Partida Rol por web

Vigilancia, victoria, sacrificio

2.C. Andaran Atish'an

Cargando editor
24/11/2015, 17:11
Narrador

Hacía una mañana preciosa en Brecilia.

El sol se colaba tamizado por la tupida manta de hojas que cubría tu cabeza mientras caminabas por el esponjoso suelo y los únicos sonidos que se añadían al suave susurro de tus pasos eran los de la fauna colindante. Caminabas sin prisa pero sin pausa, permitiéndote disfrutar de la belleza salvaje que te rodeaba pero sin perder el tiempo.

Un fennec salió corriendo del interior de un tronco musgoso que se cruzaba derribado en tu camino cuando brincaste sobre este para poder continuar y se perdió entre los matorrales. Habías decidido dar una vuelta por los alrededores de vuestro reciente campamento para hacerte con algunos ingredientes naturales y, de paso, comprobar que no hubiera depredadores no deseados en las cercanías pero conforme volvías con los tuyos escuchabas el rítmico e incesante sonido de madera contra madera.

Estabas bastante segura de que aquel era el resultado de alguna herramienta que muy probablemente estaba siendo empleada en la construcción de vuestro primer aravel. Y pudiste comprobar aquello apenas transcurrido un minuto cuando, tras rodear un inmenso roble, llegaste al claro en el que los miembros de vuestro naciente clan se arremolinaban en torno a la espléndida creación.

Cargando editor
24/11/2015, 19:52
Ilrion

Fue Ilrion quien te vio llegar primero, por supuesto. No sólo era el mejor cazador que habías conocido, sino que parecíais unidos por algo casi místico. El elfo apoyó contra el arabel el arco descordado y salió a tu encuentro con una sonrisa aleteando en los labios.

—Andaran atish'an emma lath —dijo con un brillo febril en los ojos, y te robó un beso—. Los demás te esperan. Queremos comunicarte nuestra decisión.

Amplió su sonrisa, henchido de orgullo, y te cogió de la mano.

—¡Vamos!

El cambio de escena se ha producido en un parpadeo. Antes de parpadear estabas en la Tumba de la Novia Roja con tus compañeros guardas, después de hacerlo estás Brecilia. Tu PJ es consciente de este cambio.

Reconoces este momento como un recuerdo de tu vida. Todo es exactamente igual a cómo lo recuerdas, salvo que tu apariencia es la de ahora y no la de antaño, y que Ilrion no estaba tan exultante ni impaciente por darte la buena noticia.

Ni qué decir tiene que puedes seguir la escena tal y como Enansal la recuerda, interrumpirla, echar un casquete con Ilrion en un arbusto cercano o subirte a un árbol y bailar una jota aragonesa.

Cargando editor
27/11/2015, 23:22
Enansal

Y al abrir los ojos, se encontró en otro lugar. No hizo amago de parpadear de nuevo. Las suaves corrientes de aire que la envolvían no impregnaban su piel con la fría humedad de la cueva. No cargaban el olor rancio del polvo estancado, sino el punzante amargor de la corteza del roble, el embriagador perfume de su sudor y la delicada dulzura de las flores que poblaban sus ramas, la fragancia amable de las moras que se arracimaban ente las espinas, la frescura de la hierba nueva que acariciaba sus bastos empeines. Respiró profundamente, llenando su cuerpo con los familiares aromas del bosque de Brecilia.

No detuvo sus pasos. Caminaba cuando abrió los ojos, y aunque el recorrido no la compelía, parecía tirar de sus pies con suavidad. Siguió con la mirada al fennec que correteaba. Escuchó los trinos de golondrinas lejanas, el crepitar de las alas de las libélulas entre las ramas, el murmullo regular de un arroyo. La percusión de las herramientas se abrió camino entre los sonidos del bosque, tañendo en los rincones de su memoria. Avanzó hacia la fuente, un amplio claro en la forest. En su centro, un vehículo de madera, velas plegadas sobre sus formas elegantes, nuevas. A su alrededor, una reunión de figuras tan reconocibles que las llevaba grabadas detrás de los párpados, que se hacían carne a partir de su carne cuando el sueño la dominaba y moraban en sus sueños agitados.

Aravel, el primero. El primero paso del camino a nuestro revasan. Navego por el recuerdo.

El aire escapó de sus labios entreabiertos cuando él se acercó a ella, cuando sus dedos largos se deslizaron entre los suyos, suaves como la piedra pulida, coronados por los rudos encallecimientos de la cuerda del arco. Sacudidas mellizas de frío y calor la sacudieron cuando la besó, tan solo un instante.

Emma lath…

Una necesidad que creía extinta resucitó en su interior, violenta como un tifón. Apretó con fuerza la mano de su vhenan. La tempestad chocó con gruesos muros de roca helada, incapaz de derrumbarlos. Resistió el impulso de tirar de él en la dirección opuesta y arrastrarlo fuera de allí, a donde nadie pudiera interrumpirlos. Se dejó llevar hacia los demás, hacia rostros que había enterrado en bloques de hielo dentro de sus vísceras. Permitió que la corriente de memorias la llevara, notando las discrepancias con lo que podía recordar, confiando en que las respuestas llegarían por sí solas, sin necesidad de formular las preguntas.

Desenredó el nudo de su garganta. Tragó saliva.

¿Está terminado? preguntó, aunque conocía la respuesta. Miraba fijamente el aravel, ignorando los rostros expectantes. Era escaso el consuelo que le ofrecía; en su mente, la madera labrada era un amasijo de muñones negros.

Cargando editor
02/12/2015, 12:40
Vessa

—Por supuesto que está terminado, ¡míralo! ¡es perfecto!.

Fue Vessa quien se adelantó de entre el grupo de elfos para contestar a tiempo que daba unos golpecitos con los nudillos sobre la madera pulida del aravel. La dalishana estaba pletórica, radiante y visiblemente orgullosa del logro.

Y en ese momento se giró hacia ti.

—Hablo en nombre de todos al decir esto—te comunicó—. Enansal, queremos que seas la Custodio de nuestro clan.

Cargando editor
05/12/2015, 16:23
Enansal

Con Vessa a solo un paso de distancia, las diferencias eran sustanciales. La corrupción todavía no había transformado su piel en una sábana gris, a punto de romperse bajo la tensión de huesos afilados. Mirar a la elfa que había sido era destapar las preguntas que había enterrado. Cómo no lo había visto. Por qué no la había ayudado. O, la que temía sobre todas, por qué lo había ignorado, cuando era evidente.

Fue difícil apartar la mirada de ella para devolverla al aravel. La rodeó y se acercó al vehículo, en silencio. Deslizó los dedos sobre la madera aceitada. El tacto hacía que se le erizase la carne.

No había deseado ser Custodio. En aquella situación, hubiera sido un título vacío. No era su voz la más potente en el grupo, y nunca lo sería. Eran demasiado jóvenes, demasiado nuevos; la autoridad no nacía para ellos de la aceptación de la tradición, era algo espontáneo. No tenía sentido oponerse a lo que era natural.

Lo que le presentaba aquella imagen, sin embargo, era también natural.  Podía verlo en todos aquellos rostros, henchidos de honestidad. Mas no era la verdad. No soy la arcilla con la que se moldea un Custodio, le había dicho a Finni cuando se marchó. Y lo que había empezado a moldear era, definitivamente, algo diferente. Algo que nacía de ella.

Las diferencias entre lo que vivía y el recuerdo se habían hecho insalvables con una sola frase.

Somos pocos todavía, dijo al fin. Y nos queda un largo camino que recorrer. Ni siquiera sabemos si necesitamos un Custodio. Puede que encontremos otra forma de hacer las cosas.

Cargando editor
06/12/2015, 18:40
Ilrion

Las caras de tus compañeros fueron perdiendo la luz y la sonrisa paulatinamente dejando paso a la desilusión. Como si esta fuera el agua fría de un jarro que acabaras de arrojarles y escurriera por sus rostros, borrándolas.

—¿Cómo?—Ilrion fue el primero en hablar con la estupefacción como tinte en su voz—. ¡Tienes que estar de broma! ¡Después de todo lo que nos ha costado llegar hasta aquí!

Cargando editor
06/12/2015, 18:46
Vessa

Vessa sin embargo pareció tomárselo más como una ofensa que como una desilusión.

—¡¿Cómo que no necesitamos un Custodio?! ¡Pues claro que necesitamos un Custodio; somos un clan!—espetó—. ¡¿O es que no somos lo suficientemente buenos para ti?!

La elfa apretó el Arulin'Holm que todavía tenía en la mano con rabia, esa herramienta ancestral que tu pueblo empleaba para construir sus más celosos secretos; desde los eluvian hasta los araveles.

—¡Eres una desagradecida!

La rabia hizo que, sin miramiento alguno, te lo arrojara a la cara.

Cargando editor
06/12/2015, 18:53
Narrador

El mundo pareció repentinamente desgarrarse en jirones como si de una sábana se tratase, un telón a tu alrededor. Dejando a su paso sólo oscuridad. Incluso tus compañeros y el aravel desaparecieron.

Por algún motivo te sentiste repentinamente como caminando bajo el agua hasta el punto que incluso el Arulin'Holm parecía venir a tu encuentro a cámara lenta...

Toda la vida, el verdor y el brillo de Brecilia habían desaparecido en la negrura, sólo un único sonido llegó in crescendo a tu encuentro, un sonido que se coló intrusivamente rebotando por tus oidos hasta incrustársete en el mismo cerebro: La risa estridente de una voz sin cuerpo, desconocida y que poseía un espeluznante tinte de malévolo regocijo, triunfal, casi demente.

En ese momento, la herramienta te golpeó en la cara.

Pero no sentiste dolor, aunque tuviste la perturbadora sensación de que algo se desdibujaba en tu interior, un lugar, un día, un pasado... ¿quienes eran las personas con las que acababas de estar? ¿qué había acontecido aquel día? Caras en blanco era lo único que evocaba tu mente cuando tratabas de ponerles nombre, unos nombres que desconocías, unos rostros sin rasgos, sin una identidad a la que aferrarse por más que te esforzaras.

Era como tratar de evocar un recuerdo que ya no estaba ahí.

Enansal no es capaz de recordar la cara de ninguno de sus compañeros elfos, ni lo que ocurrió aquel día en Brecilia. Y es perfectamente consciente de que no puede; sabe que hay algo ahí, que debería recordar algo ahí, que conoce a unas personas que siente importantes pero simplemente es incapaz de evocar tanto las imagenes como los acontecimientos.