Partida Rol por web

Las muñecas siguen por el callejón, desparramadas por doquier. No parecen tener restos de sangre y simplemente se las ve sucias y muy antiguas. No es hasta que estás a mitad de la calle, cuando escuchas unas risillas, como si fueran de ancianas. Antes de que te des cuenta, varias de las muñecas empiezan a explotar con breves chispazos, quedando chamuscadas y alguna que otra ardiendo. Cada vez más, todas las muñecas empiezan a explotar a tu alrededor. Tal vez no sean excesivamente peligrosas por sí solas, pero tienes claro que teniendo tantas alrededor, aquello podría ser peligroso.

"Oh, mierda" sale de la boca de El Profesor cuando se da cuenta de que OBVIAMENTE era una trampa. Nunca ha sido una persona especialmente deportista, aunque para ser un maduro ya bien entrado en sus cuarenta no está en mala forma física y aunque jamás lo reconocerá, le alegra la semana cuando su mujer le dice que le encuentra atractivo, motivo por el que a veces sale a correr un poco.

Pero incluso él se sorprende de lo rápido que sale corriendo de allí, sin mirar atrás y sin detenerse hasta haberse alejado varias calles. Jadeando y con un ligero dolor en el costado por la repentina carrera, el Profesor se apoya en la fachada de un edificio para coger aire y decidir hacia adelante en el plan de ir a casa, aunque por un momento ha valorado la opción de volver y meterles las muñecas por el c....

No, no, no, no. Hay que ceñirse al plan. La Purga se supone que sirve para mejorar el país, no para simplemente dar rienda suelta a las bestias.

De nuevo, se dirige hacia la casa de los padres de Kenny, aunque ahora en lugar de llamarles a ellos, le llama a él. A Kenny.

En cuanto ves las explosiones, la adrenalina te recorre de nuevo. No de una forma tan placentera como cuando le has metido un balazo a uno de tus alumnos, pero sí suficientemente fuerte como para que no te cueste salir corriendo del callejón, apenas notando algunas chispas de calor en tus piernas, similar a cuando salta el aceite en la cocina. Las risas resuenan por el callejón más fuertes que antes, divertidas por el espectáculo que les estás dando. Incluso cuando te has alejado lo suficiente, aún te parece oírlas. 

Por fortuna para ti, estás ileso y no parece haber ningún otro peligro inminente. Así que marcas el teléfono que ya te conoces de sobra por haber requisado varias veces. Lo recuerdas perfectamente de memoria, por cierto protocolo que tienes de llamar al teléfono que dicen para comprobar que realmente es el suyo... Y no, por muy absurdo que parezca, ha habido veces que no les ha funcionado al intentar robar un teléfono ajeno. El número da tono y no tienes que esperar tanto como con sus padres hasta que se oye una voz bien conocida. 

- ¿Sí? ¿Quién coño es? - suena agitado de estar andando y de fondo se escuchan algunos gritos del resto de la banda. Por muy altos que suenen los gritos, no los oyes cerca en el barrio.

La vena del cuello del Profesor se hincha ligeramente al escuchar a Kenny responder el teléfono de una manera tan... suya. Definitivamente, él es el único que sí o sí debe morir. Ha demostrado múltiples veces que es escoria, es como un chucho salvaje que debe ser sacrificado, ya que de no hacerlo, contaminará a los demás de su alrededor... como ha pasado con Jil.

- Soy El Profesor. -responde con cierto cinismo. - Debido a tu bajo rendimiento escolar y tu deplorable actitud estudiantil, he decidido hacer una visita sorpresa en tu casa. Es el momento de una lección privada que tus padres apreciarán.

Sin decirle nada más ni esperar respuesta, le cuelga el teléfono y acelera el ritmo para llegar a la residencia Mendels lo más pronto posible, para buscar un escondite por los alrededores y acechar a su presa. Habría sido muy difícil localizar a Kenny siguiendo sus pasos, así que es mejor hacer que él venga a ti.

Por supuesto, es un plan improvisado y con muchas variables para fallar después de haber perdido la pistola, pero dicen que quien no asume riesgos no vence.

Descripción: Esta zona es una de las más antiguas de Nueva York, llena de edificios más bajos que el resto de la ciudad. Hoy en día es una zona cultural llena de colegios. En su interior se puede encontrar el antiguo barrio judío, con el museo de la Sinagoga de Eldridge Street. En esta zona también se puede encontrar el New Museum de Arte Contemporáneo. LES conecta con Brooklyn a través del puente de Manhattan y con Williamsburg a través del puente de Williamsburg, con varias zonas de parques alrededor del río. 

Imágenes relevantes:

• New Museum: 
• Sinagoga de Eldridge Street: 
• Puente de Manhattan: 
• Puente de Williamsburg:

Te adentraste en el barrio bastante cansado de tanto andar. Llamó tu atención el hecho de que la Sinagoga tuviera una bandera blanca bien visible.

Descripción: Esta zona es una de las más antiguas de Nueva York, llena de edificios más bajos que el resto de la ciudad. Hoy en día es una zona cultural llena de colegios. En su interior se puede encontrar el antiguo barrio judío, con el museo de la Sinagoga de Eldridge Street. En esta zona también se puede encontrar el New Museum de Arte Contemporáneo. LES conecta con Brooklyn a través del puente de Manhattan y con Williamsburg a través del puente de Williamsburg, con varias zonas de parques alrededor del río. 

Imágenes relevantes:

• New Museum: 
• Sinagoga de Eldridge Street: 
• Puente de Manhattan: 
• Puente de Williamsburg:

Te adentraste veloz en el barrio. Lo que te llamó la atención de primera fue una gran bandera blanca en la fachada de la Sinagoga.

Con suma precaución y evitando los espacios bien iluminados, William fue desplazándose hacia la zona del puente, llevando siempre por delante a menos de dos metro a la muchacha que parecía aceptar con resignación su horrible destino.

Una vez llegados a las inmediaciones del puente, buscó un punto relativamente visible que tuviese una vaya recia, una farola  o alguna estructura semejante que permitiese exponer su cebo.

-Manos a la espalda-ordenó con voz neutra a su propiedad recientemente adquirida, para luego y con un juego de esposas unir ambas muñecas, dejando a la chica completamente amarrada al palo de forma que le fuese imposible escapar.

Una vez asegurada, buscó una ramita o algo similar del suelo y lo agarró. Caminando léntamente hacia la chica, le pinzo los carrilos para que abriese la boca.-Abre la boca... será rápido-dijo a modo de explicación, buscando la ya demostrada obediente resignación. En cuanto abrió le situó el trozo de madera en la boca para que lo mordiese.

-Muerde, es mejor para ti...- mintió. En cuanto lo logró, con unas bridas dejó la pieza sujeta en la boca de la chica a modo de bocado ecuestre. Solo faltaría que su cebo decidiese que era mejor darse muerte mordiéndose la lengua... Eso le arruinaría todo.

Una vez satisfecho por su obra, sacó el puñad de su mochila y realizó una raja vertical en las vestiduras de la chica de arriba a abajo hasta la cintura, exponiendo su torso, para luego acercarse a su oído y susurrarle.

-Y ahora exhibe ese cuerpecito para que los purgadores puedan aliviar sus deseos contigo...-pronunció, esta vez con la voz cargada de sadismo.

Riéndose desapareció de la vista de la muchacha, en dirección a algún escondite cuanto más cercano mejor para no perderla de vista y estar preparado para actuar. Su intención no era realmente el dejar cumplir la amenaza que acababa de pronunciar, sinó tratar de atraer a tantas presas como puediera, pero que la chica lo creyese le era beneficioso, puesto que sabía por experiencia que cuando más chillase y se moviese un cebo más efectivo solía ser.

Después de recogerse toda la ciudad (o al menos eso le había parecido fruto de la tensión), finalmente había llegado a su destino y podía ver la gran bandera blanca que anunciaba el refugio seguro que le había indicado aquel hombre unos cuantos barrios atrás.

Se encaminó directa hacia la sinagoga. Su hombro le dolía cada vez más, y no podía seguir retrasando recibir algo de atención médica.

No había perdida. Llegaste y las puertas estaban completamente abiertas, sin restricciones. Entraste justo después de un tipo cincuentón que sostenía su brazo envuelto en un trapo completamente ensangrentado, ayudado por una mujer de mas o menos su misma edad.

  Un médico se apresuró a acercar a la pareja y cogió al hombre del codo para poder guiarlo mientras te lanzaba una mirada al ver que entrabas detrás

- ¿Vienes con ellos? Si no es así, espera por aquí y enseguida alguno de nosotros te atenderemos - te dedicó una sonrisa de esas que inspiran confianza. Amable y desinteresada.

Te quedaste en medio de la nada, viendo como el interior se habia despejado de todo el mobiliario religioso y se había sustituido por biombos, camillas, mesitas aulixiares y pies de gotero. Todo desperdigado en apariencia, pero con cierto orden según las máquinas y aparatos de los que disponían.

Se distinguía perfectamente al personal sanitario, corriendo de un lado a otro, con manchas de todo tipo sobre sus uniformes y batas. El olor a sangre y antisépticos era bastante evidente. Incluso un leve olor a carne quemada parecia provenir del ala izquierda.

- Son todos voluntarios. No cobran nada - una voz detrás de tu hombro y al girarte lo viste a él, mirándote desde su altura con una media sonrisa en sus labios

- Pero porque no me mat... - acallaste su pregunta poniendo aquella mordaza improvisada entre sus labios. Se notaba que comenzaba a ponerse nerviosa. Sus ojos preguntaban silenciosos. De hecho casi parecía que gritaban suplicando un final rápido e indolor, pero aquello no parecia que fuera lo que iba a suceder.

Cuando le susurraste aquello, con sus pequeños pechos expuestos, fue cuando comenzó a forcejear contra sus ataduras, cada vez con más ahínco, con más fuerza, pero las esposas era buenas y resistentes y solo lograba lastimarse más aún. Pasó un coche, que redujo la marcha, pero finalmente aceleró de nuevo.

Luego otro, que pasó de largo. O esa impresión daba, pero al poco volvió a circular por esa calle con la ventanilla bajada. El coche se detuvo a unos metros y se acercó, mirando y escrutando. Cuando se sintió seguro se acercó a la chica con un brillo ladino en sus ojos pintados de negro, confiriéndole un toque gótico. Se notaba que muchas luces no tenía, o quizás eran las hormonas de adolescente que solo le dejaban pensar con una cosa

Se plantó delante de ella y agarró con fuerza uno de sus pechos - ¿Eres una especie de regalo o que? - rió mientras tiraba del pelo de la chica para obligarla a echar la cabeza hacia atrás...

En cuanto consideró que aquel indeseable estaba lo suficientemente entretenido con su cebo, William  oteó los alrededores en  búsqueda de peligros potenciales y surgió de las sombras, encañonando al purgador y disparando su arma, con la esperanza de que un disparo fuese suficiente, si bien estaba preparado para soltar con rapidez la escopeta y empuñar una de sus armas cuerpo a cuerpo si era necesario

El sondio de tu pistola acalló los sollozos histericos, pero amortiguados, que la chica proferia ante su depredador. Se quedó mirando como aquella bala entró en el brazo del hombre, pero parecia que no había tocado nada vital, pues el chico rugió mientras buscaba el causante de aquella interrupción.

Cuando te vió se preparó para lanzarse contra ti como un jugador de rugby para derribarte. Realmente tenía cuerpo para dedicarse a aquel deporte en la Universidad o el instituto. No te quedaba muy clara su edad debido a sus rasgos brutos y en exceso marcados, como muchos de los pueblerinos del sur

Con sus ojos empañados, la chica siguió la carrera de su futuro violador y vió perfectamente como impactaba contra tu cuerpo con dolorosas consecuencias para ti. Sentiste como tus costillas crujian y el duro impacto de tu espalda contra la acera. Lo peor era la presión sobre tus pulmones mientras el chico seguía encima tuyo.

Cuando por fin incorporó el torso, lograste tragar una gran bocanada de aire. Sus manos parecieron buscar tu cuello. Sabías cual era su objetivo, asfixiarte....

Viéndose venir las manos hacia su cuello, William buscó golpear antes la zona en la que el purgador había recibido el disparo, para provocar así un momento de debilidad que le proporcionase la iniciativa nuevamente

Sandy entró hasta encontrar a un médico que estaba atendiendo a una pareja.

No vengo con ellos. Estoy aquí por...

Pero el médico estaba ocupado por completo. Era algo que cabía esperar en un día como aquel. Debían tener muchas más visitas de las habituales. Aunque probablemente no tantas como la morgue.

De acuerdo. 

Afirmó esperando en donde aquél médico le había indicado.

Mientras esperaba, se llevó una mano al hombro herido. Lo cierto era que el frío aire de la noche de Nueva York había hecho que le doliera aún más, sobre todo por el hecho de desplazarse en moto.

Pero entonces escuchó una voz a su espalda que la sacó de sus pensamientos. La voz le sonaba, pero no terminaba de reconocerla, al menos hasta que al girarse se encontró con el hombre que le había recomendado el lugar.

Vaya... te desplazas rápido entre sitios, ¿no? ¿Cómo te las has arreglado para correr más que una moto?

Su sonrisa se ensanchó ante tu pregunta mientras el olor que desprendía inundaba tus fosas nasales. Olía a.. salvaje. O quizás era ese brillo en sus oscuros ojos. También apreciaste que le habían puesto dos puntos de aproximación en la mejilla.

- Mi coche es una tartana, pero tengo un amigo que hace buenos apaños - inclinó ligeramente la cabeza hacia un lado desplazando su atención a tu brazo herido. - O a lo mejor es que tu moto no corre tanto como crees - su ceja se alzó con picardia en un evidente intento de picarte.

- Ven... vamos a buscar un sitio mientras esperamos que te atiendan - colocó su mano en el medio de tu espalda para guiarte hacia un lado. Algo llamó tu atención de repente. Un movimiento extraño detrás de uno de los biombos portátiles

Ambos forcejeasteis en el suelo. Él casi logra rodear tu cuello pero tu certero golpe sobre su herida fue lo que te dió esa pequeña ventaja. Gruñó fuerte para luego maldecirte mientras intentaba de nuevo doblegarte bajo su peso. Te percataste de la vena que se le hinchaba en el cuello, el sudor que empapaba su frente, la rabia inyectada en sus ojos....

La joven que habias dejado atada peleaba contra sus ataduras y parecia querer gritar algo.