Estás en el suelo de un lugar desconocido, así te has levantado muchas veces, entre la mugre de tu propio vomito o en la sangre de tu boca trás una paliza por alguien desconocido o peor aún, con ropa extraña y una torturante sensación de que estabas haciendo algo allí hace nada y que debía ser importante, pero no lo recuerdas, con gente que te llama por un nombre que no es el tuyo. En los últimos meses tu enfermedad va a peor y lo sabes, la gente que va detrás de tí la utilizara, cuando estes desprevenido siendo otra persona atrapada en tu cuerpo, "alguien" te metera un tiro desde un coche en marcha, o un navajazo en un encontronazo fortuito.
Cuando decides levantarte para ver si se puede salvar algo de está situación, te encuentras con que andas en la entrada de un feria completamente rodeada de brumas, en el suelo a tu lado te encuentras una entrada que pone "salón de los espejos", y un pequeño mensaje firmado "Si quieres ayuda, yo puedo dartela, sigue las luces rojas hasta mí". Al mirar a tu alrededor solo ves unos farolillos rojos que se internan en la niebla y a nadie más, solo bosquejos de edificios que parecen disolverse en esta extraña niebla.
QUÉ? COÑO? ME? HA? PASADO?
Me duele todo, la cabeza me da vueltas y me noto más resacoso de lo habitual. Me incorporo medio tambaleante y apenas consigo ponerme en pie y menos aún intentar caminar con normalidad pero he de moverme, alguien como yo no puede permanecer demasiado tiempo quieto en un mismo sitio, y por demasiado tiempo me refiero a minutos, segundos... Quedarse tieso como un soldadito de plomo supone la muerte en mi mundo, un tiro en la cabeza dura eso, apenas unos segundos. Así que me muevo. Miro confuso, con la mirada turbia, el papel que tengo en la mano. Luego levanto la cabeza para mirar el sitio de nuevo. Bajo la cabeza para mirar de nuevo el papel.
Un circo. Claro, un circo. Muy... QUE COÑO UN CIRCO! QUIERO UNA EXPLICACIÓN YA!
Vale, trata de respirar.
Respiro hondo, tratando de recuperar la calma. "Recuerda al buen doctor, respira hondo, cálmate, no pienses en nada. Eso no debería costarme mucho... Desde luego la fiesta de anoche debió ser tremenda...".
Me rasco la cabeza, mientras intento aclarar mi mente. Miro de nuevo el papel de mi mano. Aquellas brumas no me gustan nada. La niebla no me gusta, es... RARA.
Suspiro con resignación, no me queda otra que intentar averiguar qué he hecho en las últimas horas antes de que se tope con mi cara y me abofetee como a una puta de 20 dolares.
Camino hacia la entrada de la feria para entrar y buscar lo que sea que es una sala de espejos. Será una discoteca donde graban video-clips de rapperos sudados y chicas mazizorras en bikini?
Sí, confunde un circo con una feria, todo le parece igual xD no es un error de escritura xD
Las luces rojas te indican el camino entre la bruma, mientrás que una musica triste de feria o circo se escucha de vez en cuando, haciendo que el ambiente sea más lugubre. Si esto es una discoteca o algó parecido, no quieres saber que tipo de personas entrarian en ella. En la entrada hay una taquilla, donde un hombre vestido de médico te espera, en tanto notas que hay alguien detrás, y como silba despreocupado, y una voz ronca empieza a cantar, la voz la recuerdas, la voz de Jed... Aunque sea un sueño etílico o una alucinación decides, que es preferible entrar en el parque a volver a ver a Jed.
Realmente me siento confuso, tanta niebla y lucecitas de colores, parece una de esas pelis mala de la tele, de cuando era niño y me dejaban en casa de la vecina. Aquella anciana siempre me dejaba sentarme en el suelo a ver la tele mientras se dedicaba a jugar a cartas con sus amigas.
-Joer, cuanta mierda de humo...- murmuro por lo bajo, mientras hago algún aspaviento con la mano para aparta algo de aquella humareda sacada de una peli de terror. Entonces entreoigo la voz de Jed a lo lejos. Me giro y doy vueltas sobre mi propio eje intentando localizar su origen. No. Jed está muerto. Esto no es real. Trato de calmarme, de mantener el control.
Veo la taquilla y un pavo vestido de médico. Me acerco a por mi entrada.
-Oiga no debería ir con uno de esos uniforme ridiculos con chaleco y gorrito, como en las pelis en blanco y negro?- le comento al taquillero vestido de médico. Le miro extrañado pero cojo la entrada y me adentro en aquella feria de locura, salida de la nada. Cualquier cosa antes que seguir escuchando a Jed destrozar alguna canción de Eminem o los Public Enemy. Me pone los pelos de punta.
El extraño vestido de médico sonrie ante tu pregunta y te contesta con naturalidad:- Es que me siento más a gusto con mi uniforme de trabajo... Toma aqui tienes una entrada gratis, aunque podrias entrar de todas maneras, asi es "oficial"- Y la barrera se retira, dejandote paso a la entrada de una atracción que pone en letras extrafalarias "Laberinto de espejos".En la puerta hay un cartel que pone en pulcra escritura. "Si quieres entrar y ver quien eres en realidad, piensa en tu pasado y hablame que es lo que recuerdas de él". En la bruma puedes escuchar los pasos de la persona que te sigue y empiezas a escuchar la voz lugubre que llama por tu nombre, como jugando contigo...
Miro de nuevo extrañado al tipo de la entrada. Luego miro al papelito que me ha dado, el ticket para entrar en aquel circo de feriantes extraños, la Casa de los Espejos. Camino pausadamente, a mi manera habitual, hasta plantarme delante de la puerta de la atracción. Me quedo mirando larga y tendidamente el letrero, tomándome mi tiempo para leer y entender lo que pone.
"Si quieres entrar y ver quien eres en realidad, piensa en tu pasado y hablame que es lo que recuerdas de él".
Enarco una ceja. Desde luego, este debe ser el sueño más raro que he tenido en años. Mi cerebro no debería estar pidiéndome cosas que ya sabe no? O como se llame. Se supone que los sueños son eso, porciones de lo vivido y lo que se desea, de las preocupaciones y las cosas que te ponen. Qué clase de absurdidad es esta?
-Que piense en mi pasado y en lo que recuerdo? Es una buena pregunta...- murmuro por lo bajo.
Al principio no acabo de decidirme a entrar en el laberinto pero al oír los pasos de Él, de ese tarado, detrás de mí, riéndose, mofándose, buscándome, queriendo jugar de nuevo conmigo, simplemente cojo la puerta y la empujo para entrar dentro. Cualquiera cosa con tal de perderle de vista...
"Recuerdos. Qué recuerdo realmente? La mayoría son flashes, muchas inconnexos. Recuerdo el rostro de mi madre, preocupada, o sonriendo, o intentando vestirme como un niño blanquito. Recuerdo despertarme en sitios malolientes, con sangre y algún cadáver al lado. Recuerdo el hospital. Recuerdo que a lo largo de toda mi vida nunca sé qué me voy a encontrar cuando abra los ojos y me despierte no sé donde, ni cómo ni en qué estado y sin saber qué he hecho exactamente la noche anterior. O los días anteriores. Recuerdo incluso haberme encontrado calzando una vez unos zapatos de mujer, de tacón, de charol, de color rosa. Eso fue realmente creepy. Más que la sangre en mis manos y mi ropa. Sí, eso es lo que recuerdo, la falta de recuerdos, las lagunas entre despertar y despertar".
-No tengo grandes respuestas. Sólo sé que no recuerdo muchas cosas, sólo despertarme en sitios distintos y no saber qué ha sido esta vez. Las únicas partes de mi vida que recuerdo con claridad son a mi madre cocinando tortitas en aquel piso tan pequeño e infestado de cucarachas y hormigas y el período en el hospital, con Doc. Es lo único nítido en mi cabeza- respondo, más para mí mismo, una vez dentro de aquel sitio extraño y estrafalario, incluso para mi imaginación onírica.
-Sirve eso? Ya sabe, para hacer funcionar este chisme...
Esperas un momento, notando la sequedad de tu garganta, cuando la puerta se abre de repente y puedes ver la sala en la que debes adentrarte, una multitud de espejos deformantes combados en decenas de formas, un truco barato de feria, pero en tiempos era una de las salas que más gustaban a la gente. Das unos pasos adentro y la puerta se cierra detrás de tí, decides ignorarla al fin al cabo esto es un sueño ¿No? Lo mejor es ir hacia adelante, terminar cuanto antes mejor, avanzas por los espejos, pero en ver de verte reflejado de forma deformada, ves rostros conocidos a los chicos de la antigua pandilla y por último esta Jed con su sonrisa eterna, guiñandote un ojo, no te acercas por el temor de que su mano salga de la superficie cristalina y te agarre el cuello. Te alejas de la sala y en un pequeño cartel puedes leer "Hablame de por que te hicistes pandillero, porque buscastes una familia en la violencia y las calles. Y podrás avanzar".
Entro en el laberinto de espejos. Han tenido una mejor época, la verdad. Estaré teniendo este sueño porque anoche estuve viendo esa peli tan extraña, Freaks, la parada de los monstruos en la tele por cable? Miro muy de reojo cada uno de los reflejos que me van dando a lo largo de mi corto camino.
-Los chicos...- murmuro por lo bajo, algo nostálgico. Viejos Tiempos. Buenos Tiempos. Ahora tampoco es que sean malos precisamente, pero no sé, me parecen algo más deslucidos, no tan brillantes y nuevos como aquel entonces. Me quedo serio al ver por uno segundos a Jed. Paso más rápido por delante de ese reflejo, al contrario que con el resto, en los cuales me he ido parando ni que fuera unos segundos, para recordar sus rostros. El de Jed no. El suyo no quiero recordarlo. O por lo menos lo mínimo posible.
De nuevo me encuentro un cartelito con una nota garabateada.
-Porqué me hice pandillero?- respondo incrédulo ante el comentario escrito en la nota de papel.
-Por el mismo motivo que lo hace cualquier niño pobre, de barrio bajo y negro. No hay más salidas. O eres un gang-boy o un pringao. Ser un pringao no mola. Así que elegí ser fuerte y la fuerza está en las bandas. La banda es la familia, tu vida, cuida de ti y tú de ellos. Cuando eres un gang-boy nada ni nadie puede tocarte. Tú eres el que golpea. Tienes el power, brotha'.
"Por qué demonios contesto a estas estúpidas notas? Qué coño me metí ayer noche para estar soñando semejante cosa? No. Espera, yo nunca me meto, sólo la cato y la analizo con test, yo no me meto, es la primera regla del juego. O vendes o consumes, pero las dos cosas no, o estás jodido, nunca cagues donde comes", me recuerdo a mí mismo, mentalmente. "Ese fue el gran error de Jed, cagaba, meaba y vomitaba donde comía. Él consumía casi tanto como vendía. Ese fue su enorme error. Así de mal acabó", sentencio, en mi mente.
La puerta se abre dando paso a una sala repleta de espejos, de tal manera que tu figura se vislumbra en cada momento, según cada paso que das, puedes verte desde todo los angulos. De repente, la luz se apaga y te encuentras en una soledad oscura. Escuchas pasos detrás tuyo, pero no ves quien hay... Una voz grave de Jed te habla:- Vaya chico, otra vez nos vemos en la oscuridad, parece que lo nuestro es nunca vernos las caras frente a frente. ¿Que haras si descubres algo que no te gusta en esos espejos, tambien vas a darles la espalda?- La luz se enciende, y en la sala no hay nadie, y los espejos solo te reflejan a tí, en cada crimen que has cometido... Pero algunos no los recuerdas, y son verdaderamente espeluznantes, tu única salida se encuentra en una puerta entre los espejos que enseñan horribles escenas, como la violación de una niña pequeña o la tortura de una ancina con unos alicates para que diga la contraseña de la caja. La puerta tiene un mensaje "Recuerdas cuando conocistes a Jed, explicadme tus recuerdos y podras pasar".
Sigo recorriendo el laberinto de espejos, de momento este sueño me está pareciendo extraño pero algo tedioso, no va a pasar nada interesante como una fiesta con pibitas en bikini y yo revolcándome en una enorme montaña de dinero? Entonces se va la luz.
"Un zoom en negro, un clásico de las pelis de terror, ahora es cuando el negro muere no? Espera! el negro soy yo! Mierda!".
Doy vueltas sobre mí mismo, intentando captar algo, sentir algo, oír algo, entre tanta negrura. Me paro de golpe cuando oigo los pasos y luego la voz de Jed de nuevo.
"Por qué demonios tiene que ser Él? Estás muerto. Fin de la historia!".
-Que qué haré? Lo mismo que hago con todo, enterrarlo en cemento debajo de la autopista, a cuantos más metros bajo tierra mejor- respondo, fríamente.
Entonces se vuelve a encender la luz y los espejos siguen todavía ahí pero la voz de Jed parece haberse ido. Miro cada uno de los espejos, como si fueran centenares de televisores encendidos, cada uno emitiendo en un canal distinto. Respiro hondo. Trato de mantenerme frío al ver las cosas que sí recuerdo haber hecho. Son feas, para que voy a negarlo, pero soy un narco, de eso trata el oficio. Luego vislumbro por unos segundos los que no recuerdo. Y agradezco de no hacerlo.
-Gabriel...- murmuro. Cierro los ojos durante un par de minutos, que parecen horas. Sé que ese no soy yo, es Gabriel. Él... bueno, él siempre comete las peores acciones, cuando toma el control nunca sé cómo voy a amanecer al día siguiente. Aunque también es el que me ha salvado la vida. Fue él quien logró librarnos del primer loquero... Yo sólo recuerdo lo que pasó dentro y a la mañana siguiente estaba durmiendo en un buga robado, fuera del manicomio. Gabriel es mi gran cruz, mi gran pesada losa, lo peor de mí, pero también es lo que me ha mantenido con vida. Simplemente he aprendido a asumir que él hace ciertas cosas con mi cuerpo que a mi me harían vomitar y querer suicidarme pero no puedo evitarlo. Está ahí. A veces quisiera librarme de él, pero no puedo. Es mi fiel compañero.
Abro los ojos y levanto la mirada. Vuelvo a mirar con frialdad a los espejos, a la anciana y a la niña. Y avanzo por la sala hacia la puerta. Leo la siguiente nota.
-Jed... porque demonios estoy soñando con Jed?- murmuro por lo bajo. Ése es un tema zanjado en mi vida. Zanjado y enterrado bajo muchos metros de tierra y cemento, debajo de un edificio en construcción que ahora es un enorme centro hospitalario para gente sin recursos. Irónico verdad?
-Nos conocimos cuando yo tenía 12 años. Jed era el líder de los Panteras, en aquel entonces. Fue él quien vino a mí. Me reclutó (como a tantos otros niños) para hacer de mensajero entre algunos de sus camellos y clientes. Era dinero fácil y la banda me protegía en las calles. Jed era un líder duro, al principio no era mal tipo, cuidaba de todos y eso, pero empezó a meterse más cristal del que vendía y todo se torció. Aún así yo me mantuve a su lado todo el tiempo, era nuestro jefe, yo le veía como mi hermano mayor. Yo era el más joven de la banda así que al principio todos me trataban como al hermano pequeño al que cuidar y enseñar. Luego me pillaron robando un coche y dejé de ser el "niñito", ya empezaron a tratarme con más respeto, incluso Jed. Empecé a ser uno más de ellos, realmente, en pie de igualdad. Jed empezó a llevarme a todas sus movidas. Él las llamaba "cacerías". Y ahí es donde todo se quebró. Al principio eran animaladas, vandalismo y robos sin importancia, pero a medida que Jed se metía más cristal, los asaltos se volvían más crueles e innecesarios. Aunque creo que el peor de todos era yo. Todos nos metíamos algunas rayas de meta y la fiesta se convertía en una pura carnicería. Pero las miradas de los demás cuando todo había terminado, días después, eran delatadoras. La mayoría de estas eran dirigidas hacia mí, me miraban con verdadero terror. Les daba miedo. Yo, un puto crío. Pero Jed no, Jed me miraba con orgullo, como un igual, como un maestro que admira su gran obra. Yo, bueno, al principio me pareció guay, quiero decir, el jefe me trataba bien, y yo sólo era un niño, había ascendido muy rápido dentro de la banda, pero luego empecé a sentirme como si en realidad me hubiera tocado la lotería del infierno. No soy creyente ni nada de eso, pero algunas de las cosas que ví, que hicimos, no estaban bien. Nada bien. Y Jed cada vez se metía más de esa mierda. Alguien tenía que pararle. Ya no era el Jed que yo admiraba y seguía con lealtad. Y es lo que hice. Le paré. Para siempre. O debería decir que Gabriel y yo le paramos para siempre?
Si me paraba a pensarlo, en realidad no recuerdo muy bien como murió Jed, no sé que hizo Gabriel, pero sé que fué Él. Por la brutalidad. Por el modo de dejarme el cadáver al lado, sentado, atado a una silla, viendo la tele. Yo sólo supuse lo pasado por la propia escena, el montaje burlesco que construyó para cuando me despertara y la nota en el pecho de Jed.
"Dame las gracias, sissy-boy".
Recuerdo el sonido de la tele, de los dibujos animados infantiles y el cuerpo de Jed, con la cabeza caída hacia delante, atado del todo. Y yo, inconsciente, durmiendo o a saber, espatarrado, en el sofá. El ruido me molestaba, pero el olor a muerte y sangre fue aún peor. Yo realmente llevaba semanas deseando la muerte de Jed pero no encontraba el modo ni las fuerzas para hacerlo. Quizás cariño? Quizás miedo? No lo sé. La cuestión es que no era capaz de llevar a cabo mis planes. Gabriel lo hizo por mí y yo lo asumí como mi propio crimen.
Gabriel y yo habíamos hecho, de nuevo, algo malo juntos, justo como cuando sólo era una voz en mi cabeza, siendo un niño pequeño, cuando le prendiamos fuego a "cosas"...
Al final de la sala una puerta se abre a la oscuridad, pero cualquiera es mejor que esta sala, puede que muchas de esas cosas las realizaras tú o algún alterego, más no fue con agrado, solo eran cosas que se debian hacer... o que no podias controlar en persona. Justamente eso te molesta no tener el control total, y en este sitio no lo tienes. Avanzas con rapidez hacia la salida cuando ves al hombre vestido de médico en la salida que te ofrece el paso, sabes que es un sueño y que culaquier cosa que hagas seria como pegar al aire. Esto solo es una pesadilla. El hombre te dice:- Toma mi tarjeta. Buscame en esa dirección me llamo Eduardo Muñoz, y si lo deseas podre sanar de tus heridas mentales librandote de tus otros con-vecinos- Chasquea los dedos y la oscuridad te embarga, pero por primera vez tienes paz en el sueño siguiente...