Geneve mira esperanzada a Lancel y después gira la cabeza hacia su padre. Los ojillos tristes y la boca entornada en gesto implorante le recuerdan al anciano tiempos pasados, cuando la madre de la niña aún estaba viva y ella ponía la misma cara para que le diera de mamar.
- ¿Aceptáis? ¿Tengo vuestro permiso para irme? -Se vuelve a tirar al suelo de rodillas y le besa la mano repetidas veces-. No quiero irme sin saber si aceptáis...
Contiene la respiración.
- No Lancel, tú no, a ti te necesito cerca para preparar a nuestra gente para lo que está por venir. Si quieres que alguien de confianza cuide de que mi hijo vuelva de una pieza pídeselo a ese amigo tuyo, Abyss, así comprobará si sus sospecha para con los Sabuesos de Kim tenían o no su razón de ser.
El anciano traga saliva y mira a su hija pequeña, con un brillito de ojos le indica que está muy contento con como se están desarrollando los acontecimientos.
- Ve, pequeña, ya gritaré si me confunden como leña para la chimenea.
- Mi señor - dijo Lancel rápidamente como respuesta al anciano -. Agen Abyss es leal a los Áuryn, y no podemos dejar a Rickard sin Maestro de Armas. Hay muchos otros hombres mejores que yo para hablar con la gente. Sabéis que lo mío es el combate, la sangre y la lucha, que no sirvo para hablar. Trabajaría mucho mejor en el campo, curtiendo al renacuajo, mientras Desmond o Dyn tratan con las personas.
Geneve frunce el ceño y resopla como un animal herido. No está dispuesta a dejarse mover como una marioneta, sobre todo creyéndose (junto a su padre) la marionetera aprendiz. Se siente como si su padre le hubiera regalado un rompecabezas de complicada resolución y encima le privara la observación del modelo final, o de exigiera que lo resolviera del revés. Se siente deliberadamente engañada. Se siente como si ya tuviera los hilos colocados sobre su cabeza y sus manos blancas... y el anciano Señor tirara silenciosamente de ellos.
Se ha expuesto al enfado de Hakon, algo que llevaban evitando desde el principio, ¿y para qué?
Suspira. Desde luego enfadándose con él no conseguiría nada... respira rítmica y profundamente, hasta que su acaloramiento disminuye y esboza una gran sonrisa.
- Padre... creo que no me habéis entendido bien... -sus ojos le hienden como puñales durante un instante para después volverse tiernos y calurosos-. Deberíamos hacer caso a Lancel, que de esto entiende bien y sabe de lo que se dice. Pasáis mucho tiempo en Pizarra y confiáis en él mi vida, como la de Hakon deberíais confiar. Podéis pensarlo más o menos... reflexionad, y seguro que llegáis a la misma conclusión que yo. Es cierto que Lancel tiene otros compromisos. Pero la vida del heredero es la vida del heredero. ¿Verdad, Crakehall? -Mira al deslenguado hombre con camaradería, como si fuera uno de sus muchachos. Con una naturalidad tal, como si hubieran compartido algo más que la mesa, que al hombre le sorprende.
Se levanta del suelo en el que estaba postrada, alisa su vestido y besa la mano de su padre.
- Discutid lo que queráis. Voy a avisar a alguien para que venga a buscarle y le lleve a un sitio más cómodo si es su deseo... y si no, lo haré igualmente y ya os encargaréis vos de darle largas. Esta noche espero que hayáis cambiado de opinión. Padre -hace una reverencia leve y formal al señor de los Nakken, hundido en las mantas-. Lancel... -le hace un gesto ligero y desenfadado con la cabeza, una suerte de despedida muy a juego con el caballero, y se marcha por la misma puerta que marchó su hermano.