Partida Rol por web

De la alucinación a la alucinancia, al otro lado de la cortina el escenario cambia del todo. En lugar de este remedo de casa encantada que fué la entrada y la subida hasta acá, frente a Diego, a través del fragmento de imagen que deja pasar la cortina, una línea del grosor de la porra que sostiene el cámara, aparece una estancia vacía, de suelos, paredes y techos acolchados y blancos. Tal cual, la sala de desahogo de un manicomio, limpia y serena. Al fondo de la habitación ves una puerta con ventanuco enrejado. Y la música, proveniente del otro lado.

Diego se para en seco quedándose un momento apreciando a través de la rendija que creo.
Luego se acerca y corre la cortina de un tirón para que el resto pueda mirar.

-Bueno, ustedes también ven un dinosaurio en un puticlub?

Con el semblante cerio mira al resto.

En efecto, como muchos esperábais, al otro lado no hay un dinosaurio en un puticlub. Lo que está por ver es si hubiérais preferido eso. Al otro lado de la cortina, en lugar de este remedo de casa encantada que fué la entrada y la subida hasta acá, al otro lado de la cortina aparece una estancia vacía, de suelos, paredes y techos acolchados y blancos. Tal cual, la sala de desahogo de un manicomio, limpia y serena. Al fondo de la habitación veis una puerta con ventanuco enrejado. Y la música, proveniente del otro lado.

- Esto si que no me lo esperaba - comenta el locutor tras observar la sala acolchada - Cada vez dudo más si es mejor aquí o afuera... pero si ya decidimos investigar aquí, mejor que no cambiemos de idea - agrega, intentando convencerse a si mismo que no debe salir corriendo del lugar.

Sin perder su cómoda posición en la retaguardia ni soltar la cuchilla de cocina, acaricia una de las paredes con su zurda, tratando de verificar si el acolchado se siente al tacto de la misma forma que se ve, o si sus yemas pueden detectar alguna inconsistencia

- Alquien quiere mirar por allí? - señala con su cuchilla al ventanuco enrejado en la puerta - porque parece que no hay más sitios a los que ir -

-Esto no es una alucinación entonces o al menos no una colectiva, si no hubieran visto lo que yo les dije que vieran.

Diego atraviesa la habitación medio saltando, medio caminando como idiota.

-Siempre creía que eran mas acolchadas como un estar en un castillo inflable, es una tristeza si no podes saltar mas alto.

Se acerca con cuidado a mirar por la ventanilla de la puerta pero a una distancia prudencial.

Al acercarse a la puerta, del otro lado del ventanuco se ve un pasillo que va a izquierda y derecha de la salida, con lo que no se puede ver otra cosa más que la puerta, también de seguridad, al frente. Ahí le llega con más fuerza el sonido de la música, pero también una voz. Es la voz de un hombre, se diría que maduro, que canturrea. Una voz, que, maldición, Diego reconoce. La canción, por su tono y ritmo, parece una tonada popular.

"Až já pojedu přes ten les,

jen ty mně koníčku pěkně nes

stupej a stupej, jenom nedupej,

nes mně koníčku, kam ty chceš."

Desde su cómoda pocisión en la retaguardia, Facundo escucha la tonada y detiene su marcha - Esa voz... - murmura - Esa voz la conozco. Pero que mierda se supone que hace por acá - completa sus pensamientos en voz alta, olvidandose por un momento de mantener su perfecta dicción y dejando visibles sus origenes

Sin embargo, es solo un momento. Tras respirar profundamente vuelve a tomar el control de sus modales y pregunta a Diego, olvidándose de sus eternas discusiones - Es el viejo? Lo llegas a ver por la ventana? -

Mucho antes de que su parte cociente reconozca la voz, su subconsciente ya esta actuando al respecto.
El hipotálamo de Diego dispara un escalofrió que recorre desde su nunca hasta el resto de las extremidades de forma lenta pero arrolladora.

Cuando su cociente la reconoce aprieta con fuerza el garrote y presiona sus dientes.

Se da vuelta para mirar al resto, sus pupilas están abiertas, ignora completamente la pregunta de Facundo y mira a la autoridad del grupo.

-Recomiendo que volvamos y echarle fuego en grandes cantidades a la casa...

Dice mientras vuelve a mirar por la venta paralizado

-¡BUH!-

El rostro aparece de repente en el ventanuco, como si hubiera estado acechando para gastarle una macabra broma a Diego. Sus ojos, a la vez perdidos, vibrantes e inyectados de sangre, parecieran anunciar que su poseedor llevase días sin dormir. Sin embargo, la sincera risa que sigue su aparición resulta casi divertida.

-¡JAJAJAJAJAJA! Pierdóneme, Diego. Crreo que erra justo lo que nicesitaba, tanto tiempo espirándoles aquí abajo... ¡Pero por fin han lliegado! ¡Bienvenidos!-

La sorpresa fue demasiada para Facundo. Los ultimos recuerdos que tenía del viejo Dvorak se remontaban a España, a una epoca que no podía recordar sin sentirse un perro... o algo similar.

El locutor se quedó observando a la aparición sin pronunciar palabra, demasiado sorprendido hasta para sentir sorpresa

Diego se sobresalta contorneándose hacia atrás, pero al escuchar la risa y ver la sonrisa del viejo se le hace un nudo en la garganta de emoción y algo mareado por la confusión lógica en su cerebro de que un muerto hable.

Diego le sonríe algo incrédulo aun, pero dispuesto a creer todo lo que esta pasando como eso, cosas que están pasando.

-Viejo! Si hay alguien que podría escapar de Cancerberos estoy seguro de que sos vos...
¿Tenes idea de donde estamos?

Ernesto sostiene sus propias entrañas con un esfuerzo supremo de voluntad. De joven temió la muerte durante tiempo suficiente como para querer desearla y aún así la resistió, pero ahora la idea de estar viendo a un compañero fallecido hablando ante sus narices le quebraba todo.

-¡Dvorak! Pero.... ¡no puede ser!- y a pesar de tener la lengua llena de palabras, prefiere esperara escuchar la respuesta del anciano.

-Perro mi quierido joven amigo, ¿cómo no voy a sabier dónde estiamos? ¡Yo os he traido aquí! ¡Jajajaja! ¿Sorpriendido? No debes. Os he hechiado de menos. Tinía cosas que deciros. Sobre como morí, ¿verdad? ¿Lo ricuerdas?-

Facundo volvió a mirar a su alrededor. Las palabras del finado (¿Realmente estaba pensando en esos términos?) lo ponía más y más nervioso y lo obligaba a tratar de entender lo inexplicable

- Vámonos de aquí. Esto no tiene sentido - las palabras surgieron de la boca del locutor sin que este siquiera pensara en ellas - Dejemos al viejo aquí y salgamos de este sitio. Esto no puede ser - esxclamó antes de girarse rápidamente y mirar hacia otra de las paredes, a todas luces asustado

- Hubiera jurado que... - meneando la cabeza Facu completó sus palabras en voz cada vez más baja, sin estar seguro ni siquiera de sus propios sentidos - No, es imposible... es solo una pared... un rincón.. una esquina... ¿una abertura? -

-El mayor de todos los trucos, no viejo? Ah decir verdad yo no estube en el momento de tu defunción.

Dice mientras se voltea a mirar a Facundo y Ernesto.

-Pero si nos trajiste acá imagino que es para que te demos una mano en algo realmente importante, no?