Partida Rol por web

El paladín lanzó una feroz estocada que se hundió en la rodilla del mago, seccionando la pierna izquierda del muerto viviente, viendo horrorizado como se recomponía nuevamente el cadáver. El paladín se concentró, sintiendo mas allá del cuerpo reanimado, la fuerza de un mal abrumador.

-¡Son controlados!- exclamó Alguien los dirige, da igual cuantas veces los tumbemos... por eso nunca dejan rastro, ni sufren... son marionetas.

El grito del paladín, y las profusas heridas de muchos de sus compañeros sacaron de su estado de locura al explorador, él deseaba expiar su culpa, pero sobretodo deseaba no perder a ningún amigo más. Por ello, alarmado por la realidad que Sir Erik describía y viendo que realmente era verdad, echó un vistazo alrededor para ver si por un casualidad reconocía a algún no-muerto jefe o algún rastro de como como aquellos seres eran controlados.

Tras ello volvió a interponerse entre el retornado mago y sus compañeros y le asestó un nuevo tajo esperando rebanarle la cabeza y ver si privado de cerebro aquel engendro seguía moviéndose o no.

El visirtaní recargó su ballesta y se movió para quedar a cubierto.

La cabeza de Baern estalló en una sonora carcajada al llegar al suelo. Una voz no humana, suave y profunda brotó del chamuscado cráneo.

Llevas razón, caballero dijo entre risas Por eso morirás en segundo lugar.

Un rayo de luz verdosa brotó del vacío impactando en el pecho del Paladín haciéndole caer al suelo.

El cuerpo descabezado del mago siguió moviéndose y atacó con su hacha al explorador. Impactandole en el hombro.

Algo sombrío se mueve entre las sombras, pero parece solo un parpadeo. Los esqueletos de la puerta parece que se han ido, puedes distinguir el halo de luz avanzando hacia la puerta principal.

Tras mirar a su alrededor Cáledan vio ciertos detalles importantes, pero aquello lo distrajo y recibió otro duro golpe, esta vez en el hombro; pero tal como hizo anteriormente, sonrió al sentir como el dolor volvía a sacudir su cuerpo, y manteniendo una distancia prudencial con el reanimado, dijo gritando a sus compañeros:

-¡Hay algo en las sombras amigos! Creo que es el ser que los controla, y mirad -dijo mientras indicaba con su espada la zona en la que estaban los otros no-muertos- el resto de cadáveres andantes se han ido, ¡van hacia la puerta principal, hacia donde va la luz!

Debían ir a ayudar en la otra zona, pero no podían dejar al mago y aquel ser imperceptible en las sombras allí a sus anchas. Contra el ente que controlaba los muertos no podía hacer nada, sólo Yusuf podía intentar encontrarlo sin que lo viera, pero contra Baern, ahora que no tenía cabeza sí que podía reducirlo, y por ello intentó darle una patada, pero se quedó en el intento dado que ni siquiera llegó a alcanzarle. Así que esperando que el bárbaro con su descomunal fuerza tuviera más suerte, le dijo:

-Derríbalo Blür, intentaré amarrarlo si lo mantienes reducido -dijo mientras se disponía a sacar su cuerda.

El destello verdoso lo arrojó al suelo, pero no le causó daño aparente. Sin embargo estaba aturdido.

El compañero reanimado parecía no sufrir daño alguno de los ataques que estaba recibiendo. En un momento dado, el paladín asestó un duro golpe que cercenó una de sus huesudas piernas. Pero en un instante, reapareció como si nada hubiera pasado. Después fue el turno de Cáledan, que con un ágil y potente estocada decapitó al esqueleto. Esta vez, no hubo regeneración. Pero respondió con acero y magia.

El explorador fue alcanzado en un hombro, pero lejos de sentir dolor en su cara se mostraba una mueca de satisfacción. Erik se llevo la peor parte, un rayo de luz verde-azulada le impactó de lleno en el torso dejándolo aturdido en el suelo.

Su rastreador amigo vociferó palabras y órdenes, pero en el fragor de la batalla el bárbaro solo podía escuchar los tambores internos de la guerra.

Lanzando un fiero grito, arremetió una vez mas sobre el que fuera un miembro del grupo. Su espadón giró de abajo arriba con brutal fuerza, con la única intención de partir a ese ser en dos mitades iguales.

Valion deja que mis brazos sean tus puños y restauren el equilibrio entre el bien y el mal

Los dioses no alcanzaban a escuchar los ruegos de los aventureros, y en el justo instante en el que el acero encontraría su objetivo. El cuerpo revivido de Baern rotó sobre su eje esquivando con soltura un aciago destino.

Yusuf apuntó con su ballesta al mago descarnado y tiró un virote, dándole a este en el omóplato izquierdo

En el mismo momento que Yusuf lanzaba su virote, el cuerpo de Baern estallaba en llamas azules desapareciendo tras el cortinaje de llamas dejando un vacío en el lugar donde estaba. La calavera había desaparecido y la noche se había vuelto oscura en vuestra zona. Un brillo azulado brotaba desde la puerta principal y sonaban trompetas, cascos de caballos y el clamor de la lucha. De repente una gran tensión se liberó de vuestros hombros, como si un temor se hubiese disipado.

El explorador se sintió finalmente liberado de aquella oscura presencia que atenazaba su corazón, aún seguía bastante dolido por lo de Baern, pero ahora sabía que habían acabado con su atormentada alma y al menos le habían proporcionado un merecido descanso, o eso pensaba él.

En cuanto la luz se fue y sintió los ruidos de batalla, conminó a sus amigos rápidamente a ayudar en la puerta principal que parecía estar en serios problemas, pues él vio como los demás no-muertos se dirigían hacia aquel lugar, y no había razón para permanecer allí, por lo que dijo con voz apremiante:

- ¡Vamos compañeros! Esto aún no ha acabado, vayamos a la puerta principal, ¡rápido! - dijo en tono imperativo, manteniéndose centrado en el combate y en acabar con el enemigo, lo que le ayudaba a olvidarse de sus propios problemas y no perder nuevamente los estribos.

El visirtaní respiró aliviado y rápidamente salió de su escondrijo para unirse al explorador. Efectivamente la batalla no había acabado y debían seguir luchando así que siguió a su compañero Caledan. Con la ballesta en su siniestra y su estoque en la diestra avanzó por el campo de batalla siguiendo al compañero hasta la puerta principal. Efectivamente todavía no había acabado todo. ¿Verían la luz del sol?

En llamas azules se desvanece, en llamas le perdimos. A nuestro al rededor nos invade la calma, a lo lejos suena la batalla.

Blür se toma unos segundos para centrarse, observa a su alrededor. Toma la jabalina del suelo, y allí ya no queda nadie. Parece como si todo hubiera estado orquestado para su distracción. Cara les ha salido la defensa, una baja en el grupo y ninguna en sus rivales.

Corren a la pelea, corren a la muerte pues la muerte en armadura les enfrentan. Pero no está todo dicho, al bárbaro le quedan cartas bajo la manga. Sonríe y comienza la marcha en breve les cogerá a sus camaradas. A grandes zancas avanza, un pensamiento... La gloria les reclama.

Dioses que es lo que queréis de nosotros? Dejad que mi espada les haga mella, es para lo que estoy hecho. La magia me lo impide, así dadme vuestro favor para que sea una pelea ecuánime.

Al llegar a la puerta principal observais como los aldeanos se baten y en un momento, sin previo aviso, la guardia personal de Gulfhem carga a caballo con sus armaduras completas contra los revividos. Las lanzas de los jinetes brillan con luz rojiza, arrasando con los muertos vivientes, la victoria parece definitiva a pesar de las dificultades. En ese momento, un jinete cae del caballo, su pecho traspasado por una lanza y el casco rueda en el suelo. Los muertos se abalanzan sobre él, un hacha cercena su cabeza, Gulfhem ha muerto.

Los jinetes continuan su desaforada carga, los enemigos están huyendo hacía el barranco de forma atropellada. La voluntad que los dirigía parece haberlos abandonado. Súbitamente un canto desgarrado rompe el ambiente de guerra, el gallo canta y se ven las primeras luces que anuncian el alba. La batalla ha finalizado.