Partida Rol por web

Astérope

La Ciudad de los Muertos

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20/10/2021, 17:41
Nikita Pontecorvo

La respuesta de Mariam a Bediviere hizo que Nikita mirara a la bruja con un gesto recriminador que venía a decir: "¿en serio?" Por lo visto, para ella no había sido suficiente con el mensaje de Bry y de Ingvild y sentía la necesidad de insistir en términos parecidos, aunque fuera mucho más amablemente. No sabía si pretendía hacerla reaccionar con respecto a lo que le decía y aprovechar el impacto de lo sucedido para impulsarla a ello, pero el ánimo de Nikita se movía en la cuerda floja, así que resopló y se quedó mirando a la bruja con fijeza.

No creo que tenga mucho sentido que le pregunte a mi padre por ti —antes de seguir hizo una pequeña pausa para remarcar la frase, pues en realidad era eso y solo eso lo que le quería decir. Luego añadió—: se supone que no sabe nada de todo esto.

Se sentía realmente violento cada vez que la veía babear al hablar de Michele. Y puede que su madre no fuera una bruja de trescientos años, pero era rusa y asteropesa de adopción y en un momento dado más Pontecorvo que los Pontecorvo, así que tampoco le recomendaba que se la jugara con ella.

Vamos a darnos un respiro, ¿vale? —dijo moderando un poco el tono, dirigiéndose a Mariam en particular, a Bediviere e incluso a sí mismo. Lo había intentado desde que había entrado en aquella habitación, tratar de centrarse, pero con la situación endemoniada de Bediviere y el reloj de arena que se vaciaba sin remedio sobre sus cabezas, le estaba resultando imposible.

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20/10/2021, 19:16
Adam Dyer

Bediviere no pudo evitar enarcar una ceja- Qué honesta, Mariam. - dijo, en una frase que estaba llena de ácido mal disimulado, que se contenía al fin y al cabo. Le habría dicho más, a juzgar por su expresión. Pero su chico se adelantaba, mostrando su propia molestia y pidiendo un respiro. 

Respiró hondo, por la nariz, y frunció los labios en torno al cigarro, tomando una nueva calada, callando lo que le habría gustado decir en aquel instante, tan sólo por no generar otra situación violenta para Nikita.- Gracias por tu consejo y tu ayuda, bless your heart. - expresó, frunciendo el ceño, mientras exhalaba el humo blanco, devolviéndole el porro, y levantándose. 

Sí, vamos a tomarnos un respiro.-convino, sacudiéndose la falda del vestido y dirigiéndose hacia uno de los balcones.

Haya paz... —intervino Adam a la vez que se incorporaba para interceptar el porro que Bediviere le devolvía a la bruja. Evidentemente no se había transformado en nada, pero el intento tampoco le había costado nada con que no se sentía en absoluto, frustrado. Por lo que respectaba a la bruja, cierto era que esta había hecho gala de un muy deficiente en diplomacia, pero el punto era que aquello no se fuese de las manos.

El chico fumó con deleite. Si bien antes había rechazado la marihuana en pos de un pensamiento más claro y enfocado, ahora, envuelto en aquella maraña de humo se sentía verdaderamente inspirado. Y relajado. Y no era que se hubiese olvidado del cruel destino de su madre, acarreando mierda en las fabelas de la Parca, ni siquiera el hecho de que la cruel sirenita ama y señora de su hogar le había robado (sí, robado) la voz a su Bran. Simplemente se dejaba llevar. A las puertas de su cita con la muerte como que todo empezaba a difuminarse ante lo terriblemente inefable de su cometido en aquel lugar.

Bedi... tal y como yo lo veo, ser peligrosa y ser poderosa apenas se diferencia en tres o cuatro letras. Joder... te podría citar mil pelis en las que se dice esa mierda de que el hábito no hace al monje, que somos nuestras decisiones y toda esa chufa. Pero lo haré con comics, si te parece.

El chico se incorporó, dio un sorbo de té y volvió a fumar de lo que ya empezaba a convertirse en una simple colilla. —Cuando Jean Grey descubrió que tenía la fuerza Fénix, todos se acojonaron vivos. Incluso el profesor X, ahí es nada. Su novio, Cíclope, la apoyaba a muerte y ella movió cielo y tierra por aplacar esa energía. ¡Mal! Lo que había que hacer era fundirse con ella... entrenarla, comprenderla, pero no controlarla. Armar una comunión con ella. ¿Lo pillas? Igual lo tuvo y lo mío va de lo mismo. Tu rusalka y mi capitán tentáculo son movidas no a controlar... sino a comprender. Hemos de ponernos al servicio de ellos para que ellos sirvan a nuestros propósitos. 

El porro ya minúsculo acabó apagado en el fondo del vaso de té acabado de Adam. El chico se levantó y se desperezó sin tapujos haciendo sonar varias vértebras por el camino. 

 —Estuve a punto de hacerle algo malo a Nikita cuando me transformé en él. Si Nikita me dice que soy un puto peligro, pues ya me jode... pero es lo que hay. Habrá que poner medios. Y, joder, tía... a ti te sobran ovarios para eso y más. Así que si alguien te dice que eres peligrosa, muérdele un ojo y dile... "no sabes cuanto".

El speech del chico era desenfadado y torpe. Probablemente muy poco sensible. Pero al menos recogía muy bien lo que pensaba del asunto. Esperaba darle un poco de perspectiva a la americana.

Notas de juego

Edito por el post de Adam para meter antes el backup de Bediviere.

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20/10/2021, 19:38
Branwen Glyndwr

Recibió la argumentación del Paje con sentida deferencia y la agradeció con naturalidad.

Un gesto sencillo de saludo escoltó a las chicas cuando se fueron en pos de la Ninfa de la casa. Esperó hasta perderlas de vista e incluso, como había hecho con Adam y Trevorrow, unos minutos más (tres o así) antes de volver a entrar. Por si acaso. Siempre había que haber un por si acaso.

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20/10/2021, 19:39
Branwen Glyndwr

Desentornó la puerta y a la tercera pareció ser la vencida. Esta no se había quedado para interponerse entre ella y sus decisiones.

Volvió a cruzar el umbral, meditabunda y concentrada, con una mayor colección de paños y máscaras, de la que había portado al salir, y el móvil despuntando por algún hueco en su mano.

Había conversaciones al fondo, o el eco de palabras, creyó, que le recordaron la presencia de sus otros amigos con afecto, aun en la mierda de circunstancias que les impregnaban.

Se dirigió al gabinete de los ropajes con la intención de dejar preparados los de Bry e Ingvild allí, y lo hizo con una risilla irónica al asumir la lógica de la última respuesta que había recibido.

Podía haber ido. La razón que había elegido para hacerlo era muy probable que solo estuviera en su imaginación. Ha, Wen, a ver si eres una pueblerina del ocho que se cree cosas sin sentido - se estaba diciendo - Pero por otra parte... hay que tener cuidado con la navaja de Ocam. Si la navaja... no hay perderla de vista.

Volvió a asentirse que había elegido con coherencia, y solo se prometió, que no tiraría a la basura otras oportunidades de empaparse de la magia de sus amigas.

Echó un vistazo, mientras avanzaba, hacia la otra reunión con talante de tanteo, y solo la pretensión, de no ser muy elefante en una cacharrería y que su presencia no matara de golpe conversaciones.

Ya había preparado su breve explicación mientras esperaba. Solo esperó a que cupiera la oportunidad de decirles - Han ido a ver a Sirizne. Con un Paje Real. Necesitan tiempo - Y sus cortos pasos ofrecieron el hueco para el aporte de los demás.

Gravitó hacía observar a Adam porque era su chico y porque no mentía en querer saber como le estaba yendo. Su mirada era una interrogación muda en palabras pero no en guiños.

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20/10/2021, 19:51
Nikita Pontecorvo

A medida que Adam iba desgranando sus argumentos, Nikita se iba poniendo nervioso. Le parecía que todo aquello podía sonar muy bien, pero tal vez si no te importara qué pudieras llevarte por delante mientras elegías abrazar tu naturaleza y dejarte llevar por ella. Tal vez Sirizne fuera así. Tal vez Láveda cuando decidió tener una hija y dejarla en el mundo humano.

El chico miró al suelo y empezó a notar ese cosquilleo similar al frío que parecía salir de su propio interior y que solía recorrerlo cuando de verdad sentía que lo abandonaban las fuerzas. No quería pensar más. Necesitaba dejar de pensar. Empezaba a estar en verdad agobiado.

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20/10/2021, 19:52
Nikita Pontecorvo

La puerta se abrió y vio entrar a Branwen. La observó dejar los trajes y escribir en el móvil para informar qué había sido de sus amigas. Oír la voz electrónica todavía oprimió más su corazón. En aquel momento no fue capaz siquiera de calibrar si el hecho de que hubieran ido a ver a Sirizne le parecía peligroso o no.

Necesito estar solo un rato. No me alejaré —dijo sin mirar a nadie en particular mientras se ponía de pie al igual que sus amigos.

Exhaló el aire lenta y entrecortadamente, pero no llegó a decir nada más antes de marcharse hacia la puerta.

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20/10/2021, 21:07
Nikita Pontecorvo

Bediviere:

La voz de Adam, refiriéndose a ella con precísamente, aquel apodo, la detuvo. Lo miró, un tanto confusa, al escucharlo hablar. Intuía sus buenas intenciones, pero no creía que estuviese teniendo en cuenta todos los matices implicados. 

Adam...-dijo, meditando cómo explicarle aquello, cuando escuchó entrar a Branwen y vio levantarse a Nikita. Saber que las chicas habían ido a ver a Sirizne no la dejaba del todo tranquila, a pesar de que estuviese enfadada con ellas, y escuchar que Branwen hablaba por el móvil la dejó helada, durante un instante. Comprendía ahora cuán rotundo había sido el silencio que había exigido Sirizne, y aquello no hacía más que reafirmarla. Lo que había en ella, podía utilizarse, pero debía controlarse. 

No es tan simple. Ojalá lo fuera. De verdad. Pero al menos, en mi caso, no creo que lo sea. Pero gracias por compararme con Jean Gray. -explicó, observando cómo el asteropense se dirigía a la puerta. 

Volvió hacia sus compañeros, y hacia Mariam, a quien miró un poco a regañadientes, posando la mirada acto seguido sobre la espalda de Nikita, mientras se alejaba- Siento haber complicado las cosas.-dijo, con honestidad, notando cómo se le encogía el pecho. Esperaba unos instantes, y a pesar de que las palabras "jodidamente absorbente" repicaban en su cabeza, seguía la estela de Nikita. Con paso lento y parsimonioso, para darle algo de espacio, pero sintiendo que dejarle solo, en aquel sitio, en aquella circunstancia, era lo último que debía hacer. 

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20/10/2021, 21:07
Nikita Pontecorvo

Nikita caminó unos pasos a través del pasillo del primer piso. Al igual que la balcón que tenía la sala que acababa de abandonar, la baranda del corredor en que se encontraba daba a un patio diferente. La casa, de un estilo a medio camino entre la antigua Roma y un palacio renacentista, debía tener varios, todos con sus fuentes de las que ahora podía escuchar el rumor del agua. Ni Sirizne ni las chicas estaban a la vista y aquello lo alivió; no deseaba cruzarse con nadie. Fue entonces cuando escuchó el sonido de la puerta que había dejado a su espalda y vio que había salido Bediviere.

Se giró para quedar de cara a ella. Su rostro estaba muy serio y mostraba con claridad su cansancio, casi abatimiento en aquel momento. Antes de que llegar a hablar levantó una mano para indicarle que se detuviera.

Bediviere, no por favor, vuelve —rogó tras tomar aire—. Quiero estar solo un rato. Un rato nada más. Lo necesito —su gesto expresaba la misma desesperación y urgencia que sus palabras.

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20/10/2021, 21:27
Bediviere Lafayette

Se alejó un paso, al ver que hacía aquel gesto con la mano. La desesperación con la que le pedía que lo dejase solo la turbaba, pero no se acercó- No puedo entrar y quedarme tranquila. No cuando...-quiso decir algo más, pero apretó los labios, conteniéndose. 

No me acercaré, si no quieres. No voy a hablar, tampoco. Sólo... Deja que me quede aquí, por favor. pidió, posando las manos sobre su pecho- La he cagado. Déjame sólo estar aquí. No me... No me apartes de ti. No ahora, por favor. 

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20/10/2021, 23:00
Nikita Pontecorvo

Nikita la miró turbado y se cubrió la boca con la mano. No sabía qué decir ni cómo decirlo. No quería que pensara que estaba enfadado con ella, pero en aquel momento necesitaba estar solo más que el aire que respiraba. Sentía que, de no ser así, acabaría estallando. Respiró hondo y negó levemente con la cabeza. Trató de sonar lo más tranquilo posible.

No lo entiendes. Lo necesito —afirmó con énfasis mientras llevaba asimismo ambas manos sobre su pecho. Sus ojos gritaban lo mismo—. Lo necesito de verdad, más que nada ahora mismo. Sirizne no me hará daño, si acabo de estar con ella a solas... Pero además no quiero verla, y está con las chicas.

Guardó silencio y la observó con un ruego en la mirada. No tenía fuerzas para seguir hablando.

No me sigas, por favor, Bediochka. No me alejaré.

Esta vez levantó ambas manos para enfatizar su petición, después se dio media vuelta y siguió caminando.

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20/10/2021, 23:52
Bediviere Lafayette

Retrocedió un paso más, en silencio. Lo miraba, tratando de no volver aquello algo personal con todas las fuerzas que le quedaban. Se apoyó contra la pared, sin decir nada, y suspirando, se dejó caer, sentándose en el suelo. No iba a volver a la habitación para tener que explicar nada a nadie. Pero entendió que no debía seguirle. Sacó un cigarro de su bolsillo y lo encendió. Y dio una primera y profunda calada mientras lo veía alejarse

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21/10/2021, 00:53
Ingvild Hoem

Tal vez contemplar el Umbral sin perder la vida era un privilegio de pocos pero no se asemejaba a ver a Ingvild como Dios la trajo al mundo. OK no, en realidad estaba bastante cohibída en presencia de su bella amiga y de la hermosa sirena fae,  Ingvild no es inumne a la belleza, a ningún tipo de belleza, y pronto se vió sobrepasada por la inesperada situación, quedándose sin aliento.

Observó a Bry unos instantes con una sonrisa tímida y comenzó a desvestirse, lentamente, revelando un cuerpo generoso en curvas y proporciones, unos pechos a los que si bien la gravedad comenzaba a afectar, lo hacía de un modo sexy en virtud de su generoso tamaño, como los de una madre hot que no llega aún a ser MILF. Cuando acabó de quitarse la blusa y el sostén quedo establecido que, en efecto, los pechos de Ingvild eran grandes, un hecho tal vez demasiado establecido,  acaso demasiado evidente al punto de ser una cosa grotesca de ver a la pálida luz de aquel baño etéreo, o eso se figuraba ella. Sintió el impuslo de cubrirse sus partes, todo aquello tenía el oscuro aliciente del peligro, ambas habían comprobado el poder de Sirizne, la belleza era terror, esa es su verdadera naturaleza, cualquier persona que ha pasado tiempo suficiente frente a un desnudo bien ejecutado lo puede atestiguar, sin contar con que a Ingvild le faltaban unas cuantas copas encima tras haber agotado su reserva de atrevimiento con Bediviere. Por otra parte que te follara Bry era como si te follara un aluvión de rayos y centellas, una tormenta eléctrica en la cúspide de una montaña, y no pudo evitar preguntarse cómo sería hacerlo con una sirena, aunque la piscina la tiraba un tanto para atrás, los sitios con ingentes cantidades de agua no eran de sus lugares predilectos.

Pero tambien cabía la posibilidad de que nada sucediera, que tan sólo fuera producto de la cercanía de Bryony y de su calenturienta imaginación (la de Ingvild), que tomar un baño desnudas fuera simplemente otra de las costumbres fae, como los finlandeses y sus saunas. Intentó pensar en otra cosa, no fuera que los pezones se le pusieran excesivamente duros, cosas como: si una sufre de hipertensión lo mejor es abandonar todas las frituras. O también: acaso la radiestesia es una ciencia establecida en el universo fae. O también: me gustaría que Bryony me leyera el Marqués de Sade en la cama, pero aquello último volvía a irse de las manos así que en un alarde de atrevimiento sin igual se metió en la piscina incluso antes que su amiga, cuidandose de no resbalar y caer de culo.

—Gracias por vuestra invitación y vuestras atenciones —dijo conforme el agua dibujaba ondas alrededor de su cintura— Permitidme deciros que tenéis un hogar muy bello.

Y luego calló, experiencias recientes indicaban que en lo relativo a asuntos fae era mejor dejar que Bry tomara la palabra.

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21/10/2021, 12:10
Nikita Pontecorvo

En cinco minutos estaba en el primer patio. Solo se oía un pájaro que daba saltos entre las ramas del ficus. Las piedras que servían de base, en la parte baja de los muros, y los ladrillos, más arriba, se veían más coloridos, quizá porque ahora la luz les daba desde un lado.

La limosina estaba allí, aparcada, con la puerta abierta y la llave puesta.

Nikita no siguió ninguna dirección en particular. Se dio cuenta que buscaba el silencio, ser capaz de escuchar únicamente el rumor del agua o el sonido del viento aún a riesgo de que aquello hiciera subir el volumen de sus propios pensamientos. Y era de estos en realidad de lo que huía, pero se había sentido incapaz de dejarlos a un lado mientras la conversación volvía una y otra vez sobre los temas que le oprimían el corazón. Por momentos se había llegado a sentir asfixiado.

Pero ahora, una vez en el patio de entrada a la casa, vio la limusina abierta y se metió en su interior, sentándose en el asiento del copiloto. Cerró la puerta y subió los pies sobre el asiento mientras rodeaba sus piernas con los brazos, haciéndose un ovillo en el que enterró la cabeza. Cerró los ojos con fuerza y se echó a llorar.

Se dejó ir. No había llorado de semejante manera en años. Parecía faltarle el aire y su pecho se contraría con espasmos nerviosos. Aquel lugar era horrible. Un limbo pernicioso y sofocante. Una cárcel de la que hasta a Sirizne tenía ganas de huir. Solo pensar en poder quedar encerrados allí le provocaba un miedo espantoso. Y aún así, aquello que en ese momento parecía morder su pecho con fuerza y no dejarle llenar los pulmones eran las dudas que corroían su corazón. De tan confuso y agotado como estaba ni siquiera estaba seguro de comprenderlas. ¿Eran eso? ¿Dudas?

A pesar de toda advertencia, jamás, ni por un solo segundo, había dudado de su amor hacia Bediviere, de su voluntad de estar a su lado. Saber que Bryan había muerto debido a sus poderes no había sido suficiente tampoco para ello, no la menos por sí solo. Pero a ello se unía el hecho de haber comprendido, tras su conversación con la chica y luego con Sirizne, que no tenía en realidad ni idea de cuál era la naturaleza de Bediviere, ni si su hermoso rostro era solo el efecto de una magia, del robo de una imagen perpetrada con un asesinato, de si su verdadera forma sería siquiera vagamente humana o si se trataría de una especie de fuerza de la naturaleza. "El agua tiene la forma del recipiente que la contiene" había dicho Sirizne cuando le había preguntado por el rostro de Bediviere. Ella había insistido en que aquel ahora era su aspecto, en que era realmente suyo a pesar de su origen, pero el impacto sobre Nikita había sido muy hondo. Pensar que la piel amada, acariciada, besada, provenía de aquella pobre chiquilla, le hacía dar vueltas a la cabeza si se detenía solo por un instante a pensar en ello. El rostro que ahora veía era el que aquella niña tendría si Láveda no la hubiera sacrificado. ¿Y qué ocurriría si alguna vez Bediviere tuviera un hijo? A aquello Sirizne no le había querido contestar alegando que no deseaba contarle nada que Bediviere misma no supiera.

Le parecía que Bediviere había sido cruel con Bryan. Le había hablado mal, sospechaba de él, en parte le parecía que lo odiaba, que rechazaba su presencia y su existencia misma, tanto cuando llegó a su piso como al encontrarlo en aquel palacio. Y Nikita se imaginaba siendo despreciado de la misma manera si moría igual que él.

También pensaba que había sido cruel con Bry al increparla de ese modo solo porque le tuviera miedo. Y tanto un comportamiento como el otro no debían ser más que muestras del propio miedo que ella sentía, del rechazo a poder ser una asesina. Había dicho a todos que tenían derecho a saberlo y a alejarse si lo consideraban necesario, pero, ¿podría en verdad soportarlo? Y los epítetos que Mariam le había dedicado reverberaban también junto a las palabras de Bryony. Y el mensaje no era en verdad diferente a lo que ella le había dicho desde un principio. Que tenía una sombra larga y que temía hacerle daño, sofocar su luz, apagarlo con ella. Que siempre iba a estar rota. Y también que, con todo, no tenía fuerzas para dejarlo. Y por un segundo, absolutamente angustiado como estaba, deseó que lo hubiera hecho. Pero ante ese pensamiento la angustia no hizo sino aumentar todavía más.

"Si te aferras lo arrastrarás hasta el mismo infierno". Algo así había dicho el stárets. Dado todo lo que ahora sabían, ¿no lo estaba haciendo? Pero el debía tirar del hilo, también debía aferrarse a él.

Alzó la cabeza de entre sus rodillas, buscando más aire, todavía con los ojos cerrados. En ese momento odió con todas sus fuerzas su propio cuerpo de piedra y habría querido abandonarlo. Echaba de menos su carne, símbolo de la inocencia del que se había creído solo un chico más o menos normal. Abrió al fin los ojos y se miró las manos ligeramente traslúcidas. Pero recordó que la presencia del Pescador en casa de Bry había hecho que cayeran todas las máscaras e intuyó que llevar una allí, y más todavía en la recepción, no sería bienvenido, de modo que no trató de cambiar su forma. Apretó los puños y tuvo ganas de golpear algo para comprobar si en verdad era indestructible o hacerse daño, tanto daba.

En cambio respiró hondo y apoyó la cabeza en el respaldo mirando hacia el techo de la limusina que se le antojó una vez más ridícula y terrorífica a un tiempo. Estaba exhausto, pero esta vez era un agotamiento buscado, resultado del desahogo que había estado necesitando con todas sus fuerzas. Al fin sintió que empezaba a poder pensar con un mínimo de claridad.

Bajó la vista y se topó con la guantera en que Farhiya había dejado los documentos que parecían algún tipo de pase. Nikita la abrió. Quería ver en qué consistía el salvoconducto que tal vez fuera necesario para salir de allí.

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21/10/2021, 21:22
Bediviere Lafayette

Dejó de percibir a Nikita, y el silencio le resultó aterrador. Era el mismo silencio en el que se había quedado su apartamento la noche en la que Bryan se había marchado con el coche para no volver jamás. La noche, en la que con gran probabilidad, lo había matado. 

Se encogió sobre sí misma y se sintió nociva, perjudicial y egoísta. Dolida además, a pesar de todo. El tiempo se esfumaba y sólo se había esforzado en perderlo. En estropearlo todo. Y ahora la idea de que Nikita hubiese cambiado de opinión, de que se hubiese dado cuenta de lo poco conveniente para él que era ella y quisiera alejarse, le apretaba el corazón como una garra. 

Miró alrededor, con los ojos ardiendo, y de pronto se sintió absolutamente perdida. Sus compañeros la consideraban un peligro y la temían, con razón. No estaba segura de si Bryan estaba tratando de decirle algo entre líneas, soportando el yugo que debía haberle impuesto Laveda, o de si simplemente quería ver algo que no fuesen sus manos empapadas en sangre. No sabía quién era. No sabía qué era. Ni de dónde era exactamente. No sabía si su cara era suya, y la sensación de ser un parásito llevando un disfraz se arrastraba por sus venas como lo hubiera hecho su sombra. 

No sabía qué iba a encontrarse cuando Nikita volviera, ni tampoco si iba a volver. Estaba perdida. Y de nuevo, sola. Absolutamente sola, como lo había estado durante años. Y lo peor era, que estaba sola porque se las había arreglado para alejarse. Para alejar a todo el mundo.

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22/10/2021, 13:50
Adam Dyer

Adam construyó una sonrisa amplia para la recién llegada. Una que sonase a calma... a hogar. A "por aquí todo bien". Pero, habida cuenta de sus propios fantasmas y dudas se tornó en una mueca cómica y unos ojos que miraron a lo alto poniéndose en blanco por unos segundos mientras mostraban un claro "bueno... no del todo, ya sabes". Acto seguido tendió los brazos a Branwen para que esta ocupase el hueco que le dejaba entre ambos y su cuerpo anhelante del dulce contacto de ella. 

No estaba del todo bien... pero tampoco del todo mal. O quizá podría definirse como que, para como estaban las cosas, no terminaba de llevarlo de una manera catastrófica. La charla que acababa de mantener con Bediviere... o hacia Bediviere, mejor dicho... no había acabado como él hubiese querido. Era cierto que la reducción al absurdo no era del todo acertada, pero el sufrimiento solo conducía a más división. A más distorsión. A más inseguridad. Y, por ende, a un triunfo aplastante de la sardina fae que les hacía de anfitriona. Sirizne había plantado trampas por doquier y él y sus amigos no paraban de caer de bruces en todas y cada una de ellas. De un grupo ahora ya eran tres. Divide y vencerás... una vez más. De cualquier modo, por lo que a él, Nikita y Bediviere se refería, estaba perfectamente con ellos. Entendía su reticencia a aceptar su postulado, pero al menos se solazaba en que su premisa no había ofendido a la americana. 

¿Quieres un poco de té, mi Amor? El porro ya nos lo hemos hincado entre los cuatro, pero la tetera aún tiene un poco si te apetece. ¿Mariam... un poco más? —ofreció solícito tetera en mano. —¿Sabes, Bran...? Mariam me estaba contando cosas sobre... el Capitán Tentáculo. Aunque ahora que sé por dónde va el asunto quizá sea momento de cambiarle el nombre. Da igual. El caso es que esos seres eran los habitantes primigenios de la isla, antes de toda esta chufa. Parece ser que podría haber contactado conmigo uno de estos seres a través del sueño y su poder me envuelve de algún modo. No sabemos hasta dónde llega la madriguera del conejo, la verdad, pero Mariam me decía que podrían darme la capacidad de transformarme en cualquier animal. Lo he intentado, pero no me sale. 

La charla salía a borbotones de la boca y el corazón hecho tripas del chico. Enmascaraba aquella verborrea la verdadera pregunta que  deseaba formular y que no sabía si era pertinente o no. Finalmente, llegó el turno de confrontar la situación y dejó que sus labios conjurasen las palabras.

¿Cómo están por ahí afuera? Vaya telita como está el asunto. 

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22/10/2021, 14:46
Bryony J. White

Bryony se separó de Branwen con un gesto de la mano y una sonrisa especial para ella y luego se puso en marcha tras el paje. Su presencia allí le suscitaba muchas preguntas que no resolvería por el momento, pero no ocultaba la curiosidad que llenaba sus pupilas al mirar a la criatura. 

Cuando Billie les dio paso le dio las gracias y al pasar y ver a Sirizne en forma de sirena se quedó callada un instante, fascinada por su presencia hermosa y atrayente. 

No hizo falta que se lo pidiera dos veces. En cuanto llegó aquella invitación se desprendió de su ropa dejándola con cuidado de que no se mojase ni arrugase, pues pretendía tener un aspecto presentable cuando se encontrasen con los Pescadores. Se le fueron los ojos con vistazos fugaces, eso sí, hacia la desnudez de Ingvild, que ya conocía, pero que esperaba poder conocer más en otras ocasiones. 

Entró en el agua tras su amiga y suspiró al sentir que se sumergía. Después del mal trago pasado en la sala donde habían dejado a los demás, aquel momento se le antojó lleno de calma, con un cosquilleo chispeante en la base del estómago. Casi como si estuvieran metiéndose en una copa gigante de champán. 

—Es verdad —convino a las palabras de Ingvild—. Tienes una casa preciosa, Sirizne —ya solo su nombre sonaba musical al pronunciarlo—. Gracias por recibirnos, tenía muchas ganas de hablar contigo y poder conocerte mejor. Aún sé muy poco sobre este mundo fascinante que se nos ha revelado y quiero saber tantas cosas... —dejó la frase en el aire y sonrió. 

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22/10/2021, 19:09
Nikita Pontecorvo

En la guantera había un rollo de papel muy blanco y grueso, de textura vegetal, atado con un cordón dorado, estaba escrito en caracteres muy trabajados con tintas muy saturadas, como si fuera una obra de arte de caligrafía de un idioma desconocido, parecido al Voynichés.

Tenía aire de salvoconducto.

A pesar de estar escrito en una lengua desconocida, Nikita pasó sus ojos por cada línea y cada palabra como si las quisiera retener. Aquel pedazo de papel era lo que les había permitido llegar hasta allí y esperaba que valiera igualmente para salir, aunque no podía darlo por hecho. Tal vez su salvoconducto para marcharse no existiera todavía, pendiente de una decisión que cada vez le parecía más difícil. Estaban cansados y asustados y la brecha en su ánimo se había extendido entre unos y otros. Volvió a enrollar el documento mientras resoplaba apoyando de nuevo cogote en el asiento. Inspiró hondo.

Si no se centraban mínimamente, si no se enfocaban en salir de allí, no lo iban a conseguir. Un gesto como el de Branwen con Sirizne probablemente sería una sentencia de muerte con los Pescadores. Ya los habían retado al retener a Carme y era un milagro que en aquel mismo instante no estuvieran sirviendo vino —o sangre— en sus copas, o acarreando barro para la construcción de sus templos. Un escalofrío lo recorrió de la cabeza a los pies al recordar a la madre de Adam y saber lo cerca que había estado de algo así, y se preguntó si Bryony habría traído consigo el papel que enarbolara en su casa para reclamar sus almas. Y si la intención de los Señores de los Muertos era tantear a la aspirante al trono y sus colegas, iban a encontrarse con una chiquilla muda y una panda desunida de individuos que no tenían siquiera idea aún de quienes eran en realidad.

Volvió a mirar sus manos, esta vez contemplando su extrañeza de una forma mucho más calmada. Él al menos sabía de dónde había salido, pero acerca de su naturaleza conocía en realidad bien poco. Bediviere podía haber sentido rechazo al saberlo tan extraño, pero no lo había hecho. ¿Qué estaba haciendo él? ¿La estaba rechazando? Y no bien terminó de hacerse aquella pregunta supo con todas sus fuerzas que no era así. Ella era su niña inocente, su Bediochka, ¿es que alguien es culpable de los pecados de sus padres? Si su madre era un monstruo capaz de desollar a un bebé, si tenía algún plan para querer dejar a su hija entre los humanos, ese era su puto problema. Aquella frase que dijera en la playa de que no pensaba juzgar a ninguno de ellos por quienes fueran sus familias, le hizo sonreír levemente. Entonces no había podido imaginar hasta qué punto aquello iba a ponerse a prueba una y otra vez.

Ella era ella, la niña que Claudine había criado, la chica que había perdido a su amor, deseado la muerte y ahora debía enfrentar algo todavía más terrible. Y que debía enfrentar asimismo su propia naturaleza para no hacerle daño.

La opresión que tan fuerte había sentido se aflojaba ahora. Seguían juntos. A pesar de todo el horror y el miedo. A pesar del peligro. ¿Creía o no que el amor lo puede todo? Sabía la respuesta y estaba dispuesto a llegar hasta el final para averiguar si tenía o no razón.

Dejó el salvoconducto en su lugar y salió del coche alisando su camisa, mojada ahora y algo más arrugada. Acarició el reloj de su abuelo y sonrió para sí pensando que estaría orgulloso si supiera que no estaba dispuesto a rendirse. Pero no, "si supiera" no: lo sabía. Imaginó a Bediviere abrazando a Nikolai en aquel encuentro entre ambos y le entraron aún más ganas de abrazarla y no soltarla.

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22/10/2021, 21:52
Nikita Pontecorvo

Los pasos de Nikita se movían ligeros en el camino de vuelta. Apenas habían pasado diez minutos desde que se marchara, pero en tiempo del alma, si es que aquello existía, sentía que había pasado más que suficiente. Casi corría cuando subió de dos en dos los escalones que llevaban al corredor donde se había separado de Bediviere, y antes siquiera de verla, su ansia se calmó al llegar hasta él el aroma de su tabaco.

Cuando Nikita la vio, sentada con la espalda contra la pared, recogida sobre sí misma, frenó la carrera, pero siguió caminando hasta ella con paso decidido. El nudo que sentía ahora sobre su corazón era de naturaleza muy distinta al que le había llevado a salir de allí; era el nudo familiar y amado que sentía estrecharse con fuerza cada vez que ella aparecía ante su presencia, cuyos hilos lo rodearon en cuanto la vio entrar en el bar de Kosmos, tal vez cuando la encontró de niño en la iglesia y escribió en su cuaderno. Que se estrangulaba con fuerza con cada gesto suyo.

Se arrodilló frente a ella y tomó la mano que no sostenía el cigarro.

A la mierda todos. Y todo —seguramente no fuera lo más romántico que hubiera dicho nunca, pero le salió verdaderamente del alma. Se llevó la mano de la chica a los labios y luego acarició con arrobo el óvalo de su cara—. Combatir el miedo, juntos. Y proteger el paraíso.

Nikita tomó el cigarro que la chica sostenía. Quería que tuviera las manos libres para que pudiera rodear su cuello. Necesitaba sentirla encajar contra su cuerpo.

Se acercó despacio mientras la miraba con ardor pidiendo permiso. Se moría por besarla.

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22/10/2021, 22:49
Bediviere Lafayette

Lo escuchó acercarse, antes de que apareciese por el pasillo. No pudo evitar mirar en su dirección, con un miedo poco disimulable, notando que dejaba de respirar. Que el aire se volvía denso y la garganta se le cerraba. Temía ver su cara, leer en sus ojos algo que terminase de rematarla por dentro.

Sin embargo, Nikita se acercó a ella, con una resolución. Con el fervor en la mirada y el ardor en el rostro. Se agachaba a su nivel, y tomaba su mano, y puede que lo que dijese en aquel instante no fuese lo más elocuente, pero sin duda era lo que necesitaba oir. Era lo más romántico que le había dicho nunca, en realidad, pensó, al notar el tacto de sus dedos de piedra cálida sobre la cara, mientras se le escapaban de nuevo las lágrimas. 

Se reafirmaba. Y aunque aquello significaba que seguramente había dudado, se dejó quitar el cigarro, y sus brazos le rodearon, dominados por la inercia fundamental de la necesidad que tenía de sentir ellos seguían siendo ellos. Que seguía habiendo un nosotros. Que no había grietas inabordables o puentes caídos. Que era su sidhe. Que en efecto seguían juntos y juntos protegerían el Paraíso. 

Y aquella misma inercia la atrajo hacia su boca, que se acercaba, quizá temiendo también que no volviese a haber un acercamiento. Lo besó, asustada, aliviada al mismo tiempo, apretándose contra su cuerpo. Lo besó bebiendo su aliento y emitiendo un quejido que provenía de su garganta y del alma. 

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23/10/2021, 11:56
Nikita Pontecorvo

Nikita se dejó beber en aquel beso. Escuchó sobrecogido el gemido de Bediviere que le pareció que transmitía a partes iguales su alivio y su dolor, una necesidad profunda. A su contacto, Nikita fue suavizando el arrebato inicial, besándola poco a poco con suave parsimonia sin permitir por ello que su beso perdiera un ápice de intensidad. Se recreó con deleite. Ante la calidez de su aliento sentía asentarse su corazón que había estado latiendo de tal modo que parecía un tambor percutido en una cueva. Ahora su música se acompasaba a los movimientos de la chica y la sentía cálida, suave y exquisita. La sentía suya.

Ella, su chica, su amor. Tanto daba que fuera una fuerza de la naturaleza con forma humana, ¿no lo eran todos de algún modo? Tal vez así fuera en realidad todo cuanto existía. Era su niña solitaria y triste, su dulce ninfa oscura, su paraíso y su preciosa vida nueva. Insondable y maravillosa. Dispuesta a enfrentar sus miedos y marcharse lejos para aprender cómo protegerlo.

Ante este último pensamiento, ante la posibilidad de no poder besarla durante un tiempo indefinido, Nikita soltó el cigarro y la estrechó con fuerza, aumentando de nuevo la intensidad de su beso. Oh, ¡cómo iba a echarla de menos!

Cuando al fin se separó lo suficiente la miró a los ojos con ese aspecto suyo entre ebrio y gozoso que tomaba su rostro cuando se arrebataba con ella. Una sonrisa trémula al inicio se afianzó después en sus labios de piedra y en sus ojos. Volvió a acariciar suevamente su mejilla.

Por muy lejos que estemos, estamos conectados. Y por muchas fronteras que puedan levantar, por mucho que quieran aislarnos, encontraré la ruta para llegar hasta ti aunque tenga que pasar por el centro de la Tierra.