Partida Rol por web

Amelia, ausente también, no ha dicho nada desde que ha entrado en la nave, y tras unos instantes, sale de la iglesia con premura. A pesar de los espesos muros, oís a la doncella gemir con violencia y vomitar. No vuelve a entrar.

El sol os calienta levemente durante el regreso a Ucero, y ayuda a secaros, pero aún así estáis ateridos y cuando los efectos de la excitación del combate se disipan, algunos empezáis a tiritar. A medio camino , en pleno bosque, una delgada columna gris de humo os señala el camino de regreso al pueblo. Los habitantes de Ucero como hormigas marrones regresando a su hormiguero, están plantados en hilera a lo largo del camino que lleva desde el río hasta el castillo. Nunca pensábais que tanta gente vivía en Ucero. Se oyen gritos y algunos aguaciles dan órdenes. La cadena humana se pasaba valdes y recipientes de agua, pero cuando os aproximáis parece que hayan perdido la determinación. El humo que sale de la torre del castillo es mucho mayor visto de cerca, y a pesar de la humedad, se ven llamas en el tejado.

Subís por la cuesta y la gente os mira perpleja, observando vuestras heridas sin decir nada. Se oyen maldiciones porque la lluvia ha parado, y las gentes rompen la cadena para seguiros. El portón está abierto, y al entrar, veis a un grupo de gentes, a Tegidria y a varios soldados rodeando una figura ennegrecida que yace en el suelo empedrado alrededor del pozo, apoyando su espalda en él.

Se vuelven a oir gritos. Y dos mozos llegan corriendo... - Las mestas.. Las mestas, un rebaño vese por el camino de Osma!