Partida Rol por web

El hombre de la máscara roja, la que le recordó al cuento de Alan Poe, se acercó sin miedo, cauteloso, pero sin miedo, señalando los muchos hombres muertos que había en el lugar. Al parecer tenía los mismos problemas que K y Becky, solo que más eclesiástico. Nunca pensó que vería alguna vez a un grupo de monjas armadas.

-Wow... ¿Son suyos? 

-Los mataaaaamos- el extraño sujeto alargaba las palabras, hablando con siniestros susurros, con suavidad-. Son nueeeesstros- no dejaba de sonreír, como si aquello fuera lo más divertido del mundo-. Pero puedo darte sus rooooostrooooos- movió su bisturí rodeando su propio rostro, dando énfasis a lo que proponía. Pero era obvio que el desconocido no necesitaría el rostro ensangrentado de unos desconocidos, menos si venia de un ser tan repulsivo.

No iba a detenerle, si le estaban persiguiendo, no convenía tener a más tipos detrás queriendo dispararles. El Doc ni siquiera estaba metido en aquello, solo se vio envuelto de casualidad. Una vez que estuvieran libres del desconocido, si es que decidía marcharse, buscaría munición, las llaves o algún rostro.

Rebecca estaba en shock. Ya despierta, no dejaba de repetir una y otra vez las escenas en su cabeza. La fantasía por la que habría cambiado su vida entera... seguida de la pesadilla que, incluso de adulta, luchaba por dejar atrás.

Le pesaba el cuerpo más de lo normal. Sentía la boca pastosa, la cabeza embotada y los reflejos mucho más lentos de lo normal. Sabía que se estaban moviendo pero era incapaz de pensar. Cerró los ojos un momento, apoyando la cabeza sobre el pecho de K. y dejándose llevar. La cara de preocupación de K. se entremezclaba con la relajada expresión que había observado pocos minutos atrás.

Escuchar su voz le provocó un escalofrío. 

- Doc. 

- A mí no vuelvas a tocarme...

No había amenaza ni hostilidad en sus palabras. De no estar tan cansada, le habría conseguido dar una pizca de gracia. Se acurrucó en los brazos de K. apretándose hacia él como si de un cachorrillo se tratara. Su cabeza empezaba a estar más despejada. Buscar la manera de aguantar lo que quedaba de noche ya era su prioridad.

De repente escuchó una nueva voz. 

- ¿Es de fiar?

Susurró lo suficientemente bajo para que solo le escuchara K. Nadie en esta vida era de fiar, mucho menos durante La Purga. 

Se mantuvo en silencio mientras hablaba Doc. De repente se había convertido en el portavoz del grupo. De lo que quedaba de grupo, más bien. 

Sabía que se encontraban a una distancia prudencial del recién llegado. Podía notar la presencia de Lory, su dulzón y empalagoso perfume era inconfundible. También estaba Doc. Entre los dos podrían contener a ese tipo si las cosas se ponían difíciles.

- ¿Es muy grave? 

Sabía que estaba jodida pero necesitaba saber cuánto. Necesitaba sopesar todas las posibilidades. Era lo suficientemente orgullosa como para saber cuándo debía quedarse atrás.

K. se encogió de hombros lo justo para que vieras que no lo tenía muy claro e hizo un gesto a Ro de que vigilase a vuestro lado. Respecto a tu herida, bajó la mirada a tu pecho izquierdo, que estaba completamente vendado. Suspiró lentamente y aunque no llegó a sonreír, parecía más aliviado. 

- Estás viva, eso es lo que importa. Doc se ha encargado de la herida... Aunque por la mañana tendrás que ir al hospital. - susurró, preocupándose poco por el tipo de la máscara roja - Pero lo primero es salir de aquí.

La chica vestida de Harley Queen siguió tensa con la mano cerca de la pistola y finalmente sonrió, agachándose lentamente al lado de uno de los cadáveres. Se quedó mirando a Jo-Ming y luego echó un vistazo hacia atrás para comprobar que Doc estaba ahí pendiente.

- ¡Oh, no te preocupes! Las monjas son una fobia muy común, ¿sabes? Y yo solo necesito una cosita de nada, en cuanto la encuentre te los puedes quedar, ¿vale? - dijo sonriente, empezando a rebuscar en la ropa de los guardias. 

Por su parte, K. que llevaba en brazos a Becky, se había quedado a una buena distancia con ella, hablando los dos en voz baja, mientras el chico de aspecto enfermizo se quedaba cerca de ellos, con una pistola entre las manos y vigilando a Jo-Ming.

Para su sorpresa, la paciente despertó con relativa rapidez, mostrándose tan combativa como siempre. Le dedicó unas cortas pero contundentes palabras, las cuales fueron respondidas por una sonrisa y un asentimiento de cabeza. Desde ahora no le tocaría más y si lo hacía… bueno, mejor no saber que haría ese extraño personaje. Luego la pareja se alejó, para disfrutar de esos momentos que alguien tan horrible como el Doc les regaló.

Decidió mantenerse vigilante mientras la chica disfrazada revisaba los cuerpos, pues tenían a un desconocido cerca, a más mercenarios acercándose y a posibles monjas queriendo recompensas. Era un buen momento para largarse de ahí, pues su arte se veía mermado si solo podía huir.

- Estás viva, eso es lo que importa.

Estaba viva, y no gracias a sí misma. Con la mirada buscó al rarito que ya se había convertido en su compañero de batallas. Notó cómo se le formaba un nudo en el estómago. Le sabía a cuerno quemado deberle nada a ese tipo. Pero había que reconocer que le debía una muy grande.

- Bájame.

Ya empezaba a sentirse mejor, y estar en los brazos de K. no era una escena que dijera mucho a su favor. Poco a poco su cuerpo fue acercándose al suelo. Cuando sus pies tocaron tierra firma sintió una implacable punzada de dolor en el pecho. Apretó los dientes con fuerza para contener un alarido.

Escuchaba la estridente voz de Lory de fondo, pero no tenía energía para prestarle atención. Parecía que el tipo de la máscara roja había llegado en 'son de paz'. Por su bien debía ser así. 

- Nosotros también tenemos que marcharnos, YA - enfatizó la última palabra mientras su miraba iba directa a Lory, mientras con una mano le señalaba el móvil para que echara un vistazo a las nuevas noticias de la dark web. Quería dejarle claro que llevarle la contraria no era una opción. 

Por suerte era gente "razonable" así que simplemente asentí a las palabras que se dirigieran a mi persona.

-No hay problema, suerte con el resto de la noche. -Un poco de buenas palabras mientras buscaba la esquina mas cercana y poder salir por ella, para darles la espalda definitivamente y salir de allí, antes de que la rubia o el cara sonriente cambiaran de opinion. -Me pregunto como se han juntado esta gente, no tiene pinta de ser un grupo como el de las monjas... Que mas da, vayámonos antes de que pase algo mas idiota.

Tan pronto dejara de verlos, emprendería la marcha hacia una zona menos transitada.

Fuera del alcance de su vista, tal y como hiciera la chica herida mire el móvil y flipe con los nuevos datos.
-Joder... 50 por barba... pero son seis personas, demasiadas para mi, si tan solo fuera uno... bah, paso. Prefiero seguir vivo a empezar un tiroteo en desventaja. Vayámonos a otra zona, tal vez ese tal Kal Penn si este solo. O ya sea hora de visitar a Nibb e invitarle a un trago.

K. dejó que Becky se bajase mientras Lory terminaba por sacar una llave del bolsillo de uno de los guardias con gesto triunfal. La chica se levantó aún cojeando un poco y le dedicó una mirada rápida al móvil de Becky, antes de girarse hacia el desconocido de la máscara roja y despedirse con la mano. 

- Adiós, adiós... Lo mismo digo. - después de esto, Jo-Ming terminó de marcharse de la zona. 

Por suerte para él, ninguno parecía tener muchas ganas de seguirle y no había rastro de las monjas, por lo que Jo-Ming se pudo alejar tranquilo...

En cuanto se quedaron a solas, K. gruñó algo entre dientes mientras comprobaba la Dark Web y echaba una mirada de reojo a Doc. No se había quejado por perder la recompensa de los gemelos, pero quién sabía si eso cambiaría algo. 

- No sé a quién cojones le hemos hecho tanta gracia ahora, pero como le encuentre... - murmuró K. - Lory, ¿dónde está la furgoneta? ¿Y adónde vamos ahora?

Lory se había empezado a alejar por una de las calles, señalando una furgoneta negra que se abrió con un parpadeo de luces en cuanto le dio al mando de la llave que había recuperado...

El desconocido tampoco tenía ganas de luchar, así que se marchó sin hacer el menor intento de unírseles o buscar aliados. Curioso teniendo en cuenta que estaba siendo perseguido y no le dispararon apenas llegó. Sus improvisados compañeros también lucían inquietos, más allá de estar bastante heridos algunos. El Doc, con un movimiento fluido y grácil, sacó su celular notando las nuevas notificaciones.

-Kakakakaka- la risa, si es que se podía llamar así, surgió del fono de su garganta, como si fuera un cuervo viejo y seco-. ¡Mi videeeeeo esta ahiiiiií!- señaló con un dedo largo y delgado la reproducción de su operación. La recompensa sobre sus compañeros pasó a segundo plano cuando notó que su arte era apreciado-. Ustedes están en probleeeeemas- otra vez esa risita,  pero no hizo el menor amague de intentar algo malo, solo revisó los cuerpos en busca de munición y algo de utilidad, luego se marcharía solo, pues era lo suficientemente listo para saber que ellos tenían una diana en la nuca. Huir toda la noche no estaba en sus planes.

Rebecca, ya manteniéndose en su propio pie, estaba ligeramente encorvada hacia delante. Destinaba gran parte de sus esfuerzos en mantener la compostura y no reflejar el dolor que sentía en esos momentos. Ni siquiera tuvo intención de sugerir un destino, era hora de que la zorra de Lory se luciera un poquito.

- Estamos en problemas y no necesitamos que nos compliquen más las cosas. 

Mascullo entre dientes, de forma prácticamente imperceptible. Seguía sin fiarse un pelo de ese tal Doc, pero tenía que reconocer que hasta el momento el tío se había portado. Y le había salvado la vida, por mucho que le tocara su enorme orgullo.

- Tenemos que irnos ya - graznó por fin, dirigiendo una mirada de urgencia a K.

El grupo se marchó despidiéndose con la mano de Doc, sin mucho más drama. Pudiste ver cómo K. le dedicaba incluso una ligera sonrisa de agradecimiento, pero no dijo nada más. Lory abrió la furgoneta dejando a K. conducir y se sentó atrás con Ro, soltando un silbido al ver el móvil.

- ¡¿Tanto?! ¿Pero y quién nos quiere tan muertos? Ni siquiera "Bebecky" pagaría tanto para que me matasen. - dijo con una risita, algo nerviosa.

- No lo sabemos todavía... Pero Ri ya ha caído. Y no sabemos nada de Sue ni de Carl. - gruñó K. girándose hacia los de atrás - Lory, ¿no pudiste ver de dónde vinieron?

- Pues... - Lory se dio unos toquecitos en los labios mientras pensaba - Desde el sur llegasteis vosotros así que los habría visto... Tendrían que haber venido desde más al norte o de Central Park...

- Si hay más de ellos en el parque, los encontraremos. - dijo K. arrancando el motor de la nueva furgoneta y yendo hacia Central Park.

Entre los cuerpos, encuentras un par de rifles de asalto y un par de escopetas semiautomáticas, alguna de ellas con una mirilla de precisión que se podría desmontar fácilmente y montar en otra arma. El grupo se aleja, despidiéndose de ti con la mano yves que K. te dirige una ligera sonrisa de agradecimiento, algo poco frecuente esta noche. La furgoneta de los mercenarios arranca cpn un rugido y se aleja dirección oeste, hacia Central Park. Parece que por el momento estás solo... Pero si hay alguno interesado en la Dark Web, podría volver a ese lugar.

Otra vez solo, en esa silenciosa noche, rodeado de cadáveres y con esa eterna sonrisa en los labios, observó detenidamente la furgoneta alejándose de él. ¿Volvería a verlos? En verdad esperaba que la joven acudiera a su hospital cuando todo aquello termine, aunque solo fuera para disfrutar de la sensación de controlar la vida de otros. Luego recogió la escopeta semiautomática, recargándola de munición y llenando uno de sus bolsillos con los cartuchos. Si bien tenía algo de puntería, prefería poder de fuego antes que distancia. No encontró chalecos o algún tipo de explosivos, pero no se quejó, pues habría sido problemático que contaran con equipamiento de ese calibre. Seguramente habría muerto.

-Chinatown- murmuró al aire exhalando una pequeña nube de vapor, enfilando sus pasos hacia esa zona. No tenía idea de que hacer o que se encontraría, pero quería hacer alguna otra obra antes de que esa noche terminara. No podía confiarse de nadie, pues de momento tuvo bastante suerte.

Le dedicó una última mirada a la joven que dejara ahí, en estado catatónico, como si fuera un muerto más. Estaba seguro que nadie se le acercaría hasta el amanecer, pues supondrían que era un cadáver como los demás. Intentó buscar algún vehículo también, para no tener que andar a pie, siendo una presa fácil en ese estado.

Tardas un rato, pero consigues un auto.  No le queda mucha gasolina pero crees que te da para llegar a Chinatown.