Partida Rol por web

Hola, niño del espacio!

Vamos a ver, he estado echándole un ojo a los manuales, porque de los libros ni me acuerdo.  Como me apetecía una tía guerrera, y Dorne es lo que más tira para eso, he pensado en una mercenaria dorniense, lo que pega con el hecho de que esta Casa tenga más oro que el trono del Papa. Me he planteado que sea espada juramentada, aunque aún no lo he decidido. Pero desde luego que ni de coña una caballero ungida. Pasando de esas mariconadas de velar armas y tal.

Según el libro, pegaría dorniense de la sal, que según el libro son: Rasgos angulosos, piel olivácea, cabello largo y negro, cuerpos fibrosos. Con pinta de fenicio, vamos.

Tu dirás que te parece como idea de partida, si me das el visto bueno la sigo modelando. 

Me encanta, niña bonita. Siendo de fuera, probablemente levante sospechas y hará dudar si es un PJ o PNJ, y eso traerá a la gente de cabeza. Dame una historia de por qué estás sirviendo a los Áuryn y hacemos la ficha. Puede que estés allí por dinero (lo más probable), o bien por amor, interés o incluso órdenes de los Martell. Tú dame una buena historia y nos regocijaremos en tu dorniense.

Siendo de allí, te pegaría ser como las hijas de Oberyn Martell, una mujer guerrera, perspicaz, rápida al hablar y más aún para pelear. Pero como siempre, todo queda a tu disposición.

Apenas me acuerdo de los libros, así que todo lo que estoy haciendo va por los libros de rol. Si ves que algo que chirrie, dímelo porque yo no me voy a dar cuenta.

Veamos. Antes de hacer la historia, voy a darte unas directrices generales a ver qué está bien y qué hay que cambiar.

Físicamente, Nerea es una tipa alta y fibrosa. Más alta que muchos hombres, de hecho, lo cual llama la atención bastante. Como rasgo físico destacable, está el pelo que lleva siempre en una trenza extraordinariamente larga, hasta debajo del pandero. Es negro y lustroso.

Se casó muy joven y es viuda, aunque nunca habla del tema con nadie. ( esto no sé si es posible, pero me gustasría que fuera algo en ese plan. Que es suficientemente joven para que nadie se plantee que tenga que tener hijos o marido, pero que lo haya tenido) Su marido murió por alguna razón que ya pensaré, y es la hermana de éste quien regenta hasta que el hijo sea mayor de edad. Nerea se largó porque no soportaba todo lo que le recordaba a su marido. Se lleva bien con su hijo y su cuñada es prácticamente cocmo su hermana. Escribe a menudo a casa.

Ha viajado bastante buscando olvidar a su marido, pero no lo consigue nunca del todo. En la trenza suele llevar colgados unos cascabeles de plata regalo de él. Como no habla del tema, la versión oficial es que está por la pasta.

Su difunto la enseñó muchas cosas de las que sabe, las cuales tendré que determinar con la ficha. A parte del noble arte de envenenar, me gustaría que supiera alguna habilidad "inesperada" en un guerrero, como bailar, o declamar, o alguna cosa así sensiblera, la cual haré particular hincapié en que se la enseñó el difunt marido que era 20 años mayor que ella o algo así.

A ver, corrige todo lo que haga falta según la ambientación y sigo pensando cosas.

Está bien, puedes seguir. Tenemos que definir de qué casa era tu marido (por lo que he entendido, era el señor de la casa). Por supuesto, banderizos de los Martell. También queda decidir cual era tu casa original antes de casarte con él.

En cuanto a por qué trabajas por los Áuryn es obvio, pues son bastante ricos. Pero lo importante es que tienes que haberte ganado su confianza, pues esta partida va a tener un grupo que tiene que ser como una piña, y no valen "mercenarios" que puedan traicionar, ya que la casa está en un estado en el que no se pueden jugar traiciones. Tu personaje ha visto mundo, y eso me gusta. Puede tener conocimientos que los de la casa quizá no tengan por no haber viajado tanto como tú, ademas de que serás (si he comprendido bien lo que quieres) una excelente luchadora. Si eres una espada juramentada de los Áuryn, tienes que haber hecho algo bueno, que les haya llevado a aceptarte en la casa. Ese tiene que ser uno de los puntos importantes de tu historia.

Cuando la tengas, vemos de hacer la ficha completa. La rellenamos en umbría, pero voy a tener una copia en papel, por si acaso y porque es más cómodo consultar las cosas ahí.

Chupi. ¿Tú que me recomiendas, ser espada juramentada o no? Es que sería más cómod para la historia, pero esta tía es muy suya... lo de los juramentos lo ve un poco como una gilipollez, en el sentido de que si vas a ser fiel una palabr dada no cambia eso, y porque des la palabra no vas a ser más leal.

Lo de las casas, ahí tienes que echarme una mano porque no tengo ni zorra. Mi marido era efectivamente el señor, pero yo eso no se lo he contado a nadie de nadie ni llevo nada que lo delate.

Cuando tengas alguna idea de como van a ser los demás pjs, igual se puede sacar alguna situación en la que mi pj se haya ganado la confianza de la familia. Pero creo que la espada juramentada no me tienta. Va a ser mercenaria, le pega más.

Seguiré pensando.

Ok, estoy de acuerdo contigo que le pegará más no ser espada juramentada. Una mercenaria, que ha hecho algo bueno para la casa y se ha ganado la confianza del señor. Pero una mercenaria al fin y al cabo, que puede que incluso llegue a levantar en algún momento las sospechas de algún PJ (jejejejeje). Hoy cuando llegue a casa te miro lo de los Martell y decidimos uno de los banderizos. Estaría bien que fuera una de las casas grandes de allí, lo que te da una cierta posición y podría generar más confianza que si fueras una don nadie.

Se me acaba de ocurrir que lo de ganarte su confianza puede ser porque durante la rebelión de Balon Greyjoy estuviste allí y luchaste junto a ellos. Y no solo eso, puede que salvaras la vida a uno de los herederos, al maestre, o a alguien importante para la casa. Suena bien?

Tan bien como un masaje en los pies. Cómo me conoces, rey.

Pues ya sabes: Al turrón Asako!

El sol se hunde en el mar, ahogándose en la inmensidad azul, lentamente.  

Los pies descalzos de la pareja giran y giran sobre la arena, escuchando la música de sus cabezas. Se miran. Solo tienen ojos para sí mismos. El aire huele a sal y al perfume de ella. Las manos de él se deslizan por las caderas de ella hasta su vientre hinchado por la preñez.

Este es su tercer aniversario, y el último. Aún no lo saben. El mundo es misericordioso en ocasiones.

Pocas.

El primogénito de los Wyl nace una noche tormentosa, en la que los truenos ahogan los gritos de su madre. Su padre camina, nerviosamente, por la antesala de los aposentos de ella. Es un guerrero consumado y ha visto la muerte y la sangre miles de veces, ha dormido con los gritos de los moribundos como canción de cuna... pero esto le supera. Su hermana le ha echado de la habitación. 

Lárgate, hermano. No hace más  que molestar, y no puedes hacer nada útil, le ha dicho. Él sabe que es verdad. Así que se ha quedado delante de las puertas a dar vueltas y más vueltas. Cuando por fin escucha los berreos del recién nacido, explota en una carcajada histérica. Piensa en todo lo que ha de enseñarle, en todo lo que ha de mostrarle. No sabe que no llegará a ver su cuarto año de vida. El mundo es misericordioso en ocasiones.

Pocas.

Lord Wyl esboza una media sonrisa mientras su mujer veinte años más joven se pelea, infructuosamente, contra el laúd. Tendida en el diván intenta arrancar una melodía decente de un instrumento que, decididamente, se le resiste.

- Tienes la cuarta cuerda mal afinada, querida -dice sin levantar la mirada de sus papeles-. Y he de decir que ese pulgar izquierdo está siendo más bien torponcillo hoy.

Ella le lanza una mirada afilada.

- Te crees muy listo, tú -le responde, altiva-. Pues si tan listo eres, ven y hazlo.

Lord Wyl echa un ojo a la aburrida, necesaria y enorme cantidad de papeleo que tiene delante. Después levanta la mirada y desliza los ojos por la familiar figura de su mujer. No hay elección. Se levanta y se sienta junto a ella. La rodea con los brazos y mueve las manos de ella por el mástil.

- Ese dedo aquí... y este aquí -murmura en su oído-. Es un laúd, Nerea, no una lanza. No se puede matar a nadie con un laúd. Ni siquiera tú tocando así.

Nerea suelta una carcajada.

- Te quiero.

El laúd queda olvidado, junto al diván. Unas cuantas prendas caen sobre él, enterrándolo, y las risas de la pareja sustituyen a su música en el aire. No saben que él jamás llegará a oírla aprender a tocar el laúd. El mundo es misericordioso en ocasiones.

Pocas.

Nerea tañe el laúd que por fin ha conseguido domar. Es de noche, muy entrada la noche, y ha aprovechado la ausencia de su esposo para poner a punto la pieza. Espera sorprenderle cuando vuelva, mañana. Esboza una sonrisa pensando en su expresión, en las probables frases burlonas que la dirigirá. 

- ¡Señora!

La criada que ha abierto la puerta sin esperar a que Nerea de su permiso, hace una media inclinación y vuelve a levantarse, llorosa.

- ¡Señora! -repite, acongojada- ¡Rápido, señora!

Normalmente Nerea se sorprendería de semejante falta de educación, pero algo en la expresión de su doncella le indica que no es tiempo para tonterías protocolarias. Deja el laúd al lado y la sigue, corriendo. Los pasos de la doncella la guían, horrorizada, hacia la habitación de Lord Wyl. Llega a tiempo de ver como varios hombres meten dentro de la habitación a alguien que lleva la armadura de su esposo. Gotea sangre.

- Señora... -uno de los caballeros se gira hacia ella. Es el maestre de armas-. Será mejor que esperéis fuera.

- ¡Apártate! -grita, y le empuja. 

Entra en la sala. En la cama, la que otrora era la imponente figura de Lord Wyl parece ahora frágil, débil, moribunda. El Maestre está dentro, desprendiéndole con cuidado de las piezas destrozadas de metal. Nerea ahoga un grito y se arrodilla junto al lecho.

Él abre los ojos oscuros. Son los ojos de siempre, pero enmarcados por violáceos cercos. Sonríe quedamente.

- Buenas noches -susurra. Levanta una mano, intentando acariciar el cabello de Nerea, pero finalmente gime y la deja caer.

- Señor, no debéis esforzaros - dice el Maestre-. Guardad silencio, por favor.

La ropa está completamente ensangrentada. No se reconoce ni siquiera el motivo de la tela o su textura original.

- Eudes. ¡Eudes! ¿Qué ha...? -las lágrimas le cortan la voz. Desliza los dedos sobre las sábanas -esas sábanas que tantas noches de pasión han visto y que ahora van a convertirse en una mortaja- hasta aferrar la mano de su esposo. Es la misma de siempre, grande, recia, fuerte. Pero está fría.

- Señora -la voz de uno de los caballeros detrás de ella responde por su marido-. Fue una emboscada. Apenas ha habido supervivientes. Señora, no deberíais estar aquí. Dejad que os acompañe fuera...

- ¡Tócame y perderás el brazo! -grita Nerea, histérica, y se gira  hacia Lord Wyl-. Esposo... 

- Tranquilízate, querida -incluso en un momento así, él no pierde la calma. Su sonrisa cálida es la de todos los días. Su voz grave, aterciopelada, es la misma de siempre, solo que hablando en susurros-. Mis caballeros no tienen la culpa -sonríe de nuevo-. Me vendría bien algo de vino.