Partida Rol por web

- Se lo agradecería, maese Crodos. - Dijo el joven arcano. - Estoy bastante maltrecho realmente. - Se encogió de hombros.

Acto seguido se puso en pie y se acercó al paladín. Agarró el cuello de su túnica y no sin dificultad sacó el brazo derecho de la manga. Le mostró entonces como tenía un enorme moratón alrededor de una herida abierta con sangre coagulada a su alrededor.

- No soy de quejarme, pero realmente duele. - Tomó aire. - Duele un montón. - Entonces señaló con la mirada hacia el extraño ser insectoide. - Pero él está peor y es un guerrero formidable. Le vamos a necesitar al cien por cien en el templo. - Le susurró.

- Sí, es buena idea. - Confirmó Himmble. - Yo debo descansar. - Le enseñó a Lerissa las profundas heridas que lucía en todo su cuerpo. - Me han dado bien allí dentro... 

El mediano se acercó a una de las paredes de la caverna y se acomodó acurrucándose en contra la misma. Himmble se dispuso a pegar una cabezada. Estaba realmente agotado y dolorido.

- ¿Puedes vigilar? - Le pidió antes de cerrar los ojos.

—¿Y ya está? ¿Habéis venido hasta aquí solo para echar una cabezadita? —pregunto en susurros, algo atónito, sin terminar de comprender dónde se ha esfumado todo el interés de Himmble en seguir espiando a los gnolls.

Está claro que no está bien de la cabeza él tampoco. O, peor, traman algo con los hombres-hiena y mi presencia aquí les incomoda. O, peor aún, están deseando retozar como lechones en el barro y no quieren que disfrute de su repugnante espectáculo...

—A ver, dejadme escuchar a mí, porque si solo son dos, estoy seguro de que entre los tres podemos capturarlos e interrogarlos. Eso sería más útil que hacer de correveidile yendo de acá para allá, no os parece?

Tras un rato escuchando las conversaciones que se están produciendo allí arriba, te das cuenta de que se trata de diferentes voces, no menos de seis o siete y con distintas tonalidades. Algunas voces son más agudas, otras más graves, pero todas hablan aquel idioma gutural desconocido para el pixi oscuro.

—Bueno, pues igual tenéis razón y no es muy buena idea ver qué hay al otro lado de esta trampilla... —les concedo con magnanimidad—. Podemos echarnos una siesta y ya si acaso echamos un vistazo cuando los del otro lado se hayan ido a acostar. O podría ir a buscar al resto y emprenderla a mamporros, pero ya os digo que ahí hay unos cuantos.

Crodos observó al enclenque y maltrecho mago. Había sido muy castigado, desde luego, pero parecía muy sabio.

— ​​​​¿Estáis seguro, Redrick? — miró al insecto allí recostado en una incómoda postura para un humano, pero bastante cómoda para un bicho gigante, pensó. Suspiró, haciendo de tripas corazón — De acuerdo. Confío en vuestro criterio, si así me decís. 

Se levantó y acercó a la mantis gigante y clavó la mirada en las esferas coloridas que debían ser los ojos.

— Enséñame tus heridas, Crocs, o como sea que te llames, y deja que mi Dios sane tus heridas. Ojalá que también Seyran haga penetrar su luz en tu interior y te libere de la maldad que te corrompe. — le dijo tratando de poner sus manos en las heridas que dejara ver.

Akta parecía ser la más cauta, desconfiada y atenta convirtiéndola en un -problema-, en cuanto a Crodos parecía ser el típico bonachón, con una fé inquebrantable por lo que si él no lo  v i e r a  haciendo nada malo, no debería suponer un problema, afortunadamente para Krath-Tk aquel grupo se dejaba guiar por la voluntad de aquel humano.

- bien mayor, luz en la oscuridad, honor, salvación...- aquel seguidor de Seyran creía en la redención del insectoide pero, ¿hay redención para un ser que asesina por placer y no por un fin?, Estaba claro que vivían en mundos totalmente opuestos.

- solo hazklo si lo vax a haccer - termina diciendo mientras un ojo se queda con Akta y el otro se mueve para mirar a Crodos acercarse a él, se reincorpora enseñandole los lugares donde supuraba su sangre verdosa y viscosa y las parte de su exoesqueleto que se encontraban fracturadas, estaba bastante maltrecho.

No era mala idea tener humano como Redrick como mediadores, porque de no ser por él, muy seguramente en aquel espacio se hubiese desarrollado un combate entre ellos. 

No me gustaba aquella cosa y menos aún que Crodos se dedicase a curar sus heridas. Sus brazos eran afiladas armas. Nada impedía que tras la sanación matase al paladín. Me parecía increíble su desconfianza hacia Mitil el día que le conocimos y la confianza hacia esos insectoides que jamás habíamos visto.

Por eso mi mano se aferró con fuerza a mi espadón.

- Un solo gesto hostil hacia mi buen Crodos y serás alimento para peces. - Avisé a la criatura aquella sin andarme con medias tintas y más cuando el paladín me había confirmado su naturaleza, la cual sospechaba de antemano. Quizás me dejé llevar por su aspecto y lo prejuzgué, pero no me equivoqué.

Y es que él me protegía a mí, pero yo debía cuidarle a él precisamente de sí mismo y de ese exceso de confianza hacia quienes no se la merecían. Por otro lado, me preocupaba Lerissa. Se había ido fuera con dos de aquellos desconocidos, uno de ellos el otro insectoide... parecía que los heridos ahora no querían ser sanados. Solo esperaba que la tiefling estuviese bien, pues ahora solo podía ocuparme de la seguridad de mi paladín y protector.

- Creo que sí... - Le respondió Himmble todavía tumbado a Glÿnmaer. - ​​​​​Quiero decir que... - Meneó la cabeza adormilado. - Deberían saber que hemos encontrado. Puede que más tarde rebajen la vigilancia. - Y dicho aquello volvió a callar presto para su sumirse en el mundo onírico.

La verdad es que no me lo podía creer. Preferían echarse una siesta a ir informar a los demás, sobre todo aquel bicho, que con tanta facilidad había llegado hasta aquí sin ser invitado.

-A ver, si has podido llegar disimuladamente aprovechando tus características, no veo por qué no puedes volver a hacer el camino, pero si prefieres que nos quedemos aquí esperando, los demás se preocupen y cuando subamos seamos menos para enfrentarnos a ellos... no seré yo quien suba en primer lugar.

Y dicho aquello, bajé las escaleras y miré a mis compañeros, al mediano que tantas ganas parecía tener de entrar en el mundo de los sueños y a ese... lo que fuera, que parecía actuar más por impulsos que otra cosa, antes de sentarme a esperar que decidiesen.

El mediano se puso en pie de mala gana. Miró a Lerissa y lanzó un gruñido. 

- ¿Tengo que ir yo? - Les preguntó a ambos. - No hay problema... - Aceptó finalmente. 

Questin agarró sus bártulos, se colocó su pequeño camisote de mallas y enfundó su espada para acto seguido salir de la cueva a través de la caverna de la cascada, dejando solos al pixi y a la tiefling.

- ¡Psssth! - Se escuchó entonces. 

Se trataba de un sonido procedente del exterior. Enseguida Se asomaron por la ventana que daba al exterior y observaron como el mediano se encontraba junto al espacio dimensional haciendo señas con las manos.

- ¡Psssssth! - Volvió a chistar.

En ese momento sacaron la cuerda por la ventana y Questin corrió hasta el cabo agarrándolo y trepando por éste. Una vez en el interior el propio mediano recogió la cuerda dejando el espacio interdimensional totalmente oculto a la vista de los gnolls.

- Hemos encontrado una entrada secreta al interior del templo. - Desveló finalmente. - Si rodeamos el templo y damos a la parte trasera de la muralla, llegamos a un manantial y tras una catarata hay un túnel. Es por allí.

Crodos siguió mirando con gravedad a la malvada, malvada mantis. Akta podía ser ignorante en cuanto a conocer mundo se refería, pero también muy fiera. A pesar de sus diferencias y la más que pobre elección de su amor, la sacerdotisa también velaría por él siempre. Ah, ¿y no habría sido tan tozuda esta vez porque albergara sentimientos por él? Podría ser.

Colocó sus manos en el exoesqueleto quitinoso. Crodos sabía de quebrantos y hendiduras de la carne, pero la anatomía del insecto era desconocida para él. Cerró los ojos y comenzó sus rezos. Podría ser que el caparazón que sellará luego habría de destrozarlo, pero si así era la voluntad de Seyran, que así fuera.

Dio comienzo a sus rezos en silencio. La luz de su dios pronto cerraría las heridas de aquel ser impío. Rezaría luego también por el joven Redrick, quien también estaba maltrecho. Sin duda el escuálido hombrecillo sería más gratificante de sanar.

En aquello fue que apareció el mediano contrahecho, que hubieron de echarle la cuerda. Crodos escuchó, pero le alarmó no ver a Lerissa.

— Ha de ser seguro si has vuelto, ¿pero dónde está Lerissa? ¿Desde allí asaltaremos la guarida de esas bestias inmundas?

Y ahí estaba la hembra celestial amenazándolo nuevamente - Chakcre hax glic frokta - le responde en su idioma "sonriendo" si a eso se le podría llamar una sonrisa, no le cambia duda de que era valiente pero, no estaba seguro si era porque siempre se encontraba acompañada, o simplemente porque su cerebro de primate le impedía ver, qué amenazaba a una criatura sumamente peligrosa, pronto se enteraría de ello.

Entre tanto los rezos de Crodos van haciendo efecto en las heridas del combate anterior, siente como sus membranas poco a poco se juntan nuevamente, la sangre deja de manchar su armadura y su exoesqueleto crea una especie de costra alrededor de las fisuras, no cabía duda que Seyran había escuchado al paladin, lo que no entendía era el ¿Por qué?.

El regordete hafling hace su aparición con noticias de una entrada secreta al templo, Y ahora que se encontraba recuperado quería la revancha contra aquellos gnolls.

- vakmos ya miksmo! - sabía que el mago no contaba con sus hechizos, pero poco le importaba ya que ahora habían más para hacerles frente.

 Lerissa está con Glýnmaer. - Le respondió al paladín. - Están en la caverna tras la cascada. - Añadió. - Están a salvo y nos esperarán allí. Es improbable que los encuentren.

Fue entonces cuando Krath-Tk volvió a hablar. Questien le miró de forma severa. El mediano parecía agotado y somnoliento.

- Creo que es mejor esperar. - Le dijo. - Sigue estando lleno de patrullas cerca del templo. Nos verían. Es peligroso. 

Dicho aquello buscó un hueco donde recostarse para descansar, pero no dejó sus trastos todavía. No sin antes saber si todos quería descansar como él sugería o si simplemente partirían de inmediato y debería postergar nuevamente su tan merecida cena.

La semi-sátiro parece tan empeñada en que les deje a solas haciendo uso de su infantil dialéctica, que no me queda más remedio que quedarme a disfrutar del espectáculo o de haber frustrado sus planes románticos. En cualquier caso, esbozar una enorme sonrisa y mirarlos fijamente a los dos me parece mucho más divertido que marcharme volando.

—Sí, esa es muy buena idea, mestiza. Tú y yo nos quedaremos aquí echando un sueñecito y dejando que los demás se preocupen todo lo que quieran —asiento con despreocupación—. Y cuando llegue la hora de descubrir qué hay al otro lado de la trampilla, si es que llega, tú no te preocupes que alguien competente se ocupará de hacerlo por ti. Seguro que tu amigo el de los problemas intestinales quiere intentarlo, no parece de los que se cagan de miedo —bromeo maliciosamente—. O puede que eche un vistazo yo mismo, si estoy de humor para hacerlo. Tú puedes quedarte pastando y ya te avisaremos cuando esté todo hecho.

Dicho esto, me vuelvo invisible y me alejo volando una rama cercana en la que comisquear algo antes de dormir una buena siesta.

Yo no había dicho que se fuera el mediano sino el bicho aquel que había podido llegar hasta allí sin ser visto, pero ni siquiera tuve tiempo para protestar. Así que me encogí de hombros, porque después de todo aquella era su fiesta y si alguien debía arriesgarse por nada, no iba a ser yo.

-Me parece muy bien. Solo quedará encontrar a ese alguien "competente" porque yo no lo veo por aquí. Yo soy demasiado delicada para abrir esa trampilla. Pero me parece muy bien que me aviséis cuando esté todo hecho. Esa es la mejor de las ideas -le dije, justo antes de que desapareciese.

A continuación, solo por hacer algo, me acerqué de nuevo a la trampilla para oír e intentar saber si los guardias o quienes fuesen seguían allí o no.