Jajajajaja! Es cierto que el minijuego, ahora que todavía no habéis jugado es una auténtica tómbola. De ahí el nombre, porque es casi aleatorio decidir quién es quién.
En cuanto a la espada, no te preocupes, está justificada. Ahora solo qued que Tywin la vea para querer transformarla en suya ;)
Pocas veces Nymos entraba en el despacho personal de su padre, pero, tras fugarse de su última clase de tiro con arco, Lord Irkwood le había mandado llamar.
- Parece que tienes una habilidad especial para escapar de los problemas... - La mirada severa de su padre le hizo bajar la cabeza. Algo le decía que esta vez no podría convencerle para que lo dejase pasar. - Tu maestro tendría que haberte mandado azotar hace meses.
- Pero padre... - pese a todo había que intentarlo. - Cada vez que cojo un arco, la guarnición se esconde para que una flecha perdida no les alcance. Estoy seguro de que visitar la biblioteca es mucho más útil que el campo de tiro...
- En eso tienes razón. Al menos lo será para ti... - La imponente figura de su padre se alzó. Arquetipo de guerrero dorniense, era un consumado luchador tanto con la lanza como con el arco, y su entrenamiento se reflejaba a la perfección en su figura. - Quiero que estudies en la Ciudadela.
- ¿La Ciudadela...? ¡Quieres que sea un maestre! ¡Padre! Estoy seguro de que sería de mucha más utilidad en la corte... Sabes que se me da bien hablar con la gente, que casi siempre les convenzo de...
- ¡Silencio! En dos días partirás para Antigua. Pero ya he pensado en eso... Hijos de todas las familias nobles acuden a la ciudadela y, efectivamente, tú tienes un don para manipular a la gente. Por eso te mezclarás con ellos, descubrirás sus secretos y nos los harás saber. - Rara vez su padre daba tantas explicaciones de sus actos, pero sabía que era la única forma de convencer a Nymor. No quería que fuese un maestre, sino que se convirtiera en un espía. - No protestes, la decisión está tomada...
Pero el joven Nymos no tenía intención de protestar.
Sí, la verdad es que me pones una quiniela de fútbol y tengo las mismas posibilidades de acertar... Respecto a la espada, ya tienes la excusa perfecta para que los Lannister quieran acabar con sus vasallos.
Antigua era una gran ciudad, al menos para el joven Nymos, acostumbrado a la pequeña fortaleza de su familia. Sin embargo, se alegró de verse alejado de su tutor, del bosque de Carrion en el que se sentía totalmente indefenso y de sus clases de lucha y tiro con arco. Nymos siempre había querido vivir en las cortes de los grandes señores y, desde su infantil punto de vista, la Ciudadela era lo más parecido a su deseo.
La realidad no tardó en ponerle en su lugar. La formación de un maestre es dura y en las horas libres los estudiantes eran reacios a relacionarse con gente de otras regiones. Con su origen dorniense, no le iba a ser fácil ganarse la confianza de los futuros maestres de las tierras de la Tormenta o del Rejo.
Sin embargo, pese a no ser un experto ladrón, en su fortaleza había aprendido a abrir candados sencillos para poder escabullirse de sus mentores. Mientras otros alumnos estudiaban, Nymos se colaba en sus habitaciones, buscando información sobre sus casas y familias. Cualquier cosa que pudiera servir a los Irkwood.
Pero no tardó en descubrir una forma más fácil de obtener esa información. Todos los mensajes de las grandes fortalezas pasan siempre por las mismas manos, las del maestro de cuervos. Nymos se centró en esos estudios durante los primeros meses de su adiestramiento como maestre. Inicialmente para entrenar a los cuervos para que llevasen la información que su padre le había pedido a su casa, pero pronto empezó a ayudar a recibir las aves mensajeras de otros lugares... y a leer los mensajes que en ellas llegaban.
En menos de un año desde su llegada a la ciudadela, Nymos forjó su primer anillo de hierro negro.
A pesar de las dificultades iniciales, el carácter abierto de Nymos pronto le permitió hacer amigos fuera de los dornienses. Poco a poco, las cartas que enviaba a su familia contenían más información recabada en confidencias del resto de los estudiantes que sustraída de sus habitaciones.
Pero el éxito de su espionaje se veía limitado por los fracasos en sus estudios. No tanto por falta de inteligencia como por su limitada dedicación a su propia formación, las investigaciones sobre sus compañeros siempre se anteponían a los estudios en la biblioteca. Pese al apoyo del maestro de cuervos de la Ciudadela, el resto de los maestres no tardaron en llamarle la atención.
Los siguientes meses fueron difíciles para Nymos. La perspectiva de ser expulsado de la Ciudadela y volver a su casa le resultaba tan aterradora como que le abandonasen en medio de un bosque con un arco. Así pues, durante un tiempo Nymos se vio obligado a anteponer su formación al espionaje realizado para su casa.
Pese a ello, el joven Nymos se propuso centrar sus estudios en algo que pudiese servir a su casa. Acostumbrado a las escaramuzas en su tierra natal, estudió algo de las artes de la guerra. Sin embargo, pese a no haber llegado a destacar en ese campo, los conocimientos básicos de estrategia le mostraron su verdadera vocación. La alquimia.
Las catapultas de los bosques de Carrion estaban siempre cargadas con provisiones de fuego valyrio. Esa sustancia siempre había maravillado a Nymos. Ardía en contacto con el aire y el agua no era capaz de apagarla. Los principales alquimistas habían formado su propio gremio, separándose de los maestres, pero no habían conseguido llevarse todos sus secretos. El fuego de valyrio, cómo reforzar el acero, mezclar ácidos para fundir metales... Todos esas fórmulas se encontraban al alcance de Nymos en la biblioteca de la Ciudadela y el joven Irkwood no dejó pasar la oportunidad de estudiarlas. Sin embargo, había un secreto que sí se había perdido con el paso de los siglos. Pese a que los avances en metalotecnia permitían reforzar la mayoría de los metales conocidos, el modo de fabricar acero valyrio se había perdido en la historia.
Los años pasaron y Nymos forjó el segundo gran eslabón de su cadena. Junto con otros más pequeños de las varias materias que había estudiado, por fin tuvo acceso al título de maestre. Cumplida su misión, con la información recabada de muchos de los estudiantes de las distintas familias que pasaron por Antigua, Nymos al fin volvería a su casa.
Sin embargo, Lord Irkwood envió un cuervo a su hijo. Su misión no había acabado. El espionaje que había realizado entre los alumnos de la Ciudadela podría realizarlo ahora en las propias familias nobles. El rango de maestre daría a Nymos acceso a las propias familias de los enemigos de su casa. Controlando los cuervos de alguna de las casas menores del Rejo o de las Tierras de la Tormenta, Nymos tendría acceso a uno de los nodos de información de todo Poniente, dando una ventaja estratégica a la casa de Irkwood y a sus señores Yronwood.
Violar el juramento de Maestre suponía un leve problema para la moral de Nymos, pero la lealtad para con su familia era más importante que las palabras. Nymos Irkwood escuchó su nombre completo por última vez y se convirtió en el Maestre Nymos. La cadena de eslabones forjada por él mismo rodea su cuello desde aquel momento pero, aunque no de nombre, Nymos seguía siendo un Irkwood.
El recién nombrado maestre permaneció unos meses en la Ciudadela, cuidando de los cuervos como había hecho durante los largos años dedicados al estudio. Sin embargo, siguiendo la petición de su padre, no tardó en encontrar una casa menor que requiriese los servicios de un maestre de Antigua.
Lord Lester Morrigen, señor del Nido de Cuervos, acogió al Maestre Nymos en su casa. Inicialmente, el maestre compartió su puesto con un antiguo consejero de la familia, pero poco a poco se fue haciendo cargo de la administración y la correspondencia de la casa. Nymos ayudaba a mantener la riqueza de la familia y sus señores jamás sospecharon que los mensajes importantes que pasaban por la casa eran debidamente redirigidos a Carrion Woods para mantener informados a los Irkwood.
Pese a no ser una casa mayor, su posición en las Tierras de las Tormentas hacía del Nido de Cuervos un lugar de paso importante para las comunicaciones de las distintas familias. El maestre Nymos disfrutaba con el ajetreo de la corte y, como consejero de la familia anfitriona, podía tratar con grandes señores y desarrollar sus habilidades de comunicación. Siendo un ágil conversador, Nymos utilizaba sus habilidades naturales para obtener información de los nobles que pasaban por la sede de la casa Morrigen, y la utilizaba para beneficio tanto de su propia familia como de la casa a la que servía.
Los sueños del joven Nymos se habían cumplido y el maestre disfrutaba de su doble vida... Hasta que estalló la rebelión.
Cojo la Casa Morrigen para dedicárselo a Rad, claro ;-)
Hay muchas teorías sobre cómo empezó todo: un rey loco, un torneo en Harrenhal, una ejecución, la reina de la belleza... Dependiendo de quién cuente la historia lo hace de una forma u otra, pero el resultado es siempre el mismo. Las Casas Baratheon, Stark, Arryn y Tully se rebelaron contra Aerys Targaryen, el Segundo de su nombre. La casa regente cuenta con el apoyo de Altojardín y de Dorne, mientras que los Lannister se mantienen inicialmente al margen de la guerra.
Esos meses fueron una locura para el maestre Nymos. Estando los Irkwood en la frontera de Dorne con las tierras de las Tormentas gobernadas por la Casa Baratheon, su familia serían los primeros en enfrentarse a un ataque hacia el sur. Constantemente vigilaba Nymos los movimientos de las tropas, enviando cuervos a Carrion Woods y esperando que Doran Martell no decidiese enviar sus tropas en apoyo al Rey Loco.
Poco duraron sus esperanzas. Tras la derrota de las tropas reales en la batalla de las Campanas, Lewyn Martell, Guardia Real, toma el mando de diez mil soldados dornienses para cruzar las montañas del norte. Poco pudo hacer Nymos para evitar que los cuervos con esa información llegasen a manos de la casa Dondarrion. A pesar de interceptar todos los mensajes que pasaron por el Nido de Cuervos, las tropas Baratheon se unieron para atacar la frontera de Dorne.
La batalla de Carrion Woods no fue ninguna de las principales que se libraron en esa guerra. Al menos, no lo fue para los historiadores. Lewyn Martell sobrevivió y parte de sus tropas consiguieron llegar hasta el Tridente acompañadas por Rhaegar. Pese a la muerte del heredero de los Yronwood, no hubo grandes pérdidas en esa batalla. A penas quedó destruida una pequeña fortaleza y todos los miembros de la familia que la gestionaba, toda la casa Irkwood.
La batalla del Tridente y la muerte de Aerys el Loco aún están nubladas en la memoria del Maestre Nymos. Traumatizado por la pérdida de su familia, su propia existencia había dejado de tener sentido. Durante días, trató de refugiarse en sus quehaceres diarios, sin dejar entrever el impacto que la batalla de Carrion Woods había tenido en su vida. Cuando Robert Baratheon subió al Trono de Hierro, el Maestre Nymos volvió a la Ciudadela. Incapaz de soportar los festejos que se preparaban en la casa Morrigen para honrar la ascensión del señor de los Baratheon, quien, en última instancia, era responsable de la rebelión y, por tanto, de la muerte de su familia, Nymos abandonó su lugar en el Nido de Cuervos para regresar a Antigua.
Durante meses, Nymos vagó como alma en pena por la Ciudadela. Los viejos muros le traían recuerdos de su estancia anterior y de su familia, de una vida que se había esfumado con las cenizas de la fortaleza Irkwood. Los maestros de la orden le recibieron aceptablemente bien. Pese a haber dejado a la casa a la que estaba asignado, en los registros de la Ciudadela de Antigua aún se recordaba el apellido del maestre Nymos y pocos fueron los que le reprocharon haber vuelto.
Inicialmente trabajó en la torre de cuervos. Más por costumbre que por necesidad, seguía leyendo todos los mensajes que llegaban a Antigua, pero ahora no tenía ningún sitio donde enviarlos. Decidió finalmente alejarse de los cuervos y fue asignado a las clases de Alquimia. La concentración que requiere la exactitud de esa ciencia le ayudó a dejar de lado los funestos pensamientos que le carcomían y, poco a poco, preparar pociones y medicinas para los maestres más ancianos del lugar le sirvió para alejar su dolor.
Durante dos años, el Maestre Nymos continuó en la Ciudadela, enseñando a jóvenes que en algún momento llegarían a forjar sus cadenas. Una vez más demostró su gran fuerza de voluntad saliendo adelante, pero la enseñanza no era lo que iba a devolverle la ilusión. Cuando estuvo dispuesto, fue a habar con los superiores de la orden. "Si no puedo espiar para mi propia familia, lo haré para mi mismo. Al fin y al cabo hace años que hice un juramento de servidumbre, es hora de acogerse a él", pensaba.
- Gran Maestre, - dijo dirigiéndose al señor de la Ciudadela con su título honorífico. - He pasado dos años aquí, enseñando a futuros maestres que perpetuarán nuestra orden, pero sería mi deseo volver a la corte de alguna de las Casas de Poniente, servir a alguno de sus señores para traer más gloria a su familia.
- ¡Ah, Nymos! - contestó el gran maestre. - Me alegra que te hayas recuperado. - Nymos se sorprendió por esas palabras. Desconocía hasta qué punto el Gran Maestre se enteraba de todo lo que ocurría en la Ciudadela. - Me preguntaba cuánto tardarías en ansiar volver a la corte. Siempre te has manejado mejor entre personas que entre libros... Como cuando sonsacabas información a tus compañeros. - Esa afirmación le hizo dar un respingo. Afortunadamente, el Gran Maestre miraba por la ventana y no llegó a ver su expresión, aunque Nymos no tardó en preguntarse si le haría falta verla para saber qué estaba pensando. - Creo que tengo la familia adecuada para ti...
"Los Áuryn de Costadorada", pensó Nymos mientras se dirigía a la biblioteca después de hablar con el Gran Maestre. La conversación con el líder de su orden había sido, cuanto menos, inquietante. ¿Cuánto sabía ese hombre? Lo que le había dejado claro era que él no había sido el único maestre que se interesase por la política de los Siete Reinos. Pero, ¿hasta qué punto estaba la Ciudela involucrada en todos los acontecimientos de Poniente? La verdad es que, con al menos un maestre en cada una de las grandes casas, tenía una situación inmejorable para controlar todo lo que sucedía.
Sin embargo, desechó ese pensamiento cuando encontró el libro que estaba buscando. "¡Aquí está! Casa Áuryn... Al menos está lejos de los Baratheon", pensó. Pese a haberse recuperado de la muerte de su familia, nunca llegó a perdonar a su nuevo rey que sus tropas acabasen con los Irkwood. Pese al papel que los Lannister habían tenido en el final de la Casa Targaryen, no habían participado en la batalla de Carrion Woods, lo cual para Nymos era suficiente.
Esa noche la pasó leyendo la historia de la familia a la que tendría que servir. Las minas de oro de su territorio hacía que fueran terriblemente ricos, lo que conlleva un gran potencial de crecimiento. "Sin embargo, no tienen demasiadas tierras para seguir expandiéndose", pensó. Al contrario que en Dorne, las tierras del Oeste están altamente pobladas, lo que hace que las familias vecinas rivalicen entre ellas en vez de colaborar como hacían en su tierra natal. "Pero yo ya no soy de Dorne" pensó con amargura. "Los Áuryn son todo lo contrario a lo que era mi familia, pero si tengo que ir allí será mejor que lo haga sabiendo que deberé trabajar para ellos de la mejor forma que pueda. Incluso tal y como lo hacía antes para mi padre..."
A la mañana siguiente, el maestre Nymos partió hacia Costadorada.
Bien, hasta aquí la historia de Nymos. Lamento que esté mucho más deslavazada de lo que me gustaría, pero al principio no tenía tiempo para matener el ritmo y aún ahora estoy recuperando mi ritmo habitual, con partidas que habían estado muy paradas. Ahora he terminado una partida y otras dos que están paradas parece que finalmente se van a cancelar, así que mi nivel de compromiso puede volver a ser el que debería haber sido desde el principio. Lo siento por la parte que te ha tocado, Arzhon.
Una cosa, no tenía pensado contar nada sobre la historia una vez se unió a la casa Áuryn, porque me tendría que meter en las relaciones con el resto de los personajes y aún no he interactuado con ellos lo suficiente como para saber cómo son. Aún así, si quieres que escriba algo sobre esa parte, dímelo.
No te preocupes por el tiempo que has tardado, la historia está genial. En cuanto a seguirla, eso ya es decisión tuya. Con lo escrito ya es más que suficiente para introducir a tu personaje en el trasfondo, y si no quieres seguir, no es en absoluto necesario.
Ahora, veamos como se desenvuelven las cosas y como evoluciona el Maestre con los acontecimientos.
Lo que quizá sí me gustaría saber es la relación que tiene y cómo piensa de Rickard, cuánto ha confiado en él, y si eres muy cerrado respecto a tu pasado con él o ha descubierto/le has contado alguna cosa.
Por parte del señor, al principio era algo desconfiado con el Maestre, puesto que no le conocía mucho. Según ha pasado el tiempo y ha comprobado tu habilidad y dotes ha ido depositando más y más confianza en ti, y ahora casi cualquier decisión la consulta contigo para conocer tu opinión. También deposita en ti muchas decisiones de las tierras (lo que se traduce en que serás tú el que haga las tiradas de vicisitud).
Sin embargo (como pasó con el hombre que interrogó hace unos días) sigue haciendo algunas cosas sin decirte nada, y a veces te da la sensación que en algunos asuntos sigue confiando más en Leo que en ti. No estás seguro si es por los conocimientos y la experiencia del anciano, o porque confíe más en él que en ti (lo cual tampoco sería extraño, pues Leo lleva con él desde que es señor de Costadorada).
la historia está genial
Creo que yo soy mucho más exigente conmigo mismo que eso... ;-) ¡Pero gracias!
Lo que quizá sí me gustaría saber es la relación que tiene y cómo piensa de Rickard, cuánto ha confiado en él, y si eres muy cerrado respecto a tu pasado con él o ha descubierto/le has contado alguna cosa.
Nymos no suele hablar de su pasado, con nadie. Su familia murió y él era maestre para servirle de espía a su padre, así que cuando los Irkwood desaparecieron se quedó sin "sentido en la vida", por decirlo de alguna forma. Ahora mismo se está centrando en ayudar a su nueva familia. Aunque no forme parte de ella sí es una pieza más de la Casa Áuryn, pero no hablará de su familia real con nadie, ni siquiera con Rickard.
Sin embargo, supongo que la Lord Rickard pediría referencias de Nymos a la Ciudadela. Sin duda sabrá que sirvió anteriormente a la Casa Morrigen y que se fue al final de la guerra, pero es probable que no sepa los motivos que le indujeron a hacerlo. Esa puede ser una buena razón para que desconfiase de él al principio.
En los años que lleva en Costadorada Nymos ha servido bien a la familia, ayudando en todo lo que pudo tras el ataque de los Greyjoy. Probablemente todos sepan que es un buen orador y que tiene una cierta facilidad y los recursos necesarios para obtener información (de ahí sus puntos en Callejeo e Investigación. De hecho, el próximo beneficio que quiero ponerle será "Pajaritos", que no me daba para tenerlo de salida). Toda la información que consigue Nymos la comparte con Rickard, igual que antes hiciera con su propio padre, por lo que imagino que se ha ganado la confianza de su señor. Por otro lado, Rickard es un hombre serio y honrado, capaz de escuchar y de tomar decisiones, pero también de cargar con las consecuencias de las mismas. Eso ha hecho que se gane el respeto del maestre y, poco a poco, su aprecio.
Respecto a las tiradas de Administración, imaginé que las haría Leo o el propio Rickard. El Señor de la casa tendrá un Estatus mayor, y Leo Bradden puede tener fácilmente "Head for Numbers" y "Expertise" en Administración, cosa de la que carece Nymos. Como dije desde el principio, el maestre respeta a Leo Bradden. Aunque inicialmente pensaba que se inmiscuía en su trabajo, no tardó en ver que el mayordomo tiene talento para la administración y Nymos se ha contentado con colaborar y aprender. Entre los muchos defectos del maestre, no está el orgullo.
He supuesto también que se habrá encargado de la educación de los herederos. Sean es un hombre sereno, con sus ideas claras, al que le gusta escuchar y tener una opinión formada antes de expresarla en palabras, por mucho que luego le cueste cambiarlas. Loren es mucho más impulsivo y disipado. Obviamente, Nymos es mucho más afín al hermano mayor y piensa que hay que meter en vereda al más pequeño.
Respecto al resto, ya iré formando mi opinión más adelante. Imagino que a Hakon también le ha dado clases, pero aún no le tengo muy situado, y me parece lo más urgente para el PJ.