La cerveza fresca inundaba la sala y no sólo en los cuernos de vuestros hermanos sino además por el suelo.El hidromiel se notaba ya en el olor que había más de la cuenta.La comida abundante como nunca saciaba el hambre de vuestros estómagos.La fruta más menospreciada que lo demás,pero aun así mucha rodaba ya por el suelo señal de que más de uno al cogerla la había tirado.El sexo no estaba ausente en algunos de los laterales del gran salón,en pequeños grupos.
Eso sería una fiesta normal,pero de este año los Bardos no contarán tal cosa.Bien cierto es que no faltaba de nada,pero lo justo para saciar la sed y el hambre,pero claro que no porque hubiese pocos alimentos,era porque tras aquel momento de tensión todo el mundo tragaba sin levantar la mirada más de un palmo de su jarra.Pero empecemos por el principio.
La fiesta transcurría con normalidad y cada uno desde su posición veía la fiesta de una perspectiva diferente.Los hombres y mujeres en busca de fortuna no paraban de agasajar a el Jarl,como cada año,los niños jugueteaban en los laterales del gran salón.Los hombres importantes de la aldea presidían justo delante del Jarl la velada.Pero esta fiesta pronto se acabaría.
Ya habían pasado dos horas desde que los festejos habían comenzado cuando la puerta se abrió de golpe.Un hombre con las ropas de pieles,larga y espesa barba,de cas dos metros de alto,con oscuros y profundos ojos entró por ella.Portaba un enorme hacha que sin dudarlo incrustó en el cráneo de un joven de no más de 14 años.Tdos quedásteis inmóviles por un segundo por tan repentitina situación.Al reaccionar los hombres del Jarl corrieron hacia la puerta pero solo pudieron ver 3 jinetes en sus caballos galopando lo más rápido posible de allí.
Ysolda se agachó a mirar la el arma y al muchacho,evidentemente muerto.
- Mi señor,hay una nota atada al mango del hacha.
Raudo el Jarl se acercó a la posición de la mujer,leyó la nota y os miró enfurecido.
La mirada os calaba en lo más profundo del alma.Se le notaba colérico y apunto de explotar cuando al fin habló:
- ¡Hermanos! Este año todo hombre y mujer que esté listo para el combate viajará con la gloria de Odín hacia el norte.
Os miró de nuevo a todos los que pudo con un vistazo de lado a lado del salón.Realmente os extrañaba que os mandase al norte,allí solo había más aldeas hermanas.
- Los malditos bastardos del norte declaran la guerra a todos los hermanos del sur para hacerse con el poder y derrocar la Corona ¡Y no se puede permitir! Por lo que atacaremos con fiereza sus tierras,para evitar su avance y que vuestros hermanos y hermanas,hijos e hijas caigan en sus manos.¡¿Quién está conmigo?!
Un sonoro bramido de los guerreros de la sala sonó al unísono un claro canto de guerra.
¿El norte declarando la guerra?¿Qué tendrá que opinar el rey?Todo era muy confuso pero vuestro señor os llamaba a las armas y debíais decidir si acudir o no,sino seríais obligados.
- Todo aquel que no posea un brazalete que de un paso adelante,¡YA!.
Miré a mi padre, como buscando consejo, pero en última instancia la decisión es mía, así que doy un paso al frente y hago una reverencia a nuestro señor:
- Yo, Thorbjorn Hodlismod, estoy a vuestro servicio, mi señor...
La gran cantidad de alimentos y comida abrumaban los sentidos del clerigo que, acostumbrado a una vida relatiamente ascetica, apenas seguia el ritmo de los mas frugales. La cerveza, uno de los grandes productos de su pueblo, corria a raudales a su alredor y comenzaba a soltar las lenguas de los menos discretos. Desde su banco de madera Uthred intercambiaba carcajadas y comentarios con sus vecinos de algarabia. Ora comentaba una aventura de caza, ora bromeaba sobre el color de los pezones de la ya no doncella que retozaba con sus amantes en la oscuridad que brindaban los rincones del salon. Valorada en este instante la vida era plena, hermosa y divertida.
El golpe del hacha contra el craneo de la pobre victima corto de raiz las conversaciones y el sonido del filo rascando contra el hueso desperto las mas bajas y brutales pasiones. Uthred noto como la bilis le subia por la garganta mientras asumia lo que acababa de ocurrir ante sus ojos, en pleno festejo. Los malditos bastardos nos declaraban la guerra matando a uno de los nuestros que, por su juventud, aun no estaba preparado para que las puertas del Valhalla se abrieran para el. Sacrilego, esto es un acto sacrilego y sin sentido. Uthred se levanto y se aproximo hacia el cuerpo tendido mientras asimilaba las palabras de su jarl y asentia en completo acuerdo. Se arrodillo junto al niño y toco su frente. Esta muerto, muerto sin remedio. Despacio, se levanto del suelo mientras se limpiaba las manos en el pantalon y camino de nuevo hasta su sitio esperando ver quien de los nuevos guerreros se adelantaba. La vida era plena y brutal.
Sin duda me había precipitado al meterme en la taberna, ahora mismo sentía el gasto por mi bebida pero al menos ya estaba a tono para no contrastar con los presentes o al menos con la mayoría. Mi miraba viajaba de una lado a otro y cada cosa que vislumbraba me gustaba aun mas. Decidí unirme entre los borrachos y quien sabe lo que haría mas tarde…
Pero cuando ya me había sumergido en el ambiente perdida entre el mar de “diversión” los festejos decayeron, o más bien se detuvieron en el tiempo tras un golpe... Apenas me di cuenta de que pasaba. Una sombra gigante, quizás un hombre y el olor a sangre empezando a fluir opacando lo demás sentidos.
La sorpresa comenzó a despertarme de mi embriagues, pero impidió cualquier acción por mi parte. Al fin escuche los motivos de tal asesinato. Y junto a los míos, me uní al bramido.
Quizás mis plegarias habían sido escuchadas, al fin podría usar mis armas para algo más que la caza de simples bestias. Avanzo junto a otro muchacho. Y antes de pronunciar palabras parecidas otro joven interrumpe.
Sus palabras parecían tener sentido, pero solo hacia una cosa interponerse en mi destino y mi objetivo.
-¿Y qué hay que pensar? El mensaje esta muy claro…-Señale hacia el cadáver sin apartar la mirada del muchacho que había intervenido-… pero si aun así te parece que no-Me gire hacia el Jarj y con un tono más solemne me dirigí hacia él-mi señor, marchemos de caza y traigamos al mensajero quizás aun tenga algo que decir.-
Tras entrar la bella mujer me deja ahí, con un beso en la frente.
Solo, miraba a todo el lugar, a todos en el lugar y al fondo, en frente de mi al Jarl.
Este era, ¡Si!, cual historias, este era un gran salón! Bebían, fornicaban?, contaban historias de sus batallas y yo ahí con un brillo en los ojos, era la primera vez que estaba en un lugar así.
De repente una voz me alerta. Y cuando volteo, veo delante de mi a un gran hombre que había entrado descargando su hacha sobre la cabeza de otro chico un par de años más grande que yo.
Siento en mi pecho el cráneo de él partirse y su sangre golpearme en la cara.
Miro hacia abajo, veo mis ropas salpicadas, rojas y el cuerpo del chico en el suelo. En cuanto vuelvo a levantar la mirada veo a los hombres partir en sus caballos y un gusto a sangre y hierro en mi boca.
Con un brazo me refriego la cara, para voltearme a ver que se decía.
El jarl llamaba a los valientes y una vez más esa voz me decía -Diligente te has de alzar, si quieres tomar riqueza y vida ajena- Citando al Alto, lo decía el Havamal.
Y con presteza, di un paso adelante mirando con mi carita salpicada en sangre al Jarl. -No tenemos miedo.-
Al entrar al salon todos se giraron para mirarme, al principio las caras eran de sorpresa pero luego fueron tornandose en desprecio -Siempre lo mismo, que culpa tendre de ser hijo de Loki- Pienso mientras me acerco a una de las mesas y recojo un vaso con bebida y algo de comida para dirigirme acto seguido cerca de la puerta por si las cosas se ponian feas.
Cuando ya hacia rato que me habia acabado la comida y estaba con mi bebida mirando fijamente al jarl para ver si me habia convocado alli para ir de saqueo o era solo una broma de mal gusto, el extraño entro en tropel por la puerta y asesino al muchacho. Levante una ceja y puse cara de suspicacia mientras pensaba -¿Y esto a que viene?- La cara me cambio por una de alegre locura ante las palabras del jarl y ruji con el resto -¡Si! Ahora si que me llevará, podré demostrar que no soy como mi padre- Entonces el chaval de las cicatrices se puso en medio y hablo de paciencia. Entendia la logica de sus palabras, pero era la unica oportunidad que tenia, asi que aunque fuese un riesgo y toda la aldea pudiera morir no podia dejar que los animos se relajasen
-¡¿Decisiones a la ligera?!¡¿Acaso somos ancianos que debemos pensar con mucho cuidado lo que hacemos?!¡Nuestro conde ha hablado!¡Guerra es lo que ha dicho y guerra es lo que tendran esos cabrones del norte!¡¿Hay alguien aqui que quiera desafiar a nuestro conde y no enviar a esos hijos de puta a las profundidades de la tierra?!- Grite mientras miraba a todo el salon. Por dentro sonreia -Es imposible que se resistan a eso
Escucho la discusión en silencio, hasta que hay un momento que me veo obligado a participar, no llevaba brazalete pero simplemente no quise levantarme antes. Al alzarme más de una mirada se gira debido a mi altura. Mi voz grave se alza sobre las demás voces de la discusión, no llego a gritar, pero mi tono elevado es suficiente para ser escuchado
Os tomáis la guerra cómo un juego, la guerra debería ser la última opción, de hecho en nuestra mente ni siquiera debería existir esa posibilidad. Traen hambre, destrucción y muerte, pero vosotros os lo tomáis cómo una solución a todo justificando que es lo que quieren los dioses. No sé en que clase de dioses creéis, en aquellos que traen los mayores males, yo me replantearía vuestras creencias. Sólo pido que penséis, todos somos hermanos ¿Porqué os dejáis llevar por la guerra?
Se queda mirando a su alrededor esperando la contestación de alguien de la sala.
disculpad la tardanza, pero tenía deberes XD
Por un momento aquella escena es repetida innumerable veces en la conciencia de Rand que sin apartar la cerveza de su boca avanza hasta donde permanece aquella mujer que e ocasiones a visto en el bosque, luego el silencio provocado por aquél que a tomado la última palabra permite el sonido de mis botas previas a mi afirmación.
-...Yo iré.- Dijo el juvenil humano mientras otros debatían sobre si era necesario o no marchar a la guerra, sea cual sea la desicion a seguir era obvio que aún faltaba mucha sangre por derramar...
Helga ardía en deseos de que llegara el momento de jurar fidelidad al Jarl. No por estar atada a alguien bajo juramento, no, sino por poder salir de aventuras cuanto antes.
Permaneció en un lado de la sala, comiendo y bebiendo cerveza mientras rechazaba con un gruñido a todos los que se acercaban con intenciones de follar con ella. Helga era virgen todavía, a pesar de tener 18 años ya, todavía no había conocido varón, pero no porque estuviera esperando a su príncipe azul ni tonterías de esa, sino porque todavía no havía encontrado un hombre que estuviese a la altura. No se entregaría a cualquiera,no, al menos la primera vez.
De repente, cuando la ceremonia parecía llegar a su punto más importante, mataron un chico en casa del Jarl.
Helga se levantó y echó mano de su arma en previsión de un posible ataque, pero al parecer se había quedado en aquella especie de afrenta.
Después se sucedieron las declaraciones, la gente se ofreció a la petición del Jarl.
Señaló al chico que yacía en el suelo muerto, mientras la sangre se desparramaba por la sala.
¿Esto no te parece suficiente para ir a la guerra? Los dioses nos maldecirán si no devolvemos esta afrenta. No sé en qué dioses crees tú, maldito pagano, pero los míos reclaman venganza. ¿Y quiénes sois vosotros para llevar la contraria de nuestro Jarl y decirle lo que debe hacer?...... orgullosa estiró sus 190 centímetros y continuó..... soy Helga, del Norte, y viendo la clase de hombres que hay por aquí....dijo retando a Erik y a Ulfar directamente.... juro vasallaje al Jarl
La mirada se clavó en dos personas a la vez,Erik y Ulfar.Se acercó al segundo y soltó un pequeño bramido que casi alcoholiza a el jóven.
- ¿Acaso me tomáis por un estúpido y arrogante inglés,muchacho?Tu Jarl no debería darte ninguna explicación para que tú vayas a las armas...aunque por lo que veo ni siquiera me has jurado lealtad todavía a tu edad. -dijo señalándote el brazo- Por lo que tus palabras son sordas en esta aldea.Jurarme lealtad y puede que algún día se os escuche.
Tras ello se acercó a Erik.
- Lo mismo os digo joven ignorante que reniega de sus dioses.Culparé a tu juventud de tu increíble arrogancia y tus paganas palabras.Juralme lealtad y quizás algún día los dioses olviden tus palabras,por el bien de tu alma.
Tras tranquilizarse un poco se sentó en su trono,bebió de su jarra e hizo llamar a los jóvenes sin brazalete.
Uno a uno todo aquel que no poseía un brazalete juraba lealtad a su Jarl.Muchos jóvenes apenas pasaban el umbral de los 15 años pero ofrecían fielmente sus servicios a vuestros señor,pese a que en el rostro de más de uno se notaba un miedo que el campo de batalla no iba a apaciguar.
- Bien muchachos,ahora sois dignos guerreros del norte,que lucharéis por vuestros honor y un lugar en el Valhalla donde os codearéis con los dioses por toda vuestra eternidad.
Su tono ya no era tan firme como lo eran minutos antes y la mirada de cólera había casi desaparecido de sus ojos.
Se notaba en el ambiente y por la cara de muchos de los experimentados en el combate que esta idea de reclutamiento era frágil y poco tradicional,pues parecía más bien una obligación a un gusto pero ninguno se atrevió a replicar.
- Mi pueblo,mi familia...mis hermanos.Esta ofensa ofrecida por los norteños no es más que otra prueba de los Dioses.No en vano,esto se reportará al rey e iré yo mismo a tal cometido y tras la vuelta explicaré todo lo que sea conveniente.Pero desde este momento,esta aldea está en guerra con cualquier norteño.
Esto último lo dijo mirando a Helga.Que el hecho de haberle apoyado le salvó de una buena,aunque eso no evitó que la mirase despectivamente todo el rato.
El Jarl dio media vuelta y desapareció tras unas mantas que hacían la vez de cortinas.Los presentes poco a poco comenzaron a salir y a murmurar sobre lo acontecido.Esta situación no parecía gustar a muchos pese a su apoyo.
Os digo a todo aquel que no tenga brazalete y haya intentado dar su opinión.Es una gran ofensa ya llevar la contraria al jarl,siendo joven es casi impensable...pero sin haberle jurado lealtad? No seríais ni hermanos de la aldea,seríais seres bajo protección con ni voz ni voto.
Lo digo por si lo desconocíais.
Los que quieran rolear su nombramiento como servidores del Jarl que lo hagan.
Después de poner en su sitio a aquellos tan arrogantes que osen oponerse a su voluntad, empieza la ceremonia de entrega del brazalete. A mí, por ser el primero en ofrecerse a unirse a la inminente guerra, me corresponde el honor y privilegio de recibir el primero el ansiado brazalete... ¡Ahora soy uno de los guerreros del Jarl!.
Después de que el conde se haya ido, miro a mi alrededor, en busca de mi padre o alguno de mis conocidos, ya que sé lo que nos espera, pese a no haberlo vivido nunca, y desearía escuchar algo de consejo para los días sangrientos que se nos avecinaban...
Helga notaba aquella mirada de desprecio. Sabía que su condición de norteña y encima mujer no fuera bien vista por el Jarl ni por muchos de los allí presentes.
Les haría cambiar de opinión a todos con sus actos.
Se arrodilló delante del Jarl y le juró vasallaje para así recibir su pulsera. Ahora aquellos de allí eran su nueva familia, sus hermanos de armas y esperaba ansiosa el momento de comenzar a derramar la sangre de sus enemigos.
Los ojos de un niño siempre son de admiración.
Y el Jarl se mostraba imponente. Así que espere entre los demás para adelantarme y al igual que los demás convertirme en un vasallo del conde.
Entre risas de los otros y un gesto jactancioso de Brojolf recibí mi brazal y un fuerte apretón en el hombro, fuerte, para sentir la confianza, haciendome sentir contento.
Me perdí entre la gente, mirando mi brazal. Pensando en las historias que escuche del Jarl Brojolf, su brutalidad en combate, el uso de las armas y los poderosos gritos de su voz, poderosa voz capas de elevar los espíritus y las fuerzas de miles de vikingos...
Los gritos de guerra ya resonaban en el salón desde hace tiempo. Cuando se hace de la guerra una profesión esta se hace el estilo de vida y muy difícil se hace dejarla cuando no se sabe hacer otra cosa. El Jarl había estado descuidando sus funciones hace tiempo y ya no importaba que se mandara a jurar a alguien tan pequeño. Ya todo era valido, como el haberme comprado, mi vida por unas monedas...
Pero era pequeño como para ver eso, joven para entender e inocente para juzgar...
Estaba contento con mi brazalete!
Observo con una sonrisa ironica como todos van jurando lealtad al jarl -Es curioso, toda una vida por aqui y tiene que estallar una guerra con el norte para que me llamen. Estos aparecen por aqui por primera vez y ya son llamados a las armas- Pienso mientras observo todo el proceso de juramento. El momento de humor definitivo llega con el muchacho jurando lealtad para ir a la batalla -¡Ja! Si que tiene que estar desesperado para incluir incluso a este. En fin, da igual. La cosa es que me han convocado- Me digo a mi mismo mientras dejo mi sonrisa ironica para poner cara seria y acariciar el mango del hacla esperando las ordenes del jarl
Tras la descarga de poder sobre los muchachos que contrariaron al Jarj, este mismo vuelve a ordenar el acercamiento a aquellos que aun no habían postrado la rodilla hacia él.
Y no me quede atrás…
Junto a los otros avance y espere mi turno aparentando una falsa paciencia. La alegría y otras emociones bullían en mi interior, pues por fin estaba empezando a lograr mis objetivos. Tantos años de rechazar mi vasallaje sin motivo alguno habían quedado atrás, para mi la guerra me traería beneficios.
Hinqué la rodilla y recite las palabras. Y pronto me vi en posesión de un brazalete como símbolo de aquella unión. Casi sin poder mantener un porte serio y solemne, me aleje en cuanto me fue posible en busca de alguna bebida para celebrarlo o eso me repetía pero en el fondo sabía que no era más una escusa para evitar algún cambio repentino de idea en el Jarj.
La sucesión de eventos había sido totalmente caótica e inesperada. Las tribus del norte declarándole la guerra a los del sur. Nuestro jarl bramando contra los hermanos del norte. Y un sinnúmero de desconocidos tratando de aducir que no debíamos levantar nuestras armas contra aquellos que habían asesinado a uno de los nuestros. Un infante, un futuro truncado con el único sentido de servir como apoyo al magnífico hacha. ¿No podría haber utilizado una mesa? Pensó con sorna el clérigo mientras se alejaba del cuerpo del niño para dejar paso a la madre, que llorando y gritando clamaba por ver los restos del infanticida clavados en una lanza.
-Ulfar, todos entendemos lo que nos presentas, pero ¿Acaso no debemos al menos prepararnos para lo que pueda acontecer en las próximas horas?- dijo Uthred mientras tomaba de nuevo su cuerno de cerveza y daba un ligero trago para aclararse la garganta – Ninguno de los presentes, que sepamos, había sido reprobado por las tribus del norte. Sin embargo, eso ya no le importa a él- la mano del clérigo señaló directamente los despojos de su compatriota.
El remolino de acontecimientos continuó con su acostumbrado caos. Hombres y mujeres es arrodillaban frente al conde para prestar su juramento y recibir el brazalete que les confería la confianza de su jara, el derecho a parte del botín, la protección de la justicia del noble y el deber de luchar si así se le requería. Bonita estampa, acabamos de reclutar a todo un grupo de gente desconocida. ¿Podemos confiar en ellos ahora que no disponemos de tiempo para conocerlos? Uthred esperó a que el último de los presentes que no disponía de brazalete, un niño, se arrodillara ante su conde para acercarse hasta Ulfar y Floki.
-Efectivamente, no tenemos miedo- dijo asintiendo ante las palabras del muchacho –Pero el mensaje no está claro. La decisión es la que debe ser en estos momentos- dijo mirando al hijo de Loki y a Ulfar –Pero no por ello debemos olvidar otras posibilidades, otros intereses, la mano oculta de Loki que juega con nosotros para divertimento de otros en su divina posición- la escena hervía de tensión con las palabras de algunos de los presentes, completamente opuestas a las de su conde y expresadas sin ningún tipo de diplomacia – No nos dejamos llevar por la guerra, acudimos a la llamada de nuestro jarl. Tal y como las leyes humanas y divinas ordenan- dijo mientras miraba fijamente a Erik.
Uthred escuchó las palabras de la última valkiria y levantó el cuerno en señal de reconocimiento para dar un largo trago a la cerveza – Los dioses siempre exigen restaurar el honor perdido. Y hoy han venido a nuestra propia casa y han asesinado a uno de los nuestros- dijo mientras el jara empezaba a hablar –Escuchad a vuestro conde y seguid su palabras- el clérigo se apoyó con la mano en la mesa para compensar el equilibrio perdido debido a la bebido-¿Acaso os pide algo diferente vuestro honor? Ninguno queremos una guerra basurda. pero hay cosas que me preocupan mas que reunirme pronto en Valhöll junto a Odín. Nadie mata a uno de los nuestros delante de nuestras narices y se marcha tranquilamente- Su voz se moduló para volverse a un tono mas conciliador-Nuestro jarl ha hablado. Preparémonos para la guerra y dejemos las grandes decisiones a los grandes señores-
Su voz se elevó sobre los gritos de varios de los reunidos, animando a sus vecinos y amigos a retomar el valor y la dignidad perdidas.
–¡Tjohei Brojolf Yuril, Tjohei Thor!-*
(*) -¡Viva Brojolf Yuril, Viva Thor!-
Aprovecho para decir que los edits deben notificarse antes de realizarlos ^^
Por cierto.A los novatos ya no os responde más pues hay mucha gente ya opinando y el Jarl ha abandonado la sala y el resto de la gente se va poco a poco.