Partida Rol por web

Doctora Godfrey... al parecer estamos teniendo unos problemas técnicos. Hay gente en la ventilación tratando de arreglarlo todo.

Al igual que Jonas se guardaba información para no preocupar al Doctor, el Doctor se guardaba información para no preocupar a la Doctora.

Escuchad... mi número es el 2957-8813. Si os quedáis atrapados, o tenéis problemas, llamadme. Soy el Doctor Amarak. Aunque también podéis llamar al 123 para hablar con las auxiliares de vuelo.

Con las indicaciones del Doctor, y con gran aparatosidad a la hora de girar en los conductos de ventilación, modificaron la ruta y regresaron por los mismos conductos. No había caramelos que marcasen el camino de vuelta, como si alguien se los hubiese comido. Por suerte, había marcas de unos dedos con chocolate, como si un cacahuete recubierto de chocolate se hubiese calentado demasiado en una mano ansiosa.

Había tuberías y cables por todas partes. En un momento dado, un chorro de vapor salió por la junta de una tubería, inundando una sección de corredor. La sección en la que estaba el escritor que guiaba al grupo.

¡¡¡UAAAAAAAAAAAGH!!!

Dido y Jonas tuvieron que tirar de sus piernas para sacar a Martin de aquel infierno. ¹Pueden seguir intentando apretar la tubería con las manos, con una cara chupa de cuero entre medias para que el metal no abrase la piel. ²Pueden intentar dar un rodeo, pero en ese caso debería ser Dido o Jonas el que tomase la iniciativa de navegar entre aquel laberinto de túneles. ³Incluso podrían intentar practicar primeros auxilios a Martin para que retomase su papel de guía.

Jonas miró extrañado a Dido. ¿Que le pasaba en la boca? ¿Estaba intentando hacer alguna especie de imitación del guardia de seguridad Steve Harp? Desde luego resultaba extraño que hablara así.

¡Ya comprendo! ¡Está poniendo otra voz para que los piratas no la reconozcan! ¡Que chica tan lista!

Jonas le sonrió y levantó el pulgar en signo de aprobación, entonces llegó alguien más, que parecía ser una doctora. Aunque ambos le parecían de confianza Jonas no quería quedarse atrás y también impostó la voz al hablar.

-Gracias Doctor Amarak, he anotado su número. El mío es el 6428-9056.

Así podrían estar en contacto y seguro que un doctor siempre sería de ayuda.

¡Mierda! ¿Y si es uno de los piratas! ¡Ahora tienen mi número! ¡Maldita sea!

Aquello era un contratiempo y seguramente tanto Dido como Martin estaban pensando en lo estúpido que había sido, pero por cortesía no le decían nada. Distraído seguía al escritor por los conductos, esta vez en la dirección correcta, cuando escuchó el grito, una tubería había soltado vapor de repente y había dado de lleno a Martin.

-¡Dido, ayúdame! ¡Tira de sus piernas! -Entre ambos consiguieron sacar de allí al escritor. Jonas tragó saliva, no sabía muy bien que hacer, quizás debió atender más a las clases de primeros auxilios del instituto.- Señor Martin ¿Está usted bien? -Dido era su única esperanza, a Jonas le daba cosa incluso mirar.- Voy a tratar de reparar eso para que podamos pasar, mira a ver si puedes ayudarle, no tengo ni idea de primeros auxilios.

Aquello debía doler horrores y Jonas se estaba sintiendo mal por Martin y por alegrarse de no haber sido él. Se acercó a la fuga y miró la tubería. Había una junta que estaba perdiendo y por allí escapaba el vapor, si podían taparla también podrían continuar, ya estaban cerca. Miró alrededor en busca de algo pero allí no había nada.

Puedo usar mi cazadadora... ¡Joder! ¡Mi chupa nueva! ¡Me había gastado todos mis ahorros en ella!

Pero no había otra opción, era eso o volver a perderse en un sinfín de ramales de los conductos de ventilación. Además ahora su guía estaba herido.

-Voy a intentar tapar la junta para que podamos pasar.

Desde luego aquel viaje lo iba a recordar para siempre, sobre todo estaba aprendiendo una lección importante: solo servía para jugar a pirámide. Por mucho que lo intentaba no parecía ser útil, el vapor seguía saliendo a pesar de sus intentos por taponarlo.

Al ver que no hay caramelos me quedo estupefacta. Lo primero que pienso es que puede haber ratas y me entra el pánico, imaginándome a una pasando sobre mí, con estas estrecheces, sus asequerosas patitas, su larga cola... Ahh. Luego veo el rastro de un dedo humano en el chocolate y directamente me viene a la cabeza que hay otro alguien que se arrastra como nosotros por los conductos, con barba larga y pelo largo y cano, alguien extremadamente flaco que vive aquí comiendo sobras, que nos ha dejado sin caramelos. Esta opción no me parece, ni de lejos, tan terrorífica como los roedores.

-¡¿Hay alguien?! ¡No te vamos a hacer daño! -Grito esperando atraer al emboscado comecaramelos- ¡Si te han gustado los caramelos, cuando pruebes los pastelitos que hace mi madre, alucinarás!

Aunque puede ser una de nuestras manos. Soy tan despistada que no me extrañaría haber dejado esa huella yo misma. Entonces estalla la tubería y nuestro pobre escritor, churrascado. No tengo ni idea de cómo poder ayudar al pobre hombre y decido buscar un camino alternativo con tan poco éxito como el pobre Jonas trata de taponar la tubería.

Todo me parece igual, como en uno de esos laberintos de espejos. Con tantas ramificaciones pierdo toda esperanza de llegar a ningún sitio. He avanzado muy poco, tratando de memorizar los giros para no perder a mis amigos. Decido volverme pero antes de eso vuelvo a gritar, por si hay alguien.

-¡Oye! ¡Hay un problemón en la nave y necesitamos ayuda! ¿De verdad que no quieres un pastelito casero de frutos secos?

Espero que no sean ratas.

Agggh... Aggggh...

Martin respiraba con dificultad. Su rostro y la piel de sus manos estaban dañados por las quemaduras. Y sin manos con las que apoyarse, Martin no podría gatear por el conducto.

Dejadme aquí... Id a por la tablet del taurano... Salvad a mi esposa y a mi hija...

No era la única baja. Para intentar taponar la fuga de vapor de la tubería, Jonas había atado las mangas de la cazadora de cuero. Ahora, con los nervios, no era capaz de desatarla, así que la prenda quedó en prenda y también la dejaron atrás.

No podían perder más tiempo, o los pasajeros del Módulo N-1 (y de otros módulos) se quedarían sin aire pronto...

A partir de entonces, Dido fue la guía encargada de orientarse, y Jonas fue por detrás de ella, iluminando con el móvil. Gracias a eso, Jonas pudo resolver el misterio de los caramelos. Al parecer, los dedos pegajosos de chocolate que dejaban las manchas en el conducto eran los de Dido. Además, cuando la granjera dejaba un caramelo para señalizar un giro, al pasar de largo empujaba el caramelo sin querer con el pie hacia los laterales del conducto, entre las tuberías y los cables.

Dido no era mucho mejor que Martin como guía. Por algo se perdía en su pueblo, a pesar de ser solo cuatro calles. Pasaron por un montón de cruces más antes de encontrar algo interesante: una rejilla que daba a un pasillo más alto. Golpeando con la porra lograron desencajar la rejilla y pasar al otro lado.

El pasillo era una versión agrandada de la madriguera por la que habían estado explorando hasta entonces. Era igual de oscuro y también tenía tuberías y cables. Uno de sus extremos estaba ciego, mientras que el otro llegaba a una intersección. De pronto vieron luz inundando el cruce desde una de las galerías perpendiculares, lo que permitió a Jonas apagar la luz de la pantalla de su móvil.

Ruido de pasos, botas pisando sobre el suelo metálico...

Pasaron de largo por delante de ellos dos personas:

A Oyuyua, la amiga de Laffie, la reconocieron al momento. Tenía varios moratones en la cara, como si hubiese sido golpeada repetidamente.

Al otro hombre no lo conocían, pero llevaba mono de mecánico. Caminaba por detrás de su rehén, agarrando a Oyuyua del torso con un brazo, mientras la otra mano sujetaba un destornillador que apuntaba hacia la cara de la chica.

Si contenían la respiración y no hablaban, el pirata pasaría de largo y podrían volver a los conductos para tratar de llegar al módulo N-1 y lograr así la tablet de Danaón.

Como un resorte, salgo corriendo dispuesta a arrearle un batazo a dos manos en toda la cabeza a ese tipo. Como falle igual me cargo a la chica inocente, pero no pienso en las consecuencias. Como cuando juego a Pirámide no tengo ni idea de cómo saldrá esta jugada pero en casos como éste no soy dueña de mis piernas.

Hasta creo que salivo como un gato al ver un ratón desprevenido y éste es, desde luego, un instante feliz para mí, al menos hasta que dé el golpe. Es mi naturaleza, qué le vamos a hacer. Ya habrá tiempo de llorar, si acaso.

No grito ni hago aspavientos, trato de ser contundente, silenciosa y precisa para actuar por sorpresa, pero seguro que, como siempre, acabo siendo ruidosa y patosa.

Jonas no podía creérselo, aquel viaje no estaba siendo la aventura que esperaba y además comenzaba a tener serias dudas de si saldrían de allí con vida.

-Joder Señor Martin... No me gusta tener que dejarle aquí. Haremos todo lo posible por su mujer y su hija, pero en cuanto podamos volveremos a por usted, aguanta tío.

Con la situación de Martin la pérdida de su chupa de cuero quedaba en un segundo plano pues en otras circunstancias se habría cabreado muchísimo. Por desgracia no había tiempo que perder si quería salvar a los pasajeros, así que dejó a Dido que dirigiera la marcha mientras la seguía.

No le mires el culo, no le mires el culo...

El chico ponía todo de su parte, pero era imposible no fijarse tal y como iban, si finalmente se perdían por aquellos conductos y alguien los encontraba años después habría sido como un pequeño premio de consolación. Para sentirse algo mejor y hacer algo más productivo, Jonas se iba fijando en los cruces hasta que creyó resolver el misterio de los caramelos.

-¡Mira Dido, uno de tus caramelos! -Jonas señaló un caramelo azul que se había quedado metido entre unos cables. La pista se la había dado la misma Dido cuando al volver a poner un caramelo le había dado una patada al pasar de largo.- Creo que se lo que pasa, este conducto es muy estrecho y al pasar no has podido evitar golpear los caramelos con el pie. En cuanto a las huellas... Creo que si miras tus dedos los tendrás a colores, es por tu propio calor corporal.

Claro que era mejor que lo hiciera Dido porque Jonas empezaba a acalorarse cada vez más siguiendo a la joven granjera. Tal como era su sentido de la orientación no sabía si iban en la dirección correcta, se limitaba a seguir a la muchacha sin decir nada, era mejor estar callado que soltar alguna tontería.
Cuando encontraron una rejilla que llevaba a una zona más amplia no dudaron en golpearla con las porras y salir.

-Por fin podremos estirarnos, empezaba a sudar de tanto gatear.

Aquello parecía otro túnel de servicio de la nave y no un pasillo principal, pero al menos podrían ir de pie. Además no les quedaba más que un camino a seguir porque la otra dirección no tenía salida. Cuando vieron una luz acercarse Jonas apagó la pantalla de su móvil, alguien se acercaba y podían escuchar los pasos. Iba a decir algo que llamara la atención de aquellas personas, necesitaban salir de allí, pero cuando pasaron de largo reconoció a una Oyuyua muy desmejorada, aquel cabrón le había dado una buena paliza. !A una chica!
No hizo falta que Dido lo invitara a la fiesta, Jonas corrió tras su amiga con la intención de propinar un buen porrazo a aquel cabrón.

Dido golpeó con la porra en la frente del pirata, abriéndole una brecha de la que manó sangre, pero esquivó el intento de Jonas.

¡Agh! ¡¿De dónde habéis salido, entrometidos?! Vosotros...-farfulló, como si hubiese reconocido los rostros de Dido y Jonas-Los Dioses tienen grandes planes para vosotros.

De un giro de brazo, el pirata tiró a Oyuyua, y la linterna que la chica portaba rodó por el suelo del túnel. Se iluminaron alternativamente los protagonistas de aquella lucha, hasta mostrar al secuestrador alzando su destornillador para apuñalar a Dido (quizás pensaba que al ser una chica podría dejarla fuera de combate con más facilidad; quizás había visto que Jonas golpeaba como una nenaza y Dido era una amenaza mayor).

No tuvo ocasión. Oyuyua mordió al desconocido en el tobillo, obligándole a soltar un gemido. Esa distracción fue suficiente para que Dido y Jonas pudiesen volver a aporrear al hombre del destornillador.

Su ataque había sido tan poca cosa que ni siquiera logró sorprender al pirata, lo único que le consolaba era que no había dado a la muchacha, que sin embargo se había repuesto de la caída que el pirata le había provocado para atacarle y morderle una pierna, tiempo suficiente para que Jonas pudiera intentar darle otro porrazo y no quedar como una nenaza, claro que comparado con Dido era lo que era, cada vez se arrepentía más de haberla retado a un juego de pirámide. ¡Por los dioses! Le iba a machacar. Y lo mejor era pagar toda su frustración contra aquel pirata asesino, así que volvió a cargar la porra de nuevo. Jonas no sabía que grandes planes tenían los dioses para él, pero desde luego no debían estar en esa nave, su golpe había vuelto a fallar, aunque por lo menos ya no había peligro de darle a Oyuyua.

Acerté de pleno, pero el tipo no cayó. Al menos Oyuyua se desembarazó de él para luego salvarme la vida cuando ya me veía con un destornillador clavado.

Da igual, ahora nada importa, nada más que el siguiente golpe. Y ahora somos tres contra él. Grito de furia.

-¡Ahhhhhh!

Y vuelvo a acertar. Veremos cómo de dura tiene la cabeza el tío este.

Estoy orgulloso de cómo luchas...-dijo, doliéndose del nuevo golpe propinado, mientras sus heridas seguían sangrando-Tú también debes estar orgullosa.

El pirata cambió el destornillador de mano, con la destreza de un delincuente manejando una navaja mariposa. Acto seguido, intentó amagar su ataque, para hacerlo por otro lado justo después. Dido logró esquivarlo por muy poco. Y todo gracias al deporte y a jugar tanto a la pirámide... o a los caramelos y la comida basura, que acumulaban lípidos bajo la piel y bajaban el centro de gravedad de la granjera.

De Jonas no dijo nada. Era probable que el pirata sintiese vergüenza ajena por cómo la porra golpeaba al aire una y otra vez. Jonas debería sentirse mal, porque estaba decepcionando al completo desconocido.

En la Antigüedad, cuando dos guerreros se enfrentaban, la cortesía les obligaba a decir sus nombres por si alguno de los dos moría. ¿Cómo te llamas, guerrera?-preguntó, tambaleándose, como si ya le quedasen pocas fuerzas para seguir luchando.

Por alguna razón que no entendía que el maldito pirata no le hiciera ni caso le enfurecía, ni siquiera lo atacaba o hablaba con él, no es que quisiera hacerse amigo suyo pero... ¡Él también estaba luchando! Claro, no podía compararse con Dido, eso estaba claro.

Menudos porrazos que pega...

El destornillador pasó muy cerca de Dido y Jonas se temió lo peor. Tenía que atraer la atención de aquel cobardegolpeamujeres de alguna manera, supuso que un buen golpe en la cogorota sería suficiente así que volvió a reunir fuerzas para golpear. Sería el héroe que salvaba a las chicas de tan malvado ser y se convertiría en una leyenda, no solo en la nave, cuando saliera de allí y se convirtiera en jugador profesional esta historia vendería mucho y conseguiría un montón de patrocinadores.
Jonas se veía rodeado de animadoras, con dinero volando a su alrededor y con todos los patrocinadores más famosos intentando que publicitara sus marcas, lo veía tan claro que dejó de ver a Leoben y su porrazo se perdió en el aire lejos de la cabeza del hombre.

¡Mierda!

Se me pasa por la cabeza que este tío es un pirado, pero ver como se pasa el destornillador de mano me da a entender que me apuñalará si puede.

Y por poco puede. No sé cómo he esquivado eso.

Ni tampoco sé por qué contesto.

-Dido...

Y sorprendiéndome de mí misma -cómo si mi cuerpo fuera el que ha visto la oportunidad y la orden no hubiera venido de mi cabezota- le arreo un golpe como si bateara muy fuerte contra un lado de su cráneo. Le debo haber cambiado como se llame el lóbulo del cerebro que se aloja ahí de sitio.

Me da la sensación que le he roto algo, como cuándo me cargo un jarrón o un mueble -cosa que me pasa demasiado a menudo-, pero esto es una persona y me da un escalofrío en todo el cuerpo. Doy un paso atrás y termino mi frase.

-...Iso… Isola.

Se me acelera el corazón y empiezo a respirar rápido. Le pido a los dioses que no muera, que no lo haya matado. Abro mucho los ojos preocupada. Empiezo a sentir como un sudor frío por todo mi cuerpo.

El pirata recibió el golpe, y sus sesos todo el impacto. El cuerpo de un hombre adulto de ochenta kilos caía por la fuerza del brazo de la corpulenta Dido, solo un poco más pequeña que él. El secuestrador terminó tendido, sin poder devolverle el gesto a la chica de la porra diciéndole su nombre. De su frente emanaba sangre, y tenía aspecto de que pronto necesitaría atención médica. De lo contrario, podría morir.

Oyuyua se puso en pie, torpemente, apoyándose en unas tuberías de la pared que por suerte no transportaba fluídos hirviendo, porque sino se habría quemado la palma de la mano. Después, dió una patada en las costillas a su secuestrador. Una vez atendida esa necesidad, y de un inapropiado escupitajo, Oyuyua se abrazó a Dido.

Gracias, gracias... ¡Me has salvado! ¡Gracias!

Y pensar que ese abrazo habría podido ser para Jonas si solo hubiese sido un poco más masculino y hubiese sido él el que venciese al pirata... Oyuyua señaló en la dirección en la que el secuestrador y ella habían venido.

Este cabronazo puso un chisme raro en el motor FTL de la nave. ¿Alguno sabe de esas cosas? ¿Alguno puede llamar a alguien para que se ocupe del tema?

Oyuyua también reparó en una compuerta un poco más allá. Había manipulado una así para salir del ascensor de los guardias.

Eso de ahí debería de llevar al hueco del ascensor. Podríamos bajar por ahí.

El siguiente golpe de Dido fue demoledor y el pirata cayó al suelo con una brecha en la cabeza. Jonas debía admitir que se sentía un poco decepcionado por su actuación y por no haberse llevado ningún abrazo de Oyuyua, pero ¡Que diablos! Él también abrazaría a Dido por lo que había hecho si eso no fuera a restarle la poca masculinidad que le quedaba.

-!Buen trabajo Dido, menudos golpes le has dado! -Se acercó con cautela al pirata para ver si seguía vivo, aunque la patada de Oyuyua dejaba claro que no se encontraba muy bien, apenas había reaccionado.- Chicas... no soy experto en estos temas pero... Creo que si no hacemos algo se muere... Voy a intentar tapar la herida, no quiero que nos metamos en un lío si la palma.

Jonas no era ningún asesino y aunque aquel hombre era un delincuente violento tampoco quería marcar sobre su conciencia un asesinato así que intentó parar la hemorragia lo mejor que pudo. Mientras tanto intentaba responder a las cuestiones que Oyuyua planteaba.

-Creo que eso se escapa a mis conocimientos. -En realidad todo lo que estaba pasando se escapaba a sus conocimientos, si por lo menos organizaran un partido de pirámide. Tampoco, ganaría Dido...- Pero nuestros amigos sabrán que hacer, solo tenemos que conseguirles una tablet, habíamos venido a por ella. ¿Por ahí bajaremos a nuestro módulo? La tableta está allí guardada.

Esperaba que Oyuyua supiera mejor que ellos por donde estaban, ahora mismo Jonas se encontraba bastante desorientado, lo que por otro lado tampoco era extraño.

El pirata cae al suelo seco como un saco de ñoris* y contengo la respiración. Siento que estoy helada y noto el calor del abrazo de Oyuyua como algo lejano.

-¿Lo he… matado?

Digo con un hilo de voz, tengo que tragar saliva para terminar la frase.

Nunca me había imaginado que acabaría matando a alguien. Bueno, casi nunca. Una vez rompí la mandíbula a un matón con un gancho de izquierda y rompió la tapa de un wáter al caer. Tardó un rato en reaccionar que se me hizo eterno y tuvo que ir un mes con toda la cabeza vendada. Pero esto, esto es distinto… Le he arreado tres veces con una porra y la última ha sonado a hueco.

Afirmo con la cabeza a la sugerencia de Jonas de hacer algo y cuando está un rato practicándole movimientos raros que no entiendo -parece que está haciendo gimnasia con un muñeco- me lanzo a hacer lo que sea, hincando mis rodillas en el suelo sin sentir ningún dolor.

Al principio le pongo de lado y parece que respira, el corazón me late rápido. Pero luego suelta un sonido raro, como un estertor. Me empiezan a caer lagrimones.

-No te mueras. No quería matarte.

Y como no respira trato de soplarle en la boca y hacerle un masaje en el corazón pero no sé si aprieto de menos o de más y cada vez está más pálido. Me estoy mareando.

-¡Vamos! Por favor, no, no no te mueras.

Lloro desconsolada. Mis lágrimas caen sobre él y empiezo a moquear. Se me han ido las fuerzas. No puedo ni levantarme. No quiero que esto esté pasando. Me gustaría que fuera uno de esos sueños en que te despiertas diciendo "uf, menos mal". Pero no, no es un sueño.

-¡Mierda!

Los esfuerzos de Jonas por parar la hemorragia fueron inútiles, así que dejo a Dido. La chica estaba teniendo una pequeña crisis pues se veía responsable de lo que estaba pasando, quería ayudar a aquel malnacido y aunque Jonas tampoco quería que muriese tampoco le gustaba que su amiga sufriera de esa manera por él.
Dido hizo un mejor trabajo, casi parecía que sabía lo que estaba haciendo, no como Jonas, pero sus técnicas tampoco parecieron surgir efecto. El muchacho no creía que fueran capaces de revivirlo ya, así que se agachó junto a Dido y le puso una mano sobre su hombro intentando consolarla.

-Has hecho lo que has podido Dido, no ha sido tu culpa, él nos atacó, intentó matarnos, intentó matar a toda nave, mató a uno de los mecánicos y mira lo que le hizo a Oyuyua. No era una buena persona, hicimos lo que teníamos que hacer para defendernos. Creo que será mejor que nos movamos, todavía podemos hacer algo por el resto de la nave. ¿Podéis caminar las dos?

Físicamente parecían más o menos bien, pero temía que ambas estuvieran muy afectadas en el ánimo, lo que no era para menos tampoco. En cualquier caso Jonas se ofreció a ayudarlas, quizás eso si que podía hacerlo. Él también se sentía raro dejando un cadáver tras de si, además el encuentro había sido muy extraño y había cosas a las que seguía dando vueltas.

-¿Era un tipo muy extraño verdad? Hablaba cosas muy raras y al principio parecía habernos reconocido, supongo que sería de la fila de entrada...

Afirmo a las palabras de Jonas. Respiro hondo. Intento pensar en el peligro de muerte inminente que corre toda la nave, en las explosiones en Tauron, en el destornillador, en los golpes que lleva Oyuya. Aunque no venga a cuento le contesto.

-Gracias Jonas.

Trago saliva. Echamos a andar.

-Si que hablaba raro… joder, no le di tiempo a decir su nombre… pero es que… en fin… -recuerdo que yo sí que le dije el mío y no sé por qué eso me da miedo. Estoy desorientada, paro, me esfuerzo en pensar-  ese tío colocó algo en el motor de la nave… podría ser una bomba… Hay que llamar a Danaón y a los otros que están cerca para que alguien eche un vistazo... y mientras conseguimos la tablet.

No tengo ni idea de cómo llegar al módulo N-1-respondió a Jonas-. Subí por el hueco del ascensor hasta el área de descanso de los ricachones. El tipo me secuestró y me arrastró por el pasillo hasta un ascensor que llevaba a la sala de máquinas, donde puso su cachibache electrónico. Me estuvo un rato pengando y diciendo cosas raras... cosas del estilo "esto ya ha pasado y volverá a pasar". Era un pirado. Luego se metió por este túnel de mantenimiento. Quería llegar a otro ascensor, coger el raptor y escapar a Ragnar. ¿Qué coño hay en Ragnar?

Ragnar era un planeta gaseoso en la órbita más exterior del sistema solar doble Delta-Gamma, que dejaron atrás después del salto FTL. A no ser que haya allí unas instalaciones del gobierno supersecretas, en Ragnar no hay literalmente nada. Quizás haya una nave de piratas en órbita, o algo.

Echaron un vistazo a los números nuevos que tenían...

-123 para hablar con las azafatas.

-5555-4143 para hablar con Todd Tarner, el vendedor de electrodomésticos que conocieron en la cola.

-4622-0903 para hablar con Martin Zemus, el escritor abrasado por el vapor que quedó malherido en los conductos de ventilación.

-2957-8813 para hablar con el Doctor Amarak, del módulo L-1.

¡Jonas le había dado su número a Danaón para que pudiera llamarle, pero no se había ocupado de pedirle el suyo!

De pronto empezó a sonar una anticlimática y horrible música ligera. Se trataba de la melodía del móvil de Jonas, y una voz cavernosa resonó al descolgar.

Uggggh...

Era bastante siniestro. Como un asesino en serie que llamaba a su víctima para asustarla, o un sucio acosador que se estaba tocando mientras te escuchaba por teléfono. Pero Jonas vió en la pantalla que la llamada provenía del móvil del escritor Martin Zemus. Se le notaba que tenía toda la cara quemada, porque le costaba hablar.

Te... Tengo la tablet... Ugggggh...
Vuelvo ugggggh... abajo.

-De nada.

Jonas se sentía un tanto aliviado de que sus palabras pudieran haber consolado aunque fuera un poco a Dido. Después siguió caminando junto a las chicas mientras escuchaba a su amiga.

-¡Joder! ¡Es verdad! ¡Me había olvidado del teléfono! Estoy acostumbrado a usarlo para tantas cosas que a veces se me olvida que se puede llamar con el también. Buena idea Dido. -Jonas dejó de usar el móvil como linterna y buscó en su agenda.- Voy a llamar a Jisoo. ¿Tenía el móvil con ella? A ver... Tengo estos números.

Mientras echaban un vistazo a la agenda Jonas se dio cuenta que si quería hacer una fiesta sus invitados serían muy aburridos.

-¿Ragnar? Seguro que allí están sus compañeros piratas, en ese sitio no hay nada, tienen que tener su nave allí. Informaremos a las autoridades en cuanto...

Se sorprendió cuando so teléfono comenzó a sonar. Al otro lado escuchó una voz bastante tétrica.

-¿Señor Martin? -Jonas miró a las chicas y sonrió.- ¡Es el Señor Martin! Tiene la tableta, ahora está de regreso. -Volvió a centrar su atención en la conversación telefónica.- Vale, nosotros vamos para allá también. Hemos rescatado a Oyuyua, nos encontramos con el pirata y nos intentó matar, así que nos defendimos como pudimos, creo que se va a morir, tiene un golpe muy fuerte en la cabeza y sangra. Señor Martin, tengo que hacer una llamada, le diría que iríamos a ayudarle pero creo que no sabríamos llegar hasta usted desde aquí es mejor que nos veamos abajo. Buena suerte. -Colgó el teléfono. Aquello eran buenas noticias.- Pobre Señor Martin, apenas podía hablar, nunca pensé que conseguiría llegar hasta la tableta... ¡Y sin llave! ¡La tengo yo!

Seguramente habrían forzado el compartimento, a esas alturas y con lo que estaba pasando podían permitirse romper algunas normas, como darle una paliza a porrazos a un pirata sin tener demasiados remordimientos.

-Voy a llamar a las azafatas, ellas están con Daneon y Jisoo, hay que avisarles de lo del aparato en el motor. Y en cuanto a por donde ir... Si el pirata se dirigía hacia el raptor, allí es donde están nuestros amigos, podemos seguir en esta dirección.