Partida Rol por web

Los pasos acelerados de unos finos zapatos resuenan por los pasadizos de la oscura gruta.
La luz roja de la antorcha alumbraba el camino, mientras se escuchan sus jadeos de cansancio y tensión, está alterado y nervioso.

Las estructuras de piedra tallada y elaborada dan paso a grutas antiguas, de piedra vieja y rugosa, antiguas ruinas de algún lugar ancestral. Las catacumbas de Kordava esconden muchos secretos, algunos, como este, mucho mas oscuros de lo que la gente se piensa.

De pronto se detiene, y potente luz ámbar se ilumina ante él, proveniente de un gran cáliz de oropel lleno de aceite, en el centro de la ruinosa estancia.
Al rededor de ellas, oscuras siluetas miran al recién llegado por debajo de sus capuchas negras. Son figuras delgadas, y la poca piel que asoma de debajo de las túnicas, está arrugada y seca, decrépita.

Ellos, hablaron le hablaron así al recién llegado.

-Hmmm. Aun no has cumplido con tu cometido. Muy desesperado has de estar para atreverte ponerte en nuestra presencia... O muy deseoso de alcanzar la muerte.

La voz de quien habla siseaba como la de una serpiente, pese a ser seca y rasposa.

El hombre, asustado, pero convencido de lo que había venido a hacer, empezó a hablar.
Sus ropas eran lujosas y ostentosas, pero aquello no impresionaba a nadie en aquella sala.

-Maestros... Amos de la brujería y las artes oscuras. Vuestros deseos serán cumplidos muy pronto. Los aquilonios nos lo han puesto muy fácil, Conan mordió el anzuelo y El Colmillo ha llegado ya. La Daga muy pronto llegará a nosotros, mañana al medio día.

Tragó saliva, nervioso.

-Aun así, los augurios dictan que mañana se derramará mucha sangre, y los rebeldes cada vez son mas fuertes. Han caído mis mejores hombres...

Por eso, quería pediros, que me entreguéis ya [IMG]La Corona[/IMG]. Con su poder me haré con La Daga y aplastaré a los rebeldes sin piedad!

El miedo queda oculto tras el énfasis de sus palabras, de conseguir lo que ha ansiado desde hace muchos años mas que nada en el mundo.

Las llamas crecieron fuertemente, iluminándolo todo con una aterradora luz dorada, que hacía mas fuertes las sombras de aquellos encapuchados.

-Como te atreves! Acaso estás diciendo que eres incapaz de cumplir con tu cometido tu solo? Nosotros no ayudamos a los débiles!

Uno de ellos apaciguó las llamas con una simple mirada.
-Esperad...

Todos quedaron en silencio, como si sus mentes estuvieran pensando todas juntas.

El primero volvió a hablar, ahora de forma mas tranquila.

-Está bien, tal vez tengas razón. Cuenta con nuestra bendición y ayuda para conseguir el último artefacto.
La Corona está en el cáliz. Si de verdad la deseas deberás ponértela ahora para obtener parte de nuestro poder también.

Los encapuchados esbozan una larga sonrisa malévola.

El duque no lo dudó un instante, avanzó hacia el gran cáliz que contenía el aceite ardiendo. Bajo la superficie en llamas, podía ver la silueta de la corona del anterior Rey Fedrugo III.
Tanto tiempo deseándola y ahora le permitían cogerla.
Clavó la mirada en ella e introdujo sus dos manos en el aceite ardiendo.

Un profundo grito de dolor resonó por toda la gruta y un instante después saco de él La Corona, aun cubierta de aceite ardiendo. Sus manos y parte de sus brazos estaban totalmente quemados, con la piel parcialmente derretida, y sus dedos no eran mas que meras garras de hueso con algunos músculos abrasados cubriéndolos.

Villagro ríe a carcajadas pese al dolor, posiblemente su locura no le permita sentirlo, mientras las sombrías figuras lo miran con satisfacción.

Villagro coloca la corona sobre su cabeza lentamente, como si algún poder divino estuviese coronándole rey del mundo entero, pero cuando deja caer la corona sobre su cabeza, susojos se cierran fuertemente, sus gestos se vuelven mas amargos e airados, y su cuerpo se convulsiona hasta que cae de rodillas al suelo.

Los encapuchados ríen malévolamente mientras Villagro abre los ojos de nuevo con una mirada de profundo odio y locura.

El encapuchado que ha hablado segundo pronuncia:
-Levántate, Rey de Zíngara... Ve y consigue el tercer artefacto.

Villagro se incorpora, mirando hacia la salida de la gruta, y contesta con voz oscura.

-Si, amos...

Y sale de la estancia de nuevo hacia la superficie de Kordava, mientras los encapuchados aun ríen y la luz de las llamas se apaga, dejándolo de nuevo todo a oscuras.