Partida Rol por web

Caes del árbol despatarrada al suelo mientras lo que llevabas en la mano ( si, era un arco, y antes una espada, y un arco otra vez... ) sale volando de ella para caer convertido en boli entre el cesped, en dónde lo pierdes de vista. Por suerte, caes detrás del árbol en dónde estabas, dejando este de por medio entre el minotauro y tú, cosa que te salvará la vida...

Eso, y que tu madre y Martin se ponen a lanzarle piedras al enorme bicho, el cual sale corriendo a por ellos, decidiéndose ir a por tu madre en vez del por el fauno. Dicen que los minotauros prefieren la carne humana antes que la de cabra u oveja.

El minotauro sale corriendo tras ella mientras tú te incorporas e intentas encontrar el boli.

Martin, a varios metros de tí grita a viva voz.

- Regresa a tu bolsillo... beeeee... mira en tu bolsillo... -

Y automáticamente, metes la mano en el bolsillo de detrás del pantalon, sacando el boli que habías perdido en la caída.

Pero tu madre está en un serio problema en este momento...

Olivia destapó el boli sin dudarlo y en su mano, apareció un arco, pero esta vez no era un arco normal y corriente, era un arco dorado, con una flecha pegada sobre su costado, la cual podía coger y lanzar en cuanto pudiera...

Martin saltaba en su sitio, algo aterrado, aunque ahora que lo miras, su rostro parece estar más alegre que antes...

Alrededor tuyo, una luz dorada que emanaba de tu frente te hizo volver a la realidad...

- ¡Te ha reconocido! ¡Es su arco! ¡Dispara! -

Mientras caía, Olivia piensa que había llegado su hora. Por suerte, su madre y amigo se interponen y le salvan la vida. Pero a un precio bastante caro, ahora era su madre la que estaba en peligro.

Cuando Martin le dice que mire en su bolsillo está apunto de gritarle que deje de decir tonterías, pero al encontrarse ahí la pluma, sus ojos se abren. ¿Cuándo había llegado hasta ahí? La destapa sin dudarlo y entre sus manos aparece un arco dorado increíble. Se queda alucinando, pero las palabras de su amigo la sacan de su ensimismamiento y apunta hacia el enorme bicharraco y suelta la flecha.

El arco te quema en la mano, y la flecha, cuando la coges y la colocas en él, antes de soltarla, también te hace una pequeña quemadura en los dedos. Aún así, con ese dolor, la lanzas con toda tu fuerza en dirección al minotauro.

Este, sigue su carga contra tu madre, la cual tropieza con una roca y cae al suelo, y en ese momento el monstruo salta por los aires a varios metros de altura, para intentar caer encima de tu madre, la cual se cubre la cara al ver que su final está cerca.

Martin y tú, ambos, gritasteis al ver que la flecha que iba recta y el minotauro ya no estaba en la línea de impacto, sin embargo, todo cambió cuando la flecha por si sola, cambió el rumbo de impacto como si de un misil teledirigido se tratase.

El minotauro caía y la flecha lo seguía sin que se pueda escapar.

Cuando esta impacto en su cuerpo, este esplotó en una nube de humo negro con olor a azufre y lentamente, desapareció justo cuando estaba a pocos centímetros de tu madre.

El humo lentamente se fue yendo del lugar, mas no el olor azufrado, hasta que al desaparecer, lo único que dejó a la vista era una flecha de madera clavada en el suelo...

No había rastro de tu madre...

Olivia observó toda la trayectoria, desde que dejó ir la flecha. Su cara iba cambiando de terror a asombro cuando se desvió siguiendo al minotauro como si fuese un imán. Cuando ya creía que todo había acabado, su madre desapareció.

¡No! ¡Mamá! Grito desgarrandose la garganta y corriendo hacia el lugar en el que segundos antes había estado ella. Ahí la concentracion de azufre era mayor, pero aún así va decidida, tapándose la nariz y boca con la manga.

¡Mamá! Vuelve a gritar. ¡Martin! ¿Dónde está? Grita por ayuda o una explicación.

Nadie te respondía.

Martin no sabía que decir, todo estaba en silencio, cubierto con un humo amarillento verdoso con olor a azufre, pero allí, nada se movía.

Tu madre había desaparecido junto con el Minotauro y Martin no podía creer lo que estaba pasando.

En ese momento, comenzasteis a ver luces parpadeantes a lo lejos, muy similar a una antorcha. Eran muchas, casi una docena, que lentamente se metían en el humo y se iban abriendo paso entre la arboleda.

- Mirad por allí, que no nos sorprendan. - Gritó la voz de una chica, la que parecía que estaba al mando. - Cubrid los flancos. -

- Si, señora. - Gritaron al unísono los demás mientras se disponían a seguir sus ordenes.

Tras unos segundos, una antorcha se colocó casi a tu lado, guíada por tus gritos y los de Martin, llamando a tu madre. La chica que apareció ante tí era una joven rubia, con el pelo liso, ataviada con armadura dorada y una espada corta en la mano, y en la otra, la antorcha que te iluminaba desde arriba.

- Vamos, tenemos que irnos. Tal vez haya más de esas cosas por aquí. -

Olivia tenía los ojos húmedos. No había llorado en su vida, pero la pérdida de su madre había sido un gran golpe. Estuvo apunto de dejarse llevar por sus sentimientos y estallar a llorar, pero las voces y las luces de las antorchas la hicieron volver a la tierra.

¿Sois del campamento? Pregunta poniéndose en pie, y cogiendo el arco con fuerza. Su arco no tenía nada que envidiarle a la espada de la chica. Aún así, ya se había despertado en ella el espíritu combativo.

- Sí. - Respondió secamente y te tendió la mano para ayudar a levantarte. - Ven conmigo y con los demás, no queremos que algún primo de lo que acabas de matar aparezca en el medio del bosque y nos mate a todos. -

La chica te levantó del suelo y acto seguido, se giró hacia los demás.

- ¡Regresemos al Campamento! ¡Aquí ya no hay más nada que ver! -

Martin se acercó corriendo a ti con una rara expresión en el rostro, una mezcla de tristeza y alegría. Tristeza por la pérdida de tu madre y alegría por que os han encontrado. Se colocó a tu lado y espero las indicaciones de la rubia.

- Andando. -

Caminasteis un par de cientos de metros por entre los árboles, hasta que un gran claro apareció de la nada.

Allí, lo primero que puedes ver es un gran arco de madera, en cuya parte más alta, cuelga un cartel con unas letras. Agudizas la vista para poder ver bien y las letras parecen bailar en tus ojos. Te das cuenta que es griego, griego clásico, y tras el movimiento, se forman dos palabras que comprendes perfectamente.

"Campamento Mestizo"

Olivia camina, casi como un zombie, en modo automático.

Una vez ve el cartel reacciona. Que acabe entendiendo las letras griegas ya no el sorprende. Visto lo que había visto ya, aquello parecía normal. Pero eso hace que formule una pregunta antes de seguir caminando y se la hace a la chica rubia, pues parece la experta.

¿Qué...? Pregunta con miedo a la respuesta. ¿Qué le ha pasado a mi madre? Cuando le disparé a ese monstruo... ella también desapareció... Dijo algo abatida.

- Lo siento, Mestiza, pero no soy la indicada para responderte a esa pregunta, ya que no lo sé. - Dijo Clarissa mientras avanzaba a su lado mirándola de reojo por si tenía que cogerla antes de que se desmaye y caíga al suelo. - Mira, en el Campamento seguro que alguien te puede responder esa pregunta, yo, si lo hiciera, te mentiría. -

Atravezastéis el arco que separaba el bosque normal del Campamento y sentíste un suave escalofrío que te recorría el cuerpo cuando tu cuerpo pasó al otro lado.

A pocos metros de allí, pudiste ver un gran árbol con flores blancas que se movía con el viento como dándote la bienvenida.

Clarissa se dio la vuelta para mirarte con una sonrisa.

- Te está saludando. Parece contenta. -

Olivia pone los ojos en blanco. Allí nadie respondía a las únicas preguntas de las que quería respuesta.

Immediatemente replica. Me llamo Olivia Atwood. "Mestiza" sonaba a "bicho raro". Dice mirándola de reojo, cómo dando a entender que ella tampoco se había presentado.

¿El árbol? Pregunta sin creérselo. Pues hola a ti también. Le dice dejándose llevar por la locura, pero en pensamiento.

- Encantada, Olivia, mi nombre es Clarissa, hija de Ares. - Dijo la chica mientras miraba con ternura el árbol.

Clarissa le sonrió a Olivia mientras continuaba caminando hacia el interior.

- El Árbol... bueno, ese árbol tiene una larga historia, tal vez, si te quedas con nosotrs puede ser que sepas por qué está allí. Sin embargo, hay una cosa que puedes saber, ese árbol es el que mantiene a raya a los enemigos y no les permite entrar al Campamento. -

La muchacha señaló con su mano el campamento y movió la mano de lado a lado.

- Olivia, bienvenida al Campamento Mestizo. -

Olivia miró a la chica. ¿Hija de Ares? ¡Qué pasada! Pero no deja que su admiración salga de sus pensamientos. Su cara muestra serenidad y concentración.

Gracias. Dice más por educación que otra cosa. Mira una última vez al árbol.

¿Cómo puedo saber de quién soy hija yo? Pregunta curiosa. Aunque con esa pregunta, le viene a la memoria sus padres adoptivos, que ahora ambos, habían desaparecido. ¿Qué harían Jason y Ryan sin mamá? Debería buscar a alguien que pudiese responderle esas preguntas.

- Saber de quién eres hija es sencillo y la vez complicado. Es tu padre o tu madre la que te "marca" como su hija. No te preocupes, hay gente aquí que hace años que viene y todavía no sabe quién es su padre. Ese no es el más grande de los problemas. - Dijo Clarissa mientras entrabais al campamento.

En ese momento, un montón de chicos y chicas salen a recibirte, algunos lo hacen felices, otros parecen más parcos, pero todos salen a tu encuentro.

Ves gente con armaduras, gente con túnicas, algunos con el torso desnudo y además, varios faunos como Martin que se acercan a él.

- Creo que será un verano interesante. - Concluyó la rubia con una sonrisa.

El más interesante. Dice Olivia sin dudarlo tampoco.

Y observa sin mucho entusiasmo la bienvenida. No estaba para bienvenidas, fiestas o cualquier cosa parecida. Su vida había dado un cambio radical. Aunque más que cambio, había sido una farsa. Nada de lo que había vivido era real. Primero perdió a su padre, que resulta no ser su padre. Luego ni siquiera puede despedirse de sus hermanos, y luego su madre. Y ahora se veía metida en un campamento lleno de gente como ella, que al parecer, lo llevaba muy bien.

Ella aún no acababa de decidir como tomarse todo aquello.