Partida Rol por web

Aquella maldita masa de músculos y hormonas adolescentes estaba resultando un hueso duro de roer... Juventud, divino tesoro.

Pero más sabe el Diablo por viejo que por diablo. Y William fácilmente duplicaba la edad del chaval que, si de él dependía no iba a cumplir ningún año más de vida.

La hinchada yugular que palpitaba en su cuello era un objetivo demasiado jugoso como para dejarlo escapar. Y a punto de asestarle un ataque al cuello cruzó los ojos con la chiquilla, que parecía estar tratando de decir o señalar algo.

Por el rabillo del ojo, percibió movimiento tras uno de los biombos y sus alarmas internas se dispararon.

Con un movimiento suave, tomó la muñeca de él con índice y pulgar y retiró la mano de su espalda mientras hablaba en tono amistoso.

Un segundo... antes tengo que hablar con la enfermera.

¿Sabes qué? he visto unas máquinas expendedoras a la entrada y me muero por una coca-cola. ¿Me harías el favor de conseguirme una?... Es un precio bajo a cambio de haberte salvado, ¿no? Va. Te espero aquí.

Entonces soltó la muñeca. Había prolongado el contacto de manera intencionada. Sus alarmas internas seguían chillando con fuerza, pero con muchos años de sometimiento había aprendido a mantener una actitud más impenetrable que el jugador de póker más experimentado.

La adrenalina bombeaba con fuerza en tus venas. Sentías la presión de su cuerpo, el latir frenético de tu corazón... pero eso no impidió que pudieras analizar, buscar el punto débil de tu enemigo y atacar. Despiadado, feroz.... Clavaste el cuchillo. Una vez, dos, tres... con saña, con rápidez.

La sangre te salpicó con fuerza, llegando a cegarte por un momento. Pero te limpiaste raudo, justo para girarte y ver como se aproximaba un pequeño grupo de tres tios que se habían fijado en tu joven, inocente y semidesnuda presa. Uno llevaba un bate de beisbol con pinchos clavados en la madera, otro un machete gigante, y el tercero una escopeta semiautomatica, aunque no iba apuntando con ella. Todavía estaban a bastante distancia como para que tuvieras tiempo de reacción.

- Em... si claro - en sus ojos se leía que se había dado cuenta de que había metido la pata. Intentó componer una sonrisa natural pero se notaba ligeramente azorado - Ahora vuelvo - enfundó las manos en los bolsillos y se alejó buscando algún tipo de máquina o sitio, donde dieran algo de beber.

Tu por tu parte, podias ver dos siluetas tras el biombo. Una parecia estar tumbada sobre una camilla. De hecho se podían ver las ruedas de ésta bajo el biombo. La otra estaba de pie al lado. Una figura delgada, muy alta... y estaba inclinada sobre la otra persona. Cualquier otro no habría sospechado nada pero tu percibiste cierto forcejeo... Aquella persona no estaba ayudando, sino que parecia todo lo contrario.... Y nadie más que tú, parecia mirar en esa dirección.

Notas cuándo llegáis al Lower East Side. Las calles no son tan estrechas como en Chinatown y parece algo menos agobiante... Pero no por ello menos peligroso. Mike sigue conduciendo por las calles y al fondo de la principal ves una bandera blanca, anunciando el hospital de campaña.

Apenas con tiempo para recuperar el aliento tras acabar con otro más, logro encontrar aquello que parecía haber llamado la atención de la muchacha. Y menos mal.

-Joder, buena chica...-masculló entre dientes  justo antes de buscar algún tipo de parapeto que pudiese colaborar con su chaleco anti balas en el importante trabajo de evitar que le matasen.

Agachado, al abrigo de las sombras, busco refugio detrás de un coche cercano, rezando por que su virginal ofrenda hubiese captado toda la tención de los purgadores, permitiéndole así una ventaja táctica que podría resultar la diferencia entre la vida y la muerte. Para su desgracia, el charco de sangre de su última víctima le hizo resbalar al tomar impulso, haciendole chocar ruidosamente con el lateral del coche que debía protegerle.

-Puta mierda- se lamentó, suponiéndose descubierto por culpa del ruido que había causado. 

Rápidamente empuñó su escopeta y dejó su porra en el suelo, a mano por si a caso. Aprovechándose de su cobertura asomó lo justo para observar la reacción de aquellos tres individuos. En cuanto estuviesen a tiro abriría fuego, centrándose inicialmente en el que portaba la escopeta.

Con cierto disimulo, pero con premura Sandy se aproximó al biombo.

En un día como aquel, había que ser desconfiada para sobrevivir. Eso mismo le había pasado con aquel hombre al que tan solo unos minutos antes había ayudado a salvar la vida. Quizás fuera por el estímulo de lo que estuviese sucediendo detrás del biombo, pero de pronto se sintió expuesta confiando en un lugar y unas personas a las que daba crédito tan solo por ir vestidos con una bata blanca... o por tener una deuda de gratitud hacia ella.

Por eso reaccionó como lo hizo librándose de él, al menos momentáneamente, hasta asegurarse de que estaba en un refugio seguro.

Una vez llegó junto al biombo, quiso averiguar qué ocurría al otro lado, primero escuchando, después asomándose por cualquier rendija que tuviera el panel o, de no ser posible, sobrepasando sus límites y asomándose por el borde. Tenía que ser cautelosa, pero también tenía que moverse rápido, así que no se pudo permitir el lujo de detenerse a pensar.

Echó la mano al mango del cuchillo. Fuera lo que fuese que sucedía al otro lado, tanto si se encontraba con un médico asfixiando a un paciente o algo bastante peor, actuaría. Estaba preparada para hacerlo.

Dedicó una sonrisa agradecido y aliviado a Tommy antes que se marchara, esperaba que el resto de su noche fuera tranquila. Lo saludo con la mano, mientras se iban. -Bueno... al menos si necesitan ayuda pueden llamarnos - Murmuro hundiéndose un poco en el asiento y dejando ir un poco de la tensión que le agarrotaba los músculos. Necesitaba sus reflejos demasiado como arriesgarse a que fallaran por sobre exigencia. 

Al menos el LES le resultaba agradable. Cualquier otra noche era un hermoso lugar para pasear y recorrer los museos, o comer algo en el barrio judío. Y aún con todo cerrado y bajo llave, la arquitectura seguía siendo algo digno de ver. Aunque en ese contexto le recordaba más a una película de suspenso, con los edificios observando sobre uno. Lo cual, visto desde cierto punto de vista, era gracioso. Se imaginó a los grandes edificios expectantes, cuchicheando entre ellos sobre el siguiente que dejaría la sangre en sus calles, y mirando todo con sus decenas de ventanas haciendo las partes de ojos. -Hey - Llamó a Duke dándole un golpecito con el codo - ¿Cuanto habrá de verdad en eso de que las casas tienen algún tipo de consciencia? - Preguntó con una suave sonrisa, dejando de mirar afuera para ver a su compañero. 

La bandera blanca del hospital bien podría haber sido una estrella en la noche -No me jodas, hemos llegado - Comentó de buen humor, aunque la sonrisa se le borró al instante que volvió a tomar su arma para observar las calles, no sería raro que a algún cabrón se le ocurriera merodear la zona previa a la seguridad del hospital. Siempre había alguna rata de esas que buscaban heridos como carne fácil. 

  Justo lograste levantarte y parapetarte tras un cartel de esos que tiene las marquesinas de los autobuses, sin saber muy bien si te habían visto

Los tipos parecian centrados en la muchacha y llenaban el espacio con sus risotadas y sus palabras obscenas mientras se relamían pensando en lo que iban a hacerle a aquella chica. Pero resbalaste cuando pasabas de una cobertura de cristal a la del coche aparcado cerca.

El tipo del bate giró su enmascarado y grotesco rostro en tu dirección pero no dijo nada a los demás, sino que comenzó a desviarse balanceando con sorna su arma tuneada. Sus dos amigos habían llegado hasta la chica y uno había metido su mano con brusquedad entre los pantalones  de la joven. El otro inspeccionaba el lugar, percatandose del cadáver cercano

- Vamos a ver que tenemos aquí - sin previo avisó tiró de los pantalones con su otra mano dejando a la vista las braguitas rosas de la muchacha. El del machete apareció de nuevo y se colocó por detrás de ella, comenzando a hacer cortecitos en los brazos maniatados de su victima que intentaba gritar en vano

A tu alrededor seguía circulando gente. Heridos caminando con el horror tatuado en sus pupilas, personal sanitario intentando atender a todos sin que el cansancio parecia asomar a sus rostros. Pero nadie se percataba del biombo, porque se suponia, que cuando uno ya está en un box de un hospital, aunque sea improvisado, ya está a salvo.

Pegaste el oido y escuchaste el ruido amortiguado de gritos. O quizás era llanto. No estabas segura. También se escuchaba la respiración trabajosa de quien realiza un esfuerzo intenso.

Al asomarte observaste dos camas. Una vacia. En la otra habia una muchachita rubia con puntos de sutura en una ceja y hematomas en sus brazos expuestos, los cuales arañaban lo que podía del joven con un vendaje en el abdomen que se inclinaba sobre ella, asfixiandola.

Duke dio un pequeño sobresalto en el sitio al notar tu codazo, seguramente porque se había empezado a quedar dormido. Parpadeó confundido y miró hacia el exterior, riéndose después con aquella pregunta. 

- ¿Pero tú que te echas en los cereales por la mañana? - preguntó entre risas devolviéndote la mirada - Es verdad que las paredes oyen... Pero espero que por lo demás no sientan nada, porque seguro que no están nada contentas con nosotros... Sobre todo por usar el retrete. 

Aparte de la de Duke, se escuchó alguna que otra risa contenida en el interior de la furgoneta. Fuera, en cambio, el ambiente no parecía tan bueno. A lo lejos por una de las calles se podían escuchar gritos y risas de hombres que no terminaban de prometer nada bueno. Por otro callejón también empezaron a sonar risas, esta vez de mujeres, y te pareció escuchar algún que otro disparo, tal vez. Claro que el hospital seguía estando allí delante...

William sentía en su pecho el corazón latiendo desbocado, mezcla de la adrenalina, el esfuerzo físico y los nervios.

Contuvo la respiración mientras trataba de mantenerse oculto tras el coche y no perder de vista al tipo del bate, puesto que parecía ser el único que le había oído.

Si tenía suerte el goloso cebo sería suficiente para volver a retener la atención de aquel trío. Si no la tenía, su escopeta sería la que hablaría.

La mano de aquel tipo seguía entre las piernas de ella, hurgando en su interior con brusquedad mientras su boca le susurraba al oido, como si aquello pudiera mitigar la depravación de aquel acto. Cuando se cansó, él mismo se deshizo de sus pantalones antes de alzarla a ella lo justo para adentrarse de una sola embestida en su sexo. Sin miramientos, sin pausa. Y aquello logró que su grito reverberara en su pecho a pesar de la mordaza improvisada. El que la sujetaba por detrás se reía y observaba con lascivia y un evidente bulto en sus pantalones.

A la misma vez que esto sucedía, el otro iba dando un rodeo y habia comenzado a silbar una tonada burlona, como si todo aquello le hiciera gracia y no viera peligro alguno en una noche como era aquella. Tu sabías que te había visto y que iba por ti. Sabías que estaba jugando al ratón y al gato.

Justo en el momento en que alzaste tu arma, el tio del machete cortaba la garganta de la chica con extrema lentitud mientras el otro se la estaba follando sin importarle lo mas minimo la sangre que salpicaba los desnudos pechos de ella y el de él.

Sandy actuó por instinto. Dobló rápidamente el final del biombo para plantarse al otro lado del mismo y, como parte del mismo movimiento, propinó un fuerte golpe en la sien al agresor con el extremo metálico del mango de su cuchillo.

Ese primer golpe iba dirigido a desorientado, pero no sería suficiente, así que lo acompañaría si llegaba a impactar de un fuerte empujón con la inercia de su propio movimiento buscando alejar al agresor de su víctima y situarse ella en medio con el cuchillo bien sujeto en su mano y listo para acuchillar en caso de una respuesta del chico.

-Hombre, tú sí que puede dormir en cualquier lado - Lo acusó riendo al notar que saltaba, sin duda podía confiar en su compañero para no perder la calma. 

Lo miró parpadeando rápidamente -Eh... un poco de tinta de impresora, dicen que es buena para el cabello - Contestó con completa seriedad, solo evidenciado la broma con un guiño - Quizás el retrete sea como sus arterias, tú no sientes lo que pasa dentro de tus arterias - Señalo con lógica golpeando en juego con su hombro a Duke. Sonrió complacido con las risas que lo rodearon aunque fuera por unos segundos. "Se encuentra hermandad en los lugares más extraños" El chico aislado del mundo que había sido en la universidad, nunca se hubiera imaginado estar en una camioneta con gente que lo defendería con su vida. Claro que tampoco se había imaginado asesinar a nadie en ese entonces. "Una de cal..." 

Los gritos llegaron a sus oídos -Y una de arena, joder - Meditó un segundo la decisión, considerando que el cabrón que les había disparado antes podía estar con los hombres, no había que pensar demasiado -Mike, escuchas las risas de esos hombres? Ve hacia allá - Pidió señalando en la dirección por si no se había percatado -¿Quieres que te deje en el hospital primero? - Preguntó a su compañero seriamente, mirando hacia la herida que llevaba.

La sangre hirvió en tus venas mientras te lanzabas a golpearlo con el mango de tu arma, pero sin saber muy bien como, el agresor te vió venir. Quizás por la brusquedad al correr las cortinas.. a saber. Lo bueno es que soltó a su persa para darle la espalda y clavar sus sádicos ojos en ti

- La has cagado preciosa. Te voy a sacar las tripas y luego me follaré por el culo tu cadáver -

La chica de la cama boqueaba intentando recuperar el aire robado por lo que de momento no sería de mucha ayuda. Ahora tocaba ser más rápida que el otro.

- Estoy pachucho, hermano, necesito reposo. De hecho una sopa de pollo me vendría de puta madre ahora mismo... - comentó Duke con voz calmada, riéndose luego con tu broma, frotándose la frente con gesto de horror - Ohhh jojojo, ¡por ahí sí que no! Ya sé que como mucha mierda pero tampoco nos pasemos. 

Sin embargo el buen humor de la furgoneta se vio enrarecido con los ruidos del exterior de ella. Mike asintió a tu petición y apagó las luces, acercándose al lugar del que venían las risas de los hombres. Por su parte, Duke negó con la cabeza y se cuadró ligeramente en el asiento. 

- Ni que fuera un tullido. Nah, hay gente que ayudar y no me voy a quedar tranquilo...

Al llegar al lugar de las risas, estaba claro que Nicolás podría esperarse algo malo en esta noche pero no tan desagradable como se podría pensar. Tres tipos: Los tres con distintas máscaras casi demoníacas, uno con un bate de béisbol con pinchos clavados en la madera, otro un machete gigante y el tercero una escopeta semiautomática. 

El primero estaba algo más lejos de los dos, inspeccionando una parada de autobús cercana. Sin embargo, el tercero tenía los pantalones bajados, igual que los de la chica atada y amordazada a la que estaba embistiendo violentamente en medio de la calle, mientras el segundo seguía riéndose observando a ambos. Los gritos desesperados de la chica reverberaron por las calles cercanas, hasta que el del machete comenzó a cortar el cuello de la joven dejando un buen reguero de sangre cayendo sobre ambos. El otro siguió follándosela sin importarle para nada...

La megafonía volvió a abrirse para dejar de nuevo aquel ruido de estática, una risa algo desquiciada que duró algunos segundos de más y luego un carraspeo

"Perdón, pero es que nos lo estamos pasando tan bien...(se escucha un suspiro exagerado) Solo queríamos avisar de que ya son las 2 de la madrugada. Así que ir dandoos prisita en hacer vuestra cosas, ya sabeis... destripar, violar, torturar...."

Sandy intentó sorprender al agresor, pero el intento le salió por la culata. Perdió interés en la chica y se centró en ella.

Mierda...

Sacó su otro cuchillo y se puso en posición defensiva, seguramente el chico atacase de manera improvisada, así que tendría que intentar sacar ventaja de aquello: utilizar la fuerza de él en su propia contra tal y como había aprendido en clases de defensa personal, intentar derribarle y, después, aprovechando su posición ventajosa, atacar con los cuchillos.

En ese momento sonó un mensaje por megafonía. Un mensaje que nada parecía tener que ver con un hospital de campaña abierto por caridad...

¿Dónde coño me he metido?

Preparada para recibir un ataque del chico, Sandy confió en que fuera capaz de resolver ese combate victoriosa.

William chistó con disgusto al ver como desperdiciaban su carísimo cebo. 

Una vez usada aún podía servir para atraer a algún purgador, pero debía estar viva y viendo la actitud de aquel grupo dudaba mucho que la muchacha fuese a tener más recorrido.

Y su duda no tardó demasiado en disiparse cuando vio como mientras uno seguía envistiendo el tembloroso e indefenso cuerpecillo de la chica, otro simplemente le cortaba el cuello limpiamente, regalándole a su compañero una connotación necrófila que lo cierto era que dudaba que le fuese a importar lo más mínimo al implicado.

-Me cago en la puta...-maldijo en susurro con disgusto. menudo desperdicio. Había pagado una fortuna y a penas había servido para matar al adolescente idiota de antes y, si la suerte se ponía de su lado, también para matar a ese grupo. Y ni había podido disfrutarla él... si bien a decir verdad ni si quiera le apetecía. Si hubiese conseguido a la rubia habría sido otro cantar, pero ¿Aquella pobre muchacha...? no era de su interés.

Con suerte, la perversa líbido de los purgadores aún mantenía a dos de ellos entretenidos con el cuerpecito, por lo que Wiliam iba a tener la ocasión de tratar de quitarse a uno de encima antes de tener que ocuparse del resto.

Esperó en su parapeto a que el del bate se hubiese acercado lo suficiente y, sin mediar palabra, surgió de la penumbra encarando con su escopeta y accionó el disparador casi a bocajarro, provocando una lluvia de perdigones incandescentes en dirección al purgador