Era un día como otro cualquiera en la elfería.
O más bien para el resto de elfos, para ti era el día en que llevaríais a cabo otro de aquellos emocionantes trabajos que desempeñaban los amigos de Jenny la Roja.
Sorteaste un charco de agua sucia mientras te dirigías a tu destino. Se te había hecho algo tarde pero cualquier cosa antes de tener que correr por aquel barrizal; el día anteiror había llovido y la elfería de Denerim no destacaba precisamente por sus pavimentadas calles. Ya era un milagro no partirse la crisma caminando por allí como para aun encima ir corriendo y terminar rebozada en fango hasta las cejas.
El sonido de los cuchillos volando ya se oía antes de que treparas por aquella valla para aterrizar sobre unas cajas estratégicamente colocadas detrás; aquel era uno de vuestros escondites favoritos, un lugar dodne os reuniais cada vez que queríais preparar alguna travesura o simplemente estar lejos de la mirada de alguien que se preguntaba dónde había ido a parar su bolsa de monedas. Y tú sabías muy bien quien era la artíficde de aquel sonido, mucho antes de girar la esquina incluso.
Hirea arrojaba dagas contra una bola de paja envuelta en una tela que había sido tensada para poder hacer las veces de blanco. Aún tenía la cara pintada sacando la lengua que le habías dibujado hace unos días.
—Diablos, Elietta, ¡por fin apareces!—exclamó la elfa alzando las manos en cuanto te vio llegar—. Ya iba a empezar a charlar con el muñeco de un momento a otro. Odio esperar; me da hambre.
Sacó algo de la bolsa que llevaba colgada a la cintura y te lo arrojó: un amanzana. No tenías ni idea de dónde la había sacado pero el caso es que sacó otra para ella y le dio un crujiente mordisco.
—Bueno, ¿estás lista? La verdad es que empiezas fuerte, ¡matar a un noble como primer trabajo!—rió entre dientes—. Aun tenemos mucho tiempo antes de que se ponga el sol; ¿quieres que entrenemos un poco? Oh, y espero que te hayas aprendido bien el chivatazo de las guardias nocturnas que nos dieron para saber por dónde nos tenemos que colar. Ya sabes que mi sentido de la orientación no es muy brillante cuando se trata de palacetes enormes.
El cambio de escena se ha producido en un parpadeo. Antes de parpadear estabas en la Tumba de la Novia Roja con tus compañeros guardas, después estás en la elfería de Denerim. Tu PJ es consciente de este cambio.
Elietta recuerda esto: sucedió el día en que le asignaron su primer trabajo como amiga de Jenny la Roja. La única diferencia es que tiene la apariencia de ahora y no la de la antaño.
Ni qué decir tiene que puedes responder, aceptar o no la manzana, interrumpir la escena, o saltar encima de la caja más cercana y ponerte a bailar una jota aragonesa.
-Uh...-Miró a Hirea como la que veía a un fantasma. ¿Qué está pasando...?i La elfa se quedó un rato en silencio, mirando la manzana con expresión de asombro. Toda aquella escena le resultaba terriblemente familiar. Esto no puede estar pasando... Yo estaba... estaba en la cueva. ¿Y ahora esto?-¿Hirea?
La verdad era que a Elietta le producía sentimientos encontrados el reunirse con aquella mujer. Por una parte quería acercarse y abrazar a la que había sido su amiga, pero por otra se sentía traicionada y usada y quería acercarse... para darle un bofetón. ¿Y si todo lo que había vivido después de ese fatídico día había sido un sueño? No le extrañaría en absoluto. En serio. ¿Cómo iba ella, una elfa cobarde como la que más, unirse a las filas de los guardias grises? ¿Cómo iban los guardias grises a tener una iniciación y filosofía tan terribles? De momento, la teoría del sueño era bastante verosímil. Aunque sus recuerdos sobre su experiencia en la cueva parecían tan reales...
Se dejó llevar por lo que consideraba aún una posible "ensoñación" hasta que pudo verse reflejada en un charco que esperaba que no fuera de orín (Aunque probablemente lo fuera) Estaban en la elfería de Denerim, por las tetas sagradas de Andraste ¿¡Qué otra cosa podría ser si no!?
La armadura que llevaba, su pelo largo recogido en una coleta, su cara... no eran las que tenía cuando salió de su "casa" "aquella" mañana, de camino al escondite con Hirea. Por un momento, Elietta se sintió tentada a seguir la ilusión, pero sabía hacia dónde le llevaría eso.
-Supongo que sí... es un encargo... quizá demasiado fuerte para una novata-La elfa intentó sonar afable, pero su mirada era dura y llena de juicio sobre Hirea-¿Supongo que no has tenido nada que ver con ello?
Aquellas preguntas que jamás le había hecho a aquella mujer cuando debió hacerlo. No sabía cuál sería la respuesta que le daría aquella onírica ilusión. Pero no podía esperar que fuera fiel a lo que diría la Hirea real, si es que acaso aquella Hirea existió alguna vez, o no fue más que otra mascarada de una Jenny la roja.
Sin duda, esto debe ser magia. Espero poder encontrar una forma de salir de aquí...
-¿Me das una de esas?-Añado señalando a sus dagas arrojadizas.
Hirea envió una ceja al cielo de su frente por un instante, luego hizo que ambas volvieran a reunirse en su ceño con un claro gesto ofendido.
—¿Perdón?—respondió cruzándose de brazos—. ¿De qué narices estás hablando?
De hecho, lejos de hacer ademán de tenderle una daga, la miró de reojo como si quisiera tenerla localizada o algo así.
La elfa notó la tensión de Hirea, que no había podido ocultar hacia dónde dirigía sus ojos. Tenía una daga preparada para lo que tuviera que hacer de ser necesario. Ja... esta vez no puedes engañarme.
Sonreí, fingiendo tranquilidad y luego eché un par de carcajadas sonoras.
-¡Dioses, deberías haber visto tu cara!-La elfa empezó a reírse a carcajadas-Te tenía por una mujer un poco más avispada en cuanto a las bromas, Hirea.
Sin perderla de vista un segundo, me agacho para "atarme las botas" deshaciendo sutilmente el nudo para rearmarlo con rapidez.
-Bueno, yo por mi parte estoy lista para una pequeña sesión de entrenamiento. ¡Hay que estar preparadas!
Agarro el arco y me quedo mirándolo.
Aquel día yo no llevaba el arco de madre... estoy bastante segura... esto confirma mis sospechas...
-¿Me das un objetivo al que disparar o es que pretendes ser mi diana y así de paso practicar la esquiva? Lo digo porque las flechas de pega me las he dejado en casa.-Aunque me encantaría atravesarte de lado a lado con una de las reales, jodida ilusión...
—¿Tú? Tienes una puntería horrible—resopló la elfa sin contagiarse por un momento de tu jocosidad—. Coge esa manzana que te he lanzado antes y póntela sobre la cabeza, te demostraré como se hace.
Agarró una de sus dagas y se colocó en posición de lanzamiento directamente, a la espera de que preparases el blanco con una expresión en la mirada que se te antojó un tanto extraña, ¿el blanco era realmente la manzana?
La realidad a tu alrededor pareció temblar y retorcerse por una fracción de segundo, como si estuvieras obligando a tu recuerdo a tomar un cauce que nunca tuvo... o como si la ilusión estuviera a punto de deshacerse como una pompa de jabón.
-¿Cómo, que tengo una puntería horrible?-Respondió fingiendo enfado. En aquella época no tenía la suficiente sangre fría para actuar de ese modo, pero la vida había enseñado a la elfa a no mostrar abiertamente sus sentimientos... o sus sospechas, en este caso. Decidió actuar de forma divertida-Eso será porque he tenido a la peor profesora de tiro de la historia.-Elietta preparó la mano en su arco y lanzó la manzana hacia delante, en una trayectoria alejada del cuerpo de Hirea. Sacó el arco que tenía preparado y recargó rápidamente una flecha del carcaj en él. No tenía mucho tiempo para concentrarse si quería darle a la manzana antes de que cayera, así que apuntó rápido y contuvo la respiración para mantener firme el agarre. La joven soltó la cuerda del arco, esperando que esta acertara sobre el objetivo.
Motivo: Disparo a manzana
Tirada: 1d20
Resultado: 17(+8)=25
No sé la dificultad de la tirada, así que os dejo decidir cómo ha salido la cosa..
La manzana cayó al suelo y rodó mientras tu flecha se perdía en dirección a los tejados de la elfería. Hirea se limitó a seguirla con la mirada y una expresión aburrida en el rostro.
—Sin duda, esa profesora imaginaria tuya es la peor de la historia—dijo en un tono que incluía un velado "porque yo no te he enseñado a disparar así de mal". Entonces te volvió a mirar a ti y le entró la risa—. ¿Qué tal si me haces caso a mi en vez de a ella? O bueno, ya que no te decides a poner la manzana, es igual...
Y ni corta ni perezosa, te arrojó la daga.
La dificultad para lo que has pretendido hacer es simplemente aberrante. No te llega con esa tirada.
El mundo pareció desgarrarse en jirones como si de una sábana, de un telón a tu alrededor se tratase. Dejando a su paso sólo oscuridad. Incluso Hirea desapareció.
Por algún motivo te sentiste repentinamente como caminando bajo el agua hasta el punto que incluso la daga parecía venir a tu encuentro a cámara lenta...
Lo único que persistía en tus oídos era la risa de la elfa, que acababa de deformarse al adquirir un espeluznante tono de malévolo regocijo, triunfal, casi demente. Un sonido que se coló rebotando por tus oidos hasta incrustársete en el mismo cerebro... y en ese instante, la daga se te clavó en la frente.
Pero no sentiste dolor, aunque tuviste la perturbadora sensación de que algo se desdibujaba en tu interior, un lugar, un día, un pasado... ¿quién era la persona con la que acababas de estar? ¿qué había acontecido aquel día? Una cara en blanco era lo único que evocaba tu mente cuando tratabas de ponerle nombre, un nombre que desconocías, un rostro sin rasgos, sin una identidad a la que aferrarse por más que te esforzaras.
Era como tratar de evocar un recuerdo que ya no estaba ahí.
Elietta no es capaz de recordar la cara de Hirea, ni lo que ocurrió aquel día en Denerim. Y es perfectamente consciente de que no puede; sabe que hay algo ahí, que debería recordar algo ahí, que conoce a una persona que siente importante pero simplemente es incapaz de evocar tanto las imagenes como los acontecimientos.