- Vale. - Dijo Apolo mirándote la espalda.
Pero rápidamente, se colocó delante de ti a una velocidad impresionante.
- Pero si tu no eres mi hija... ¿cómo explicas esto? -
El Dios destapó el bolígrafo y un arco dorado, con piedras preciosas inscrustadas por todos lados y con la cuerda más brillante que hayas visto en tu vida, aparece en su mano. Te acerca el Arco hasta la altura de los ojos y con una sonrisa, señala algo que está escrito en griego.
"Propiedad de Apolo" Dice la leyenda.
- Sólo mis hijos pueden invocarle en momentos de necesidad, y creo que tú has pasado alguno últimamente. Sé que es complicado, normalmente la gente se niega a creer lo evidente... yo mismo lo hacía hasta hace nada, hasta que ví mi arco en mi mano. -
Apolo te sonrió.
- Tal vez no haya sido el padre más atento del mundo, simplemente, por que no sabía de tu existencia hasta ayer... por eso y sólo por eso me he aparecido por aquí. Pero está bien, tú quieres ser fuerte y al parecer, ser mi hija no va a ayudarte, así que regreso a mis quehaceres. - Dijo mientras sacaba otra pluma de su bolsillo, una parecida a la tuya, pero claramente diferente. - Quiron, dale esto cuando se calme o cuando ella lo quiera. Es mi presente por haberla hecho esperar tanto y bueno, una simple disculpa. -
Después, el hombre se giró hacia su coche y te miró por última vez.
- Espero que algún día, podamos hablar tranquilos y me perdones. Adios, hija. -
Y con esas palabras, Apolo subió a su coche y salió disparado hacia el cielo, a realizar su trabajo diario.
Olivia le mira a los ojos, seria, sin reaccionar. Le deja hablar durante todo el rato. No por respeto, si no porque no sabe qué decir. Es cierto que había sido injusta por haberle juzgado antes de saber lo que había sucedido, pero es que su vida habría sido tan diferente si le hubiese conocido antes... No se quejaba de su familia, pero seguramente, les habría hecho sufrir menos. Su padre, y era lo que más le dolía, no habría muerto. Sus hermanos y mujer habrían disfrutado de él y los problemas en la granja no habrían surgido.
Aprieta el puño intentando aguantarse las ganas de llorar, aunque sus ojos sí brillan. Finalmente Apolo desaparece, y parece que Olivia vuelve a respirar. Mira seria a Quirón.
Simplemente extiende la mano. Quiere lo que es suyo. Era un paso.
Quiron te dió lo que era tuyo y apoyó su mano sobre tu hombro.
- ¿Estás bien? - Te preguntó sonriendo, intentando que mejores un poco el ánimo.
Pero sabía que no iba a ser así de fácil.
- Mira, ya es tarde y esta noche tendré que presentarte a todo en el comedor. Además, tengo que darle la bienvenida a otras personas como tú que han llegado hace poco y mostrarles un poco el campamento. -
El centauro vuelve a sonreirte y te señala una cabaña a lo lejos.
- Esa es la cabaña de Apolo, tu nuevo hogar. Ve, descansa un poco que por la noche nos vemos en el comedor. -
Olivia asiente con la mirada en el suelo.
Gracias. Le susurra antes de dirigirse hacia la cabaña.
No sabía qué pensar y eso que tendría mucho tiempo para hacerlo. Encima ahora se encaminaba a la cabaña donde encontraría a posibles "familiares" suyos, como hermanos o vete a saber qué. No iba muy animada precisamente. Pero almenos, mantenía la pluma bien agarrada en su mano, dentro de su bolsillo.