Partida Rol por web

La llamada a Candy no recibe respuesta y tampoco suena su móvil al otro lado de la puerta. Seguramente lo tenga en silencio y aunque sepa que la estás llamando, no puede responder. Entre los gritos de fuera escuchas ruidos de cristales rotos e incluso jurarías haber oído un disparo. Pero lo más importante son las voces que oyes más cerca, al lado de la puerta.

- ¡Quieta o disparo! - una voz masculina, seguramente la del "camarero" que estaba más cerca del pasillo. 

- ¡Estoy desarmada y ya he dicho que yo no tengo nada que ver con esto! - la que responde es Candy, en un tono firme, sin asustarse pero parece que sin hacer ningún otro movimiento. 

La voz del guardia suena por el lado desde el que se abre la puerta, por lo que deduces que no sería muy difícil intentar tumbarlo por sorpresa...

Candy no contestaba al teléfono. Seguramente ya tendría lío.

Las dudas se despejaron inmediatamente al escuchar su voz al otro lado de la puerta respondiendo al segurata con el jaleo de fondo…

Si la conocía lo suficiente, seguramente se hubiera colocado de manera que el vigilante estuviera de espaldas a la puerta del lavabo en que se encontraba John. Eso le daba un margen para pillarlo por sorpresa.

Guardó el móvil y aprestó el pincho improvisado para atacar.

Tenía que ser un ataque rápido y preciso. Nada de combate, si el camarero estaba armado con pistola la ventaja se reducía drásticamente.

Clavárselo en el cuello, antes de que pudiera reaccionar, era la mejor opción. Y con suerte podrían apropiarse de su arma.

Calculaba mentalmente la altura del tipo, para dirigir el pincho lo más rápido posible, asió el pomo de la puerta, tomó aire e inició su movimiento.

Como bien supones, nada más abrir la puerta te encuentras con el vigilante de espaldas a ti, apuntando con una pistola a Candy que permanece con las manos en alto y quieta al final del pasillo. Antes de que pueda girarse siquiera, consigues rajar su cuello con el trozo roto de espejo. Candy se aparta a un lado por si acaso, pero al hombre no le da tiempo a apretar el gatillo ni a dar ningún grito de alarma, solo llega a hacer gorgoteos mientras la sangre le ahoga poco a poco. 

En cuanto el tipo se desploma, Candy se acerca a pasos rápidos, dirigiéndote una mirada de alivio y se pone a registrar al guardia. Te pasa la pistola que llevaba en las manos el hombre y ella se queda con un táser que llevaba semioculto bajo el pantalón. 

- Wendy se me ha escapado. - dice como toda explicación al verte - Ha conseguido esquivar a este y se ha ido corriendo a buscar a Tony. - la rubia mira hacia el pasillo que lleva de nuevo a la "exposición", donde se siguen escuchando gritos y disparos, y luego te mira a ti - No queda mucho tiempo para que suene la sirena y tú la conoces mejor que yo... ¿Qué quieres hacer?

Llevaba tiempo sin "ensuciarse las manos". Hacía por lo menos más de tres años que no usaba arma blanca para eliminar a alguien, a pesar de llevar su machete siempre, no le había hecho falta.

El sonido del cristal penetrando en la carne del sujeto, el calor y la textura de la sangre impregnando sus manos le llevó a éppocas más salvajes y peligrosas...

Volvió al presente cuando Candy le entregó la pistola y le dio las novedades. Casi por reflejo le hizo una pregunta estúpida, más que nada porque ya conocía la respuesta. - ¿Estás bien? - Por supuesto que lo estaba. Candy estaba muy curtida en esto, pero aún así, no podía dejar de preocuparse por ella. Era la única persona por la que sentía un mínimo de afecto. <reconócelo viejo...es algo más que eso> Espantó esos pensamientos sacudiendo la cabeza. Había que centrarse.

El siguiente problema (cómo no) volvía a ser Wendy. <¿Dónde cojones se habrá metido ahora la loca esta?>

​​​​​​Lógicamente, habría ido a buscar a Tony, aunque no fuera aquél tipo que habían visto, el primer paso era intentar localizarlo entre todo el follón. Mientras sopesaba las opciones, revisó la pistola y la dejó amartillada, lista para la acción.

Claro que Candy también tenía razón. La sirena estaba a punto de sonar, para el tiempo que quedaba, lo mejor era largarse de allí <vive para luchar otro día>

Pero había hecho un trato, y ¡Maldita sea! Él era un profesional. No tenía que proteger a Wendy, pero estaba implícito en su promesa. Miró a Candy, ella no tenía por qué verse más involucrada en esto y no quería que corriera riesgos innecesarios. Bastante había hecho ya esa noche... - Tengo que encontrar a esa loca... Tú márchate, no necesitas esto... - Sabía que Candy estaba a punto de mandarle al infierno por decirle aquello...

Buscó con la mirada por la sala a Wendy y al tipo que se parecía a Tony, donde estuviera uno, allí estaría el otro.

Un brillo distinto relampagueó en mis ojos. Ahora que no llevaba mi máscara se podía apreciar lo orgullosa que me sentía. Su forma honorable de actuar siempre, su caballerosidad por encima de todo, incluso de su propia seguridad...

Dí un paso más hacia John, lo justo que me permitia el cadaver en el suelo que se interponia entre ambos, sin preocuparme de si me manchaba los botines con aquella espesa sangre y alcé la mano para colocarla sobre la careta que ocultaba el rostro de mi amigo. Justo donde debería tener la mejilla - A lo mejor si lo necesito... Hacer algo bueno esta noche. A tu lado - hablaba en susurros por si acaso. Volví a apartarme y adoptar una pose más agresiva para prepararme para lo que vendría mientras se abría la puerta de nuevo.

En aquel entonces, los gritos de Wendy se escucharon con claridad. - ¿¡DONDE ESTÁ?! ¿¡DONDE ESTÁ?! ¿¡DONDE ESTAAAA?! - Con cada final de pregunta se acompasaba el sonido sordo de algo duro contra el suelo. La rubia estaba  montada encima de aquel tipo que se parecia a Tony. Lo agarraba de los pelos para golpearle la cabeza mientras los camareros soltaban las bandejas. Uno de ellos sacó una pistola para apuntar hacia ella mientras el otro corría para apartarla.

Marshall estaba algo apartado observando atónito la escena, al igual que el resto de tipos trajeados.

Nunca había reaccionado a los gestos y bromas de Candy, no pensaba que hubiera nada más allá del juego surgido de la confianza de haberse salvado la vida el uno al otro y del propio carácter burlón que siempre había mostrado ella.

Sintió que el vínculo que los unía era más fuerte de lo que había querido reconocer. Solitario desde siempre, no había querido involucrarse nunca con nadie… Pero ahora…

Tuvo la imperiosa necesidad de quitarse la máscara y sentir su mano en su mejilla, poder experimentar el afecto por una vez, quizá la única y última, según lo que ocurriera durante los pocos minutos que quedaban hasta sonar la sirena.

Quiso que el tiempo se detuviera en ese momento, con la voz de Candy susurrando, sus miradas entrecruzadas, el tacto de su mano en su cara… Y el caos de sangre y muerte envolviéndolos.

La realidad llegó con los gritos de Wendy. Al verla, no le extrañó lo más mínimo que la causante del alboroto fuera ella.

Como había supuesto, Candy estaba lista para la acción. Había que actuar rápido. La sala era un caos, por fortuna, los trajeados estaban sorprendidos… Una buena oportunidad para hacer "algo bueno" con ellos... 

Ambos eran escoria, asesinos también, para quienes la Purga era su condena y, si tenía que acabar todo esa noche, qué mejor manera que sucediera estando con Candy.

Una mueca que pretendía ser una sonrisa se dibujó bajo la máscara y su mente asesina y analítica se puso a trabajar.

Prioridades:

Tenían que encargarse del camarero que apuntaba a Wendy y del otro que corría hacia ella.

Proporcionalidad:

Señaló al camarero corredor dirigiéndose a Candy: - ese es tuyo-. Entonces apuntó con la pistola hacia el armado. Tenía que ser un disparo rápido, aunque no fuera mortal, el objetivo era, o impedir que llegara a disparar, o provocar su fallo.

En su línea de tiro había uno de los asistentes a la fiesta. <Mala suerte, la primera igual te la llevas tú> Se la merecía por participar en aquella perversión. Varios disparos deberían cumplir con sus intenciones. 

Tenían que actuar rápido o la fiesta que había montada se volvería en su contra tarde o temprano. Y así fue que todo ocurrió demasiado rápido, con el disparo de John como desencadenante:

El desafortunado invitado que estaba entre él y su objetivo, comenzó a retroceder rápidamente en el momento que John disparó, terminando por caer al suelo con una bala en el pecho. 

En un acto reflejo, el guardia que estaba apuntando a la novia disparó, justo cuando Wendy estaba levantando la cabeza del hombre que tenía debajo para estamparla contra el suelo otra vez. La rubia se detuvo en seco al ver que la cabeza entre sus manos había explotado en una grotesca piñata y levantó la mirada furibunda hacia el camarero, levantándose.

- ¡MIRA LO QUE HAS HECHO! ¡HAS MATADO A MI TONY DE REP...! 

No llegó a terminar la frase, pues el segundo camarero se había lanzado corriendo sobre ella y tirándola al suelo. Candy no había llegado a tiempo: Con los disparos, Marshall había comenzado a retroceder y la chica se había frenado apenas lo suficiente como para que el camarero se le escurriera de entre las manos. Y tras todos esos acontecimientos, John vuelve a tener casi el mismo problema que antes, solo que con dos invitados menos en la ecuación.

Aunque todo parecía pasar muy deprisa, la experiencia de John en esas lides hacía que lo viera todo a cámara lenta. Había estado en multitud de ocasiones en situaciones de combate y tanto su mente como reflejos estaban entrenados para "acelerarse".

El efecto no había sido el deseado, pero por lo menos, al interponerse el camarero sobre Wendy, representaba un obstáculo para que el otro pudiera dispararle. Aún así, podría cambiar de objetivo ya que, aunque no había llegado a tiempo, Candy se acercaba a su línea de disparo.

No creía que el camarero de la pistola hubiera visto el movimiento de Candy, pero el caos formado podía convertirse en un elemento del azar y no quería correr el riesgo. Las chaquetas que habían conseguido seguramente cumplieran con su labor protectora, pero no tenía esa certeza.

Esta vez el disparo tenía que ser certero. Respiró profundamente, la cabeza se había convertido en el objetivo principal, ya que podría llevar el torso protegido por un chaleco antibalas. Las mirillas se alineaban con la cabeza del camarero, el dedo rozaba suavemente el gatillo... Soltó aire justo en el momento de efectuar el disparo...

El camarero ya estaba sobre aviso. Había visto como John disparaba en su dirección antes y pudo esquivar el siguiente tiro.  Se agachó para comenzar a moverse en esa postura pegado a la pared y por ende, utilizando de escudo los invitados que se encontraba a su paso.

Las mujeres de los expositores se encontraban todavia demasiado drogadas como para que reaccionaran al ruido de los disparos, los gritos y las copas rotas que la mayoria de los invitados habian dejado caer al suelo mientras buscaban cobertura, cosa imposible debido a lo diáfano de la sala.

Candy mientras habia saltado sobre la espalda del hombre que habia tirado a Wendy al suelo y le intentó rodear el cuello con un brazo pero aquel gesto solo sirvió para que el tipo tuviera un punto de agarre para lanzarla rodando por delante de su cabeza.

Marshall habia comenzado a recular despacio esperando el momento en que John se apartara de la puerta para poder escabullirse por ella

Ese camarero era bueno. Sus movimientos y reflejos denotaban un entrenamiento bastante riguroso.

Al usar a los invitados como escudo,, quedó patente que le importaban muy poco.

Candy no había acabado con el segurata, pero al menos habia alejado su atención de Wendy.

El caos se intensificó y, de entre todas las personas que corrían de un lado a otro, vio cómo Marshall parecía querer salir de allí, al parecer por una salida que John estaba bloqueando.

Era una opción y una oportunidad que no iba a dejar escapar.

Cogería a Marshall, usándolo como escudo. Esperaba que la prioridad del segurata fuera la protección del pervertido ricachón. El cañón de su pistola en la sien de éste le daría la solución a esa pregunta y si asi era, vería si el dinero de Marshall había sido suficiente para comprar la profesionalidad y lealtad del "camarero"

A John ni siquiera le hizo falta acercarse para que Marshall viera cómo le estaba apuntando con el arma. Otro hombre habría intentado correr por su vida o enfrentarse a él, pero éste en concreto, este "gentleman" no iba a hacer nada de eso. De forma calmada, alzó las manos en señal de rendición, sin miedo alguno. 

Por su parte, Candy aprovechó que había rodado hasta estar enfrente del camarero armado y le dio una fuerte patada a las piernas, haciéndole caer al suelo y soltar el arma. Wendy no parecía tener tanta suerte y el camarero con el que se enfrentaba seguía manteniéndose encima de ella sujetándola a pesar de sus gritos. Ante esta situación, Marshall chasqueó la lengua con un ligero fastidio y alzó la voz. 

- ¡BASTA! - el camarero encima de Wendy se detuvo sin soltarla y Candy se quedó apuntando al otro camarero, sin llegar a hacer ningún movimiento - Por favor, basta. Creo que podemos dejar de comportarnos como salvajes y llegar a un acuerdo civilizado, ¿no le parece? - esta vez se dirigió a John, aún con las manos en alto y gesto tranquilo - Muy bien, ha conseguido burlar mi vigilancia, atacar a mis invitados y a mis trabajadores y me ha puesto contra las cuerdas. Más de lo que muchos han conseguido, le felicito por ello. Ahora bien... ¿Qué quiere a cambio? ¿Dinero? ¿O tal vez alguna de mis obras de exposición? - giró la cabeza hacia algunas de las mujeres "expuestas" en la pared. Giró la mano un momento para consultar un fino reloj de muñeca de oro - Aunque debo advertirle que no dispone de mucho tiempo para disfrutarlas legalmente. 

- ¡QUIERO A MI TONYYYY! ¡¿DÓNDE ESTÁ?! - chilló Wendy revolviéndose de nuevo bajo el camarero que trataba de taparle la boca. Marshall suspiró y negó con la cabeza, ignorando los chillidos de la rubia y mirando con una paciente sonrisa a John.

Marshall se le acercó, con las manos en alto y con toda la tranquilidad del mundo mientras el caos tocaba su melodía de gritos y cosas rotas… Mandó callar como si fuera un maestro en un aula de chiquillos revoltosos.

La inmunidad y el poder que le otorgaba su estatus se lo permitía. Y eso alimentaba y justificaba la arrogancia de su comportamiento.

John levantó su arma, apuntándole a la cabeza. Veía en sus ojos que no estaba asustado ni preocupado, incluso todavía quería controlar la situación. Era a lo que estaba acostumbrado, sin duda… En cierto modo, envidiaba esa sangre fría, mantener la compostura de aquella manera. Sin embargo, también era lo que más le asqueaba… esa impunidad, esa cobardía de manejar los hilos escondidos en sus palacios y escudados tras su estatus.

Los gritos histéricos de Wendy eran lo único que se podían escuchar tras el aviso de Marshall. Estaba claro que el tal Tony no estaba allí y, tal como señalaba el ricachón, ya casi no quedaba tiempo para seguir buscando.

Hizo un gesto con la otra mano a Marshall para que se detuviera, un par de metros era distancia suficiente para entablar conversación. - No nos hace falta nada más, vinimos buscando a una persona, y parece que no está aquí - Hizo un ligero gesto con la pistola, sin dejar de apuntar a su entrecejo - pero ya que quiere premiar nuestros supuestos logros de alguna manera, y debido a las horas que son ya… - se encogió de hombros -... Supongo que lo que nos vendría bien a todos es que nos dejase salir tranquilamente, ordene a sus gorilas que dejen marchar a mis compañeras y no hace falta que nos entregue dinero ni obsequios, no estamos aquí por eso…-

Pocas veces había dado un "discurso" tan largo, pero necesitaba tiempo, y sabía que lo mejor que podía hacer era intentar negociar con Marshall la salida de Wendy y Candy.

Esperaría la orden de Marshall de dejar salir a las chicas sin dejar de apuntarle hasta que estuvieran fuera de allí. - ¡Wendy! Tony no está aquí, pero ya le encontraremos. Te lo aseguro.- Sólo esperaba que, por una vez, hiciera caso y salieran de allí lo antes posible. Era lo único que necesitaba. 

Giró la muñeca izquierda para comprobar el reloj, la derecha seguía con la pistola encañonando a su anfitrión. 

Sólo necesitaba a las chicas fuera de allí, y que quedasen pocos segundos antes de que sonase la sirena…

Sería entonces el momento para "hacer algo bueno"...

Marshall no se movió. Ya había dejado sus cartas sobre la mesa, por lo que no había motivo para forzar más la situación. Candy se encontraba aún con la pistola en las manos, tan pendiente del guardia al que apuntaba como de la negociación. Y Wendy seguía revolviéndose, cómo no.

- Me parece un trato aceptable. Como habrá podido apreciar, no soy partidario de hacer daño a las bellas féminas. Pero a las bestias salvajes hay que domarlas. - con una pequeña sonrisa, Marshall chasqueó los dedos y el guardia encima de Wendy se levantó, apartándose a un lado y dejando que ésta se levantara gruñendo. Marshall retrocedió unos pasos para dejarles paso libre hasta la puerta - Tengan una buena noche.

- ¿De verdad? ¿Me lo prometes de verdad? - preguntó Wendy recolocándose el pelo como si no hubiera pasado nada y echando a andar detrás de Jhon hacia la salida. Candy hizo lo mismo, comprobando que efectivamente apenas quedaban unos minutos para que todo eso terminara.

Nadie se movia. Las chicas en la puerta esperando por John. Los invitados que quedaban conteniendo el aliento, expectantes, temerosos de que aquella tregua no fuera real. Quizás la culpabilidad les hacía pensar que se podrían llevarse un tiro entre ceja y ceja.

Finalmente John optó por hacer algo bueno. Apretó el gatillo grabando en aquella cara de engreido machista la incredulidad de que por una vez, las cosas no eran como él quería.

Candy rodeó a John por detrás, estrechandolo contra ella y dejando caer un suspiro que podía significar muchas cosas, y una de ellas era que por fin, otro año más, todo había acabado.

Wendy soltó una risa triunfal - ¡Chupate esa gilipollas! Por no devolverme a mi... - los ojos de la rubia se abrieron en demasía cuando la puerta que llevaba al pasillo y al resto de habitaciones de la casa se abrió para dejar paso a él. A Tony.

- FIN -

Muchas imágenes y recuerdos pasaron por su mente en tan sólo un instante. Todo el dolor, sangre y muerte acumulado tras tantos años… se dio cuenta que había llegado al límite de su capacidad.

Sabía que Marshall no iba a aceptar aquella "derrota", pertenecía a las élites y sabía que iría tras ellos de todas formas. Sólo había una manera de estar protegidos.

Sintió el movimiento del gatillo y el retroceso del disparo más ligeros que nunca. La expresión de incredulidad en el rostro de Marshall fue el colofón a una noche en la que sintió que, tras tantos años, había cerrado el círculo. Colson, su objetivo más "antigüo" ya estaba eliminado, y no veía más sentido a todo aquello. Sabía que no iba a acabar con la escoria del mundo: Por muchos que eliminase, siempre aparecería otro.

Ya no quería seguir formando parte del juego. Que les jodan.

Ignoró al resto de invitados y simplemente dejó caer la pistola al suelo, con desgana. Al sentir el contacto de Candy, se giró hacia ella -salgamos de aquí-

Al aparecer Tony por la puerta vio la expresión de Wendy e hizo un gesto con la palma de la mano, señalándolo. A saber qué habría estado haciendo tras esa puerta, pero seguro que a "la novia" no iba a gustarle. Casi involuntariamente, había cumplido con su contrato, encontrando a Tony. Hizo a la rubia un gesto llevándose dos dedos a la frente y se encaminó a la salida del apartamento.

El sonido de la sirena marcando el final de la Purga fue como el de un despertador. Había sido un durmiente y ahora comenzaba un nuevo día, una nueva vida. Se acabaron las Purgas. 

El sol del amanecer teñía los edificios de un color diferente, el reflejo en las grandes vidrieras le calentaban, y quería sentirlo en el rostro, así que se quitó la máscara, la contempló durante un instante, y la dejó caer al suelo.

Inspiró profundamente, saboreando la ciudad que también despertaba, oliendo su esencia. Pronto comenzaría el bullicio de la limpieza del desastre de la noche y la vuelta a la cotidianidad.

Pasó un brazo por los hombros de Candy, acercándosela y comenzó a caminar hacia el este, siempre con el sol de cara - va, te invito a desayunar -