En el hogar, voy a dedicar el tiempo a estudiar. Mi intención es leer, en los 50 días que nos separan del ingreso a Hogwarts, los 8 libros de texto, para refrescar temario en caso de que ya conozca la materia expuesta, o para estar preparado en caso contrario.
Si sobra tiempo, mi planeo dedicarme, primeramente, a la "Teoría mágica", por aquello de empezar por la base. En cuanto la haya asimilado, y si aún tengo margen, me dedicaré a la "Defensa contra las artes oscuras", pues tengo interés en aprender cómo protegerme de magia hostil y cómo contrarrestarla.
Me interesa estudiar en el hogar, ya que ahí tenemos una biblioteca compuesta por unos centenares de libros que, si bién parece pequeña a simple vista, contiene ejemplares selectos en varias areas de cultura mágica que me puede ayudar a la hora de buscar referencias o complementar conceptos. Por otro lado, aquí puedo dar rienda suelta a mi mayor obsesion afición, sin que nadie me interrumpa, en un ambiente propicio para la lectura y el estudio.
Otro factor que me es favorable para mis propósitos, es el hecho de que necesito dormir más bien poco. Las horas extras que consigo arañarle al día, creo que me ayudarán a cumplir con mis intereses dentro del plazo fijado.
Eso cuando llegue, claro. Después de estar hablando con Nidofiero, quiero decir.
Una vez en casa, y viendo que Sipgua no aparece, me dedico a mis quehaceres. Pongo en su sitio el material para la escuela, tomo un pedazo de bizcocho con leche, respondo la carta de Hogwarts y empiezo el primero de los ocho libros del curso. El de "Teoría Mágica", que es al que le tengo más ganas.
Si no hay interrupciones, me dedico al estudio hasta la ida a Hogwarts.
//Entra en escena: William. Viene de: Callejón Diagón.
Leyendo sobre defensa de las artes oscuras, descubro una referencia a un tipo de protección mágica llamada parma. Una referencia cruzada me lleva al volúmen de “Historia Hermética”, de la biblioteca de casa, donde hablan de un tipo de círculo de protección contra magia hostil, así como del creador de ésta práctica ritual, Bonisagus - padre de la casa.ex Bonisagus-.
Buscando algo sobre él, encuentro que es un autor muy prolífico y que ha escrito infinidad de libros, todos en latín. No hay problema. En Luna de Plata, la Alianza a la que pertenece mi padre, ése es el idioma común(1), y llevamos yendo a las reuniones desde donde llega mi memória.
Uno de los tomos escritos por Bonisagus se titula “Ejecución, práctica y mejora del Hermético Ritual de la Parma Mágica”. Un permiso especial paterno y una excursión a la Biblioteca de la Alianza, me dan acceso a él y al conocimiento que encierran sus páginas. Algunos días de estudio, me llevan a la comprensión básica del ritual Hermético de la Parma Mágica, un ritual sencillo que levanta un escudo mágico personal alrededor del mago, cuya ejecución se lleva a cabo tradicionalmente al amanecer y cuyos efectos duran hasta el anochecer. Es decir, que tiene una duración de unas 12 horas.
Cuando necesito despejar la cabeza, salgo un poco al patio. Me coloco en un rincón, a cubierto de las miradas de los curiosos, y voy practicando con el "Ritual Hermético de la Parma Mágica". Como sé qué es un ritual escrito por Bonisagus, a cuya Casa Hermética pertenece mi padre, cuando me atasco, le pido ayuda, y así, poco a poco, voy mejorando la ejecución de este hechizo.
(1) Y de ahí es donde procede la base de latín, y uno de los tres puntos que tengo invertidos en linguística. Los otros dos puntos, uno es en árabe y el otro, en griego.
Así es como NOSOTROS enseñamos.
Ha funcionado tal cual lo ha dicho. Se ha ganado mi confianza con éste acto de amistad, dejándome acercar a su morada. Es un lugar íntimo, es su espacio, su esencia fluye por todos los sitios. Jamás entenderé la necesidad de tanto, pero la respeto y voy a conocerla.
Alegre como estoy salgo corriendo a un lugar abierto. Quiero algo de libertad, de aire. Levanto de nuevo mis manos buscando una corriente, sonriendo de nuevo maliciosamente buscando una salida. Pero miro de vez en vez tras de mi con la esperanza de que el bueno de William me siga. Le responderé todas las preguntas como sé hacerlo.
Dejo los cachibaches apartados a un lado, para que no molesten y mientras llega Sipgua, pongo dos generosos cortes de bizcocho en una bandeja, junto a dos vasos de leche. Para cuando quiero dejarlos sobre la mesa del comedor, oigo como aparece en la chimenea.
- ¡Eh! ¡Ya estás aquí! - exclamo contento.
- Mamá aún no ha llegado y papá está de viaje. Ha ido al sur, a España, a hablar con unas personas y a buscar un libro escrito hace siglos por un mago ex Bjornaer. Un cambia-formas, ya sabes. Tenemos la casa entera a nuestra disposición.
Me pregunto porqué Sipgua estará levantando la mano. Parece buscar algo. Le sigo en su periplo por el comedor, mientras voy comiendo bizcocho.
Es verano, y aunque tenemos aire acondicionado, preferimos dejar abiertas puertas y ventanas. En la zona dedicada al estudio, una cristalera invita a pasar al patio trasero, donde florecen exuberantemente las plantas que cuida mi madre. Hay de todo: lavanda y lilas de verano, mantos de genciana, gigantescos setos de budlejas en los muros, un sauce llorón, - cuyas hojas me sirven de cobijo de miradas curiosas- y una enorme mimosa que esparce su aroma por todo el vecindario y hace las delícias de las colmenas de abejas. Hay también espinos de fuego, capuchinas y lirios africanos, gordolobos y un roal de campanillas. Cientos de especies, aromáticas unas, vistosas otras, que nos dan la bienvenida y, mecidas por la brisa, parece que se muevan, nerviosas, para saludarnos.
- Fi quiedes podemos meendar y uego shalimos y hafemos mahia – propongo con la boca llena de bizcocho.
- El ha dicho que así es como ELLOS enseñan. ¡Una magnifica oportunidad de aprender! Y ahora que lo pienso..
- ¿Quienes sois VOSOTROS?
¡Te lo digo!, yo te lo digo si me dices dónde podría volar.
¡No soy yo sino otro! Estoy que exploto de la dicha, de la emoción. Giro, giro y giro. Las manos están abiertas y yo giro por todo lado. Agito las manos como si fueran alas.
¡Dale, dale! ¡Necesito volar ya!
La emoción me gana. Se sobrepone a mi, a la forma que he venido adoptando. Es hora de ser yo.
Unas pequeñas agujas empiezan a salir de mi cuerpo, mientras dos montículos de carne sobresalen desde poco atrás de mis hombros. Me agacho como una rana, con las rodillas flexionadas y las palmas de las manos sobre el piso; con todos mis dedos en contacto a la tierra de los que nacen algunas pequeñas prolongaciones de las uñas.
Se alargan hasta cubrir la punta de mis carpianos, la punta de los dedos, y se incrustan en la carne. Endurecen y toman la forma natural.
Las protuberancias de los hombres crecen y crecen, como si fueran otros dos brazos más, pero delgados y terminados en punta. También de ellos crecen las agujas pequeñas.
¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARRRRR! Un chillido agudo, de ave rapaz sale de mi boca. Ella se deja la forma humana, se distorsiona al frente, en forma aerodinámica. Las agujas engrosan un poco y dan paso a muchos filamentos blanquecinos que cada vez más cobijan mi cuerpo, hasta que se revelan así mismas como plumas blancas.
Los músculos se dislocan y crecen, hasta el tamaño de un pony. Los detalles se ultiman, mis cuartos traseros por fin son felinos y los frontales terminan en garras de rapaz. Mi rostro muestra un afilado pico con orejas redondas.
Y tras de mi, concluyo con dos enormes alas que las extiendo poderosas y majestuosas, rebosando de las plumas más largas de todo mi cuerpo.
-Mis plumas tendrán color. Mis orejas terminarán mejor. El rapaz felino necesita crecer.
Así es, sin mover el pico me comunico con el bueno de William, hablando directamente a su mente. Ya sabe quiénes somos nosotros. Somos Grifos.
-Comeré. Rapaz felino respeta pacto antiguo con sus presas. Mis garras habrán de atrapar. Digna rata me alimentará. Finalmente puedo hablar con el alma. He aprendido a hablar como humano, pero ésta es mi lengua. Es distinta, pero íntima, orgullosa y majestuosa.
Abro los ojos hasta que tienen el tamaño de dos planetas, la boca hasta que la mandíbula me lleva al suelo, dejo caer mi pedazo de bizcocho, hincho mis pulmones y corro y berreo, presa del pánico, hasta que me meto en casa.
Rápido cierro la puerta tras de mí y, como si los cristales pudieran protegerme, miro a este nuevo Sipgua desde la seguridad de mi casa.
- Al igual es uno de los ex Bjornaer - pienso para mí, sin perder de vista los movimientos de la bestia alada que se yergue, majestuosa, en el patio de atrás de mi casa.
-¡Con razón quería volar en el callejón Diagón!
Apoyo las manos y la cara en la cristalera, para ver mejor qué es lo que hace Sipgua, el grifo.
Teme el humano que injuria a los míos. Se esconde el que consciente maltrata el balance de la naturaleza. Rapaz felino atacará a quien con su mentira lastima.
Recito con el alma. Me muevo majestuoso, orgulloso de mi naturaleza fuerte y poderosa. Antepasados que con su historia navegaron los cielos asoman sus picos espirituales en los rasgos de mis aun jóvenes plumas. Levanto el morro y exhibo el pecho, digno y honesto.
Hasta que recuerdo que sigo siendo un pichón juguetón y perceptivo. Repliego mis alas gigantes que con delicadeza y armonía parecen adheridas a mi lomo; bajo mis cuartos frontales con pecho al piso como si fuera a saltar.
Y lo hago, de un lado a otro, agitando la cabeza con las plumas que se esponjan de vez en cuando. La cola amistosa se mueve de lado a lado, procurando calmar al que no debería temer.
Mis palabras han sido para traer calma, para recordarle quiénes sí deben sentir terror al verme. Mi baile para jugar, como lo había prometido aquel niño.
Voy cerca del bizcocho que ha dejado caer, pero no lo toco. Respetuoso de que es suyo, que yo no lo he cazado, me acuesto al piso para descansar. Cierro los ojos y muevo las orejas aun redondas de cuando en cuando.
Poco a poco voy saliendo de mi asombro. Parece que sigue siendo Sipgua, aunque ahora sea Sipgua, el animal mitológico que pesa un cuarto de tonelada. Admiro su forma y evalúo la potencia de su cuerpo. Si quisiera, podría destrozar un coche con sus garras. O dos, si fueran modelos koreanos.
Abro la puerta lentamente y poco a poco, no fuera caso que Sipgua, el grifo, se pusiera nervioso y me tomara por una amenaza, o peor aún, un simpático, sabroso y rechoncho aperitivo, salgo al jardín.
- ¿Sipgua? - pregunto temeroso. - ¿Sigues siendo tú, SIpgua? ¿Sigues siendo el chico moreno, alegre y lleno de curiosidad que hasta hace 30 segundos era mi amigo?
Voy acercandome más y más, vencido por la curiosidad. Domino la tentación de acercar mi mano a su cuerpo y tocarlo. No es un perro. Es Sipgua, aunque no lo parezca demasiado. ¿O este es el auténtico Sipgua y el otro, nada más que un disfraz?
- ¡Asombroso! ¡Claro que no necesitas varita, ni libros, ni nada! ¿Quién los necesitaría pudiendo surcar los aires como un águila y teniendo la fuerza de un león?
Sonrio de nuevo, con sinceridad, como lo hacen los niños. Sigue siendo él, no me importa cual de sus formas sea la auténtica. Es posible que ambas lo sean. ¿Qué más da?
- Si quieres, puedes quedarte aquí. No creo que a mamá le importe, aunque tendrás que aceptar sus manías. Siempre me envía a la ducha, lo necesite o no, y no creo que contigo haga algo distinto. Es una mujer justa y mide a todo el mundo con el mismo rasero. En mi habitación tengo espacio de sobras para otra cama, aunque no duermo demasiado. Y como no duermo, leo. - propongo mientras intento dar la vuelta alrededor de mi amigo para poder observar cada uno de sus rasgos.
- Fantástico - añado con admiración. - ¿Y puedes hacer esto siempre que quieres? ¿O tienes que esperarte entre una vez y otra? ¿Cuánto rato puedes estar así? Y cuando comes ¿comes cuando eres un niño o cuando eres un grifo? Y si cuando eres un grifo te comes una oveja o un caballo ¿qué pasa si te conviertes en chico otra vez? ¿Te explota la tripa? - digo mientras me coloco bien las gafas y examino la parte de abajo de su pico. - ¿Y cómo lo haces? ¿Tienes que pensar en que quieres hacerlo o te sale solo? ¿Se puede aprender a hacer eso? ¿Me puedes enseñar? ¿Cuánto se tarda en aprender?
- Por cierto -añado mirándole inquisitivamente a los ojos - ¿tienes hambre?
El rapaz felino es lo que es. Vuelo cuando quiero, de mi nacimiento al espejismo humano. No lo puedo evitar. En ésta forma hablo de forma distinta, quizás compleja. Es mi alma la que se comunica, no unos labios que gesticulan gracias al aire abocanado en unos pulmones de carne. Éste idioma, el de mi nacimiento, es puro, es honesto.
Entonces dejo muchas de sus preguntas sin más respuestas que aquella. No importa qué diré, lo que dije o diré. Soy lo que soy, actuaré como actuaré. Enseñaré, porque a eso he salido de mis tierras.
Me pongo de pie majestuoso, exhibiendo el blanco de mis aun jóvenes plumas. Giro el rostro cada tanto mientras observo fijo y penetrante, como un ave que escrutina.
Comeré. Cazar debe el ave y felino. Un pequeño tic. El ala derecha amaga con extenderse, pero no lo hace. Pero pronto lo hará porque necesito sentir el aire entre sus pliegues, mientras vuelo majestuoso sobre alguna presa digna; para honrarla al dar su vida por mi.
Me siento feliz con la compañía de Sipgua. He pasado casi toda mi corta vida entre libros y este es el primer amigo que tengo. Me siento en el escalón de pizarra negra mientras contemplo como el grifo juguetea con el aire. Pienso en cómo debe ser volar por ahí arriba y ver las cosas desde el cielo. Volar muy, muy alto, pasar entre medio de una nube y descender en picado. Imagino por un momento que mi cuerpo es grande y poderoso, como el de mi amigo alado, y que tengo, en lugar de manos, unas zarpas capaces de partir en dos a un ñu, sin ponerle demasiado esfuerzo.
- Y si sabes hacer mágia ¿para qué vas a Hogwarts? ¿Qué quieres aprender?
Voy hacia mi habitación y saco un peón de vis de mi baúl de los tesoros y regreso al patio. Lo deposito a cierta distancia del rellano, saco mi varita e intento hacer un conjuro defensivo que en teoría, tiene que servir para coger la magia de un objetivo antes de que pueda ser usada contra tí.
- ¿Has intentado alguna vez coger mágia? Me gustaría aprender a coger magia antes de que pueda ser usada. ¿Te imaginas que hubiera pasado si Harry Potter hubiera sabido hacer eso? Voldemort lo habría pasado mal, seguro.
Al terminar de hablar, dejo que la quintaescencia de la varita se mezcle con la mía, voy dejando que el hormigueo se haga cada vez más y mas intenso y, cuando empieza a ser un pinchazo doloroso, apunto al anaranjado e iridiscente peón de vis y suelto la energia de golpe mientras digo en voz alta:
- ¡Recapto!
El objetivo es gastar puntos de quintaescencia para hacer un conjuro que robe quintaescencia, de manera que mi varita se quede igual y el objetivo, pierda quintaescencia.
Le respondo al aprendiz de mago sin mover el pico. De nuevo, aquella voz casi que madura llega directo desde mi mente a la suya. No viaja por el viento como la voz.
Nuestra magia no es como la de ustedes- A poco más de unos dos pasos de él aterrizo para observar lo que hace; porque yo mismo he oído historias de lo que son capaces de hacer los seres como él. Una varita es capaz de cambiar el curso mismo de la realidad y soy testigo de esa verdad por primera vez.
Me pregunta por la magia, pero no conozco nada más que aquella que naturalmente se nos da a los Grifos. Es limitada. Jamás podría hacer algo como lo que él hace ahora mismo.
Pero hay algo que sí puedo hacer. Lo hago.
*Sin necesidad de decírselo dejo en su mente la huella de éste sentimiento. Es incapaz de conmensurarse en palabras. Sabe qué es pero jamás podrá describirlo. Se trata de impotencia, de indefensión e incluso de temor. Como brumas oscuras que llegan para atormentar, empieza una breve imagen de unas lejanas montañas, altas y majestuosas.
Entre las nubes, cubiertas por el hielo y la densidad de fuertes corrientes de aire, hay un sólo hombre. Al menos tenía su forma. Agita su varita y empieza una tempestad incontenible. Ningún ave sería capaz de surcar sus vientos o de mantenerse en tierra. Las criaturas de la montaña padecen el dolor; y de nuevo, aquella impotencia, indefensión y temor.
Es un destello. No dura mucho la ilusión que imprimo en su mente. Un breve destello de luz debería sacar de la hipnosis a que induje al bueno de William. Ha sido suficiente para que entienda por qué voy al castillo de los magos.
No volveremos a estar indefensos. El grifo majestuoso vuela, pero la magia vuela sobre nosotros.
Sin aviso me aviento sobre el aire con violencia emitiendo un fuerte sonido, un atronador y agudo chirrido de águila antes de caer sobre una pequeña presa que por fin queda al descubierto cerca de nosotros. Abro su estomago con el pico afilado y empiezo a devorarlo con las plumas algo esponjadas. La sangre gotea de a pocos.
Entonces miro al bueno de William- Ya no tememos. Grifos ayudarán a proteger al mundo donde antes no fueron capaces. Dicho lo cual vuelve una mirada serena en los ojos amarillentos y penetrantes, se relajan las orejas y las plumas vuelven a su posición. Incluso parezco parpadear, como señal de los gatos cuando estamos descansando, casi que a punto de dormir.
Luego sigo comiendo mi alimento mientras agradezco a su espíritu por heredarme sus fuerzas.
*Uso la tercer esfera de Mente para compartir contigo la imagen que los Grifos del nido han compartido conmigo.