Partida Rol por web

Con el ronroneo del motor como musica ambiente os alejais de la playa de tan infausto recuerdo, sea o no sea Kim Rouland, ahora mismo no os apetece tener otro enfrentamiento. Por lo que os vais hacía la lonja del pueblo dirigiendoos con el mapa turistico. No habeis recibido nínguna llamada, ni señal del otro grupo, por lo que os ha pasado en la playa a saber si estaran bien, teneis una extraña sensación en el estomago ocasionada por el desasosiego que os ha supuesto la situación, y el viaje se hace en el más absoluto silencio tan tenso que se podia pasar un cuchillo sobre él.

Ante tu respuesta de ir hacía el hostal te dice con un asentimiento:- De acuerdo, ahora mismo vamos para alla. De todas formas me toca patrulla por el lugar o sea que...- Avanzais por el camino de piedra rumbo hacía el aparcamiento, oyes a lo lejos como el coche de Jamal se aleja, a saber que ha pensado, si eras una especie de zombie o simplemente no quería enfrentarse a tí, en cualquier caso es un pequeño alivio. Con mejor humor le preguntas por el tiempo que ha estado viviendo en el pueblo, a lo que te responde:- Pues desde que tengo recuerdos, yo he sido de esos que ha vivido en el mismo pueblo toda la vida, y no lo dejaría por nada del mundo, se que otros se sentirian encerrados en un sitio como éste, pero yo no, no podría dejar estas calles.- Al llegar al coche te abre la puerta con delicadeza y dice:- Las damas primero- sonriendo, para después entrar en el asiento del conductor y encender el motor, para dirigiros a la pequeña posada...

Cuando ya creía que todo había acabado, cuando ya me veía yendo a la lonja a reunirnos con los demás y librarme de la presencia de Jamal, con el cual ya no quería permanecer a solas, y de ser posible tampoco en compañía apareció Kim. Se paró frente a mí, mirando a través de ojos vidriosos, tal vez expresando el dolor experimentado allá abajo, tal vez sólo volcando el odio en nosotros dos por haberla dejado. Si no hubiera sido por el cabrón de Jamal, si no me hubiera golpeado allá en la arena, tal vez ella no estuviera allí, acusándonos con su mirada.

Jamal comenzó a pedirle explicaciones sin dejar que subiera con nosotros. ¿Tendría razón el hombre? ¿Sería una maldita extensión del feto gigante? No pude averiguarlo. Ella partió son mirar atrás en busca de la ayuda del poli, y mi compañero intentó seguirla, sin conseguir que ella se volviera.

Cuando él regresó y puso el auto en marcha no lo miré. No quería saber nada de su presencia, no quería saber más nada de aquel lugar, no quería saber nada de nada del doctor y su juego macabro. Tan sólo quería que todo aquello acabara. Mirando por la ventanilla, siempre hacia el frente, sin pronunciar palabra, sumida en mis pensamientos y con un mal sabor en la boca, dejé que Jamal nos condujera a la lonja, en busca de los demás.