Partida Rol por web

Olivia parpadeaba. Sí, debía estar en un sueño. Pero se pellizca. ¡Au! Exclama. No, no era un sueño.

¿Que la qué? Pregunta impresionada. A ver... que estaban pasando muchas cosas seguidas, su profe un monstruo, una pluma un arco y una flecha... ¿y quería que así sin más matase a su profesora? Aunque ahora mismo parecía cualquier cosa menos una profesora.

¡Además no había llevado un arco en su vida! Pero mientras pensaba todo esto, su cuerpo ya había reaccionado al arma, y tenía la flecha apuntando a la "profesora" con una mano, y con la otra el arco tenso.

Así que solo tuvo que cerrar un ojo para apuntar y cuando creyó que impactaría en todo el medio del monstruo, la dejó ir. ¡Dame suerte papá! Es lo último que piensa, con los ojos cerrados.

La señora Tancy se volvió hacia ti con una mirada asesina en sus ojos. Tus rodillas parecían de gelatina. Te temblaban las manos tanto que casi dejas caer el arco...

- ¡Muere, cariño! - Espetó y voló directamente hacia tí.

... y tú disparaste.

La flecha toco su hombro y pasó limpiamente a través de su cuerpo como si fuera de agua. *Hiiiiisssssss* La señora Tancy fue un castillo de arena en un momento. Ella estalló en polvo amarillo, se vaporizo en el terreno, sin dejar nada, pero con olor a azufre y un grito de muerte y un enfriamiento en el aire, como si esos dos ojos brillantes siguieran mirándote.

Estabas sola. Había un boligrafo en tu mano. El señor Brunner no estaba allí. No había nadie más que tú.

Por un momento creíste que tu comida había sido contaminada con hongos o algo así. ¿Y sí todo era producto de tu hiperactiva imaginación?

Saliste de ese sitio y Martin estaba sentado justo donde lo habías dejado, con un mapa del museo. Nancy Bobfit estaba allí de pie, refunfuñando con sus feas amigas. Cuando te vió, habló.

- Espero que el señor Kerr te haya azotado en el trasero. -

En ese momento se fue y tú parpadeaste. No habías tenido nunca un maestro llamado Señor Kerr.

Olivia parpadeo, miró alrededor, pero nada cambiaba el hecho de que estaba sola y tenía una pluma en la mano. Esa pluma era lo único que le decía que no se lo había imaginado todo. ¿O sí? Esa pluma la podría haber cogido de vete tú a saber dónde... Sale fuera y todo sigue como si nada. Ni siquiera supo qué contestarle al principio a Nancy cuando habla de un profesor nuevo.

¿De qué hablas? Le espeta con asco y se dirige hacia Martin. Se le queda mirando algo confusa, casi esperando alguna pista que la llevase a que no se había vuelto loca, y que los profesores de sus anteriores centros no tuviesen razón al decir que lo suyo era algo serio.

Martin parece querer decirte algo en ese momento, sin embargo, el Sr. Brunner aparece de repente delante de ti, justo cuando la Bobfit se aleja contenta con tu cara de asco. El profesor parece enfadado, o por lo menos, eso te parece cuando levantas la mirada y le ves la cara seria que tiene, sin embargo, cuando comienza a hablar lo hace muy tranquilo.

Lo único extraño es que no te habla a ti, sino a Martin.

- Cógela y sácala de aquí. Si una Arpia a venido a por ella, seguro que hay más de esas rondando el museo. - Dice el Profesor mientras comienza a mirar hacia todos lados como buscando algo. - Llévatela, ahora. -

Martin sólo asiente con la cabeza y te coge de la mano. Todavía no entiendes nada, pero tu amigo te levanta de dónde estás sentada y te lleva corriendo hacia la calle, en dónde para un taxi y te sube a él casi a la fuerza. Sigues confundida, ahora algo más. Mucho más. Escuchas como tu amigo dice la dirección de tu casa y el taxi sale rápido, dejando atrás a tus compañeros de clase y al Profesor, que os mira marchar desde la acera.

Olivia observa y escucha toda la conversación atónita. ¿Estaba drogada o qué? No le da tiempo a decir nada al profesor, que Martin ya la está alejando de allí y metiéndola en un taxi.

¡Eh! Le grita. ¿Qué haces? Le pregunta molesta. Algo de todo aquello no le estaba gustando en absoluto.

¿Qué coño es una Arpia? Pregunta perdiendo la paciencia, aunque no era difícil. Suponía lo que era una Arpia, no era una experta pero tenía la sensación de que no se referían a Nancy. Como todo adolescente había visto series de épocas antiguas, tipo: Hércules o Xena. Pero en el fondo de su corazón, estaba excitada, pues todo aquello significaría que lo que había vivido era real. La plumal boli, aún en su posesión, se encuentra bien sujeta entre sus manos.

El taxi continuó con su recorrido cuando Martin pareció tranquilizarse un poco y volver la vista al frente. Ahora parecía que estaba completamente centrado, aunque en ese momento, observaste como sacaba una manzana envuelta en papel plata del bolsillo y se la comía de un solo bocado. Bueno, eso no ha sido lo extraño, lo extraño es que también se comió el papel de plata.

Después soltó un eructo.

- Una arpia es una enviada del Tártaro. Una bruja con garras y alas que sólo quiere acabar con los Mestizos y ahora que te han descubierto, bueno, no sólo vendrán de esas, ahora todos los monstruos que estén cerca irán a por tí. Aunque ese arco te ayudará a defenderte, de eso estoy seguro. -

El taxi dobló en una esquina y siguió en dirección a tu casa. El conductor no parecía prestar atención a lo que allí hablabáis o simplemente, era sordo o se lo hacía.

- Así que ahora tenemos que tener mucho cuidado, no queremos que resultes herida. Vamos derecho a tu casa y desde allí, coges algo de ropa y nos vamos al campamento. -

Olivia flipaba. ¿Ese era Martin? Parecía tan.... ¿diferente? Le escucha con una ceja levantada y le deja acabar, pasando por alto lo raro de la manzana.

Algo había oído de esas palabras en alguna clase del señor Brunner, pero pensaba que eran eso, leyendas antiguas. No que existieran de verdad.

Un momento... ¿soy una Mestiza? ¿Qué significa eso? ¿Es una broma de cámara oculta? Pregunta mirando dentro del taxi. Porque no tiene ni puta gracia. Dice realmente enfadada.

Pero estaba claro que lo que había visto en el museo no había sido producto de efectos especiales. Tenía muy claro lo que había visto y lo que había pasado con la pluma, que no sabía por qué no podía soltarla y seguía sujetando con fuerza. Aquellas últimas palabras habían sido un último intento de que todo aquello no fuese real.

¿Qué campamento? Le pregunta seria, respondiéndose a su última pregunta.

Tu amigo no tuvo tiempo de responder, ya que el taxi llegó a tu casa en ese momento. Tal vez eran los nervios o tal vez estabas distraida, pero de alguna manera el taxi giró en la esquina y en diez segundos estaba en la puerta de tu casa. Allí, Marianne, tu madre, estaba acomodando unos leños que seguramente había cortado esta mañana.

Martin le pagó al conductor al mismo tiempo que tu madre se quitaba el sombrero sorprendido y se acercaba al taxi para ver que pasaba.

Cuando vió que eras tú la que estaba en el asiento de detrás, sonrió y al ver a Martin bajando del taxi, su semblante se puso serio.

Lo que pasó a continuación resultó aún mucho más raro.

- Ha pasado. - Dijo Martin a tu madre el cual volvió a colocarse el sombrero.

Tu madre, la siempre tranquila y comprensiva Marianne, frunció el ceño y te ayudó a bajar del taxi, el cual partió automaticamente para regresar.

- Vamos, Olivia. No tenemos mucho tiempo. Coge tus cosas que prepararé la furgoneta. -

Olivia alterna miradas entre Martin y su madre.

¿Ella también sabía de que iba todo esto? Se deja arrastrar por unos y por otros.

¡¿Pero qué ocurre?!¡Mamá! Le suplica, mientras la sigue y observa como le hace la maleta. Ella no mete nada, deja que su madre se la prepare. Total su ropa ya era variada y se la ponía toda, cualquier cosa que metiese estaría bien. Era lo de menos en ese momento.

¡¿Qué campamento?! ¿De qué va todo esto? Vuelve a repetir, esta vez, plantada delante del armario, impidiendo a su madre seguir haciendo la maleta.

Tu madre miró a Martin con el ceño fruncido, como pensando en por qué no te ha contado todavía nada. Martin, en cambio, sólo se encoje de hombros y se va de la habitación, para dejar a tu madre a solas contigo. Por un momento habías creido ver a Martin comiendose una lata de coca cola, pero seguramente han sido imaginaciones tuyas.

Tu madre se sentó en la cama y te miró con cara tierna.

- Hija mía... - Te dijo. - Lamento que te hayas enterado de esta manera, pero es que no había otra forma, verás, tu padre... bueno... eres hija de un Dios. ¿Recuerdas algo de Mitología? Bueno, eres hija de uno de ellos. -

Marianne se quedó callada un momento, para que puedas asimilar lo que te ha dicho y prosiguió.

- Ahora que lo sabes, los monstruos irán a por tí. Simplemente por saberlo. Tienes que marcharte, tienes que irte al único lugar en dónde estarás a salvo y ese lugar es el Campamento Mestizo. Allí habrá gente como tú y estarás protegida. -

En ese momento, para más desconcierto, apareció Martin por la puerta.

Pero no era el Martin que conocías.

Ahora, de la cintura para arriba era el mismo, aunque hacia abajo podías ver dos piernas peludas, como si fueran piernas de una cabra. En pocas palabras, mitad humano, mitad cabra.

Olivia se sentó con su madre. Nunca antes se había sentido tan rara. La escucha en silencio y apesar de que quiere abrir la boca, al ver que ella seguía hablando la cierra y la sigue escuchando.

Su cara va cambiando de expresión a cada palabra: sorpresa, miedo, duda...

Hasta que finalmente ve a Martin, convertido en.... ¿medio cabra? Pega un grito y un salto que casi la hace caerse de la cama. Cuando vuelve a estabilizarse comprueba que no es ningun truco, su amigo estaba encima de dos piernas peludas.

¿Martin? Le pregunta dudosa. Pero sí, la parte de arriba era la de su amigo de siempre... Se acerca y le toca las piernas, algo desconfiada. Parecían muy reales...

Luego se gira hacia su madre de nuevo. ¿Yo? ¿Hija de un Dios?... Iba asimilando y a medida que poco a poco se lo iba creyendo, se sentía un poco decepcionada. ¿No era hija de su padre? ¿Ese hombre al que admiraba tanto? Luego estaba el tema de que los Dioses siguiesen existiendo, pero ese era el menor de sus cosas por creer ahora. ¿Qué Dios, mamá? ¿Quién es? Obviamente suponía que su padre no era su padre, pero, ¿su madre sí era su madre, no?

- Ahora no es momento de preguntas. Tenemos que irnos. - Dijo Marianne mientras volvía a ayudarte a hacer la maleta. - Te explicaremos lo que podamos por el camino, pero ahora, deberás darte prisa. -

Y así lo hicistéis.

Entre Martín, tu madre y tú, en poco tiempo tenían preparada la maleta y rápidamente, la sacaron fuera de la casa para tirarla en la parte de atrás de la camioneta de tu madre, entre las herramientas que utilizaba normalmente para cortar leña o hacer alguna chapucilla en tu casa.

- Ahora sube al coche, no tenemos tiempo que perder. -

Olivia impotente, pero ya totalmente convencida obedece y se sube a la camioneta de mala gana. Todo en ella hacía pensar que no estaba nada conforme; su expresión facial enfurruñada, sus brazos cruzados y sus piernas abiertas y finalmentne su cuerpo ligeramente hundido en el asiento.

Permanecería callada todo el camino, hasta que a alguno de ellos les diese por contarle algo. Ni siquiera le habían dejado despedirse de sus hermanos: Jason y Ryan.