus rayos benditos. Las risas y el disfrute de los mortales la ensordecía, porque la felicidad era una pesadilla para sus pecaminosas orejas. Así que tuvo que huir de la vista de Ryna, hacia tierras mas allá de su mirada donde vivían criaturas contrarias a los deseos del titan. Eran tierras secas e inhospitalarias, de rocas sueltas y ruinas, de arboles secos y hierbas moribundas. En esta tierra sin esperanza, busco al campeón que blandiría la espada de Orcus.
Continuara...
En este retorcido reino de frío y sufrimiento fue donde encontró a Garathorn. Este odioso bastardo ogro no había conocido nunca antes el amor; ni tampoco estaba contento de estar bajo el dominio, que el percibía como tiránico, de Rynas. Mal'Tagrithe sedujo al mortal (fue una tarea fácil) y lo convenció de reclutar un ejercito tan vasto que oscureciera la luz del cielo. El ogro sucumbió a sus encantos y tomo el filo maldito, juro arrasar las tierras de Rynas, arruinar a su gente, y matar al mismísimo titan. Garathorn reunió a su alrededor legiones de monstruos vulgares. Hombres de corazón negro, trogloditas, trolls, gigantes malvados y dragones acudieron a el, porque el poder de la espada le había hecho temible. En tan solo una década, Garathorn reunió a una gran hueste a su alrededor, tan grande, que sus hombres cubrían toda la tierra en varias millas en redondo, se contaban mas que estrellas en el cielo. Sus legiones malditas marcharon hacia las tierras de Rynas, preparadas para destruir al venerable titan, su gente, y todo su trabajo.
continuara...
Rynas, cegado por su éxito, no fue capaz de predecir el odio de Orcus, ni el poder del dios-demonio de afectar al Plano Material. Lo que es peor, su incapacidad de reconocer la corrupción en los mortales, le impidió anticiparse a los ejércitos que lo amenazaban. De esa manera, cuando Garathorn invadió, grandes lágrimas cayeron de sus ojos, formando ríos y lagos a través de toda la tierra. Sus queridos mortales caían como trigo ante la guadaña. Sus ciudades ardían, sus tierras eran arrasadas, y su gente huía delante de Garathorn, mientras el ogo cortaba el reino en dos.
Enfadado por la invasión, la corrupción de Orcus guío a Rynas hacia la violencia. Descendió de su hogar en las montañas, sus pasos hicieron temblar las montañas, a los ríos fluir hacia atrás y al cielo derramar lágrimas de sangre. Viajó por las ruinas de su reino y convoco sus súbditos para la guerra. Los enanos vistieron sus armaduras, los elfos prepararon sus arcos y los hombres montaron en sus poderosos caballos. Los corazones de todas las razas que le servían se volvieron valientes al ver a su pastor enfadarse mas y mas con cada día que pasaba y cada vida que caía bajo la espada sedienta de Garathorn. Cuando su número era ya cercano al de sus odiosos enemigos, Rynas se enfronto al retorcido Garathorn en el campo de batalla.
Continuara...