Hroldar se retorció de dolor cuando las llamas del gusano laceraron su cuerpo. El fuego continuó extendiéndose por los pegajosos hilos, llenando la sala de un olor nauseabundo a telaraña quemada.
Pese a esto, contemplasteis con alivio cómo una de las sombras que merodeaba peligrosamente cerca, elegía a ciegas una dirección que la alejaba de vosotros.
Motivo: ¿Dónde va la sombra?
Tirada: 1d8
Resultado: 2
Motivo: Daño gusanil
Tirada: 2d6
Resultado: 10
Por desgracia, aquello terminó también por llamar la atención de Nirasha.
La criatura, persiguiendo al enano, vio lo que estábais haciendo y se detuvo en el aire mientras llevaba una de las manos a su espalda para agarrar el bastón que llevaba colgado detrás.
—Ast kiranann kair... —salmodió con aquella tenebrosa voz que pareció reverberar oscura y ominosa por toda la sala mientras las llamas verdes que lo envolvían se agitaban violentamente—.... ¡suh kali jalaran!
Con un deslumbrante estallido, las lenguas de fuego se concentraronen una rugiente esfera verdosa que voló incinerando el aire y estalló violenen medio de vosotros sumiendo vuestro mundo en un mar de llamas abrasadoras. Llegados a aquel punto, la telaraña parecía darle igual.
El fuego se extiende.
La Sombra I13 deambula a ciegas y termina en N8
Nirasha se mueve a E10, lanza Bola de Fuego y os hace a todos 24 puntos de daño. Si pasáis una TS de reflejos CD 18, este daño se queda en 12.
Iniciativas
Sombra M10 [color=#BF0000](cegada)[/color]
Jarlath [color=#BF0000](estremecido, fatigado, [/color][color=#008000]Inf.Valor +2)[/color] y Enansal [color=#BF0000](-5 FUE, estremecida, fatigada, [/color][color=#008000] Inf.Valor +2, piel resbaladiza)[/color]
Nirasha y Sombra N8 [color=#BF0000](cegada)[/color]
Selene [color=#BF0000](estremecida, fatigada, [/color][color=#008000]Inf.Valor +2 [/color])
Hroldar [color=#BF0000](-5 FUE, enmarañado, estremecido, fatigado, [/color][color=#008000]Inf.Valor +2)[/color]
Paexter [color=#BF0000](asustado, afectado, [/color][color=#008000]Inf.Valor+2, Furia 4/9, volando)[/color]
¡Turno de Selene y Paexter en cualquier orden!
Motivo: Daño
Tirada: 6d6
Resultado: 24
La bola de fuego verdoso golpeó de lleno al augur, haciendo que su corpachón volara por la sala como un muñeco de trapo hasta estrellarse con el muro. Resbaló por la piedra y se quedó inerte, en el suelo, más allá de toda posible recuperación.
Hroldar falla la TS y muere. Y ni siquiera apliqué los malus por estremecido y fatigado xD.
Motivo: TS Ref
Tirada: 1d20
Dificultad: 18+
Resultado: 11(+5)=16 (Fracaso)
Motivo: TS Reflejos
Tirada: 1d20
Dificultad: 18+
Resultado: 8(+3)=11 (Fracaso)
11+24= 35... y tengo 20 puntos de golpe máximos... Si los PG bajaban por debajo de 0 se podía tirar para estabilizarse (si no recuerdo mal) y yo había comprado un "broche estabilizador" que superaba esa tirada automáticamente, siempre y cuando el daño no fuera suficiente para matarme... Así que pregunto ahora, con un -15, ¿estoy muerta, viva o inconsciente? Me temo lo peor.
Ah, bien, ya he comprobado. Estoy muerta del todo. Guau... aquí cae hasta el apuntador... O.O Me lo venía esperando pero ahora me siento un poco... miau T.T
El gusano de fuego amigo de la extraña elfa tatuada se revolvió uno poco más alrededor de sus compañeros, cerca de la entrada a la caverna: - Nuestra única salvación posible!!, antes de virar hacia hacia el norte, acercándose hacia el todopoderoso Nirasha: - Como si fueses a poder algo contra eso...!!, pensó el enano, mientras se posaba con un sonido sordo en el polvoriento suelo de piedra. El olor de la tela de araña quemada le provocó una náusea imposible de controlar, que le hizo doblarse lo que le permitía su armadura antes de soltar su última comida, aunque alguno podría haber jurado que también iba la primera!!
Los espasmos incontrolados, sumados la sensación de estar muriendo por dentro hicieron que su determinación desapareciese por completo, no quedando rastro alguno de la otrora potente personalidad del hijo de la Roca. Doblado, escupiendo los icores amargos su estómago, no pudo evitar un último latigazo de rabia: - Moriré como un cobarde, y sin haber podido hacer nada para limpiar mi nombre...!!!, pensó, ya sin apenas fuerzas, sin poder recordar bien diversos detalles del destierro...
... Y entonces, unas palabras espeluznantes, cargadas de poder, desataron un infierno verde sobre su posición, arrasando carne, pelo, ropa y voluntad por igual. El dolor, que ya para entonces atenazaba su rechoncho cuerpo, alcanzó cotas casi inimaginables para el guerrero, que a punto estuvo de dejarse ir, de tumbarse a esperar la muerte que sabía que no tardaría en llegar... Pero no, más fuerte que el dolor, más fuerte que las náuseas, más fuerte que el pavor que sentía hacia aquella criatura de pesadilla, estaba el instinto de supervivencia, así que, mirando alrededor, trató de evitar a la criatura verdosa que flotaba al otro lado de la caverna, y se centró en sus compañeros: el augur, guarda senior, y Selene, la tímida hechicera, estaban abrasados, desmadejados, tirados como muñecos rotos contra la pared, más allá de límite de la vida, así que se acercó a la carrera hacia el trovador, cuya música aún resonaba en la cabeza del berserker, quizá otorgándole el poco ánimo que le quedaba, y le ayudó a levantarse, metiendo un hoy no tan fuerte brazo bajo sus hombros. Después, girando la cabeza a uno y otro lado, buscó al resto, no viendo al principio más que restos de tela ardiente, consumida por ese atroz fuego verde, aunque de pronto vió moverse a la rapada Enansal. Mientras se elevaba levemente gracias a la postrera magia del fallecido avaarita, se dirigió a la única salvación posible, el túnel que les había dirigido a la Muerte, gritando hacia la elfa:
- SALGAMOS DE AQUIIII!!! HUYAMOS DE ESTÁ HORRIBLE PESADILLAAAAA!!!, aunque dudaba de que ningún compañero vivo mas pudiese escucharle.
Motivo: Salvación Reflejos Bola de Fuego
Tirada: 1d20
Dificultad: 18+
Resultado: 5(-3)=2 (Fracaso)
Como no podía ser de otro modo, fallo la Tirada de Salvación de Reflejos, palmando otros 24PG.
Pues este es mi desolador post!! Perdón por retraso, pero he estado liado, y poco inspirado estos días. Tras ayudar a levantarse a Jarlath, me alejo todo lo que pueda por el túnel.
PG: 9 + 12 (Furia)/65 + 12.
Edito: Que no me había dado cuenta de que veia tambien a Enansal!!
Edito 2: Arreglados los "desaguisados", creo!! XDD
Motivo: TS Reflejos
Tirada: 1d20
Resultado: 13(+6)=19
Si no calculo mal, mi modificador de TS de Reflejos sería +6 (+7 normal, +2 por infundir valor, -2 por estremecido, -1 por fatigado derivado del -2 a Destreza que provoca = +6). Tiro y saco un 19. *Creo* que la paso :D.
Apenas había usado la magia inscrita en el pergamino cuando el aire estalló en una deflagración esmeralda. En un acto reflejo, Enansal se encogió sobre sí misma, apretando la barbilla contra el esternón, cubriéndose los ojos con los brazos. Se dejó cae al suelo, rodó y se irguió de nuevo. No tenía pelo que pudiese prenderse fuego, y sus ropas de cuero solo estaban tiznadas. Su piel brillaba encarnada, como si se hubiera despertado tras horas de dormir bajo el sol.
TS reflejos. Bono: +2 (base) + 1 (DES - fatigada) + 1 (Capa resistencia) -2 (estremecida)
pg: 22/45.
pc: 29/34.
Motivo: TS Reflejos
Tirada: 1d20
Dificultad: 18+
Resultado: 16(+2)=18 (Exito)
Los azares del destino hicieron que una de las sombras que andaba en la periferia de la manta de bruma helada, en lugar de internarse en ella directa a vosotros, escogiera a ciegas el camino contrario. Encontró la estatua y emitió un chirrido frustrado de lo más irritante ya que tenía forma de presa... pero no era una presa.
Así que cambió de dirección y continuó buscando.
Pero para terminar de añadir terror a aquella desesperante situación de pesadilla, el horror decidió tomar forma: ólo algunos lo visteis pero el cadáver de Lynariel, que se había estado ennegreciendo como una flor marchita, comenzó a exudar un ominoso humo negro como la tinta que brotó y brotó hasta tomar volúmen convirtiéndose en, literalmente, una sombra de lo que en su día había sido la dalishana.
Conservó sus fantasmagóricos rasgos sólo por unos instantes antes de continuar fluctuando y convertirse en otra de aquellas tenebrosas sombras.
Que además os miró directamente segundos antes de lanzarse en vuestra persecución, sin verse, al parecer, afectada por el conjuro cegador de Hroldar.
Paexter coge a Jarlath sacopatatilmente
La Sombra M10 deambula a ciegas y termina en N4.
Del cadáver de Lynariel sale otra Sombra. Pasa la TS y no queda cegada por las Partículas Rutilantes.
Iniciativas
Sombra M10 [color=#BF0000](cegada)[/color] y Sombra H10
Jarlath [color=#BF0000](estremecido, fatigado, [/color][color=#008000]Inf.Valor +2)[/color] y Enansal [color=#BF0000](-5 FUE, estremecida, fatigada, [/color][color=#008000] Inf.Valor +2, piel resbaladiza)[/color]
Nirasha y Sombra N8 [color=#BF0000](cegada)[/color]
Paexter [color=#BF0000](asustado, afectado, [/color][color=#008000]Inf.Valor+2, Furia 4/9, volando)[/color]
¡Turno de los calvos!*
*Nota: La sombra que acaba de salir tiene turno pero, si lo que vais a hacer es huir, daremos por sentado que "se lanza en vuestra persecución" y ya está. Aunque si alguien quiere quedarse para hacer algo que lo diga por el off que entonces le hacemos turno: va antes ella.
Motivo: ¿Dónde va la sombra?
Tirada: 1d8
Resultado: 1
Motivo: Cambio de dirección
Tirada: 1d6
Resultado: 2
Motivo: TS Vol (Sombra Lynariel)
Tirada: 1d20
Dificultad: 15+
Resultado: 12(+4)=16 (Exito)
Y entonces, de repente, la batalla terminó.
Con un silencio similar a la calma que precede a la tempestad, una esfera de llamas de un antinatural color verde se dirigió a toda velocidad hacia el centro del grupo. Jarlath ni siquiera tuvo tiempo de darse cuenta de que la muerte se les echaba encima y, en un acto puramente reflejo, se lanzó cuerpo a tierra. Allí donde las llamas hicieron contacto con el suelo, una inmensa esfera de fuego espectral se extendió en todas direcciones, rugiendo con la intensidad de un incendio. Bocabajo como estaba, el hombre sintió cómo las llamas pasaban sobre él, rozándolo y escaldando su piel con un dolor que, a pesar de sus esfuerzos, lo hizo lanzar un alarido horrísono y destemplado. No solo su cuerpo estaba siendo azotado por el fuego, sino que su mente estaba comprendiendo que no había forma posible de que todos sus compañeros saliesen indemnes de aquello.
La oleada de fuego pasó tan rápido como había llegado, dejando tras de sí poco más que roca chamuscada y restos de telaraña abrasada. Jarlath levantó la vista del suelo temiendo lo peor, y sus temores se vieron confirmados. Con horror, vio los cuerpos inmóviles y terriblemente socarrados de Selene y Hroldar. Sus ropas aún ardían, y se encontraban sin lugar a dudas más allá del punto en que podían ser salvados.
Estaban muertos.
El mundo dio un vuelco para Jarlath. Su grito cesó de pronto, y se limitó a quedarse completamente quieto, con rostro inexpresivo, mirando fijamente los cadáveres carbonizados de quienes habían sido sus compañeros. Para colmo, fue testigo de cómo el cuerpo de Lynariel sufría una espantosa metamorfosis: la elfa dalishana se convirtió en una más de esas terribles sombras sin alma, sin identidad y sin piedad alguna hacia los vivos. Jarlath no movió ni un músculo cuando alguien lo recogió y lo alzó por los aires, y tan solo emitió un leve murmullo de protesta. Para él, todo había terminado. Los reclutas, los Guardas Grises, los huevos… Todo daba igual. No merecía la pena luchar por algo que los estaba matando y profanando a todos.
Jarlath pierde Cordura XDDDDD. Pues nada, yo me limito a dejarme llevar por Paexter.
• Pg: 7/26. Pc: 8/13
Se limpió los restos carbonizados de las pestañas con el dorso de la mano. Una malla de brillo esmeralda flotaba delante de sus pupilas, vestigio efímero del fogonazo. Parpadeó.
La mayor parte de la telaraña había se había colapsado. Puntas quemadas de hebras bailaban en su perímetro, agitadas por la suave brisa que se filtraba en la caverna. Parpadeó de nuevo.
Vio entonces al augur y la maga. Carne fundida bajo la máscara de metal, empapada de denso humor vítreo. Mechones tiznados, aún incandescentes, y cuero cabelludo embadurnado de cenizas. Muertos ambos.
Vio más allá el cadáver de la dalishiana. Había caído antes, presa de las entidades sombrías. Apenas reconocible, la carne bajo la armadura se había apergaminado, como si la hubieran momificado, y oscurecido.
De nuevo, solo sentía un débil tirón en sus emociones. Había un eco en el vacío; se preguntó si había perdido camaradas antes. Mas fuera como fuere, no eran más que eso. No eran amigos. A todos los alcanzaba la muerte, con frecuencia más temprano cuando se asumían riesgos letales.
El aullido del trovador le hizo girar el rostro. El enano descendió, aún bajo el conjuro de vuelo, lo levantó en volandas y huyó, cargando con él. El humano no se resistió.
Solo quedaba ella para enfrentarse al demonio, flotando sobre los restos de la telaraña que había invoado, y las sombras. Y después a los reclutas, que se han quedado tras la barrera esperando su oportunidad.
Observó con horror cómo una negruzca emergía del cadáver de Lynariel, tomando la forma que tuvo la elfa en vida, como una siniestra parodia.
Que se maten entre ellos, decidió. Habría otro modo de recuperar lo que el demonio le había robado. Ante la perspectiva del a muerte, la misión se había vuelto algo secundario. El asunto de los huevos parecía haberse evaporado de su mente.
Les lanzó una última mirada. Se lanzó al suelo, cayendo sobre las patas delanteras de una gran gata montesa. Arrastró el vientre por la tierra antes de conseguir enderezarse. La sombra de Lynariel se abalanzó sobre ella. Enansal echó a correr, resollando como un fuelle desvencijado.
Las carcajadas de Nirasha resonaron con crueldad por todos y cada uno de los recovecos de la caverna y en una veloz ojeada atrás pudisteis ver como la criatura se posaba en el suelo. No sabíais si eran alucinaciones vuestras o si el fuego que emitía se había vuelto más brillante debido al atracón de desesperación que se seguramente se había dado a vuestra costa pero lo que si visteis claramente fue como os despedía moviendo una mano burlonamente mientras el espectro de lo que hasta hace poco había sido vuestra compañera Lynariel acudía veloz a revolotear a su alrededor.
Quizá quería dejar constancia de que si estabais vivos era sólo porque él quería, o quizá realmente le daba igual lo que hiciéseis mientras os largárais y le dejáseis en paz. Pero la cuestión es que no os persiguió.
La que si os siguió fue Yadda, que había salido de detrás de una estalactita y corría todo lo que sus patas le permitían para no perderos. Avanzasteis casi a ciegas, a trompicones por la cueva, volviendo a pasar por las sala que ya habíais cruzando con anterioridad y en la que todavía yacían desmadejados por el suelo los restos de los esqueletos que os habían atacado. Enfilasteis el sendero que conducía de nuevo a aquella misteriosa luz verde que habíais dejado atrás y de algún modo os las apañasteis para atravesar la zona cubierta de telarañas sin esnafraros contra la primera estalagmita que os topaseis.
Tras un buen puñado de minutos que se os antojaron horas, surgisteis por la entrada de la gruta. El sol os cegó y el calor de la superficie os envolvió en llamativo contraste al helor que traíais. En cuanto vuestros pies dejaron de pisotear roca y pasaron al agrietado suelo terroso, os dejasteis caer como sacos al suelo en medio de una nube de polvo.
No pasó mucho hasta que una serie de balidos tristes provenientes de la cabra rompieron el sepulcral silencio que se había asentado. De nuevo estabais fuera, de nuevo bajo el sol.
Pero ahora erais dolorosamente menos.
Jarlath solo fue vagamente consciente de su regreso por los angostos y tétricos túneles y las amplias cavernas de la Tumba de la Novia Roja. Ni siquiera supo si hizo un tramo a pie o si fue transportado en volandas todo el tiempo. Lo único que acaparaba su atención era la oscuridad pulsátil que parecía oprimir su campo de visión desde sus confines, amenazando con devorar su vista y convertirlo todo en un océano de negritud. Sus ojos miraban inquietos en todas direcciones, sin parpadear, creyendo ver formas inhumanas y sombrías que volaban, espantables y macabras, en su dirección. En lo más hondo de su cerebro oía martillazos, como el redoble de un tambor furioso, y ante él, solo veía una especie de niebla que oscurecía su visión. Frenético y aterrorizado, se sintió a sí mismo ir a la deriva en un sentido difícil de explicar, como si estuviese siendo arrastrado por la corriente de su propio torrente sanguíneo, dando bandazos en el interior de su propio cuerpo.
De repente, una luz cegadora lo deslumbró, y fue como atravesar un espejo que separaba dos mundos: uno de frío y silencio y otro de un brillo y un calor mortificadores. Los pies de Jarlath sintieron la resistencia de la arena, y el polvo que saturaba el aire ardiente irritó sus senos nasales. Esa fue la primera vez que cobró consciencia de lo que realmente había sucedido. Con los ojos encogidos a causa de la repentina luz, y levantando una mano frente a su rostro, miró a su alrededor con la tenue esperanza de que aquella terrible sensación que atenazaba su corazón estuviese, de algún modo, confundida.
Cuánto habría deseado estar en lo cierto.
Junto a él, solo alcanzaba a ver al enano Paexter, con el rostro desencajado por el horror, y a un gran felino que supuso se trataba de Enansal en alguna de sus formas bestiales. Un poco más allá, Yadda emergía entre quejidos de la oscura boca de aquella cueva demoníaca. La Tumba de la Novia Roja. Un nombre tan ominoso como apropiado, pues solo la muerte podía salir de allí. Incluso ellos habían regresado más muertos de lo que estaban cuando entraron. Jarlath tomó aliento para tratar de decir algo, para intentar pronunciar alguna palabra de consuelo, pero se sorprendió a sí mismo sin el ánimo o las ganas de hacerlo. Quienes lo acompañaban eran aquellos de sus camaradas con los que más diferencias tenía. No podía comprender su modo de pensar, y su proceder era todo un enigma para él, uno que por el momento no tenía interés en desentrañar. Ante todo, los compadecía, pues en mayor o menor medida, ambos habían sufrido las consecuencias de los pasados acontecimientos, de las que ya no merecía la pena culpar a nadie. Ver a Yadda lamentando la pérdida de su amigo hizo llorar su corazón, pero sus ojos permanecieron secos. Lenta, casi parsimoniosamente, el trovador extrajo de su mochila un pequeño cuenco de madera y lo descubrió para revelar un compuesto oscuro, formado a partir de grasa y ceniza, con el que se tiznó de negro las cuencas de los ojos para protegerlos del sol.
—Vámonos —dijo, con voz queda y semblante inexpresivo—. Hemos fracasado.
Enansal se mantuvo tras sus compañeros, apartando cada pensamiento que se colaba en su consciencia, concentrada solo en escuchar y ver. Huyeron, en la oscuridad, de nada. El demonio y sus sombras no los persiguieron. Si los reclutas seguían vivos, tampoco lo hicieron. No, al menos, de cerca.
En el exterior del complejo de cavernas, les recibió con el desconcertante silencio del páramo. La vida en aquellos parajes se ocultaba de la vista y el oído. Todavía albergaba una sensación incómoda cuando el sol la despertaba cada mañana, para encontrarse rodeada de quietud. El tumulto de la fortaleza era casi bienvenido.
Dos pares de patas se transmutaron en brazos y piernas cuando recuperó su forma élfica. Solo cuando la mirada del trovador se posó en ella fue consciente de que permanecía en la forma de un gran felino.
Estamos vivos, fue su réplica al comentario de Jarlath. Solo lo que había dejado de sí misma en las profundidades de la cueva la atormentaba. Todo lo demás era aprendizaje. El único fracaso estaba en la pérdida de lo irreemplazable. Confiaba en que regresarían, pronto, en busca de lo que les correspondía. Si no había otra manera de recuperarlo.
Dio la espalda al sol y cerró los ojos. Desplegó su mente y tocó el Velo con dedos invisibles. La fatiga abandonó su cuerpo, y la vitalidad que la sombra le había arrebatado bañó sus músculos. Su impedimenta volvía a tener la ligereza habitual.
Los siguientes minutos pasaron frenéticos, con Paexter volando prácticamente a ras de suelo, cargando de un embotado trovador, cuya cara mostraba signos de no entender en absoluto lo que estaba pasando. Tampoco lo hacia el enano, con unos ojos inyectados en sangre absolutamente desorbitados, echando frecuentes miradas hacia atrás, donde aquella pesadilla de tonos verdes había aniquilado su voluntad, la de todos ellos. Y para colmo, desde uno de los cuerpos caídos en mitad de la sala, una grotesca imagen de Lynariel, su compañera de armas se levantó, ensombrecida, para transformarse en otra horrible sombra, que tanto les habían atormentado.
Pero el miedo alimenta los corazones tanto o más que el valor, así que, cuando se acabó la magia conjurada por el malogrado augur, Paexter continuó corriendo, sin importarle los golpes que su pesada armadura le propinaba por todo el cuerpo. Cuando el ansia de combate se agotó, el enano tuvo que soltar al trovador, y cayó de rodillas, vomitando bilis y pequeñas hebras de sangre. Pero había que seguir, tenían que salir de aquella horrible trampa mortal, morada de ser más implacable e invencible que sus ojos hubieran visto nunca.
El mareo hacia que no pudiese medir tiempos, solo vagamente veía como el felino en el que se había transformado Enansal les guiaba por los corredores, hasta que, quien se lo hubiera dicho al hijo de la Roca, con una profunda inhalación, agradeció profundamente haber salido de allí, dejándose caer de espaldas de espaldas en el reseco suelo de las Anderfels. Con las pocas fuerzas que le quedaban, se quitó los ajustes de partes de su armadura, que dejó caer sin cuidado en el suelo, mientras sus únicos compañeros con vida, Enansal y Jarlath cruzaban escasas palabras, que el enano no llegó a entender. Sus ojos, hasta ahora resecos, miraban sin ver el claro cielo de montaña, y por una vez, no temió que se le fuese a caer encima el sol, que lamió su cuerpo, calentándolo, sacándolo del helor que se había instalado en su corazón.
Pasaron los minutos, y nada salió de sus resecos labios, amargos por la hiel que había echado. Era un guerrero, un berserker, y su quizá simple mente no entendida lo que había pasado: el casi es que había huido, había abandonado el combate, y sus compañeros habían muerto. Cuando ese lapidario pensamiento caló en su mente, ocurrió algo que Paexter nunca podría olvidar: entonces lloró.
Uffff, al final he tenido menos disponibilidad de la que pensaba para estos 10 primeros días de vacas, pero no quería dejar de escribir este post, muy importante para mi personaje.
Desde hoy, hasta el 22 de Agosto, entró en modo "remote", así que, ya sabéis, DJs, PNJizar sin piedad lo que haga falta!! Dolo tened en cuenta que Paexter está destruido por haber sido vencido por el miedo.
Nos vemos a la vuelta!!!
Volvió la mirada al escuchar los dolientes balidos. La dalishiana se había habituado al olor de la cabra, hasta llegar a ignorar su presencia. El espíritu que acompañaba al avvarita había sobrevivido a su amigo, y los había seguido hasta al exterior. Si tenía versos para expresar su dolor, los había olvidado.
¿Nos acompañarás, espíritu? inquirió. Podía comprender el dolor de la pérdida. No se aventuraba a tratar de entender más.
La descarnada reacción de Paexter conmovió a Jarlath. Parecía que, en el fondo, las emociones del enano eran como la tierra de la que provenía: profundas y difíciles de despertar, pero imposibles de refrenar cuando finalmente lo hacían. El poderoso guerrero se despojó de su armadura bajo el atroz sol, llorando honesta y amargamente, y por un momento, al humano le pareció que se volvía más pequeño, como un infante asustado y perdido. Sintió una punzada en el pecho. Había albergado pensamientos muy duros hacia el enano, pero verlo así le hizo comprender que todos ellos eran iguales, y tenían el mismo derecho a errar y a lamentarse por ello. Entendía perfectamente cómo se sentía su camarada, pues él mismo compartía su dolor, aunque a él lo hubiese dejado prácticamente mudo. Sin pronunciar palabra, Jarlath se acercó a Paexter y, cuando llegó a su altura, lo abrazó. No hubo aspavientos innecesarios en su abrazo, como palmadas o interjecciones destinadas a crear una absurda distancia imaginaria, sino que simplemente se limitó a estrecharlo contra él. No era necesario hacer o decir nada más.
Pobrecito... :'(
Lo último que necesitaba el maltrecho orgullo de Paexter era la compasión de otro hombre. El el fondo el enano podía llegar a apreciar la intención de Jarlath pero simplemente era complicado. Y sólo pudo dar a entender aquello separándose con la mínima brusquedad que pudo mientras murmuraba algo ininteligible.
Yadda sin embargo os observó en silencio cuando Enansal llamó su atención.
—Vosotros debéis volver—respondió tras unos largos segundos, sin un solo matiz que revelase nada de lo que en aquel momento pudiera estar pensando. Los ojos del animal comenzaron a emitir un fantasmagórico resplandor dorado—. Pero yo me voy con él.
A aquellas alturas ya ofrecía un aspecto un tanto inquietante aunque el brillo pareció fluir hasta el exterior, formando volutas y conglomerándose en lo que por un instante pareció una difusa silueta luminosa, muy similar a aquellas con las que habíais visto a Hroldar en la entrada de la cueva hace lo que se os antojaba un millón de años.
Tras aquel último verso, la entidad centelleó unos instantes en el aire antes de desvanecerse en una silenciosa explosión de chispas. Si su destino estaba ligado al de Hroldar, si había vuelto al Velo por voluntad propia, si la pérdida había cambiado la misma naturaleza del espíritu o si lo que acababais de presenciar era cualquier otra cosa no tenías ni idea. Pero el desapareció sin dejar rastro alguno de que alguna vez hubiese existido.
Lo único que quedó fue a una confusa cabra normal y corriente que observaba los alrededores con inquietud.
Desvanecido el espíritu, Enansal se plantó mirando a la cabra a los ojos. De haber estado sola, sabía perfectamente lo que hubiera hecho. La contuvo el convencimiento de que sus compañeros no comprenderían la simple utilidad del acto.
Jarlath y Paexter se habían separado. Era un vicio de la naturaleza humana inmiscuirse en las emociones de los demás. Incluso Flidais, a quien apenas podía considerar humana, había sido partícipe en ocasiones de tal hábito. El respeto silencioso era el camino correcto, salvo entre amantes o los más cercanos de los compañeros.
El espíritu no había abandonado su carne hasta encontrarse en el exterior. Si no había de alimentarse de ella, la conduciría hasta las estribaciones de las Cuerno del Cazador.
Me llevo la cabra para soltarla en el monte. Tomar 10 en empatía salvaje debería ser suficiente.
La cabra baló suavemente pero se dejoó coger. Luego emprendisteis la marcha, en silencio... para iros de una vez de aquél horrible lugar.
Todos: 1.136 PX
Selene y Jarlath: +450 PX bonus (total 1.586)
Los otros cuatro: +300 PX bonus (total 1.436)