Partida Rol por web

Tras una nochebuena de lo más movida, los personajes afrontan un día de Navidad oscuro y siniestro.

Son más de las 10 de la mañana, y tras colgar Bruce el teléfono, os explica la situación de la conversación mantenida con el señor Klodzinsky.

La investigación parece encerrarse en la más absoluta oscuridad, al menos en la teoría, ya que hasta John Carter ha sido asesinado, por no decir el hermano de Patrick, Brian Dingwall.

Os encontráis en casa de Bruce, quien debate sobre lo comunicado por parte de Klodzinsky a todos menos a Patrick, sumido ojeando el libro encontrado en la maleta de su hermano.

"Los Hijos de Satán".

Estás leyendo el libro por encima. En él observas el nombre de John Carter por todas partes. Al parecer era el actual líder de la secta.

Las líneas hablan de algunas ubicaciones más centrales de almacenes usados para rituales ó locuras varias por parte de los adeptos. Concretamente habla de la situada en Edimburgo, seguramente donde fué hayado John Carter.

No parece una secta demasiado grande, quizá unos 30, 40 ó 50 miembros repartidos entre Londres Y Edimbugo. Fundada a finales de los años 70 por un empresario interesado en lo esotérico y lo místico.

Según cuenta Brian, en un principio se trataba de un grupo de investigación, q evolucionó hasta posturas mucho más radicales. A mediados de los 80 murió de forma misteriosa. Su lugar lo ocupó John Carter.

Hasta ahora han sido muy cuidadosos y no tienen problemas legales, pues oficialmente se respeta la libertad de culto. No obstante, no duda de que los altos sectarios tienen influencias políticas, protegiéndose de la policía ó denuncias.

- Asi que nos vamos de nuevo a Edimburgo, ¿verdad? - digo con un tono un tanto apesadumbrado.

Lo que empezó siendo una inspiración para un nuevo libro, se estaba convirtiendo en un riesgo para la propia vida pero ahora, ya no podía dejar a estos nuevos compañeros a su suerte. Incluso así, dudo que consiguiera librar mi mente de semejantes trozos de historia.

- He de reconoceros que estoy un poco perdido en este asunto y, porqué no, que me asusta un poco - digo anudándome fuertemente la corbata.

- Bruce, ¿has hablado con Klodzinsky algo sobre la vuelta? ¿tenemos billetes? - digo casi más por romper el hielo que por otra cosa.

Miro a Patrick. Es un hombre fuerte pero ahora no veo más que sed de venganza en sus ojos y no creo que eso nos ayude en cualquiera que sea la mierda en la que nos hemos metido. Me vuelvo hacia Patrick y me siento en el sofá con él.

- Patrick, en cierto modo se como te sientes. También he perdido a gente de mi familia en circunstancias que ahora prefiero callar - hago un gesto con la cara indicando que me da verguenza contar ahora esa historia - evidentemente no quiero de dejes de pensar en lo ocurrido pero si me gustaría que te pensaras un poco lo de Klodzinsky. No se porqué, pero tengo la impresión de que el viejo no sabía nada y de que, a fin de cuentas, está metido como nosotros en lo que quiera que sea esto. Quizá me tomes por iluso, lo comprendo, pero me gustaría que lo pensaras, ¿lo harás?

Una vez termino mis palabras doy un par de golpes con mi mano en la rodilla de Patrick y me recuesto sobre el sofá mesandome el cabello.

- Sea lo que tenga que ser, señores, ¿cuando partimos?

Patrick cierra el libro de golpe, mirando a traves de sus ojeras a Sansegundo.

Lo pensaré Ignacio. Te aseguro que no hago otra cosa más que pensarlo.

Dicho lo cual se levanta del sofá y recoge su arrugado abrigo de una silla.

Y sí. Hay muchos rastros que seguir en Edimburgo. Dice mientras sostiene el libro de su hermano muerto en la mano. Como por ejemplo los lugares donde la secta de los Hijos de Satán se reunían, pero aquí todavía hay un rastro que no hemos seguido: el del sacerdote Pietro Bellini.

Patrick habla con voz suave y pausada. Ahora es el policía que lo tiene todo bajo control.
Antes de volver a Edimburgo deberíamos visitar a la congregación del sacerdote y visitar el lugar de su "suicidio" por si encontramos información útil.

- Estoy de acuerdo con Patrick, no quiero largarme corriendo sin saber algo más, lo que sea, que pueda ayudarnos. La primera vez tuvimos suerte con Gallagher, en la azotea, pero una segunda vez podría ser... bueno, ya sabéis.

Me echo la mochila al hombro.

- Voy contigo, Patrick.

De acuerdo Martín, vamos.

Patrick le da las llaves de su coche al periodista.

Será mejor que conduzcas tú. No me encuentro demasiado bien...

- Yo también voy con vosotros - dije poniendome rápidamente el abrigo.

Las palabras de Martin me recordaron la escena con Gallagher, "tuvimos suerte una vez" decía Martin, y tanta, pensé yo después de analizar friamente nuestra actuación ante aquel loco.

¿Billetes a Edimburgo? algo difícil, pero ya nos las apañaremos para llegar, seguro. Mr. Klodzinsky no ha dicho nada. Por cierto dijísteis que Gallagher os dijo que estaba preparando un viaje al que no puede llegar tarde y al que un ser santo, mensajero del mesías, le había invitado. ¿Es Gallagher el asesino de Mr. Dingwall? y ¿aquel ser santo es acaso el asesino de Carter?

por cierto, dadme un minuto.

Descuelgo el teléfono y llamo al Hotel Pompadour, en Edimburgo.

Feliz navidad a usted también. ¿Me puede poner con la habitación de Urchudan, por favor?

La línea del teléfono suena unas cuantas veces antes de desclgarse desde el otro punto. Sobre el "feliz navidad señor, qué desea ?" de un joven recepcionista, se escucha el constante murmullo del ajetreo que debe estar viviendo el hotel, lo cual parece lógico, pues es navidad.

- A ver un segundo por favor! - Antes de que nadie vuelva a comunicarse con Bruce por el teléfono, pasan unos cinco minutos, en lso cuales solo se oye el ir y devenir de empelados del hotel pasando cerca del teléfono y el gentío de clientes.

- Señor ? Urchudan abandonó el hotel ésta mañana a primera hora. Desea alguna cosa más ? - Sin lugar a dudas el joven recepcionista tenía prisa por colgar, seguramente hubieran decenas de clientes esperando ser atendidos pro el muchacho.

Hasta ese momento el nombre del asesino de su hermano le había parecido a Patrick un alias, un apodo, un nombre falso, que escondía un monstruo de enormes fauces.
Pero de pronto la confirmación del personal del hotel lo ha convertido en algo real, en una persona real, física. Alguien a quien pueden encontrar cara a cara.

Con gestos frenéticos, Patrick anima a Bruce para que trate de indagar más sobre Urchudan ¿adónde fue? ¿quién es? ¿qué clase de nombre es Urchudan?

- No, por el momento... - deja claro Bruce, en un tono seco y cargado de intenciones. -

Bruce cuelga el teléfono y comenta al resto la conversación con el recepcionista del hotel.

- Me pregunto si Klodzinsky tendrá influencias sobre el hotel... - Dice pensativo. - Cuando nos vamos ? - Recoge su gabardina y echa un último vistazo a la casa.

Patrick es el primero en salir del piso de Bruce, que se queda el último para cerrar con llave. Es casi mediodía y al salir del piso notáis como el frío intenso os envuelve los huesos.

Montáis en los coches y os dirgís al cementerio de Londres, Highmate Cementery, situado en las afueras a pocos kilómetros de la ciudad capital.

Highgate Cementery

Es casi la hora de comer (en Inglaterra) para cuando llegáis al cementerio Highgate. El recinto se encuentra rodeado de un muro de unos cuatro metros de roca maciza a excepción de una verja por la que entraría un camión de 7,5 toneladas.

Dicha verja se encuentra cerrada, pero no su puerta lateral, por donde entran las personas a pie. La niebla cubre todo el paisaje desde el suelo hasta un par de metros de alto, por lo que apenas véis lo que se encuentra cuatro cinco metros alrededor vuestra.

A ambos lados, las lápidas, algunas de ellas con ramos de flores en su base, aparecen con formas diferentes de diseño y colores. A pocos metros de la entrada, encontráis una caseta pequeña, seguramente de algún guarda ó enterrador.

Quizás el guardia o el enterrador que hoy trabaje sea el mismo que encontró el cadáver del sacerdote. Dice Bruce con muchísima calma y tranquilidad. Parecería incluso que todos estos acontecimientos no le afectaran en absoluto, o incluso que se dedicara a hacer esto a diario. Incluso parece disfrutar con la investigación. Quizás ansía una buena sobredosis de adrenalina que sin duda puede provocar un encuentro con Urchudan o Gallagher o su puta madre que busca piso en Bethnal Green.

Por cierto, Patrick, hay un detalle que no me ha quedado claro. No se si nos los has contado o me he perdido esa parte de la conversación. No te será agradable hablar de ésto, pero creo que deberíamos saberlo. Nos has contado cómo ha muerto tu hermano Brian, pero, ¿lo encontraste así? ¿o viste como le asesinaban?

No, no vi quien lo mató. Dice Patrick evitando la mirada de Bruce. Nos... nos habíamos ido ya a dormir cuando sentí el mismo frío antinatural que experimentamos en la residencia al visitar a Gallaher... Me levanté de la cama y miré por la ventana... la niebla en el exterior se había vuelto tan densa que no podía ver nada.

El expoli se lleva la mano al rostro, como si la cabeza le doliese al recordar lo sucedido.
Me preocupé y fui a la habitación de Brian. Antes de llegar me pareció oirle hablar, pero no entendí lo que decía... después se escuchó un ruido de cristales rotos y para cuando entré la ventana estaba rota y no había nadie. Sin pensarlo, salté al exterior en busca de mi hermano, pero él ya estaba allí fuera, tendido sobre la nieve, y ya había... en fin...

Patrick echa la cabeza hacia atrás mientras toma aire profundamente, su rostro se retuerce como si estuviese tragando algo desagradable. Cuando habla de nuevo, ya no lo hace de lo que sucedió anoche.

Si, tienes razón Bruce. Puede que el guarda o alguien que trabaje aquí nos cuente algo de lo que pasó. Pero preferiría no usar la placa si no fuese necesario, no estoy con ánimos.

Señala a la caseta diciendo: A gente como esta les impresionaría más contarles que somos periodistas y que los vamos a mencionar en nuestro artículo o soltarles unas libras... sus salarios dejan mucho que desear...

- Vale, entonces dejadme que hable yo un momento...

Saco la cámara de fotos de la funda, para que esté bien visible, y me dirijo hacia la caseta, llamando suavemente.

"Adelante, Martin. Has hecho esto incontables veces. Acuerdate cuando estuviste en Uckrania fotografiando traficantes de armas. Esto no puede ser más difícil..."

Tras apenas unos segundos después de llamar, la puerta se abre con un chirrido y tras ella aparece un hombre mayor de unos cincuenta y tantos, pelo y bigote grisáceos, casi blancos, de estatura media y visiblemente fornido, sin duda a causa de décadas de incesantes entierros a pico y pala. Su rostro muestra a alguien impasible y despreocupado. Entorna la puerta al salir mientras se frota con un trapo viejo, u echa una ojeada a los presentes unos metros más atrás de Martín.

- Buenas tardes caballeros - dice con voz ronca y pausada - puedo ayudarles en algo ?. -

- Hola, buenos días. Disculpe que le moleste, ¿es un mal momento? ¿Está ocupado? Querría charlar con usted un instante, si no tiene nada que hacer. Me han dicho que es usted el encargado del Cementerio, ¿es eso cierto?

Palabrería rápida y sonrisa inocente. Si había funcionado mil veces con las estudiantes de Bellas Artes de Mexico DF, funcionaría con un enterrador Inglés.
Claro que si.