Partida Rol por web

Buscaste por internet y apareció él en Facebook. Fotos de él con una bonita y muy joven esposa. Un niño pequeño también. Tenian un perro, un doberman. Habia también imagenes de ellos delante de una enorme casa en la playa. Esquiando. En Paris. Lo que era llevar una vida de ricos.

No oias mucho através de la pared, pues la música tapaba casi todo, pero un niño pequeño y asustado se oiria ¿no? Una mujer asustada se oiria también ¿no? Sobretodo después del ruido que habia montado el vecino. Si te pareció escuchar en algún momento un sonido que podria identificarse como el olfateo frenético contra lo que imaginabas que sería el suelo o una puerta.  

Así que el tipo tenía un perro. También tenía una familia, pero aquello no le hacía remorder la conciencia. Al revés, aquella familia estaría mejor sin él. Incluso cobrarían un seguro de vida que les ayudaría bastante. Lo importante ahora era el perro, que probablemente estaba frenético por oler la carne del vecino muerto en la puerta.

Eso era algo que habría que tener en cuenta, ya que ahora no tenía que deshacerse solo del tipo. También de su perro.

¿Qué tenía ella para deshacerse de aquel perro? En el cuerpo a cuerpo el rifle de tranquilizantes no bastaba y tener a un perro agresivo atacándote mientras su dueño tiene tiempo de ir a por su pistola elimina el factor sorpresa. Podía usar el cuchillo, pero aquello tampoco era una acción rápida. Si ella tuviese entrenamiento militar, todavía, pero tal y como estaban las cosas, el tipo seguiría teniendo tiempo de ir a por su pistola si ella intentaba enfrentarse al perro sola.

Necesitaba buscar alguna alternativa. Algo que le permitiese deshacerse del perro y el dueño sin riesgos.

Iba a necesitar un ataque químico, o algo similar. Estaba en una casa, con lo que podría montar una bomba química con amoniaco y lejía, por ejemplo. Solo necesitaba hacerla llegar a la casa del tipo. Quizás encontrase otra opción mejor que una mierda de bomba tóxica casera. Pero lo primero eran los accesos.

Estaban en un apartamento, así que el baño tendría que tener un sistema de ventilación. Si algo se aprende en un piso de apartamentos es que no son tan estancos como pudiera gustarles a sus dueños. El extractor de aire del baño tenía que estar comunicado con el apartamento de al lado. Eso era un hecho.

Empezó a buscar el baño de aquel piso y, una vez allí, la rejilla de ventilación. También le serviría levantar el falso techo si con eso accedía al forjado del edificio. La cuestión era encontrar algo que le permitiese acercarse a su objetivo.

Preparaste la bomba casera, pues ¿quien no tenia lejia y amoniaco en casa? y luego fuiste a la caza y captura de un acceso por las alturas.

EUREKA!! Habia dos conductos de ventilación ocultos detrás de bonitas y elegantes rejillas pintadas a juego con el color de las paredes. Tu cuerpo menudo entraba perfectamente por cualquiera de los dos. No sabia cual te llevaria a tu destino, pero todos los apartamentos de ese piso estarian comunicados, así que era cuestión de ponerse manos a la obra.

Al vivir Peter en el piso de al lado no te fue muy dificil orientarte y llegar hasta el conducto del salón de tu objetivo. Él estaba sentado en penumbras, con una escopeta entre sus piernas, de momento sujetandola de forma relajada, pero mirando hacia la puerta donde el perro seguía olfateando bajo el quicio de la entrada.

De repente el chucho alzó la testa... como si hubiera captado algo diferente. Como si supiera que tu estabas allí...

Primera mitad completa. Ahora faltaba dejar la bomba química allí y salir del lugar. 

La otra opción era abrir la rejilla, soltar la bomba y cerrar y sellar la rejilla. Pero para eso necesitaría herramientas de las que no disponía. Aun así, una toalla mojada o una manta para sellar la salida de aire sería muy útil para evitar que el gas tóxico se fuese por el conducto de ventilación.

En cualquier caso, requería un poco más de preparación. Arrastrándose hacia atrás, regresó al apartamento del ahora cadáver. El perro tenía un olfato muy desarrollado y parecía que su perfume o algo le había atraído más que la carroña en la puerta de su casa. Necesitaba distraer a su olfato con algo.

Así pues, tenía un conducto de ventilación. Tenía lejía y amoniaco. Tenía que coger una toalla húmeda y grande. Con aquella toalla volvería al conducto de ventilación llevando esta vez consigo además de los ingredientes de la bomba casera, la toalla. Una vez allí, tenía que hacer "detonar" su bomba sin llamar la anteción de Peter, así que debía montar una especie de "tienda de campaña" o "cortina" con la toalla húmeda rodeando la bomba por todos lados excepto la rejilla, mezclar los productos y arrastrarse hacia atrás confiando en que la cortina de toalla húmeda la mantuviese a salvo el tiempo suficiente.

Una vez hecho esto, era de esperar que el perro alertase al dueño de algún modo, así que tendría que coger su rifle y esperar cerca de la puerta.

Aunque los ojos te escocian un poco cuando volviste al apartamento, un poco de agua fría logró mitigar esa sensación. Escuchaste la música que seguía sonando y pronto las uñas del perro contra el enlosado suelo de su casa. Una exclamación ahogada. Un sillón correrse.

No te dió tiempo a más pues te colocaste en posición en el pasillo del portal para poder tener a tiro a Peter cuando saliera. En cuanto asomó, con su arma en mano, te miró a través de sus irritados ojos, respirando con cierta dificultad, pero asombrado de que fuera una cría la que le esperase en la puerta con un arma en las manos.

El perro salió veloz por la puerta, y ni siquiera se fijó en ti. Solo cuando se alejó, se paró para frotar el morro por el enmoquetado del pasillo... mientas que su amo observaba el dardo que acababa de clavarsele en el cuerpo... Empuñó su arma dispuesto a devolverte el disparo.

Dardo disparado, momento de volver a colarse en el apartamento y esperar.

El perro era rápido, como no podía ser de otro modo, pero con suerte estaba aturdido por el gas.

Después de haber disparado el dardo, su movimiento era fácil: girar sobre su espalda y cerrar la puerta tras de sí.

No había necesidad de quedarse a ver qué sucedía luego. No hasta que el hombre cayese dormido al menos y fueran 1 contra 1 ella y el perro.

Aquel hombre disparó, con cierta torpeza, pues a pesar de la cercania, le costaba apuntar correctamente. Por eso quizás la bala atravesó tú brazo izquierdo provocandote un lacerante dolor que te obligó a recogerte el brazo con el otro. No soltaste tu arma, eso si.

Tuviste suerte de que cuando el can alzó la cabeza, lo primero que captó fue el cuerpo ensangrentado que continuaba tumbado sobre aquel enorme charco que estaba conformado con su sangre.

Tuviste tiempo de encerrarte en el piso mientras el hombre corria hacia ti. Cuando topó con la puerta comenzó a golpearla - ¡¡¡Puta!!! ¡Espero que te desangres ahí dentro! - los golpes cesaron y escuchaste el arma cargarse. Un nuevo disparo atravesó la madera.... y mientras le oias cargar los nuevos cartuchos... sonidos amortiguados... y luego nada, salvo el intenso olfateo del doberman que lo alternaba con algún gemido tristón.

¡Maldito hijo de puta!

Dice para si una vez dentro de la protección de la puerta. Confiaba en que no tuviera suficientes reflejos para dispararle, pero se había equivocado. El problema era que ahora tenía que enfrentar al perro estando herida, y eso no era bueno.

Antes de poder salir a enfrentarse a aquel animal, necesitaba materiales. Lo primero ir al baño a buscar un botiquín y al menos vendarse la herida. Lo segundo, buscar algo con lo que poder cubrirse los antebrazos para que no le dañaran los mordiscos. Lo tercero, buscar un arma contundente o afilada con la que deshacerse del animal. Si de paso encontraba una de fuego, pues mejor que mejor.

Normalmente los ricachones de las películas tienen cosas como katanas o espadas falsas o yo que sé... No me digas que me he metido en la única casa del único ricachón loco sin armas...

Fuiste al baño, donde suponias que había un botiquín. Y lo había, pero al abrirlo solo había agua oxigenada, un paquete de gasas y una venda junto a un montón de botes de antidepresivos. Al menos podrías limpiarte la herida y evitar seguir sangrando, pero sabías que necesitabas que te atendiera alguien que supiera de aquello para recuperarte del todo.

En los armarios había bastante ropa pero no parecia gente deportista, porque no habia ningún tipo de material deportivo. Mucho menos deportes de exterior como patines o similar. Si que encontraste en el armario de la entrada cientos de pañuelos y bufandas en la percha de la puerta.

Revisando en la balda superior de ese armario encontraste una caja metálica. Si. Dentro tenías una bonita pistola de bolsillo con 6 balas. Ligera y manejable. Casi parecia que la habían puesto allí para ti.

En el baño utilizo las gasas y agua oxigenada para limpiar la herida con un resquemor que me hizo poner cara de dolor. Luego me vendo rápidamente para por lo menos mantener la herida cubierta hasta que pueda atenderme alguien que sepa lo que hace. Mañana. Mejor mañana que hoy.

Después, toca buscar algo con lo que protegerme y un arma. En lo primero no tengo éxito, pero en lo segundo...

Well, well! Mira lo que tenemos aquí...

Efectivamente, con eso ya está dispuesta para enfrentar al perro. Probablemente no sea suficiente para evitar salir herida, pero sí debería ser suficiente para salir viva.

Cargo la pistola, me acerco a la puerta y me preparo para la acción.

Antes de lanzarme a la aventura de abrir la puerta y enfrentarme a un perro peligroso, compruebo si la puerta tiene seguro de cadena o similar*. Si lo tiene, estoy a salvo, solo tengo que poner el seguro antes de abrir la puerta (y eso es exactamente lo que hago), pero si no lo tiene, no me queda otra que enfrentarme al perro cuerpo a cuerpo.

En cualquier caso, el efecto es el mismo: Abro la puerta, apunto al perro antes de que él pueda atacarme y disparo una, dos, tres y todas las veces que sea necesario.

Te vendaste la herida y lograste evitar que fuera a más, pero te dolia un cojón de obispo. Podrias dejarlo para el dia siguiente, pero.. ¿y si se infectaba? ¿Y si la herida era peor de lo que aparentaba? ¿La vieja que viste de camino allí sabría curar?

Como fuera, encontraste la pequeña pistola que se ajustaba perfectamente a tu menuda mano, y apenas pesaba. Echaste la cadena y antes de abrir, el enorme can ya habia envestido con furia contra la puerta obligandote a recular. Volvió a embestir gruñendo sonoramente, una y otra vez, hasta que disparaste contra él. El perro salió corriendo escaleras abajo, perdiendose de tu visita. Creías que no le habías dado, pero tampoco estabas segura...

Maldito chucho...

No había mucho tiempo y aún a riesgo de que algún matasanos decidiese sacar su vena sádica en la noche de la purga, iba a necesitar asistencia médica pronto.

Cerré la puerta, quité la cadena, abrí la puerta, arrastré el cuerpo drogado de mi víctima al interior y volví a cerrar la puerta. Si veía aparecer al chucho, le iba a abrir un nuevo agujero.

Una vez con él dentro de la casa y el perro fuera, saqué de mi mochila el resto del instrumental: bridas para atar manos a la espalda y pies uno con el otro, saco para meterle dentro y una nueva brida para dejar el saco cerrado con Peter en el interior.

Le puse las bridas en pies y manos y, antes de meterlo en el saco, me hice un selfie con él en el suelo atado y yo con un cuchillo contra su cuello. La darkweb necesitaría pruebas, seguramente.

Una vez capturada la imagen, ahora sí, a dentro del saco.

Si todo iba bien, podría intentar salir del edificio para llegar a su moto, atar el saco a la parte trasera para que arrastrase por el asfalto sin soltarse y arrancar la moto y largarse. Era un objetivo ambicioso, pero posible si se libraba del perro. Y le permitiría buscar un médico.

El corazón te latia desbocado mientras hacias todo aquello, el pelo se pegaba contra el rostro debido al ligero sudor de tus sienes, y el dolor no remitia del todo, como una quemazón incansable que te recordaba que llevabas un balazo en el cuerpo en todo momento.

Bajaste al tipo hasta abajo, y aunque te parecia percibir la respiración del doberman tras cada rincón oscuro y tras cada recoveco que doblabas, el can no volvió a hacer acto de presencia. Al menos no se había atrevido a acercarse a ti de nuevo. 

Saliste al exterior, sintiendote triunfante y justo en la misma calle, algo te sobresaltó

De un alcantarillado asomó una mano que tiró de una cuerda. Era una trampa y parecia haber atrapado una presa muy apuesta....

La realidad es que el ser humano es muy simple: Si eres atractivo, la gente es más propensa a ayudarte. Es una ley de vida que, como toda ley, puede tener sus excepciones en aquellos que no ayudan a nadie, en los que ayudan a todos o en los bichos raros para los que el atractivo físico no es un factor relevante en ninguna interacción, pero que por muchas excepciones que tenga, se sigue cumpliendo.

En aquella ocasión, Sandy no era una excepción.

Quizás debería haberlo pensado mejor. Evaluado el día que era. Lo peligroso que era acercarse a nadie en un día como aquel y más estando herida. Lo peligroso que era robarle su presa a alguien. Lo peligroso que era no meterse en sus propios asuntos. Pero no lo pensó mejor.

Vio a alguien en apuros, y le ayudó. ¿Le hubiera ayudado igualmente si en una primera impresión no fuera alguien atractivo? Honestamente, es probable que no.

Soltó al hombre que arrastraba y, como impulsada por un resorte biológico, saltó desenfundando uno de sus cuchillos sobre la cuerda de aquel cepo que arrastraba al hombre hacia la alcantarilla y la cortó de un tajo.

Después, como si por primera vez se hubiese hecho consciente de lo que acababa de pasar, maldijo y se puso en guardia desenfundando con la otra mano la pistola que se había agenciado en el piso del demente.

Miraba alerta tanto a la alcantarilla, como al hombre que acababa de salvar como, en realidad, en todas direcciones intentando identificar amenazas.

Una risotada histérica reverberó en el interior de la alcantarilla mientras corrias a cortar la cuerda. Cuando lo lograste, el tipo que acababas de salvar, jadeante, corrió a sacar su pistola de la sobaquera que llevaba bajo la chaqueta. Todavia tumbado, simplemente utilizó la fuerza de sus abdominales para incorporarse lo justo para apuntar al trozo de hierro por donde habia desaparecido la mano.

Te miró de reojo un momento, pero solo eso, un momento, como si quisiera saber como era quien le había salvado. La quietud le permitió terminar de sentarse sobre el frío y duro suelo, pero seguía apuntando al mismo sitio. No se fiaba.

- Muchas gracias - aún le costaba recuperar una respiración normal - ¿Porque has salido de tu casa? ¿te han atacado? Será mejor que busques un sitio seguro donde terminar de pasar la noche - comenzó a incorporarse muy despacio, alerta, pero nada sucedia de momento...

Sandy se arrepintió en el acto de haber salvado a aquel hombre cuando lo primero que hizo fue llevarse la mano a la sobaquera para desenfundar un arma pero, por suerte, no era un sádico sediento de sangre y no le apuntó con ella.

Aun así, aquello seguido de su comportamiento y de sus palabras disparó una alerta en su mente. Pistola en la sobaquera, cuerpo acostumbrado al ejercicio que se levantó rápidamente solo tirando de abdominales y sin, en apariencia inmutarse por ello y, sobre todo, su elección de palabras.

Es de la pasma.

Asintió con la cabeza a la segunda de sus preguntas sin contestar a la primera. Si aquel hombre era el último policía honrado que probablemente quedara en Nueva York, no le convenía que supiese por qué había salido de casa. Puede que fuese el día de la purga y todo estuviese permitido, pero seguro que a un hombre de bien que dedica su vida al orden no le gustaba aquello.

Quería decir algo de tipa dura, coger su saco, su moto y largarse de aquel lugar, pero el hombro le dolía horrores y sangraba, así que no podía del todo dedicarse a hacerse la dura.

Me han disparado, pero puedo moverme. - Dijo por respuesta. - Buscaré un lugar seguro. Cuídese, agente.

Y dicho aquello, regresó con su saco-víctima que he había quedado a escasos pasos cuando lo soltó para ir a cortar la cuerda con la intención de regresar a su moto y salir de allí cagando leches hacia su refugio si aquel hombre no tenía nada mejor que aportar.

De la alcantarilla no parecia moverse nada más. Quien fuera que se escondiera allí no parecia querer salir. El hombre acabó por levantarse mientras le decias que estabas herida, seguro de que ya no existia peligro.

- ¿agente? - alzó una ceja pero no dijo nada salvo aproximarse a ti antes de que te movieras - Dejame ver tu hombro - se plantó delante de ti y si hacias amago de irte te cogeria con suavidad de tu antebrazo. Su rostro. con algunas heridas y magulladuras recientes denotaba ligera preocupación mientras sondeaba tus ojos a la espera de que fueras tú quien retiraras tu ropa para echar un rápido vistazo.

- Conozco un sitio donde pueden atenderte. Puedo llevarte si quieres - No parecia haber reparado en tu moto sino que ahora miraba a vuestro alrededor por si aparecia alguna sorpresa más.

Tras tanto tiempo en silencio, la megafonia vuelve a abrirse dejando percibir la alegre y divertida voz de una mujer.

"Uo, uo, uo.... Parece que esto se pone intersante... Monstruos disfrazados de caballeros andantes. Acosadoras piradas. Sádicos que se creen médicos... ¿Pero habeis mirado bien al de al lado? ¿De verdad estais seguros que no os van a apuñalar por la espalda? ¿Os fiais de aquellos a quien habeis salvado su patética vida? Bien, bien, bien... Veremos quien rie el último pues.... "