El semblante de Paexter dejaba a las claras que ninguna de las explicaciones que le habían dado le habían convencido lo mas minimo pero, en descarga de los demás, había que decir que pocas cosas podían sacar de su ofuscamiento al enano en relación a algo que no conocía, y por lo tanto, temía, aunque no se lo reconocería ni al mismisimo Hacedor, si es que ese existía, así que, cuando decidieron que Velanna lo intentaría, siemplemente gruñó por lo bajo, encogiendose de hombros, mientras apretaba con fuerza el mango de su hacha, cuya cabeza sangrante se apoyaba contra el frío suelo de la caverna.
Pero cuando aquella extraña se levantó del lugar en el que reposaba el cadaver de la aparentemente frágil Aydriss, el gruñido se hizo mas alto y grave, mientras levantaba el hacha, y lo apoyaba en el hombro, preparandose para luchar, por si aquello era un truco de El Velo para llevarse a alguna otra alma incauta. Miró a Velanna con una mezcla de asombro y desprecio, pero no dijo nada: había jurado acatar las órdenes de sus superiores, convencido de que, como grupo, sumarían mas que cada uno de ellos por separado, pero aquella flaca de orejas picudas acababa de bajar dos escalones en su escalafón de respeto. Según él, el respeto se ganaba con actos, y con la aberración que había desatado, debería de ganarse su respeto de nuevo, si esperaba que le siguiese como a una lider:
— Aydriss...?? — preguntó, entrecerrando los ojos, mientras miraba a la enorme y extraña mujer que había aparecido en su lugar, para tratar de dilucidar si el galimatías que les había explicado la comandante era cierto, o solo una excusa para obrar su nigromancia.
Bueno, pues ceñudo y cabezón hasta el final: es un amor, este enano!!! xDD
Espero a leer el epilogo, y a ver si hay suerte, y podemos retomarlo en algún momento!! ;)
Los ojos se le abrieron hasta tal punto que hizo amago de agacharse para buscarlos por el suelo. No quería que la pasase como la otra vez que estornudó tan fuertemente que éstos se despegaron de las cuencas. Tardó bastante en encontrarlos, pero nunca perdió la paciencia. Cuando lo hizo, al notar que estaban sucios, realizó un tratamiento a base de piña colada que resultó todo un éxito, pues al cabo de un tiempo volvió a abrir los ojos.
En esta ocasión, al ver que los ojos se habían mantenido en el sitio se felicitó a si misma por ser tan inteligente.
- El tratamiento funciona.
Levantó la cabeza para ocupar la misma posición y sin olvidar abrir bien los ojos. Ante ella se había producido una hazaña digna de estudio. Ni las horas empleadas en el estudio de LOS libros de poder y corazón le sirvieron para prepararla para lo recientemente acaecido.
- Lo que ha dejado de ser, regresa de nuevo. ¿Qué es la muerte? Nada, salvo un comienzo ¡Por los pelos de mi madre, ¿no es alucinante?!
Calíope se estiró de los pelos. La guardia senior acababa de marcarse una epicidad. La función ya podía terminarse, pues la maga se daba por satisfecha. El cupo de “cosas que ver antes de ir a dormir” lo había rellenado casi sin despeinarse ni darse cuenta.
- ¿Y sigue siendo la misma, pero en otro cuerpo?- Pero lo más importante, ¿de dónde había sacado semejante habilidad? Y lo peor de todo, ¿por qué no se lo preguntaba?- Nah, ya lo haré en otra ocasión. Cuando regresemos de nuevo.- “Estoy de acuerdo”.
Calíope se dirigió a la renacida Aydriss.
- ¿Cómo te sientes? ¿Y esos brazos y esas piernas? ¡Pero si hasta tienes cuernos! Esto es digno de estudio. Te quiero en mi habitación a la vuelta.
Y sin dejarla responder, dio media vuelta y esperó a sus compañeros. Hasta que tuviese que volver a utilizar su voz.
Cuando Velanna urdió su hechizo, Jarlath sintió un cosquilleo eléctrico en la piel, como si las puertas del Velo se hubiesen abierto de par en par y lo estuviesen tocando, recordándole todas las cosas que había al otro lado y que pocos conocían. Una sensación de vértigo se apoderó de él al contemplar la centelleante luz que emanó del cuerpo de la maga, y hubo de levantar una mano para protegerse la vista y evitar quedar deslumbrado. Instantes después, toda la estancia se llenó de cálida y vibrante energía mágica. El orlesiano pudo entrever cómo la silueta de la elfa caída cambiaba de forma, convirtiéndose en algo mayor y más fuerte, reflejo quizá de las adversidades que debía de haber pasado.
La descarga de magia tardó en cesar, y Jarlath aún se demoró unos instantes antes de descubrirse los ojos. Lo que vio lo hizo contener el aliento: ante él se erguía con orgullo una mujer alta y fuerte, cuya piel del color de la ceniza envolvía unas facciones duras y afiladas como la piedra tallada. De entre su blanca cabellera emergían dos impresionantes astas.
Aydriss había renacido como una qunari.
—Alabado sea el Hacedor. Eres hermosa —murmuró el hombre, incapaz de contener la emoción, y sus ojos se volvieron acuosos y brillantes. Temía que aquella obra divina le hubiese robado el don de la elocuencia, y se veía incapaz de expresar la admiración y el solaz que lo colmaban—. Bienvenida de nuevo, Aydriss. Ahora eres libre.
Se acercó a la qunari y estrechó su brazo con firmeza, sonriendo, pero no pudo decir nada más. Aquel milagro le había devuelto la alegría y la esperanza que una vez tuviese, y que ya apenas recordaba cuándo perdió. Al menos ahora podía atreverse a soñar con la posibilidad de que, algún día, las cosas estarían bien en el mundo. Los dioses estaban de su parte, y sentía en el fondo de su corazón que, junto a aquellos compañeros que el destino había puesto a su lado, podría marcar una diferencia, por mínima que fuese.
Fue aquel el momento en que decidió que era mejor dejar de aferrarse a lo que le había sido arrebatado allí, en la Tumba de la Novia Roja, y ser el nuevo hombre que la vida le había dado la oportunidad de ser.
El cuerpo, vivo, que reemplazó el cadáver de la elfa era el de una mujer qunari. Velanna había asegurado que la mente y los recuerdos serían los mismos, y solo el cuerpo cambiaría, como si la carne fuera un simple depósito, y no una parte inextricable del profundo misterio que era la vida. No era posible que la otra dalishiana, que como ella, era capaz de dar forma a su propio cuerpo, ignorara la realidad. Así que debía estar ocultando lo que sabía, dulcificándolo para los oídos de los demás. La mujer que había regresado nunca más sería quien había sido hasta aquel momento.
No por primera vez en su vida, y definitivamente no por última, Enansal se preguntó qué entendían los espíritus sobre los mortales. ¿Era aquel un acto digno de un espíritu de la compasión?
Pero ella lo ha aceptado.
Debemos marcharnos, insistió. Habría tiempo de admirar la criatura en la que se había convertido Aydriss más adelante, cuando estuvieran lejos de allí.
Aydriss parecía demasiado impactada como para responder a varias cosas a la vez, pero en el sentido positivo de la palabra, así que se limitó a asentir para indicar que todo iba bien mientras ponía en orden sus ideas.
—Si ya habeis terminado... de hacer cosas raras. Estoy de acuerdo con la señorita calva—carraspeó uno de los Aaplastarrocas—. Movámonos, tenemos que hablar y este no es un buen sitio. Nuestra avanzadilla está por aquel corredor, venid.
Hizo un gesto para que les siguiérais y todos se pusieron en marcha.
Velanna aun jadeaba tras el conjuro pero pareció bastante de acuerdo con la propuesta porque se apoyó en su bastón y se puso a seguir a los enanos. Vosotros hicísteis lo mismo, abandonando aquella sala de una vez.
Os habíais enfrentaod a un montón de peligros, habíais perdido compañeros por el camino... pero esta vez habíais triunfado y habíais recuperado a una. ¿Quizá aquello era un indicio de que las cosas fueran a ir mejor?
No sería facil, nunca lo era, y seguramente os esperaban muchos escollos todavía por superar, pero la certeza de que podíais prevalecer era un soplo de brisa cálida tras tanta penuria. Y por lo pronto habíais encontrado a quienes habíais venido a buscar.
Pero esa es una historia para otro momento.