La hoguera rugiente en le centro del poblado mientras la fiesta de hermanamiento se realizaba entre todos los presentes, Gauros, Molokes, Balamtodos son parte de lo mismo, una familia ahora bien avenida. Se cantan canciones mientras se reparte comida, se cuentan historias de antes de la Guerra de la Rabia. En un rincon Shiro sentando con sus ojos blancos mirando el fuego danzante mientras no come nada, Patrick se ocupa de manteneros informados a todos, al menos sabe hablar portugues. La fiesta llega hasta el alba y cuando os vais a retirar llegan del campamento acompañados de Balam. Murmuran
Uno mas de los perdidos, uno mas de los perdidos es lo que dicen al ver que ha venido la pariente tiene una nota para vosotros, bueno concretamente para Edward, te esperan en NY parece que hay alguien alli que te esta esperando es tu destino por lo que parece y el puente se abrira esa tarde.
El mensaje borra toda la paz y felicidad que me rodeaban durante la celebración. El sosiego, la armonía, se ven arrollados por un mar de dudas y sombras. Mis ojos recorren los rostros de los jóvenes cachorros a quienes he acompañado durante ésta su primera andadura por los caminos de Gaia. Los he acompañado, los he guiado, he tratado de ser su amigo y su mentor, y ahora debo separarme de ellos ¿He cumplido para con ellos cuanto me fue conferido? ¿Han cumplido las expectativas que la Nación había depositado en ellos? ¿Realmente les he enseñado, les he llevado un paso más allá, hacia los Garous de pleno derecho que deben legar a ser, que Gaia necesita?
Una parte de mí observa lo que nos rodea, Garous, Bastet y Mokolés unidos en hermandad. Y dice "sí, lo has hecho".
Otra parte mira alrededor y solo ve el largo camino que les queda por recorrer aún, y duda de ello.
Siempre dividido, siempre observando las dos caras de la moneda, las distintas aristas y detalles. Es la maldición del Philodox, incapaz de ver el mundo en blancos y negros absolutos.
Vuelvo a mirar a los cachorros, y les hago gestos para que se reúnan conmigo en un rincón apartado. Al caminar hacia allí, poso la mano en el hombro de Shiro, susurrándole al oído que nos acompañe, que tengo algo que decirles a todos. Aún no se qué voy a decir, pero se que debo darme prisa. El Puente que me alejará de ellos no tardará en abrirse.
Me acerco a Patrick, aquel a quien menos conozco, pero que me ha sorprendido en múltiples ocasiones. El Galliard, el bardo, la luna gibosa.
Tras Patrick, decido acercarme al gran lobo, al Ahroun rabioso e inexperto. El Lupus tendrá mucho que decir en el futuro de las batallas de la Nación.
Al acercarme a Ruby, me doy cuenta de que Ed está a su lado, aún más cerca de mí que su amiga. Ni me había percatado, lo cual me hace pensar en la capacidad de sigilo que este Ragabash podría desarrollar en el futuro.
Finalmente, sí que me acerco a Ruby, con quien he tenido el vínculo más especial durante este tiempo compartido. La luna creciente, la vidente, la médium, la que habla con los espíritus.
Es entonces cuando me acerco a Shiro. No tengo consejos para él. Es mi igual, y no le insultaré ofrecéndole una guía que no ha pedido ni necesita. Sencillamente le deseo suerte en el futuro que le aguarda, y le pido que cuide de ellos cuanto pueda.
Doy un paso atrás, nervioso, convencido de que olvido algo, algo importante que debiera decir o hacer. Quisiera ser más efusivo, ofrecerles algo más cercano que simples consejos, palabras para el recuerdo. Pero no he sido educado de esa manera, de modo que hago una reverencia a cada uno de ellos. Es mi despedida.
Toooooma chapa... ¬¬