Partida Rol por web

Geneve contiene la furia que le despiertan esos comentarios ligeros en su hermano. Si no quería que le tomaran como un crío, sería hora de dejar de comportarse como tal. Frunce los labios ligeramente.

- Eres demasiado duro con padre, Hakon. Él me vio dudar... -dice con sinceridad, para no desdecirse más tarde-, y asumió que eras la persona más cercana y más adecuada para hacerme compañía en este momento. ¿Acaso se equivoca? -Pregunta con una voz tan untuosa que parece miel. Aprieta el abrazo para estrechar el lazo fraternal y lo afloja un poco, sin soltarle. No quiere que se enfade con ella también, pero tal como estaba su humor... mejor dorarle la píldora-. Pero no -dice tajante-, te has esforzado tanto hasta este momento y siempre estás tan insistente -"pelmazo"- para recordarnos a todos cuál será tu posición que tendrás que asumirlo y ser consecuente.

Hace una pausa grandilocuente y luego le da un beso en la mejilla, manteniendo una postura digna y no melosa, más para que él no se aparte bruscamente que por querer aparentar cualquier cosa.

- Y padre será consecuente también, ya lo verás.

Al llegar a la puerta que da al exterior, Leo os hace una reverencia a todos.

- Yo me separo aquí de vosotros, pues otras labores me reclaman. Buena suerte - dijo, concluyendo la reverencia.

Un grupo de curiosos más o menos dispersos trataba de otear algo desde la distancia. Al parecer se quejaban en susurros de que lord Rickard les hubiera echado de las cercanías de los establos.

En el umbral de la puerta se encontraba Mia Áuryn, y se oían voces en el interior. Parece que todavía seguían investigando el cuerpo. Cuando os aproximáis a los establos, vuestros olfatos captan el olor de la muerte, y de sangre. Podéis ver dentro a los hombres que Rickard había permitido acudir a la reunión, y sus rostros reflejan desagrado.

Al veros aproximaros, Mia se acerca a vosotros, casi deseosa de apartarse de allí.

- Mis señores, milady - os dice con su dulce voz y tapándose la nariz con un pañuelo de seda blanca -. Están investigando el cuerpo. Las, hmmm, heridas. Es un, hmmm - dice con malestar -, una escena bastante desagradable.

Se acerca a Geneve, y le dice más bajo.

- Milady, si lo deseáis nos podemos quedar aquí. El olor es más suave, y no tendremos que ver al Maestre haciendo sus, hmmm, labores.

Los dos adultos saludan fugazmente a Mia, y se encaminan a los establos. Tanta gente aquí alrededor les hace ver claramente que algo grave ha ocurrido.

Sobre todo se ve más tenso a Lyonel, que era la única persona hasta esta tarde que había sabido del espía y las amenazas que Rickard temía se ciernen sobre los Áuryn.

Detrás de ellos os quedáis Hakon y tú, aún agarrada a su brazo. El olor es realmente dañino para los sentidos, y la propuesta de Mia se te antoja deseable.

- Oh, doncella Mia... -dice Geneve usando el tratamiento más formal y adecuado para la muchacha. El olor de la carne en putrefacción le resultaba tan desagradable que, imitando a su interlocutora, saca un pañuelito de seda del escote y se lo aplasta contra la nariz. Mira a la muchacha y después de reojo a los hombres-. En seguida vuelvo aquí con vos... voy a entrar unos instantes para avisar a mi padre de que estaremos aquí y para ver si... si... -los ojos le lagrimean-. En fin, en seguida me reúno con vos. ¿Me disculpáis un momento?

Pone la mano que le queda libre sobre el brazo de la vivaracha doncella y aprieta un poco, confortándola.

- Muy en seguida -añade conteniendo una náusea.